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La estupidez humana «tenía que ser negro»

Fuentes: Rebelión

La señora Carmen una humilde, respetuosa y responsable empleada del servicio doméstico. El pasado 25 de noviembre vivió una experiencia inolvidable en la ciudad de Cartagena. Pero como no va a ser inolvidable experimentar la terrible noción del racismo y la segregación social que se han vuelto muy común en estas tierras. Partamos de una […]

La señora Carmen una humilde, respetuosa y responsable empleada del servicio doméstico. El pasado 25 de noviembre vivió una experiencia inolvidable en la ciudad de Cartagena. Pero como no va a ser inolvidable experimentar la terrible noción del racismo y la segregación social que se han vuelto muy común en estas tierras. Partamos de una noción algo impregnada en el argot popular; el ser pobre, negro y feo es sinónimo de una exclusión radical, es una lástima saber que todavía en una sociedad pluri-etnica como es la Colombiana persistan pensamientos de esa índole.

La historia de nuestros tiempos ha demostrado que el pueblo afrodescendiente ha sido utilizado de diversas maneras: desde Simón Bolívar que les prometió acabar con la esclavitud a costa de ser incorporados en las filas del ejército patriota, curiosamente se llega a la independencia y Bolívar le falla al pueblo Afro, por eso en cierta parte del Pacifico no es muy grata la imagen del libertador. Bien lo narraba el Joe Arroyo en una de sus sabias letras sobre la rebelión: «Un matrimonio africano / Esclavos de un español / Él les daba muy mal trato / Y a su negra le pegó / Y fue allí / Se rebeló el negro guapo / Tomó venganza por su amor / Y aún se escucha en la verja: No le pegue a mi negra. Véase: http://www.elespectador.com/opinion/el-reglamento

En efecto, la señora Carmen no ha sido la única persona en vivir este tipo de discriminación. Le ha pasado a pensadores, filósofos, escritores, futbolistas, profesores, militares entre otros. Pero pareciera que no hubiera una gota para derramar esta copa. Aún persiste la negación y la no-aceptación del otro, un claro ejemplo lo pude vivir en mi infancia, al ser el hazme reír del colegio porque mi madre era negra y mi hermano también, y por si fuera poco mi color de piel no era del agrado de los compañeros. Entonces, acá aplica el dicho que hasta el niño reproduce este tipo de prácticas más inhumanas.

Un dato curioso de esta experiencia es que sucedió en el «Club Naval Santa Cruz de Castillogrande» adscrito a la Armada Nacional. Pareciera que a los administradores, militares y marineros no se les enseñara a profundidad la historia de su propia institución o bien pueden recordar la histórica figura de nuestro Almirante José Prudencio Padilla López, un gran líder afro proveniente de una familia humilde de constructores de barcos medianos, es decir una familia que «asaba para comer» como se escucha en el adagio popular. Véase: http://www.elespectador.com/noticias/nacional/bolivar/club-naval-pidio-disculpas-carmencita-empleada-domestic-articulo-675966

El caso de la señora Carmen merece mayor atención, no se trata de mostrar el desplante que vivió, al ser despreciada por su condición de empleada del servicio doméstico. Sino por la forma en que fue tratada al interior de la institución, como si fuera una ciudadana de segunda categoría para los anfitriones de la fiesta. Si supieran la gran labor social que ha realizado a lo largo de su vida al servicio de las familias. Véase: http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/opinion/columnistas/281409-se-nos-seco-el-alma-dice-el-negro1

Lo complejo del asunto es recordarles a las elites, los grupos políticos y la clase social de nuestra época que el tener una condición étnica y racial diferente no es sinónimo de ignorancia ni pobreza. Por el contrario, implicaría recordarles la fuerte labor que han hecho los afros para el desarrollo de un mundo más justo y lleno de esperanza, basta con recordar los grandes aportes de personajes como: Martin Luther King, Muhammad Ali y Malcom X Franz Fanon, Boubacar Boris Diop y Aimé Césaire entre otros.

Ahora por el sendero colombiano: la ministra Paula Moreno, el literato Arlond Palacio, el pedagogo Andrés Felipe Velásquez, la maestra Nancy Palacios Mena, la socióloga Aurora Vergara, el gestor cultura Édison Palacios, el político Guillermo Raúl Asprilla, el científico Raúl Cuero, el maestro de los compositores Petronio Álvarez, Jairo Varela, Junior Jein, Chocquibtown. Por el lado del deporte: Oscar Figueroa, Catherine Ibarguen y Mabel Mosquera entre otros. Tendría todo un repositorio para mencionar los grandes aportes que ha realizado el pueblo afro en el desarrollo de esta «pueblo sin nación».

En conclusión, «La estupidez humana» no puede superar la inteligencia con la que ha sido dotado el ser humano. Es una lástima que este tipo de acciones suceda y persista en la sociedad colombiana. Aún más, saber que para ciertos sectores sociales el proceder del Pacífico o tener un color de piel distinto simboliza ser un sujeto de clase baja, y con una mentalidad de pobreza. Nos queda seguir luchando en medio de este camino tan incierto por causas justas como es el respeto y aceptación de la condición humana.

José Javier Capera Figueroa es Politólogo de la Universidad del Tolima (Colombia), Analista político y columnista del Periódico el Nuevo Día (Colombia) y del portal de ciencias sociales rebelión.org (España). 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.