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La efervescencia del Mayo Francés

La expansión del campo de lo posible

Fuentes: Rebelión

«El cambio radical de las estructuras de nuestra sociedad sólo sería posible si se produjera de golpe la coincidencia de una crisis económica grave, con la acción de un potente movimiento obrero y de un fuerte movimiento estudiantil. Hoy estas condiciones no están reunidas. Como máximo puede pretenderse la caída del gobierno. Pero no puede […]

«El cambio radical de las estructuras de nuestra sociedad sólo sería posible si se produjera de golpe la coincidencia de una crisis económica grave, con la acción de un potente movimiento obrero y de un fuerte movimiento estudiantil. Hoy estas condiciones no están reunidas. Como máximo puede pretenderse la caída del gobierno. Pero no puede soñarse en hacer estallar la sociedad burguesa. Lo que no quiere decir que no haya que hacer nada; todo lo contrario, es necesario luchar paso a paso a partir de un cuestionamiento global», explicó Daniel Cohn-Bendit, uno de los agitadores más significativos que tuvo el Mayo Francés, en un diálogo con el filósofo Jean Paul Sartre en 1968, publicado en Le Nouvel Observateur.

En parte -y para utilizarlo también como disparador-, podría afirmarse que de esta declaración logran desligarse algunos conceptos que pueden servir para explicar ciertos puntos imprescindibles de aquella histórica rebelión. En primer lugar, la conciencia del estudiantado para comprender que, por mucha hambre revolucionaria que haya, el quiebre del sistema capitalista sólo podría llevarse a cabo con el apoyo de la sociedad en su conjunto y, principalmente, el del movimiento obrero. «No esperamos construir una universidad del tipo socialista en nuestra sociedad, porque sabemos que la función de la universidad seguirá siendo la misma en tanto no cambie la totalidad del sistema», especificó Cohn-Bendit.

En segundo lugar, y tal como él lo señalaba, lo anterior «no quiere decir que no haya que hacer nada», lo que motivó a otro tipo de debates acerca de cuán profunda podría llegar a ser esta rebelión, y suscitó una pregunta clave: ¿reformas o revolución? ¿Cambio de maquillaje o cambio de esencia y de paradigma? Una acercaba a la otra, pensaban. No estaba mal avanzar de a poco, sabiendo que no contaban con un apoyo sustancial, por lo que las reformas eran bien vistas en aras del objetivo principal que era el fin del capitalismo.

¿Fracasó el Mayo Francés, o no? Si se lo observa desde un punto de vista pragmático, sí. Ahora, ¿no son los estudiantes chilenos los que finalmente se la jugaron a pedir otra cosa? ¿No son ellos los que hoy en día le gritan a su presidente que este sistema ya no va más, que es totalmente dañino seguirlo sustentando? Porque si se articula la confrontación de los jóvenes sola y exclusivamente con la deficiencia del sector educativo chileno, se estaría dejando detrás todo un sistema económico que se les ríe en la cara. Y por si fuera poco, mírese el caso de Europa: movilizaciones estudiantiles en España, Grecia e Inglaterra. ¿Acaso no son frutos de los ideales promulgados en ese mayo del ´68?

Jean Paul Sartre concluyó el diálogo con Daniel Cohn-Bendit con una frase que describía y definía esa lucha histórica, y que hasta se la podría calificar de atemporal. Pero esa atemporalidad cobró vigor gracias al paso del tiempo, y hoy adquiere un valor nuevo, resignificado, aunque sigue siendo el mismo: «Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo lo posible. No renuncien a eso».

Amén.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.