No se trata de productos informáticos, ni pinturas. No es evasión, ni arte por el arte, ni fuga posmoderna que no significa y se regocija en formas vacías, ni el registro de la arquitectura deshumanizada, ni manchas lunares. La exposición fotográfica ‘Mirada Nocturna’, que se encontrará instalada hasta el 4 de octubre de 2015 en […]
No se trata de productos informáticos, ni pinturas. No es evasión, ni arte por el arte, ni fuga posmoderna que no significa y se regocija en formas vacías, ni el registro de la arquitectura deshumanizada, ni manchas lunares. La exposición fotográfica ‘Mirada Nocturna’, que se encontrará instalada hasta el 4 de octubre de 2015 en el Zócalo del Museo de Arte Contemporáneo de la Facultad de Arte de la Universidad de Chile (Parque Forestal de Santiago), pertenece a uno de los principales artistas visuales del país, Rodrigo Casanova ( http://www.rebelion.org/
Cada texto tiene su contexto y cada obra, su contexto de producción. La exposición fotográfica de Rodrigo Casanova, luchador de la resistencia antifascista y activista de los Derechos Humanos, corresponde a una selección realizada entre los 80 y los 90 del siglo XX, y «surge como una necesidad, como una suerte de terapia, una búsqueda de otra realidad quizás, debido a que la contingencia de la dictadura era tan violenta, gris y agresiva. En ese período, yo registré en fotos y videos los paros nacionales, las protestas, los enfrentamientos. ‘Mirada Nocturna’, fue mi intento personal de construirme otro Chile, donde no hubiera seres humanos y yo pudiera armarme una realidad paralela.»
-¿Y por qué la noche?
«En la noche encontré la tranquilidad, la circulación de espacios sin habitantes, mudo, y dedicarme a un ejercicio académico. Allí se ubica la influencia decisiva de la Escuela de Bellas Artes. De esa manera logré crear una fotografía pictórica, atemporal, distante de la muerte que signó la tiranía. Con el tiempo, ahora me percato de que las imágenes de esta exposición fueron las que lograron ofrecerme un mundo propio frente a la realidad cruda y dura a la cual también dedicaba mi vida concreta.»
-Sin embargo, en las fotos se observa la presencia humana no explícitamente…
«En efecto. Se trata de paisajes urbanos y campesinos domesticados por la persona. Las imágenes de Valparaíso, por ejemplo, permiten obtener una perspectiva satelital, no horizontal. De hecho, Valparaíso para mí es una película muy estimulante y que se vive en tiempo real.»
Rodrigo explora con fotografía análoga y de color a Valparaíso y a la Isla de Chiloé. Mucho después empleó las máquinas digitales. Tanto la iluminación como el disparo del obturador son resultado de un momento único. No hay trampa computacional, sólo pulso, control manual de la luz y del tiempo. Caminatas nocturnas, persecución de un ‘lugar ameno’ contra el crimen ambiental. Centella y soledad. Equilibrio del yo y refugio. Casas desenterradas por amarillos, rojos y verdes. Por azules plásticos y techo estelar. Noche limpia que abraza la ciudad fatigada de Valparaíso y expresa su naufragio, la rotura de un puerto arrojado a su suerte y mal maquillado por la arena mientras los pescadores duermen y los pecadores postergan la amanecida en vino negro y huevos cocidos.
Rodrigo dice que la disciplina de la noche le posibilitó «cuestionar el paisaje, dotar de protagonismo a un árbol, a la huellas de un campesino. Son imágenes de introspección y nostalgia, capaces de rediseñar nuevos lenguajes y nuevas historias».
-¿Por qué Valparaíso y la Isla de Chiloé?
«Para un santiaguino, Valparaíso y Chiloé son los lugares utópicos donde uno quisiera vivir. Para los capitalinos son los otros Chile, los lugares donde sus habitantes se desenvuelven a escala humana y en superior convivencia. Son los sitios donde el consumismo no está desatado ni es el horizonte de sentido de la gente.»
-¿Cuál es la fotografía que más aprecias de la muestra (imagen adjunta)?
«Aquella donde se ve un árbol chilote, una patagona o maitén, donde intervine el campo que lo rodea el mismo día en que fue arado y se cosechó el pasto. Entonces mediante la iluminación pude marcar el surco que dejó la máquina y las hileras de pasto, que al día siguiente serían enfardadas y convertidas en insumos para alimento de animales. Entonces se trata del paso de un día a otro, en el cual el paisaje quedó dibujado o arado. Esa foto me gusta porque permite registrar el trabajo agrícola la noche del mismo día en que laboraron los campesinos. Es una especie de posproducción fotográfica de un trabajo campesino. La imagen se logra iluminando los distintos planos, asumiéndolos en la misma toma, capturando dos dimensiones distintas en similar momento.»
-¿Qué es lo que viene luego de esta exposición, Rodrigo?
«Lo que no hay aquí. Los seres humanos. En particular, el actual rostro del territorio mapuche militarizado. También quiero mostrar un conjunto de retratos de la contingencia política y popular, como al movimiento de los secundarios. Esto funciona como complemento a la exposición actual. Sólo de esa manera se manifiestan los dos hemisferios y potencias de la herramienta fotográfica.»
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.