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La feria de los avales y la tortilla pública

Fuentes: Revista Insurrección

Da vergüenza el espectáculo que estamos presenciando estos días y que da cuenta de los tejemanejes, componendas, compraventas y manipulaciones de políticos de profesión y sus partidos, para asegurar miles de candidaturas a distintos cargos de representación a nivel local, municipal y departamental. Condicionados por la necesidad de ser electos bajo un partido con personería […]

Da vergüenza el espectáculo que estamos presenciando estos días y que da cuenta de los tejemanejes, componendas, compraventas y manipulaciones de políticos de profesión y sus partidos, para asegurar miles de candidaturas a distintos cargos de representación a nivel local, municipal y departamental.

Condicionados por la necesidad de ser electos bajo un partido con personería jurídica, los idearios, propuestas y fines altruistas quedan relegados; operándose transformaciones y mutaciones no imaginadas: quienes antes eran adalides de la transparencia y la independencia, cambian de filas o pactan con movimientos de reconocida trayectoria corrupta; los liberales terminan con avales godos y parapolíticos se cobijan bajo la sospechosa manta de la U; por su parte, Antanas Mokus y Jaime Castro se inscriben como candidatos a la alcaldía de Bogotá, con el aval de movimientos indígenas.

A espaldas de los electores y en un ejercicio más parecido a un mercado de avales y contratos a futuro, las cúpulas hacen alianzas, prometen, suben y bajan aspiraciones, ahora el vueltearepismo es la norma de los candidatos y la mayoría están en subasta al mejor postor.

En los partidos de oposición como el Polo, también hay cosas que asombran: las fuerzas mayoritarias se alían para asegurar sus candidatos, pasando por encima de colectividades más pequeñas. Otros, al perder los debates internos, fruto de adversas correlaciones de fuerzas, se van del partido y buscan avales en partidos abiertamente contrarios a las ideas que decían defender o recogen firmas, presentándose como «independientes», lo cual da muy buenos réditos, para negociar posiciones con los dueños del poder.

El negocio de la política

¿Qué hay detrás de tantos esfuerzos e intereses? En la mayoría de los casos no es la preocupación por servir a la comunidad, sino, como la gente lo comprueba una y otra vez, el hacerse a un lugar desde donde pueda dar una mordida al presupuesto gubernamental y de paso ganar una cuota de poder personal que impulse sus carreras políticas.

Pero «hacer política» es un negocio muy competitivo y riesgoso. Se debe hacer grandes inversiones, pero la tasa de ganancia es muy alta. La ley establece el tope máximo para financiar la campaña al Senado de 675 millones de pesos, sin embargo, en las pasadas elecciones se supo que varios senadores invirtieron más de $3.000 millones, con la certeza que en cuatro años recuperan esa inversión y multiplican muchas veces su capital.

Ser alcalde o concejal de una ciudad como Bogotá, da mucho poder, pues se decide sobre la vida de 8 millones de habitantes y se le puede meter el diente a un astronómico presupuesto de 12,2 billones de pesos. Además el sólo estatus de concejal, le permite hacer los guiños para contratar personal en cualquiera de las secretarías del distrito. Al carecer de proyectos políticos la función del concejal es la de un pequeño capo mafioso con clientelas propias y cierta distinción. Lo grave es que, son estos personajes, los que deciden el rumbo de la educación, la salud o el futuro de las empresas estatales.

Como en toda competencia, la carrera política exige patrocinadores con mucha solvencia económica y tráfico de influencias. Es por esto, que los narcoparamilitares, con la ley metálica de la plata y el plomo, terminaron convirtiéndose en la principal maquinaria electoral colombiana.

El fin de los partidos

En esta feria electoral, los partidos políticos tradicionales hacen aguas y de haber sido alguna vez colectividades de ideas para fines de organizar la participación de los ciudadanos y administrar el Estado, hoy son solo colchas de retazos, asociaciones para delinquir, paraguas electorales desde donde se organiza el asalto al presupuesto público.

Estos partidos carecen de ideologías, programa y propuestas y en sus reuniones solo tratan de estrategias para la consecución de votos para elegir a sus candidatos y las formas de robar legalmente. Por ello, el marketing electoral y la trampa han ocupado el lugar de la política y este saqueo de lo público, alimenta a su vez la pobreza, la miseria y la exclusión: motores de la violencia social.

¿Quién es quién?

El panorama electoral confunde a cualquiera y como dice el tango Cambalache: «da lo mismo el que labura, noche y día como un buey, que el que vive de nosotros, el que mata, el que cura o está fuera de la ley». Bajo el paraguas de la Unidad Nacional Santista, se confunden y a la vez se homogenizan la mayoría de los partidos políticos: verdes, godos, liberales, neoparacos, neoliberales, iglesias de fachada, «independientes», se revuelcan en el gran lodo de la corrupción, con el fin de seguir saqueando el Estado.

Por eso no es raro ver las volteretas discursivas de Luis Eduardo Garzón que un día habla de pulcritud y lo social para luego salir abrazado con Uribe y Peñalosa, capos del atraco al erario público. O un Vargas Lleras que emprende un día una campaña contra la parapolítica y termina haciéndose el de la vista gorda para permitir los avales a candidatos con acusaciones y procesos por nexos con el narcoparamilitarismo y la parapolítica: lo importante en uno u otro caso es sumar votos y asegurar los cargos que luego regresarán multiplicados en millones de pesos a las arcas privadas.

Oposición y alternativas

Para desgracia del pueblo, la oposición que cuenta ya solo con el Polo, no escapa del todo a estas trapisondas: las disputas internas debilitan más al partido que aun cuenta con simpatías populares: las fuerzas mayoritarias hacen de las suyas con los avales, «cuadran» mayorías para determinar candidatos y en una absurda lógica de ganar votos, en algunas partes se alían con candidatos cuestionados, deslegitimando de forma profunda su opción de gobernabilidad. En muchas partes la ciudadanía ya no distingue quien es santista, uribista o polista ya que dicen «juntos roban por igual en la capital».

Por otro lado, los intereses y egos personales fraccionan aún más el partido: Petro se sale del Polo para no tener que darle cuentas a nadie e impulsar sus negociaciones con el gobierno, sin censura ni control, maquillando su salida con un supuesto discurso anticorrupción, contribuyendo a la confusión al caracterizar al gobierno Santos como «progresista», sin denunciar los propósitos de saqueo y guerra.

Pero también hay que reconocer, en el Polo y otras colectividades, la existencia de militantes sociales honestos, surgidos desde procesos de base que buscan hacer del ejercicio institucional una posibilidad para mejorar las condiciones de vida de comunidades y ciudadanos. Pero, hay que decirlo también, estos son los menos.

La ventaja, de esta compleja situación, es que permite ver con mejor claridad el panorama político: Por un lado la mazamorra de delincuentes de cuello blanco con diferentes nombres e iguales propósitos; un poco más allá, un Polo confundido, empantanado y sin los alientos para deslindar campos con la corrupción y brindar propuestas alternativas.

Por último, un escenario complejo y esperanzador: una oposición social y política variopinta y multicolor que en la lucha electoral, en la calle, en la vereda y barrio levanta nuevas opciones de poder y gobernabilidad: son al decir del investigador uruguayo Raúl Zibechi, Sociedades en Movimiento, que optan por caminos de vida digna: donde lo electoral y el acceso a la administración pública es una posibilidad de gestionar otra forma de vivir en el campo y la ciudad. Estas comunidades seguramente carecen de los medios para elegir a muchos de sus dirigentes, pero su fortaleza ética y social los hace una opción real de futuro.

Fuente: http://www.eln-voces.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1060:la-feria-de-los-avales-y-la-tortilla-publica&catid=26:artculos&Itemid=69