La semana pasada hemos estado celebrando y conmemorando el aniversario del asesinato de los conocidos como «mártires jesuitas de la UCA» (El Salvador). Los jesuitas de origen español Ignacio Ellacuría e Ignacio Martín-Baró, junto a 4 compañeros más y una trabajadora con su hija, fueron asesinados el 16 de noviembre de 1989 en su universidad […]
La semana pasada hemos estado celebrando y conmemorando el aniversario del asesinato de los conocidos como «mártires jesuitas de la UCA» (El Salvador). Los jesuitas de origen español Ignacio Ellacuría e Ignacio Martín-Baró, junto a 4 compañeros más y una trabajadora con su hija, fueron asesinados el 16 de noviembre de 1989 en su universidad por los poderes militares, políticos y económicos locales e internacionales. Dichos poderes y oligarquías nacionales-globales no soportaron que Ellacuría y sus compañeros pusieran su universidad, la educación, ciencia cultura y pensamiento al servicio liberador de las mayorías populares empobrecidas, oprimidas y excluidas. Ellos fueron razón y voz de los que no tienen voz, a los que se les ha expropiado la vida, dignidad y derechos, del clamor de la humanidad, de los pobres y de la misma tierra.
En dicha semana, que se ha juntado con la celebración del «Día Mundial de la Filosofía», hacemos memoria del legado y testimonio de uno de los filósofos y pensadores más significativos de nuestra época como es Ignacio Ellacuría. Es uno de los representantes más relevantes de la filosofía latinoamericana, humanista, personalista, crítica y liberadora que tanto ha aportado a la cultura y pensamiento de nuestro tiempo. Discípulo, amigo y el más íntimo colaborador de otro de los filósofos españoles contemporáneos más significativos, X. Zubiri, Ellacuría nos transmite todo un método, perspectiva y orientación para una filosofía transformadora. En la búsqueda de ese otro mundo posible, la renovada civilización, que tanto necesitamos.
Ellacuría nos presenta una filosofía y antropología que muestra al ser humano en la pasión y honradez con lo real, religado con la realidad en sus diversas e inherentes dimensiones: física, biológica, material, corporal, personal, social, e histórica. Una antropología solidaria e integral donde estas diversas y constitutivas dimensiones de la la realidad material, personal, social e histórica se religan en la diversidad y unidad estructural con todas la posibilidades, capacidades y trascendencia que dan de sí. Es una filosofía de la historia que escruta la apertura, libertad, dinamismo y trascendencia de la realidad histórica en sus posibilidades y capacidades que, de suyo, pueden dar y liberar. Una filosofía política que analiza y discierne críticamente las fuerzas y poderes humanos, económicos, sociales e históricos que favorecen u obstaculizan estas posibilidades y capacitaciones de la realidad para promover la vida, humanización y liberación integral.
Como se observa, Ellacuría propone un personalismo y humanismo ético, solidario e integral que defiende y promociona la vida, dignidad y derechos de las personas, de los pueblos y de los pobres de la tierra por encima de todo poder e ídolo económico y político. Una propuesta y apuesta moral decidida, firme por las posibilidades y capacidades de los seres humanos, pueblos y de los pobres como sujetos protagonistas de su desarrollo liberador e integral. Frente a todo paternalismo y asistencialismo, es una filosofía y ética humanizadora, solidaria y comprometida por la justicia con la opción por las personas, por los pueblos y por (con) los pobres como gestores, actores y sujetos de su liberación integral. En contra de todo elitismo, «liderismo» y burocratismo. Lo que se expresa en una filosofía y método de la razón, del conocimiento e inteligencia humana, social e histórica.
Una inteligencia integral que expresa su dimensión cognoscitiva e intelectiva en el «hacernos cargo de la realidad» con las mediaciones científicas, sociales e históricas para conocer la realidad de forma estructural y global. La filosofía y el pensamiento emplean todas estas mediaciones socio-analíticas, críticas y éticas como son las ciencias sociales. Para conocer la realidad personal, social e histórica, sus relaciones humanas e inhumanas. Los grupos y estructuras sociales justas e injustas, los sistemas políticos y económicos liberadores u opresores, los mecanismos laborales, comerciales y financieros con equidad o perversos. Es una inteligencia ética que «carga con la realidad», en la compasión con los otros. El sentir y asumir el sufrimiento e injusticia de las personas, pueblos y de los pobres con una valoración ética-crítica de la realidad. Desde los principios «vida y liberación», por el que hay que considerar inmoral e injusto todo aquello que no posibilite la vida, dignidad y derechos, la liberación integral con los pobres y oprimidos. Y con un «método de historización» por el que verificamos históricamente los conceptos y valores o discursos, por el que comprobamos el mal e injusticia que aprisiona la verdad en la realidad histórica: si hay bien o mal común; derechos humanos o desigualdad e injusticia; propiedad personal, para todos o acumulación posesiva y elitista; democracia o dominación y elitismo.
Esta inteligencia de la realidad histórica se realiza en la praxis histórica, en el «encargarse de la realidad», sin que haya oposición entre teoría y praxis, pensamiento y práctica liberadora por la justicia. Por la que las personas, los pueblos y los pobres son sujetos transformadores de esta realidad histórica en todas sus capacidades y posibilidades reales de dar de sí dinamismos de justicia, liberación integral y trascendencia. Es una praxis y transformación social, estructural e histórica en la promoción de la justicia que pretenden revertir la historia con «la civilización del trabajo frente a la del capital». Esto es, un trabajo vivo, digno, decente y humanizador con derechos, como es un salario justo, con una economía al servicio de las necesidades, capacidades y liberación integral de la humanidad, de los trabajadores y de los pobres. El ídolo del capital (beneficio y ganancia) no puede ser el motor de la historia sino todo este desarrollo humano, social e integral con la justicia liberadora de las necesidades, capacidades y dinamismos de los pueblos y de los pobres.
Más, como planteó Ellacuría, el pensamiento social no puede reducir la transformación a sus aspectos económicos y socio-estructurales, con la promoción de la justicia e igualdad. Para ser más real y verdadera, y no acabar en un totalitarismo cualquiera, dicha transformación debe estar unida a la libertad personal y solidaria, al cambio del ser humano y su renovación cultural. Lo que él denominó «la civilización de la pobreza frente a la de la riqueza». La auténtica dialéctica entre la pobreza solidaria por la que comparto la vida, los bienes y las luchas liberadoras por la justicia con los pobres que es el principio de humanización del mundo, lo que nos va dando sentido y felicidad. En oposición a la idolatría de la riqueza-ser rico, del poseer, consumir y tener que esclavizan al ser persona y a la misma naturaleza, que impiden todo este verdadero desarrollo humano, social, ecológico e integral.
En todo este pensamiento social para esta transformación personal, estructural e histórica, Ellacuría vio muy lucidamente como el sujeto de la historia son todos los pueblos y los pobres de la tierra con sus movimientos ciudadanos, sociales y éticos, emancipadores y liberadores. En contra de todo elitismo económico y político que tanto sufren las patologías del poder, de la riqueza-ser rico y la dominación impuesta. Vemos pues el fecundo y profundo legado de I. Ellacuría con toda esta filosofía latinoamericana, humanista, personalista, crítica y liberadora. Terminamos con su filosofía de la esperanza, con las propias palabras de Ellacuría. » Sólo utópica y esperanzadamente puede uno creer y tener ánimos para intentar con todos los pobres y oprimidos del mundo revertir la historia, subvertirla y lanzarla en otra dirección».
Agustín Ortega es trabajador social y doctor en Ciencias Sociales (Departamento de Psicología y Sociología). Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología: grado, posgrado y doctor en Humanidades. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y, actualmente, de la UNAE (Universidad Nacional de Educación) así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos.
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