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Entrevista a María Eugenia Velasco Martner, hija de los copropietarios de La Sebastiana, la casa de Neruda en Valparaíso

«La Fundación Neruda tendría que cumplir el legado de Cantalao»

Fuentes: Rebelión/Clarín de Chile

En entrevista digital desde Valparaíso, María Eugenia Velasco Martner, respalda la huelga del Sindicato de la Fundación Neruda, recuerda la vida cotidiana junto al tío Pablo en La Sebastiana, describe los reencuentros -40 años después- con Enrique Segura, Manuel Araya y Rafita Plaza, al mismo tiempo que denuncia las irregularidades en los negocios de Juan […]

En entrevista digital desde Valparaíso, María Eugenia Velasco Martner, respalda la huelga del Sindicato de la Fundación Neruda, recuerda la vida cotidiana junto al tío Pablo en La Sebastiana, describe los reencuentros -40 años después- con Enrique Segura, Manuel Araya y Rafita Plaza, al mismo tiempo que denuncia las irregularidades en los negocios de Juan Agustín Figueroa: » Me cuesta creer que la Fundación esté funcionando con pérdidas. Sería interesante conocer las entradas, los gastos y las inversiones, los directivos no transparentan esta información a sus trabajadores ni a la comunidad en general. Desde hace algún tiempo se han publicado diferentes noticias sobre las inversiones de la Fundación Neruda en propiedades de la familia de Ricardo Claro. Por otra parte, la Inmobiliaria Maulén está lucrando con el nombre de Pablo Neruda en hoteles en Santiago y Viña del Mar». E l directorio de la Fundación Neruda se opone al aumento salarial de $1.000 pesos (2 dólares) diarios por concepto de transporte público y alimentación para los trabajadores de La Sebastiana, La Chascona e Isla Negra.

MC.- María Eugenia, ¿por qué acompañaste a los trabajadores del Sindicato de la Fundación Neruda en la jornada de huelga del sábado?

MV.- Cuando leí la noticia me pareció increíble que los trabajadores de las casas museo nerudianas estuviesen en huelga, más aún, por desacuerdos mínimos: un bono de $1.000 pesos diarios por concepto de locomoción y alimentación, más $200.000 pesos por término de conflicto. Imagino cómo reaccionaría Neruda ante una empresa que además lleva su nombre. De seguro lo primero que haría sería llamar a la prensa, segundo: escribiría un comunicado en apoyo al conflicto, lo imprimiría y difundiría por las calles, caletas, mercados y eso para comenzar. Cuántas veces vimos a Neruda en Valparaíso respaldando a los trabajadores en conflicto con sus patrones. Por lo mismo decidí ir a Isla Negra y enterarme por ellos lo que estaba ocurriendo, compartir con ellos y darles ánimo. Las huelgas son duras, nadie las quiere, pero cuando se han agotado los mecanismos regulares no queda otra.

MC.- La Tercera publicó: «La Fundación Neruda pierde 24 millones de pesos al día por la huelga». En entrevista, Fernando Sáez declaró: «los trabajadores viven en una fantasía, no quieren creer que la fundación arroja pérdidas» (12/01/2013). La Fundación Neruda mantiene una inversión bursátil de 2.3 millones de dólares en Cristalerías Chile (propiedad del pinochetista Ricardo Claro) y no reporta las ganancias de otros turbios negocios. ¿Quién vive entre el delirio y la fantasía?

MV.- Manejo muy poco las cifras, pero me cuesta creer que la Fundación esté funcionando con pérdidas. Sería interesante conocer las entradas, los gastos y las inversiones, los directivos no transparentan esta información a sus trabajadores ni a la comunidad en general. Más bien pienso que el delirio lo estarán viviendo los administradores; los trabajadores enfrentan la realidad del vivir día a día.

Desde hace algún tiempo se han publicado diferentes noticias sobre las inversiones de la Fundación Neruda en propiedades de la familia de Ricardo Claro. Por otra parte, la Inmobiliaria Maulén está lucrando con el nombre de Pablo Neruda en hoteles en Santiago y Viña del Mar; Ángel Maulén, exrector de la Universidad Pedro de Valdivia, está siendo investigado por la justicia ante la denuncia de corrupción en la Comisión Nacional de Acreditación; este es el empresario que mantiene negocios con la Fundación Neruda.

Mi padre, en el preámbulo de su libro Retenido en el Lebú (1990), comentó: «Cuando –El Lebú– dejó de ser útil como prisión se vendió como ‘chatarra’, ¡oh ironía!, a la China Comunista». ¿Qué diría mi padre si leyera los libros con la información de los aportes de Ricardo Claro al golpe de Estado y a los Servicios de Inteligencia de la dictadura de Pinochet?

MC- En la década de 1960, conociste al niño Enrique Segura, el actual presidente del Sindicato de la Fundación Neruda, ¿cómo lo recordabas?, ¿cuándo lo dejaste de ver?

MV.- No tenia idea que Enrique Segura era presidente del Sindicato de Trabajadores de la Fundación Neruda. En la década de 1960, el tío Pablo le enseñaba a recitar, cuando íbamos por el fin de semana a Isla Negra él lo subía sobre una mesa y nos decía: «mi secretario les va a recitar», el tío Pablo regaloneaba mucho a Enrique; mi papá me contó que la familia del niño se opuso tenazmente ante la posibilidad de una adopción. Después, la familia de Enrique se mudó al Quisco y no lo volví a ver. Fue una enorme alegría saber que él está al frente del Sindicato en Isla Negra.

MC.- Neruda le decía «mi secretario» al niño Enrique Segura; también le decía «secretario» al joven poeta mexicano Hugo Gutiérrez Vega; y el periodista Hernán Uribe me dijo que era «una especie de secretario» del poeta. ¿Por qué a los directivos de la Fundación Neruda les cuesta tanto trabajo reconocer que Manuel Araya además de chofer era secretario y confidente de Pablito?

MV.- Mira, yo conocí a Neruda en su vida cotidiana, era muy sencillo, gran organizador y no le faltaban ideas para distribuir tareas a los que estábamos a su alrededor, las que cumplíamos con mucho agrado, yo creo que todos los que tuvimos la oportunidad de conocerlo de cierta forma fuimos sus secretarios, con mayor razón lo fue don Manuel Araya, a él le tocó estar a su lado cuando regresó de Francia, era el encargado de tramitar todas sus cosas, en un panorama político bastante cargado, sobre todo los días después del golpe, en Isla Negra, los 3 solos, nadie podía llegar allí. Me tocó vivir la clandestinidad y sé cómo se estrechan las relaciones humanas en momentos de peligro. Fueron momentos muy duros y don Manuel Araya fue el hombre de confianza de Neruda hasta el final.

MC.- 40 años después, Neruda los ha reunido: el 12 de enero te reencontraste con Enrique Segura y Rafita Plaza; y el año pasado Manuel Araya volvió a conversar con Sergio Vuskovic y Gonzalo Martínez Corbalá…

MV.- Sergio Vuskovic estaba feliz de ver a Manuel Araya en la presentación porteña de El doble asesinato de Neruda (2012), dice que tras mirarlo y mirarlo fue recordando su imagen de esos años. Cuando Vuskovic era alcalde y Araya era el asistente de Neruda hicieron todos los trámites para sacar del puerto las maquinarias que compró el tío Pablo para la imprenta del periódico El Siglo.

Por mi parte, el sábado 12 de enero, estaba contenta de saludar a Rafita, no lo veía desde la década de 1970. También conversé un poquito con Enrique Segura, ya que andaba de aquí para allá preocupado por el acto político de la huelga. Yo no conocía a los trabajadores de La Sebastiana, porque nunca regresé a la casa que cohabitaron mis papás con el tío Pablo, pero la señora María me hizo recordar quién era, ellos vivían en un colectivo muy pobre que está frente a La Sebastiana y que se entra por el Pasaje Cóndor; la señora María estaba muy emocionada de verme en Isla Negra, me contó lo bien que se entendía con mi mamá y cuando a ella le tocó en algunas oportunidades cuidar a mi hijo en los años duros de mi clandestinidad y exilio, fue muy emocionante.

MC.- Pertenecías al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), en cambio Neruda militaba en el Partido Comunista (PC), ¿intercambiaron ideas o discutieron por algún tema?

MV.- Recuerdo una conversación sobre la Carta abierta de los escritores cubanos de 1966; cuando Neruda regresó del viaje por Estados Unidos y Perú yo aún vivía en La Sebastiana, y en un almuerzo el tío Pablo me preguntó qué opinaba sobre el asunto, le transmití que no estaba de acuerdo para nada con su participación en el PEN Club y mucho menos con su asistencia a la comida junto al presidente Fernando Belaúnde en Perú, el poeta aceptó las dos invitaciones a pesar del período de represión que estábamos viviendo en Latinoamérica; el tío Pablo dijo que no había sido su intención molestar a nadie, yo insistí en apoyar a los intelectuales cubanos, entonces el tío Pablo miraba a mi papá y le decía: «ves Pancho, tu hija piensa así porque tú eres un mal comunista», entonces mi papá preguntó: «¿por qué dices eso Pablo?», Neruda respondió irónicamente: «porque no lees El Siglo y tu hija tampoco». El 3 de agosto de 1966, Neruda escribió al final de una carta a mi papá: «los cubanos quieren obediencia a sus planes. Triste. Abrazo. Pablo». En la década de 1960, Losada reeditó las Obras Completas de Neruda sin Canción de gesta, eso fue muy duro para los jóvenes de izquierda de la época.

MC.- Sin embargo, Neruda publicaría «Canción de gesta» en la Editorial Quimantú (1973) y le encargaría a Giuseppe Bellini la traducción de «Canción de gesta» (1973) en Italia. Cambiando de tema, ¿los jóvenes de izquierda tenían conocimiento del proyecto de Neruda para becar a poetas, artistas y científicos en Cantalao?, ¿la izquierda chilena debería tener en su agenda la recuperación de Cantalao?

MV.- Claro, de acuerdo al desarrollo de la situación política en el gobierno popular era imposible dejar Canción de gesta en el destierro. Respecto a Cantalao, lo más conocido era que Neruda quería construir residencias para los escritores en los terrenos de Punta de Tralca. Lo menos conocido era: qué haría Neruda en esos terrenos y cómo fue configurando la Fundación Cantalao. Por mi lado sabía algo más, ya que los planos arquitectónicos aprobados por Neruda eran de mi tío Carlos Martner y el proyecto de Cantalao se extendía a las artes en general. También algo supe de la remodelación de una plaza en Isla Negra donde estaban contemplados unos muros de piedras que seguramente pedirían la participación de mi mamá con sus murales de piedras, pero nada de eso se concretó; llegó el golpe de Estado y todo quedó ahí. He leído artículos en donde se habla del «sueño de Cantalao«, pero por informaciones que van saliendo -como la existencia de los Estatutos de Cantalao– ahora sé que no eran sueños, se estaba concretizando el proyecto.

Y sí, el futuro es Cantalao; suelo tener contacto con estudiantes universitarios de Historia y de Artes, llegan para preguntarme por temas de Valparaíso «ciudad patrimonial» y por los trabajos de mi mamá, inevitablemente sale el tema de La Sebastiana y Neruda. Yo les hablo sobre lo importante que fue para Neruda adquirir esos terrenos y su idea de que se destinaran a los artistas y poetas de este país. Creo que la Fundación tendría que tomar cartas en este asunto y cumplir con el legado de Neruda.

MC.- El 5 de mayo de 2012, la Fundación Neruda conmemoró el Centenario de Matilde Urrutia, ¿qué falta por revisar en la biografía de La Chascona?, ¿fuiste testigo de alguna descortesía de la Patoja con los amigos de Neruda?, ¿qué responsabilidad tendría Matilde en el destino actual del legado de Neruda?

MV.- No estoy enterada de los actos conmemorativos, ni de las biografías sobre la tía Matilde. Se habla mucho de ella, pero generalmente en plan cotilleo, no doy crédito a ese tipo de comentarios. Yo me quedo con lo que vi en mi infancia, y las 3 o 4 veces que la vi durante mi exilio en Venezuela y España. Matilde era una persona muy simpática cuando quería serlo, y muy pesada e hiriente en otras ocasiones. El recuerdo que tengo de cuando íbamos muy seguido a la Isla -mis padres no nos dejaban solos en casa-, ella se encargaba de atender muy bien a las visitas y que el almuerzo resultara perfecto, pero también era la que se encargaba de espantar, sobre todo a los periodistas en las rejas de Isla Negra.

En esos tiempos una vez se produjo una situación muy desagradable, no me acuerdo qué se celebraba precisamente, pero llegó el embajador español de la época, aparcó el coche al lado interior de la reja, el coche del embajador traía la bandera franquista, o sea, la actual pero con el escudo al medio, todos estábamos en la mesa frente al locomóvil, había muchos invitados y entre ellos Arturo Lorenzo y Elena Gómez de la Cerna -su mujer-, ellos llegaron con los republicanos en el Winnipeg; Arturo fue un excelente pintor y participó en la defensa de Madrid hasta el último minuto, Arturo le comentó a Laurita Reyes: «qué falta de educación venir con la bandera franquista a casa de Neruda», y Laurita se para, va al coche, saca la bandera y la rompe, en eso sale furiosa Matilde desde la cocina e increpa a Arturo: «cómo se le ocurría actuar así en su casa»; Laurita sale en defensa de Arturo y él se levanta y le dice: «yo fui», Matilde continuó insultando, Arturo le dijo a Elena: «nos vamos». Fue una situación muy incomoda, mis padres al ver que el tío Pablo desvío la atención a otra cosa, nos dijeron a mí y a mi hermano: «nos vamos». Y nos fuimos a Valparaíso. Los comentarios de mis padres en la citroneta eran de indignación por el actuar de Matilde. En esa ocasión se rompió una larga amistad entre los Lorenzo y Neruda. Ellos eran del Club de la Bota en Valparaíso, aparecen en muchas fotos, eran del grupo de amigos íntimos que tenía el tío Pablo en Valparaíso.

Respecto al destino del legado de Neruda, Matilde tiene toda la responsabilidad, ella es la que dejó la Fundación con la legalidad que tiene actualmente.

MC.- El 23 de septiembre se cumplirán 40 años del presunto asesinato de Neruda. ¿Qué sabía tu papá sobre la enfermedad del poeta?, ¿qué opinas de la posible exhumación?, ¿sería un desagravio ante la represión que sufrieron los comunistas en el entierro oficial de 1992?

MV.- Bueno, mi padre lo dejó bien claro en su libro: Neruda. El gran amigo (1987), escribió que el tío Pablo tenía un cáncer a la próstata. Matilde le contó que cuando llegaron a Francia consultaron a varios médicos y le dijeron que el tumor era inoperable, que había metástasis en la pelvis. Nunca le escuché alguna opinión distinta al respecto.

Del proceso que lleva el juez Mario Carroza y los testimonios de don Manuel Araya me enteré después del fallecimiento de mi padre. Yo estuve junto a mis padres atendiéndolos en sus últimos años de enfermedad. Cuando falleció mi mamá las enfermedades progresivas de mi papá se fueron intensificando, me dediqué a cuidarlo, en todo ese período alterné con muy pocas personas y no estaba al tanto de las noticias de la prensa. Soy partidaria de la exhumación, pienso que habría que utilizar todos los recursos en busca de la verdad. Mi padre pensaba que el cáncer estaba ahí, pero también pienso que el testimonio de don Manuel Araya es verdadero. Ojalá que la justicia pueda darnos luces sobre esto.

Mario, ¿te refieres al traslado de los restos de Neruda a Isla Negra?, creo que la mayoría de la gente que estaba en la playa eran los compañeros del PC, estaban allí con sus banderas rojas y ante la casa que Neruda había entregado a su Partido muchos años antes. Al comenzar el discurso del presidente Patricio Aylwin la chifladera desde la playa fue fenomenal, no lo dejaban hablar. Yo estaba arriba junto a mis padres y Teruca Hamel muy emocionados con la ceremonia de la entrada de los restos, cuando veo que la seguridad da la orden de reprimir y los carabineros bajaron por la calle que da a la playa montados a caballo, vi a la gente arrancando por las rocas y algunas banderas tiradas en la arena. Fue un espectáculo indignante. Nunca más volví a Isla Negra, hasta el sábado pasado cuando fui a compartir con los trabajadores del Sindicato en huelga.

MC.- Finalmente, ¿piensan reeditar los libros del doctor Francisco Velasco?, ¿publicarán «En la niebla del olvido» sus memorias inéditas?, ¿cuándo terminarán el libro sobre los murales de María Martner?

MV.- Los libros que publicó mi papá fueron todos financiados por él, en cuanto a la reedición de sus libros sobre Neruda, la familia Velasco Martner no ha recibido ninguna oferta editorial. Sus memorias inéditas y otros escritos están archivados. En este momento, como familia, estamos centrados en publicar un libro sobre los trabajos de mi mamá, dando importancia a los murales en espacios públicos. Un equipo de académicos chilenos, residentes en Santiago, llevan a cabo la investigación; estamos esperando el texto y después buscaremos el financiamiento para imprimirlo. Este libro es muy necesario, la gente que busca información sobre los trabajos de mi mamá no encuentra nada en las bibliotecas. Los restauradores mexicanos que trabajaron en la piscina Tupahue, en el mural con diseño de Juan O’Gorman y realización de María Martner, han estado recabando información, no encontraban nada, así que hice llegar a la oficina técnica del Parque Metropolitano de Santiago el material que tenía en mis archivos respecto a ese mural.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.