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La globalización, una premisa falsa

Fuentes: Rebelión

Una de las características de nuestra época es la difusión de ideas y concepciones falsas de la realidad del mundo de hoy y que son características de ciclos políticos reaccionarios. Desde la irrupción del denominado neoliberalismo a principios de la década de 1980 con las políticas de Ronald Reagan y Margaret Thacher, seguidas del derrumbamiento […]

Una de las características de nuestra época es la difusión de ideas y concepciones falsas de la realidad del mundo de hoy y que son características de ciclos políticos reaccionarios. Desde la irrupción del denominado neoliberalismo a principios de la década de 1980 con las políticas de Ronald Reagan y Margaret Thacher, seguidas del derrumbamiento del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética entre noviembre de 1989 y diciembre de 1991 que resultó en la desaparición del movimiento comunista internacional, se han difundido una serie de concepciones falsas sobre la realidad del mundo. Una de esas concepciones es la denominada globalización.

Hay quienes afirman que existe un proceso denominado globalización. ¿Pero en realidad que es la globalización? Es el proceso de internacionalización del gran capital monopolista financiarizado promovido por la banca y entidades de inversión de Wall Street, la City de Londres, la bolsa de Tokio y de todas sus similares que centran en las actividades de los mercados financieros el objeto de sus actividades y que subordina a sus intereses la economía real.

Origen del termino globalización

Durante las décadas de 1960 y 1970 el desarrollo y evolución de la economía política de las relaciones económicas internacionales era caracterizado como interdependencia económica, transnacionalización de las economías o internacionalización de los flujos de capital o imperialismo. De todos estos términos el más utilizado era imperialismo, principalmente por los integrantes de Movimiento Comunista Internacional y de la izquierda tanto marxista como no marxista. Pero muchos especialistas, particularmente los economistas, preferían utilizar el concepto procesos de internacionalización del capital, particularmente para describir el fenómeno de las empresas multinacionales. 

¿De dónde se originó el término globalización? Es un término que apareció por primera vez en mayo 1983, en la revista Harvard Business Review, de la Universidad de Harvard, en un artículo de Theodore Levitt, economista estadounidense de origen alemán, titulado «La globalización de los mercados financieros». [1]

¿Qué es la globalización? Este es un concepto de carácter ideológico acuñado y publicitado en Estados Unidos durante la década de 1980 y trata de describir un fenómeno económico que desde el punto de vista de la teoría económica convencional vigente se denomina proceso de internacionalización del capital, presente en el capitalismo-a partir de su etapa mercantilista- desde el siglo XVI y que se intensifica con la revolución industrial. Este proceso se acelera en el siglo XIX y alcanza su apogeo en la segunda mitad del siglo XX después de la Segunda Guerra Mundial. El proceso de internacionalización del capital es lo que da origen a las empresas multinacionales primero estadounidenses y posteriormente europeas, japonesas, coreanas, sudafricanas y más recientemente mexicanas, brasileñas, chinas e hindúes.

En la década de 1990 se le hizo esa misma pregunta al conocido intelectual y cientista social francés Alain Touraine y contesto lo siguiente:

«Esta ideología ha inventado un concepto: el de la globalización. Se trata de una construcción ideológica y no de la descripción de un nuevo entorno económico. Constatar el aumento de los intercambios mundiales, el papel de las nuevas tecnologías y la multipolarización del sistema de producción es una cosa; decir que constituye un sistema mundial autorregulado y, por tanto, que la economía escapa y debe escapar a los controles políticos es otra muy distinta. Se sustituye una descripción exacta por una interpretación errónea.

No sólo las economías siguen siendo ante todo nacionales -lo que es cierto sobre todo en los dos extremos del horizonte económico, EE UU y China-; no sólo el mundo parece encaminarse hacia una trilateralización -Norteamérica, Japón y la UE- más que hacia una globalización; no sólo en el terreno de las comunicaciones de masas asistimos a una hegemonía norteamericana más que a la internacionalización, sino que, lo que es aún más importante, asistimos a la creación de redes financieras mundiales en lugar de a la creación de una economía mundial. Todo ello se refleja en una cifra citada muy a menudo, y desde luego impresionante: sólo el 2% de los movimientos de capital corresponde a intercambios de bienes y servicios.

Estamos reviviendo a mayor escala lo que a principios de siglo se llamó imperialismo, es decir, el predominio del capital financiero internacional sobre el capital industrial nacional, de acuerdo con el análisis de Hilferding (1910). Michel Albert ha contrapuesto inteligentemente el capitalismo anglosajón, ante todo financiero, a lo que él denomina capitalismo renano (al que se puede vincular en gran medida el capitalismo japonés, al menos antes de la aparición de la burbuja financiera que ha estallado recientemente), cuya fórmula nos ofrece Alemania: la asociación estrecha entre la banca, las grandes empresas y el Estado. Esta hegemonía del capital financiero no sólo no es la condición para el desarrollo económico, sino que supone para él un obstáculo que un gran número de países no logra superar» [2]

Dicho en palabras más simples, lo que nos dice Touraine es que la globalización no es más que el proceso de internacionalización del gran capital monopolista financiarizado, promovido por los grandes bancos y entidades de inversión de Wall Street, la City de Londres y de sus similares en todo el mundo, que han hecho de las actividades especulativas de los mercados financieros la zona más importante de la vida económica de las naciones más desarrolladas e incluso en desmedro de la economía real. Y esto nos debe recordar la definición que hiciera Lenin del imperialismo como consecuencia de la evolución del capitalismo monopolista y que a su vez da paso al desarrollo del capitalismo monopolista de Estado que es la íntima imbricación del gran capital con la alta burocracia de los estados y cuyo ejemplo más nítido y conspicuo es la Unión Europea cuyo altos burócratas proceden en su mayoría de los grandes bancos de inversión como es el caso de Emmanuel Macron, actual presidente de Francia, que fuera parte de la gerencia corporativa de la banca Rothschild.

No existe la globalización, como tampoco existe la decadencia de occidente, o el fin de la Historia, la teoría de la conspiración o la denominada posmodernidad. Todas estas teorías son falsas, inexactas o en su defecto insuficientes. Lo que existe y es la época histórica que vivimos es la de la crisis general del capitalismo que estalla con la Primera Guerra Mundial.

Se dice que la Primera Guerra Mundial estalla en 1914. Pero si se hace un análisis muy detallado en realidad estalló en 1904 cuando Japón entro en guerra con Rusia y esta última fue derrotada. Este episodio es parte de un ciclo único de rivalidades geopolíticas que darían paso a las dos guerras mundiales del siglo XX.

La Primera Guerra Mundial creó las condiciones para la irrupción de la Revolución Rusa de 1917, que no se inició el 7 de noviembre con el asalto de del Palacio de Invierno por los bolcheviques, sino en Febrero de ese mismo año con el derrocamiento del Zar Nicolás II. Lo anterior inicia un proceso que algunos historiadores denominan El Largo Siglo XX y que según ellos terminó con la desintegración de la Unión Soviética. En nuestra opinión esta interpretación también es inexacta. Si aceptáramos como cierta esta interpretación tendríamos que concluir que el largo siglo XX no termina con la desintegración de la URSS. Lo que se inicia es un nuevo capítulo de su desarrollo porque el capitalismo al cubrir todo el globo terráqueo como anticipó Carlos Marx en el siglo XIX, la crisis general del capitalismo continúa y se manifiesta de manera más cruda al dio de hoy.

Tener una visión aproximadamente cierta de la época histórica que vivimos es importante desde el punto de vista político. La verdad es la interpretación justa y cierta de los hechos y fenómenos y dejarse llevar por un conejo salido de un sombrero lleva a muchos errores. Vivimos un típico periodo de reacción como la que se dio en Europa después de las guerras napoleónicas cuando entonces el conservadurismo intentó retrotraer al mundo a la situación anterior a 1789. En este periodo hay algo similar y que es el preámbulo de grandes convulsiones sociales y políticas. Si bien las revoluciones políticas del siglo XXI serán muy diferentes de las del siglo XX debemos advertir de que los conejos salidos de un sombrero son actos de magia y por tanto ilusorias y la globalización es uno de esos conejos.

Notas:

[1] Theodore Levitt. «La globalización de los mercados financieros». Harvard Business Review. Mayo, 1983.

[2] La globalización como ideología. Alain Touraine. El país.com, 29 de septiembre de 1996

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.