En el marco de la realización del Foro de São Paulo en La Habana, Cuba, tuvimos la oportunidad de entrevistar, en exclusiva para La Correo, al comandante Pablo Beltrán, jefe de la Delegación de Paz del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, quien por esos días estaba cerrando un ciclo de negociaciones con el […]
En el marco de la realización del Foro de São Paulo en La Habana, Cuba, tuvimos la oportunidad de entrevistar, en exclusiva para La Correo, al comandante Pablo Beltrán, jefe de la Delegación de Paz del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, quien por esos días estaba cerrando un ciclo de negociaciones con el presidente saliente, Juan Manuel Santos.
A continuación publicamos ese diálogo, centrado en la importancia de la paz para la geopolítica de las relaciones colombo-venezolanas, la presencia estadounidense en Colombia y el avance del narcotráfico y el paramilitarismo en la región.
Algunas vocerías de las Fuerzas Militares de Colombia y hasta periodistas, dicen que el ELN está derrotado militarmente y que prácticamente está obligado a negociar. ¿Eso es cierto?
Estamos tratando con un borrachito, un embriagado, embriagado de triunfo, no están en su sano juicio. Hay que ser conscientes de eso. El General Mora, por ejemplo, que estuvo en las negociaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cada tanto decía «conste que por los triunfos de nosotros los tenemos aquí sentados», esa es la embriaguez que ellos tienen. Esa embriaguez explica por qué han logrado manipular y convencer a la gente de que hay que estar en contra de la paz. Si los derrotaron militarmente entonces para qué negociación.
Sobre el ELN, nosotros cumplimos 54 años este 4 de julio, somos una guerrilla distinta las de las FARC. Las FARC nació bajo el esquema de partido-ejército y nosotros con una noción más guevarista de ser una organización político-militar, una organización que hace la política y hace la guerra ella misma. Entonces por ejemplo, nuestra disciplina es más que las de un partido pero no tenemos las órdenes cerradas de un ejército. Somos esa mixtura que nos ha ayudado a construir. Hoy, tenemos frentes urbanos, frentes rurales pero también tenemos una amplia inserción social. No somos un ejército clásico, ni un partido clásico. Esa estructura se ha construido de manera clandestina porque estamos en una guerra muy feroz. Cuando uno actúa en una guerra tan feroz no hace estructuras públicas y legales, sino clandestinas. Eso es el ELN. La inserción social, el respaldo de amplios núcleos poblacionales, es lo que explica por qué no solamente nos han acabado sino que seguimos creciendo. Crecemos entre los jóvenes, las mujeres, las etnias minoritarias más excluidas, estamos en las grandes ciudades, entre las capas medias, intelectuales, dentro de la iglesia, sectores de la teología de la liberación. Qué si nos han acabado, eso no es verdad. Contra nosotros qué no han usado toda la tecnología y las maldades de la guerra y aquí estamos. Que si somos invencibles, tampoco. Pero sí sabemos resistir, sabemos luchar. Tenemos la certeza de que nada que se le quite al régimen colombiano lo entrega a las buenas, todo hay que lucharlo con la lucha política, social, militar. Nada regalan ellos, todo hay que arrebatárselo, y en eso estamos, organizando a la gente para eso, peleando junto a la gente.
O sea que si este intento de diálogo fuera fallido ¿el ELN no por ello dejaría de existir?
Por favor, ¡claro que no!
Entonces, ¿por qué se sentaron a dialogar?
Porque realmente después de más de medio siglo de guerra, hay un clamor del pueblo colombiano para que se pase la página del conflicto. Y nosotros en eso somos muy aterrizados. Uno tiene que fundar la política en la realidad. Y si la realidad del pueblo colombiano es que quiere pasar la página de la guerra, con buena fe y con voluntad política hay que intentarlo.
Cuando nosotros nos sentamos a dialogar hace más de 25 años fue convencidos de que hay que buscarle una salida política al conflicto. O sea que nos sentamos por convicción, nos sentamos porque es lo que pide el pueblo y porque realmente para hacer viable una sociedad como la colombiana, tiene que ser con paz.
¿Con cuántos gobiernos se ha sentado a dialogar el ELN a lo largo de su historia?
Dialogamos con el gobierno de Gaviria, luego con el de Samper, después con el de Pastrana, después con los dos gobiernos de Uribe y ahora con los dos de Santos. Hemos dialogado con siete gobiernos.
¿Y van a hacer su intento número ocho?
Pues esperamos que Duque no le diga «no» a la búsqueda de solución política.
Y después de estos acuerdos fallidos con las FARC, ¿el ELN considera que vale la pena seguir negociando?
Es necesario. Hace cuatro años nos decían todos «hagan lo de las FARC» y ahora nos dicen «No hagan lo de las FARC».
Hasta las FARC se los dijo, ¿no es así?
¡Fueron los primeros! Cuál es la lección aprendida, pues que hay que mantenernos en la búsqueda de la solución política y de la paz. Aprender lo positivo del esfuerzo de las FARC pero también aprender de los errores de las FARC.
¿El ingreso de Colombia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en calidad de socio global afecta las posibilidades de paz en Colombia?
Las presiona fuertemente. No es una decisión que se tomó en Bogotá, sino en Washington, de allá dicen qué hay que hacer. Le hago una reflexión. Escenario uno, logramos pactos de paz y entramos en una etapa de tranquilidad en Colombia. ¿Qué es lo primero que va a reclamar la sociedad colombiana a la élite? Reducir los gastos de guerra, la maquinaria militar. ¿Quién va a protestar por una medida como ésa? Estados Unidos. Conclusión, EE.UU. y la extrema derecha colombiana tienen que obstaculizar el proceso de paz, de lo contrario se les desmontaría la maquinaria de guerra más grande de América Latina, saben que tendrán el reclamo de la sociedad para que no sigan gastando millonadas en la guerra y se desmonte toda esa maquinaria de guerra, son medio millón de soldados y policías.
Con la nueva doctrina militar colombiana llamada «Damasco», hablan de una etapa de posconflicto gracias a sus triunfos militares, ¿no cree que Iván Duque deberá mantener una imagen de estabilidad y paz en Colombia para poder asumir la nueva etapa en la que prácticamente se convertirían en una fuerza militar mercenaria al servicio de la OTAN?
Bueno, ellos ya no están hablando de un posconflicto, sino de un posacuerdo, dieron un paso atrás. La doctrina Damasco es la estrategia publicitaria, ésa no es exactamente toda la doctrina, es sólo lo que a ellos les interesa publicitar. ¿Se acuerda que antes le decía que ellos están borrachitos, embriagados entre victorias militares, no están en sano juicio? Cuál es otra evidencia de que no están en sano juicio, que ellos en todas estas negociaciones ellos aspiran a que las guerrillas desaparezcan sin modificar las causas que motivan el alzamiento armado. Traducido a un lenguaje más simple, procuran resolver las consecuencias dejando intactas las causas. Eso es falto de sentido común. Entonces todo lo que están haciendo son unas formulaciones político militares y políticas, faltas de sentido común. Eso les puede funcionar uno dos tres años, pero en el mediano paso cinco, diez años se les cae. Se estrella con la realidad. Esas son estrategias publicitarias para crear consensos, para mantener una hegemonía pero que no transforma la realidad. Son sólo maquillajes para mantenerse ahí.
El escenario real es que se les está cayendo el proceso con las FARC. Van a surgir nuevas guerrillas, mientras el ELN no les va a conceder un proceso de pacificación y se mantendrá como insurgencia. En positivo, lo que planteamos es que hay que mantener una cultura de paz basada en la resistencia.
¿Y el asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales que se está dando actualmente en su país, tiene que ver con esa estrategia?
Esa es la estrategia real. Ellos no quieren cambiar, no quieren ceder privilegios. No solamente se plantean acabar con la guerrilla, sino con todos los que disientan, todos los que se le opongan así sea desde la legalidad. Lo que está ocurriendo es un genocidio de opositores de izquierda y de toda forma de protesta social.
¿Tiene precedentes este genocidio en su intensidad?
Bueno, es mayor al de la Unión Patriótica. Como no quieren cambiar tienen que cambiar del mapa a todos los que presionan cambios. Partidos de izquierda, líderes ambientalistas, indígenas, defensores de derechos humanos, los ex guerrilleros, los movimientos de izquierda, los movimientos de centro. Hoy, la estrategia real de guerra es de genocidio al movimiento que se les opone aún desde la legalidad. Ya están matando por semana más líderes sociales que cuando hicieron el genocidio de la UP en los años ochenta. Este genocidio político está más grave.
¿Parece disminuir su intensidad?
No, por el contrario, sube. Ya vamos a un promedio de más de un líder asesinado cada día. Esa sí es la estrategia real. Entonces, no hay posconflicto. En resumen, como no se cambien las condiciones en que generan el alzamiento armado va a seguir habiendo alzamiento armado, así incluso un punto en que ya no esté el ELN. Ellos desarrollan dos frentes de guerra, uno contra la insurgencia y otro contra el opositor legal. Esa es su estrategia militar real para no dejarse sacar del poder. Esa es la estrategia que hay que analizar y neutralizar.
Me gusta enfatizar siempre en que la primera víctima del gobierno colombiano es el pueblo colombiano. ¿Cree que es exagerado decir que la segunda víctima es el pueblo venezolano?
El conflicto colombiano afecta a los vecinos de múltiples maneras. Por ejemplo, ¿quién exporta paramilitarismo y mafias a Venezuela y Ecuador? El régimen colombiano. Todos los carteles colombianos han colonizado Centroamérica. El modelo colombiano de contrainsurgencia se lo vendieron a México y vea cómo está ese país hoy.
Los pueblos hermanos vecinos son víctimas del conflicto colombiano y a la vez hay una tecnología de guerra que se ha destilado en Colombia y que Bogotá la exporta con orgullo.
Usted encuentra que mandó a los policías más famosos en contrainsurgencia como asesores a México. La policía colombiana es la principal asesora policial de Centro América. Las escuelas de contrainsurgencia de Colombia están llenas de militares de casi todos los países de América.
Entonces el asunto no es sólo que el conflicto en sí exporta mafias y paramilitarismo, sino que además el régimen es un gran exportador de tecnología de guerra, convencional y no convencional.
¿Ha aumentado el paramilitarismo en Colombia?
Colombia es un país de mafias, están las mafias del tráfico de cocaína, de armas, de personas, de dinero, de prostitución, entre otras. Cada mafia tiene su ejército privado propio o alquilado, ahí están los paramilitares.
Pero, ¿se ven hoy más o menos paramilitares en Colombia que antes de la famosa Ley de Justicia y Paz?
Más, muchos más. En el sector de Tumaco por ejemplo, Pacífico colombiano frontera con Ecuador, usted encuentra cinco carteles, cada uno con su ejército privado. Y exportan droga hacia los Estados Unidos en acuerdo con la DEA.
Luego del exterminio de los grandes carteles de la droga en Colombia en los noventa, pareciera que ahora los carteles mexicanos se han apropiado del negocio de la droga en Colombia, ¿es así?
Sí en parte es cierto pero también hay mucho de publicidad en eso. Ellos necesitan un «malo» que antes era Pablo Escobar y ahora es el Chapo. En el Pacífico colombiano hay cinco carteles mexicanos pero igualmente en Venezuela operando cerca de la frontera con Colombia se encuentran carteles brasileños en Sur del Lago, Apure, Táchira.
Lo que sucede es que la DEA tiene una política de reproducción de carteles. Cómo acabaron con el cartel de Medellín, aliándose con el cartel de Cali; cómo acabaron con el cartel de Cali, aliándose con el cartel del norte del Valle. La ley es que toman el cartel chiquito y se alían con él para acabar el grande pero en la alianza convierten al cartel pequeño en un cartel grande. Nunca acaban los carteles. Tienen es una política de reproducción de carteles de la droga. Esa es la historia del narcotráfico en Colombia.
Peter Dale dice que históricamente la CIA y los aparatos de inteligencia estadounidenses se han apoyado en los carteles del narcotráfico locales para financiar los ejércitos paralelos que le permiten controlar esos países, ¿estará pasando eso en Colombia y Venezuela?
Así es. En la Segunda Guerra Mundial, cuando EE.UU. necesitó invadir Italia por el sur, se apoyó en la mafia -eso es historia- y les pagó legalizándole a la mafia siciliana el dominio que tenía sobre los puertos dentro del propio EE.UU.; así la mafia quedó empoderada con ese pago.
Historia más reciente, hubo un gran jefe del FBI llamado Edgar Hoover, tomó el FBI durante cuarenta años. Se hizo aliado de todas las mafias de Estados Unidos desde los años 30 y 40 y cuando necesitó atacar el comunismo en la época del macartismo años 40 y 50 usó las mafias para atacar a los revolucionarios. Conclusión es una ley del imperio, ellos priorizan aliarse con los delincuentes comunes para atacar a los revolucionarios, eso lo llevan en su cultura. En Afganistán se aliaron con todas las mafias y así sacaron a los soviéticos. Esa guerra fue el principal laboratorio y muestrario de tal estrategia.
¿Por eso ha aumentado la producción de cocaína en Colombia en los últimos años?
Por supuesto, Marruecos unos de los principales laboratorios de jachís de Europa, es un laboratorio de contrainsurgencia igual que Afganistán y Colombia. El que no entienda ese resorte del imperio, no entiende el resorte que mueve las guerras.
¿Quién perpetró el genocidio de la Unión Patriótica en los años 80? Pablo Escobar, Rodríguez Gacha. ¿Quién está cometiendo el asesinato de los líderes sociales en Colombia hoy? Los carteles, los sicarios. ¿Quién hace las guarimbas en Venezuela? Las bandas. ¿Quién dirige? La CIA.
La estructura de las guarimbas en Venezuela tiene tres pilares: primero, una estructura de inteligencia clandestina que recopila información, labor que no hace un sicario sino un cuerpo de inteligencia; segundo, los sicarios, que van y matan un policía y le pagan la pistola tres veces lo que vale, o que van y ahorcan a un líder del PSUV de algún pueblo, información facilitada por aquella estructura de inteligencia; tercero, una careta civil que es la tal oposición que aparece encabezando una subversión contra el Gobierno. Ésa es la configuración de las guarimbas que han estado azotando a la Revolución bolivariana.
La misma estructura de guerra sucia que le están aplicando a Nicaragua. Inteligencia que la CIA ha acumulado por décadas, estructura de bandidos y una careta de oposición legal basada en estudiantes de las universidades privadas que en los últimos cinco años fueron llevados a cursos en los EE.UU. en grupos de 300 y 500 financiados por la USAID.
Ahí lo que hay que develar es que un esfuerzo de guerra de cien días como las últimas guarimbas es Venezuela eso no lo sostiene unos bandidos, ni una oposición enclenque como la venezolana, no. Esa es una estructura profesional clandestina de guerra que tiene inteligencia, que compra bandidos, que paga aparte a los que protestan desde lo civil y ellos atrás, entregando a unos armas, a otros dinero, a otros droga. Ese es el imperio.
¿Qué tan grande y peligrosa es la presencia estadounidense en Colombia, tanto la de militares regulares estadounidenses como de contratistas civiles?
Mire, la base militar más grande de Colombia se llama Tolemaida, está a orillas del río Magdalena, a una hora y media de Bogotá. La población de esa base es de 21.000 personas. Ahí viven militares colombianos, militares estadounidenses y sus familias. No son dos ni tres, ni dos mil como dicen. Por otro lado, las empresas de guerra, de eso hay bastante, todo el sistema de fumigación con glifosato a zonas cocaleras está asignado a empresas militares privadas norteamericanas; eso no lo hacen pilotos colombianos. Todas las empresas de servicios de las fuerzas militares son estadounidenses como los batallones de apoyo y servicios para el combate.
O sea que ¿el ELN ha tenido que enfrentar en el terreno a militares y contratistas estadounidenses?
Por supuesto, todas las compañías petroleras, mineras, traen contratistas de seguridad de los Estados Unidos. Es todo un entramado de guerra muy amplio que está en Colombia.
¿Y cree que esas empresas contratistas estadounidenses se involucren en un eventual ataque contra Venezuela desde Colombia?
Ya están involucradas. Muchas operaciones de las que han hecho contra Venezuela desde la frontera las han dirigido esos asesores.
Como vocero del ELN, ¿cree que hay una posibilidad de que el Gobierno colombiano asuma un conflicto real con Venezuela? ¿O mantendrá una guerra solapada como la que ha llevado hasta ahora con el boicot económico, la invasión paramilitar, entre otras?
Si se ve desde la experiencia, ya Álvaro Uribe auspició ataques contra Ecuador el 2008 y eso puede repetirse. Siempre hay excusas o montajes para justificar un ataque. Así comienzan muchas guerras, nada nuevo. Aunque también hay una realidad política. En Colombia hay un sentimiento de la sociedad para pasar la página de la guerra, no tiene sentido que estemos haciendo un esfuerzo para pasar esa página y, por otro lado, se pretenda embarcar al país en una guerra entre Estados, entre pueblos hermanos. Es un contrasentido. Los dirigentes pueden ser locos o estar embriagados con los éxitos militares, pero en Colombia no todos son locos ni todos están embriagados, comienzan a haber mayorías que reclaman paz y eso presiona. Entonces, esto fundamentalmente es un pulso político. Ellos tienen que seguir argumentando que es necesaria la guerra y los otros tienen que decir que no. En Colombia ese pulso es fuerte, recientemente diez millones de habitantes dijeron «Sí a Uribe», otros ocho millones plantearon «No, hay que hacer la paz con cambios», mientras 18 millones no se pronunciaron. La aspiración es que de esos 18 millones a los que no les importa Colombia y no votan, comiencen a pronunciarse por un «Sí a la paz con cambios» y un «No a la guerra».
¿Y cuál es la posición del ELN al respecto?
Impulsar que pasemos la página de la guerra. La guerra no es una maldición a la que estemos condenados. Que nos metamos en una solución política al conflicto, sin aventuras de un estado contra otro, un pueblo contra otro. Nuestra apuesta política es que América Latina sea una zona de paz.
Por último, ¿cuál es su mensaje final para los pueblos de Colombia, Venezuela y de nuestra América en general?
Uno en política a veces se equivoca. A mí me ha tocado ver cómo en Colombia se crea la xenofobia contra Venezuela, y lamentablemente he presenciado a veces el mismo fenómeno desde Venezuela, aunque en menor medida. Creo que hay que curarnos de esa xenofobia y aprender a mirar cuáles son los problemas de cada uno, asumirlos y no echárselos al vecino. Por encima de todo, debemos defender que América Latina y el Caribe sean una zona de paz. Recordar que de verdad somos pueblos hermanos, que no hay ninguno mejor o peor que el otro. Que la vocación de nuestros pueblos es estar unidos, porque unidos es que hemos sacado los imperios, ese es el futuro.
(Publicado en revista La Correo No. 78, septiembre de 2018 / www.lacorreo.com)