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La guerra se coló en las elecciones y la OTAN en la papeleta

Fuentes: Público.es

La respuesta de Hollande a la bárbara masacre del 13 de noviembre es el compendio de despropósitos belicistas y liberticidas que vienen cometiendo las grandes potencias ya sea en solitario (Francia en Mali), mediante alianzas de «geometría variable» (intervenciones en Siria e Irak) o en comandita desde la OTAN (Afganistán) ante la amenaza que supone […]

La respuesta de Hollande a la bárbara masacre del 13 de noviembre es el compendio de despropósitos belicistas y liberticidas que vienen cometiendo las grandes potencias ya sea en solitario (Francia en Mali), mediante alianzas de «geometría variable» (intervenciones en Siria e Irak) o en comandita desde la OTAN (Afganistán) ante la amenaza que supone la violencia yihadista. Belicismo cuyos desmanes han conculcado derechos humanos básicos sin que la ONU evite, ni el Consejo de Europa o el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo hayan logrado penalizar.

La vía militarista ha cosechado un estrepitoso fracaso en la lucha contra el terrorismo y, sin embargo, se anuncia como el «arma» política determinante de los próximos tiempos. Vía que supone un regalo para el Daesh -pues eleva a los terroristas en el rango de la violencia, dándoles la categoría militar- y le refuerza en su línea política, asesina, pero política. Y lo que es peor, no erradica los males de fondo: los agravios seculares que han sufrido los pueblos que suponen un excelente caldo de cultivo para una orientación filosófica revanchista, sectaria y excluyente.

La militar es una opción que lejos de solucionar problema alguno puede acarrear un agravamiento de los existentes en un contexto internacional inestable, plagado de equilibrios geopolíticos precarios, minado por una crisis económica larvada y al borde de un abismo climático de consecuencias desconocidas que pueden derivar en una agudización de los múltiples focos de conflicto armado presentes con alto riesgo de internacionalización futura de los enfrentamientos. ¿Catastrofismo? No. Puro realismo a la luz de la experiencias habidas.

Hollande está intentando, con políticas propias del Frente Nacional de Le Pen, sacar rédito electoral al dolor humano. No en vano en su agenda tiene presente las elecciones regionales del 9 de diciembre en las que su partido, antes de la noche trágica, tenía unas perspectivas catastróficas.

Y ha dado un paso más este nuevo «general en jefe» capaz de aliarse con Putin el gran aliado de Bashar al-Asad -su gran enemigo en el país-: llamar a participar en la nueva cruzada a los gobernantes europeos. De nuevo tristemente se pueden hacer realidad las palabras de otro francés, el poeta Paul Valéry, cuando dijo que «la guerra es una masacre de personas que no se conocen, en beneficio de personas que se conocen pero no se masacran«.

Y en ese momento entra en escena nuestro Mariano Rajoy que pese a los desmentidos, está estudiando, la posibilidad de aliviar la carga militar francesa en Mali y República Centroafricana. Posición que, de llevarse adelante, supondría una sibilina manera -muy propia de Mariano Rajoy- de entrar en guerra sin entrar en guerra, o sea, entrar en la guerra por la puerta de servicio. Y ello sin necesidad, a no ser que se lo pidan de «arriba», de aplicar ni el artículo 5 del Tratado de la OTAN ni el 42.7 de los tratados comunitarios que contemplan la ayuda militar a prestar a los socios.

El pacto anti terrorista, al igual que la cerrada postura anti catalana, y ahora los aires bélicos han insuflado nuevos dividendos electorales, mucho más palpables que la clandestina e inasible recuperación económica, al presidente del Gobierno español ante la cita con las urnas del 20-D. De pronto el anodino Rajoy se ha erigido en un hombre de estado a la vanguardia de una nueva alianza patriótica (centralista, occidental y cristiana, por supuesto). Vaya regalo ha recibido a pocos días de los comicios. La guerra se ha colado en las elecciones generales al Congreso de Diputados.

Manuel Garí. Ex portavoz de la Comisión Anti Otan y miembro de Podemos

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