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Crónica de la victoriosa lucha cafetera

La heroica resistencia de los campesinos del Líbano, Tolima

Fuentes: Agencia Prensa Rural

Después de 11 días de estoica resistencia en el Líbano, Tolima, culmina un valioso ejercicio de autentica democracia en el cual participaron alrededor de 4000 campesinos, cafeteros, jóvenes y pueblo en general expresando lo que probablemente como individuos aislados no conseguirían; la declaración y el reclamo impetuoso y vehemente de una serie de exigencias históricas […]

Después de 11 días de estoica resistencia en el Líbano, Tolima, culmina un valioso ejercicio de autentica democracia en el cual participaron alrededor de 4000 campesinos, cafeteros, jóvenes y pueblo en general expresando lo que probablemente como individuos aislados no conseguirían; la declaración y el reclamo impetuoso y vehemente de una serie de exigencias históricas que siempre han sido negadas por los gobiernos de turno. La actual crisis cafetera es sólo un indicador del caos y la inestabilidad financiera que impera en el sector agrícola y especialmente en la economía de millares de familias campesinas quienes día a día, con tesón, esfuerzo y coraje asumen con alegría la labor de producir los alimentos que garantizan la seguridad alimentaria de toda una nación.

El lunes 25 de febrero comienza la épica travesía de centenares de campesinos quienes con algo de tristeza pero con mucha decisión dejan sus familias y tierras para acudir al llamado y participar de la toma pacífica a la intersección de la carretera panamericana, ubicada a 50 minutos del casco urbano. Llegaron con sus ollas, plátanos, pertrechos y en medio de la confusión y de la falta de coordinación empezaron a armar sus cambuches y a prepararse para librar lo que sería una prolongada lucha en pro de la defensa de sus derechos. Ese mismo día, luego de una serie de marchas cortas y de tímidos intentos de plantones en la vía, aparecen la policía antimotines y el criminal escuadrón del ESMAD, quienes en un exagerado, innecesario y violento despliegue reprimen duramente a la masa desarmada de campesinos ocasionando heridas de importancia a varios de los manifestantes. Esa misma noche y durante las 3 siguientes la policía antimotines desbarata algunas de las improvisadas carpas y sitios de alojamiento.

Durante los días martes, miércoles y jueves (26, 27 y 28 de febrero) se presentan bloqueos temporales de la vía y marchas sobre la carretera en dirección Norte (Armero-Guayabal) y sur (Lérida-Ibagué). Ante cada intento de posicionamiento de los manifestantes en la vía, la policía reaccionó con desafiante arrogancia y en diversas ocasiones usó gases lacrimógenos y bombas aturdidoras en su contra. No se presentaron hechos de relevancia además de algunas escaramuzas e intentos de paralizar el tráfico.

El día viernes, 1 de marzo, se originaron notables diferencias y contradicciones en cuanto a la definición de una táctica adecuada que hiciera efectivos y visibles los esfuerzos y el descontento de los manifestantes, hubo un gran número de personas que amenazó con salir del punto de concentración si no se lograban coordinar acciones de hecho con un nivel de mayor contundencia. Sin embargo, repentinamente y como respuesta inesperada a sus reclamos, entran en la escena un grupo de jóvenes y campesinos que de forma temeraria y con inmenso fervor se lanzan como un solo cuerpo sobre las posiciones de los antimotines y sin temer a la borrasca de gases confrontan y logran despejar la vía de los efectivos policiales haciéndolos correr en desbandada. Este acto de coraje y valentía motiva a los campesinos a ocupar de forma permanente la carretera, al escuchar una voz que con mucha seguridad decía: » Ahora sí esto es de nosotros; ocupemos lo que nos pertenece», se organizan comisiones, se estructuran barricadas y se genera una compacta resistencia.

A partir del sábado, 2 de marzo, comienza a sentirse la presión y el desgaste propios de la magnitud de  la campaña que se desarrollaba, con cada hora que transcurría los signos de desgaste eran más evidentes, falta de sueño por las difíciles condiciones para pernoctar, condiciones de higiene poco favorables, amenazas de juidicialización y de intervención policial entre otros… Hay que decir, eso sí, que la solidaridad del comercio y habitantes del municipio fue notoria al menos en cuanto al suministro de víveres, elementos de aseo y utensilios de cocina, eso sí como decía un campesino «Bendito el señor tenemos comidita para rato». Siempre se tuvo una permanente comunicación y la gente estuvo muy informada de los acontecimientos en materia de negociación a nivel nacional. Ya para el día miércoles 6 a través de la decisión de la asamblea general se decide culminar el bloqueo en consideración de algunas apreciaciones en materia humanitaria y también producto del evidente agotamiento de los manifestantes. Los campesinos retornan a sus fincas y parcelas el Jueves 7, con sentimientos encontrados ya que la negociación entre los voceros y el gobierno nacional no habían concluido, sin embargo y pese a las adversas circunstancias estos regresaron como verdaderos héroes a sus tierras.

Se levanta el paro cafetero después de 11 días de aguante, las consecuencias que generan un paro son sensibles y muchas personas indudablemente sintieron cómo se interrumpió su vida cotidiana. En este país donde la democracia funciona a medias este tipo de medidas, al menos en nuestro tiempo, son necesarias. Si el pueblo no es escuchado, éste se hace escuchar de cualquier forma. Son importantes los avances logrados aunque no son definitivos… Nos falta una mejor planificación de la economía agrícola que propenda hacia una tecnificación e industrialización de sus sectores de producción pero no con beneficio para los grandes explotadores sino para los millares de campesinos trabajadores que con su esfuerzo garantizan nuestra seguridad alimentaria.

¡Que vivan los valientes y heroicos campesinos colombianos!

Fuente: http://prensarural.org/spip/spip.php?article10392