Durante el tiempo de la esclavitud los dueños de los negros esclavos lograron crear dos categorías de esclavos, los esclavos de adentro (casona) y los esclavos de afuera (campo). Los primeros tomaron la terrible costumbre de creerse propiedad real de sus dueños blancos y de morir como tales, mientras los segundos siempre soñaron y lucharon […]
Durante el tiempo de la esclavitud los dueños de los negros esclavos lograron crear dos categorías de esclavos, los esclavos de adentro (casona) y los esclavos de afuera (campo). Los primeros tomaron la terrible costumbre de creerse propiedad real de sus dueños blancos y de morir como tales, mientras los segundos siempre soñaron y lucharon por liberarse de tanta opresión, del innoble yugo.
Los esclavos de adentro llegaron a tal entrega que cuando su amo se enfermaba ellos decían: amito estamos enfermos; amito nos duele la cabeza; amito tenemos fiebre; amito nos vamos a morir, y en muchas ocasiones lloraban con más fuerza la muerte del amo y sentían más dolor que los propios familiares del esclavista. Lo peor es que muchos de estos esclavos se oponían e incluso se enfrentaban a sus hermanos de desdicha (esclavos de campo) en la lucha por su independencia, por su libertad, y desaprobaban incluso la lucha armada de mucho negro revolucionario, y fueron muchos los negros de adentro que abortaban y denunciaban a los esclavos de campo, cuando estos fraguaban fugas o levantamientos en contra del opresor. Felizmente perdieron los de adentro.
Para nadie es un secreto que en la república de Colombia existe un conflicto armado que dura y perdura desde hace más de sesenta años, pero que tiene hondas y lejanas raíces. Cuando se habla de lejanas, se habla desde luego de dos siglos de conflicto (partiendo de la tal independencia), y cuando nos referimos a hondas, nos referimos a unos cuantos acomodados y millones de pobres.
Durante todo este tortuoso tiempo de guerra, hemos visto caer bajo el machete, el cuchillo y las balas de pistola y luego de metralleta y bombas a miles y miles de nuestros compatriotas, los cuales ‘no todos son iguales’ desde luego!
A los caídos en esta fratricida guerra y pertenecientes al cartel de los acomodados se les ha brindado todas las atenciones postmortem, se les ha recordado como buenas personas y mediante los medios de comunicación, que también pertenecen al cartel de los acomodados, se les ha elevado al rango de benefactores y mártires de la patria y sus familias bendecidas por la mano poderosa de los que rigen el régimen.
Por el contrario, los millones de muertos o asesinados por culpa o por el mismo régimen, son ignorados al extremo tal que creeríamos que en este país, uno de los mas desiguales y violentos del planeta, nadie se muere sin su consentimiento y menos debido al terrorismo de Estado
Lo jodido de todo esto es que, a los que mueren protegiendo este cartel que rige el régimen con mano de hierro hace una tonelada de tiempo, y que no pertenecen al mismo, (están en el mundo de los mas pobres), se les da una importancia (momentánea) no por su labor o por humanismo, sino para que el poder mafioso gane mentes y conciencias
Se les ensalza a estos soldados y policías que han ofrendado sus vidas defendiendo los interese de una minoría y se muestra con fiereza por los medios de comunicación la tristeza de sus familias, el tiempo suficiente para que las mayorías empobrecidas se solidaricen y sientan como suya tanta desdicha.
Después de la algarabía profesionalmente orquestada, todo vuelve a lo ‘normal’. Lo tétrico de todo esto es que las familias enlutadas siguen viviendo en la pobreza o miseria extrema y sin su ser querido.
Lo realmente humano seria que tanto las muertes de los comandantes y guerrilleros revolucionarios, como las de los oficiales y soldados del régimen dictatorial colombianos nos dolieran por igual. Son seres humanos todos y aunque de bordes políticos y valores distantes son compatriotas y nacidos en nuestro país.
Pero la cultura de la deshumanización profesada por ese cartel oligárquico que maneja a su antojo nuestro país y que la ha logrado propagar entre la población, ha llevado a mucho compatriota a solidarizarse con el victimario, que le ha enseñado que el pobre es delincuencia y terrorismo y el poderoso sapiencia, respeto y dignidad. (?)
Es bastante terrorífica, por no decir otra cosa, la táctica oligárquica cuando las guerrillas piden a las hermanas naciones de América su poyo para avanzar en la paz. Esto es asunto interno, es problema de los colombianos, esto lo resolveremos los colombianos , dicen y repiten, ahora también en boca de Santos, pero cuando se trata de combatir a la insurgencia bienvenida la ayuda militar extranjera, bienvenidos los mercenarios de todo borde y países. Entre tanto a la paz se le ponen toda clase de talanqueras por parte de esta corrupta elite. ¿Por qué?
Vaya Hipocresía tan descarada!
Justamente el criminal cartel de la minoría acomodada, lanzo una vez mas una tal marcha en contra NO DE LA GUERRA, sino de las FARC-EP, como si este grupo revolucionario fuera el único actor armado y el culpable único de la violencia y la guerra fratricida en la que nos ha embarcado esta mafia en el poder desde hace una tonelada de tiempo.
Y no serán pocos los colombianos de adentro que saldrán a gritarle al viento que las guerrillas son el peor mal del país, como si la pobreza, las desigualdades y la injusticia y el crimen político no existieran desde hace casi dos siglos y que sus autores no fueran también los ascendientes de quienes hoy rigen este régimen asesino y mafioso. Que hipocresía!
¿Cuándo programaran una marcha nacional contra el narcoparamilitarismo? ¿O contra los narcoparapoliticos?
NOTA : Dos cositas para remarcar: primero en el asesinato de los comandantes Raúl Reyes y Alfonso Cano se podrá comprobar en un futuro próximo, que ambos lideres rebeldes fueron ejecutados a quemarropa estando heridos, aunque Raúl Reyes de gravedad, lo que implica que en los dos casos se cometieron crímenes de guerra. Segundo se le recuerda a JM Santos que el hecho de pertenecer a la oligarquía NO lo exhime de ser un bandido y/o criminal, pues está en la misma lista del Narcotraficante n° 82 Álvaro Uribe y próximamente saldrán declaraciones corroborando su pertenencia al narcoparamilitar Cartel de la Capital.
* Sergio Camargo es autor entr