Recomiendo:
0

La hipócrita solidaridad de los paisas del Atlético Nacional

Fuentes: Rebelión

Los medios de desinformación de masas de Colombia (RCN, CARACOL, El Tiempo, El Espectador, Revista Semana…) no cesan de decir que el «mundo» quedó sorprendido con las increíbles muestras de «solidaridad» que se vivieron en Medellín la semana anterior, con motivo del accidente aéreo en el Cerro Gordo del Municipio de la Unión, a pocos […]

Los medios de desinformación de masas de Colombia (RCN, CARACOL, El Tiempo, El Espectador, Revista Semana…) no cesan de decir que el «mundo» quedó sorprendido con las increíbles muestras de «solidaridad» que se vivieron en Medellín la semana anterior, con motivo del accidente aéreo en el Cerro Gordo del Municipio de la Unión, a pocos kilómetros del aeropuerto de Rionegro, en el que perdieron la vida 71 personas, entre ellos la mayor parte de jugadores del equipo de futbol Chapecoense. Se afirma, con esa demagogia que invade esos medios, que nunca antes se había visto una muestra similar de solidaridad ante una tragedia, como se evidenció el miércoles 30 de noviembre con la presentación en el Estadio Atanasio Girardot de Medellín de 40 mil personas con vestidos blancos y con velas encendidas, mientras que fuera del estadio desfilaron, dicen las crónicas, otros veinte mil.

Federico Gutiérrez, el Alcalde de Medellín aprovechó la ocasión para recordar que

«gracias a todo Medellín y Antioquia . Un mensaje claro y concreto: todo eso que ustedes están viendo en este momento, lo que no pueden ver que está sucediendo alrededor del estadio, tiene nombre. Este sentimiento tiene nombre, este valor tiene nombre y se llama solidaridad. Y   lo más importante que tenemos que entender, es que de eso es de lo que estamos hechos los paisas y los antioqueños»i.

En el discurso del alcalde los muertos del accidente son solo un pretexto para recordar la «grandeza del pueblo paisa», porque por ningún lado se menciona a Colombia y a los colombianos. Este alcalde, como es propio en la mayor parte de los políticos del departamento de Antioquia, sacan pecho por representar el «orgullo paisa», con el cual se confieren una pretendida superioridad sobre el resto de colombianos, incluyendo a los más pobres entre los pobres de la propia Antioquia.

Al respecto, debe recalcarse la diferencia existente entre paisa y antioqueño, como lo señala Diego Alejandro Morales:

«Cuando hablamos de «paisa» hablamos básicamente de un grupo étnico, con unas características lingüísticas (ese acento repulsivo), culturales, estéticas, una idiosincrasia y un origen común, que no corresponde necesariamente con habitar o tener origen en el territorio de Antioquia, en efecto, muchas personas no encajan en ese perfil siendo oficialmente antioqueños, como aquellos que viven cerca al Urabá, Chocó y Córdoba, incluso, hacia Caldas, Quindío y Risaralda ya las costumbres y el acento empiezan a cambiar, estamos también quienes logramos deshacernos de esa venda cultural que se nos impone desde el nacimiento. Tendrían que ver en otras regiones como a los antioqueños nos echan cuentos desde que nacemos. Así pues, no es lo mismo ser paisa que antioqueño; no todos los paisas son antioqueños ni todos los antioqueños son paisas»ii.

Hay que decir que en las últimas décadas, como resultado de dos fenómenos complementarios, el tráfico de narcóticos y el paramilitarismo (los cuales confluyen en un político regional que llegó hasta la Presidencia), el apelativo paisa se convirtió en sinónimo de traqueto, sicario y paramilitar y se generalizaron las patrañas sobre la supuesta grandeza del pueblo paisa, encaminadas a legitimar tropelías, robos, crímenes y expropiaciones que han llevado a cabo terratenientes, ganaderos y empresarios, tanto en Antioquia como a lo largo y ancho del país.

PAISAS LLORAN A FUTBOLISTAS PERO EXIGEN QUE CONTINUE LA GUERRA DE EXTERMINIO

Un hecho que seguramente en pocos lugares del mundo saben es que muchos de los que desfilaron, dieron muestras de dolor y lloraron ante la muerte de los futbolistas brasileños -solo por ellos, porque los otros muertos, los que no eran futbolistas, no les interesaban-, fueron los mismos que el 2 de octubre pasado votaron en el Plebiscito por la continuación de la guerra. Son los mismos que forman parte de las huestes de guerreristas que desde las ciudades, y Medellín es la primera de ellas, piden que se siga masacrando a colombianos humildes. Recordemos que en el Plebiscito, los paisas de Medellín votaron abrumadoramente por la guerra, con un 63% (431 mil votos) del total de sufragantes, siendo la primera ciudad del país en donde se impuso en forma rotunda el No. Ante esto, caben varias explicaciones. Una, que en menos de dos meses los guerreristas, conmovidos por un accidente aéreo, se volvieron pacifistas. Es difícil creer en tamaña metamorfosis si se tiene en cuenta que los hinchas de futbol, con contadas excepciones, no son amantes de la paz, ya que la competencia misma es una incitación a la guerra, máxime que en Medellín se destila odio contra quienes quieren ponerle fin al conflicto armado. Si se es a la par hincha de futbol y analfabeta político, el resultado no puede ser otro que enaltecer la violencia y la brutalidad, por lo que resulta difícil de aceptar la conversión al pacifismo por la mayoría de quienes se auto-catalogan como paisas, aunque en la Barra Los del Sur, que convocó al acto de solidaridad, algunos digan que tienen ideas de izquierda.

Parece más plausible una segunda explicación: hay muertos importantes, de primera clase, y el resto. Ante los de primera clase, entre los que se encuentran los futbolistas profesionales, cabe todo tipo de muestras de dolor, pero ante el resto de muertos solo cabe el desprecio. Tal diferenciación se debe a la labor de los medios de desinformación que exaltan a unos muertos (a los futbolistas del Chapecoense, RCN los bautizó como los «héroes»), mientras que callan a otros. Esto quedó claro con el silencio de esos medios ante la muerte y el funeral multitudinario del líder cubano Fidel Castro, un hecho que de por sí ameritaba un cubrimiento excepcional.

Una primera conclusión puede extraerse del hecho comentado, muchos de los paisas urbanos de Medellín que desfilaron con trajes blancos, que parecían compungidos y se solidarizaron con el Chapecoense son partidarios de la guerra y la muerte de colombianos, incluyendo a antioqueños pobres y raizales.

LOS NEGOCIOS DE RCN Y ARDILA LÜLLE CAMUFLADOS COMO SOLIDARIDAD

Un hecho que debe enfatizarse, aunque ha pasado desapercibido en medio de la desinformación mediática, sobre todo por parte de RCN (Radio Cadena Nacional), radica en que su propietario, el empresario Carlos Ardila Lülle, es también el dueño del equipo de futbol Atlético Nacional. En la práctica esto quiere decir que, como buen capitalista, lo que se busca con ese patrocinio es que el equipo genere dinero, sin importar los medios que se deban utilizar para conseguirlo, incluso recurrir a una falsa solidaridad y desprendimiento, que es lo que menos caracteriza a Ardila Lülle (o si no recuérdese el trato «filantrópico» que le dio a los corteros de caña en la huelga de 2008).

Y eso quedó rubricado con lo acontecido la semana anterior, y sobre todo, con la forma cómo se cubrió la información. Ya desde el momento mismo del accidente, RCN televisión tituló: «Primer medio de comunicación en llegar al lugar del siniestro aéreo». Es decir, hasta la muerte y el dolor son una competencia para los carroñeros del canal de uno de los «cacaos» (dueños) de Colombia. No importa el dolor, sino la sintonía y audiencia que ese dolor proporcione. Y eso se comprobó en los días siguientes donde la transmisión de todos los hechos relacionados con el accidente de los futbolistas brasileños fue exaltado con sadismo criminal. Parecía que en el avión solo vinieran futbolistas y nadie más, porque de los pasajeros comunes y corrientes poco o nada se dijo.

Claro, desde el punto de vista comercial del canal y del Atlético Nacional (que pertenecen al mismo dueño) lo que importaba resaltar era el futbol, porque es una mercancía muy rentable, y adicionalmente se convirtió en una ocasión propicia para difundir la imagen del Atlético Nacional a nivel internacional. Además, presentó a ese equipo como muestra de la grandeza y del empuje paisa (seguramente porque fue propiedad del capo Pablo Escobar). Todos los rituales que difundía RCN -y que reprodujeron los otros medios- apuntaban a reforzar la imagen del Atlético Nacional más que la del Chapeonese. En realidad, este fue un pretexto perfecto para, lucrándose con el dolor y la muerte, vender la imagen del Atlético Nacional, ahora presentado como ejemplo de «juego limpio», de solidaridad y desprendimiento. Eso fue tan evidente que en una nota de El Espectador se afirma: «Desde ahora, siempre que se hable del Chapecoense tendrá que nombrarse al Atlético Nacional»iii. Es decir, como es propio de la más vulgar lógica traqueta y paisa, los vivos sacan renta de los muertos. Interprétese el término vivos en este caso como avivatos, de lo que tanto se enorgullecen los paisas. Como para que no quede duda de lo que estamos diciendo debe recordarse que el Atlético Nacional recibió un millón de dólares por su «filantrópico» gesto de proponer que el título de la Copa Sudamericana le fuera adjudicado al conjunto brasileño. Una generosidad para nada gratis, puesto que una cifra de dinero como la indicada invita a todo menos al juego limpio. Invita a la demagogia, a la trampa, a la simulación, con tal de que el falso dolor genere grandes ganancias y eso es lo que ha conseguido el Atlético Nacional, o mejor sus dueños.

MIRAR PARA OTRO LADO, LOS MUERTOS HUMILDES DE COLOMBIA NO EXISTEN

El otro hecho que llama poderosamente la atención y cuestiona la solidaridad paisa tiene que ver con el silencio total frente a los asesinados de líderes sociales y de mujeres que se vienen dando en Colombia todos los días, y que han arreciado en las últimas semanas, con motivo de la firma de acuerdos entre el gobierno de Santos y las FARC-EP. Adicionalmente, no sorprende saber que Carlos Ardila Lülle -dueños del Atlético Nacional- haya financiado la campaña por el No en el plebiscito y su RCN haya recurrido a todo tipo de embustes y mentiras como pregonero de la guerra.

Cualquier extranjero que no conozca la historia reciente de Colombia puede suponer que el dolor que exhiben los paisas a través de la televisión y las mal llamadas redes sociales con motivo del accidente aéreo en que murieron 71 personas se debe a que en Colombia hay pocos muertos por las cuales llorar. Nada más lejos de la realidad. En nuestro país, por desgracia uno de los más violentos del mundo, se siguen asesinado dirigentes sociales y populares, defensores de los derechos humanos, maestros, ecologistas, líderes agrarios. Esta racha de sangre no para, en medio de las conversaciones de paz, sino que antes por el contrario se ha acentuado, como lo indica un dato estremecedor: según La Misión de Naciones Unidas en Colombia en lo corrido del 2016 han sido asesinados más de 200 líderes socialesiv. Justamente, la misma semana del accidente aéreo en La Unión, fueron asesinados siete dirigentes populares en varias regiones del país.

Pero no son únicamente este tipo de asesinatos los que se suceden en Colombia, sino que también deben considerarse los actos de sadismo contra mujeres. Para la muestra un solo caso: el mismo día del accidente aéreo murió en la ciudad de Buga (Valle del Cauca) Dora Lilia Galvez, lesbiana y humilde empleada doméstica, que había sido brutalmente violada el 6 de noviembre. Una crónica periodística registra el hecho en estos términos:

«Un aberrante caso de violencia contra la mujer se presentó el pasado 6 de noviembre en el municipio de Buga  (Valle del Cauca). Una mujer de 44 años además de ser abusada sexualmente por un sujeto, fue golpeada brutalmente, empalada y su cuerpo quemado en una gran proporción. […] En extrañas circunstancias, Dora fue abusada sexualmente y golpeada hasta casi ocasionarle la muerte al interior de su propia casa, asegura la hermana de la víctima Francy Elena Gálvez , pues en las paredes estaban los rastros del sufrimiento por el que tuvo que pasar Dora. «Aparte de abuso sexual hubo empalamiento, no sé sabe, pero el agresor entró y la golpeó y todo sucedió en la casa porque las marcas de sangre de sus manos que hay en la pared y las de sus chanclas en las escaleras evidencian que fue agredida ahí», relató a Noticias Caracol Francy. Para mayor dolor de la familia, el sujeto que atacó a Dora además de golpearla y abusar de ella, quemó su cuerpo en grandes proporciones»v.

A este hecho horroroso, que nos debería avergonzar a todos los habitantes de este país, no se le dio ninguna cobertura, puesto que los medios estaban dedicados completamente al accidente aéreo. Con ese cubrimiento selectivo se demuestra que existen muertos más importantes que otros y en nuestro medio los que no tienen ninguna importancia ni valor para los grandes medios de desinformación son aquellos que caen acribillados por defender derechos o denunciar injusticias o son violentadas por el hecho de ser mujeres y pobres. Esto nos lleva a concluir que el dolor de los paisas, a propósito de la muerte de los futbolistas brasileños es un dolor selectivo, ocasional y efímero, que jamás se muestra para llorar a los que son asesinados a diario en este terrible país.

Frente a estos hechos atroces, que producen indignación y vergüenza, y en el que resultan asesinados hombres y mujeres humildes, no hay estadios llenos que gritan de dolor, ni manifestaciones multitudinarias en las calles de Medellín, ni visitas masivas a las funerarias, ni transmisiones radiales ni televisivas en vivo y en directo durante días enteros. Tampoco ninguno de esos asesinados es declarado como héroe o heroína, como si se hizo con los futbolistas brasileños. Nada, solo silencio cómplice. Peor aún, no extraña que suela haber algarabía y felicidad entre ciertos sectores, como cuando son asesinados dirigentes sindicales o defensores de derechos humanos, vistos como seres indeseables que habría que eliminar, porque estorban en un país que se pretende libre y democrático.

Por todo ello, puede concluirse que lo que se derramaron en Medellín en días recientes fueron lágrimas de cocodrilo, pero de cocodrilos paisas.

Notas

i. http://www.elespectador.com/noticias/nacional/antioquia/discurso-regionalista-del-alcalde-de-medellin-homenaje-articulo-668319 (Énfasis mío).

ii. (Diego Alejandro Morales Zapata, El antioqueño que no quiere ser paisa, disponible en: http://www.las2orillas.co/el-orgullo-paisa/)

iii.(http://www.elespectador.com/deportes/futbolinternacional/nacional-y-chapecoense-unidos-el-futbol-y-el-dolor-articulo-668729).

iv. (Ver: ONU preocupada por asesinatos de líderes sociales en Colombia. Disponible en: http://eleconomista.com.mx/internacional/2016/11/22/onu-preocupada-asesinatos-lideres-sociales-colombia)

v. http://www.elespectador.com/noticias/nacional/mujer-fue-empalada-y-quemada-buga-valle-del-cauca-articulo-665922.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.