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Respuesta a la carta del señor Alvaro Vivanco H.

La historia la hacen los pueblos

Fuentes: Rebelión

  Señor Alvaro Vivanco H. Ex-militante del MIR Profesor de Historia y Ciencias Sociales Licenciado en Ciencias Jurídicas Magíster (c) Historia Universidad ARCIS   He querido responder por carta abierta a sus opiniones sobre lo que fue mi participación en el Seminario «Militancia Revolucionaria y Lucha Armada en Chile» invitado por el Doctor en Historia […]

 

Señor Alvaro Vivanco H.

Ex-militante del MIR

Profesor de Historia y Ciencias Sociales

Licenciado en Ciencias Jurídicas

Magíster (c) Historia Universidad ARCIS

 

He querido responder por carta abierta a sus opiniones sobre lo que fue mi participación en el Seminario «Militancia Revolucionaria y Lucha Armada en Chile» invitado por el Doctor en Historia Claudio Perez de la USCH y por el Director de la carrera de la propia Universidad donde usted está concursando por su Magister, profesor Pedro Rozas, seminario que duró dos días, y en el cual tuve la oportunidad en veinte minutos de exponer loe elementos que tanta ira y furor han despertado en usted, al punto de descalificarme y tratarme de «opinologo» y epítetos semejantes. Hubiese sido más productivo que, estando yo en su propia casa, como invitado, hubiese usted levantado su voz y sus tesis.

 

Muy curioso resulta que de la misma comunidad de historiadores y académicos, de la misma Universidad Arcis en la que usted concursa para ser Magíster, se levante una actividad donde somos invitados a participar para entregar nuestras opinión que usted descalifica «por no estar bajo responsabilidad de la historiografía y los historiadores y no de comentaristas u opinólogos por muy gloriosos o combativos que estos hayan sido». O sea, de una parte es de interés de un sector de la comunidad académica que se quema las pestañas intentando «sacar un balance cientifico (?) de la historia del movimiento popular» y de otro es inaceptable que alguien como yo pueda hablar de mi propia vida, experiencias y reflexiones.

 

Durante mis largos años de participación en las luchas populares, me había tocado enfrentar muchas formas de represión, nunca una como su intento de acallar mis opiniones. Lo hicieron los militares en dos Consejos de Guerra, el del 1973 y el de 1981 en uno calificado como prisionero de guerra y en el otro como subversivo. Lo hizo la represión envenenándome de manera posterior y dejándome sin voz. Nunca acepte quedarme callado ni dejar de expresar mis opiniones. Así que permítame disentir con usted pero no voy a guardar silencio sobre mis opiniones porque usted crea que la historia es propiedad de intelectuales, de historiadores, materia de especialistas. ¡Que gran regalo a los «historiadores» burgueses que vienen formateando desde las aulas a nuestros jóvenes!

 

Pobre del historiador que se cree que él va a escribir la historia junto a sus pares. Simplemente recuerdo un histórico mensaje de alguien que sin ser escritor dejo profunda huella en la historia chilena: LA HISTORIA LA HACEN LOS PUEBLOS. Soy parte de él y tengo el derecho a dar mis opiniones. Es más, fui muy claro al señalar que son opiniones personales, sin otra pretensión que entregar a los constructores de hoy, a los militantes que intentan construir un camino propio, estas reflexiones, sin escudarme, sin esconder lo que pienso. Muchos compañeros del MIR conocen mi conducta abierta, franca y a pesar de lo duro del debate con compañeros que sostenían otras visiones, jamás se me ocurrió tratarlos con la furia y arrogancia que usted a mostrado, esa furia la guarde para el enemigo. Lamentablemente tuve que optar entre ir a la universidad y asumir las tareas que el MIR me planteó, quizás me equivoque y debería haberme titulado de «algo» para que mis opiniones fueran valederas, asumí la lucha de resistencia el mismo once, los 14 años prisión, asumí responsablemente el retorno al país y fue conocida mi opinión de opinologo cuando realice la defensa ante el Consejo de Guerra, en fin. Después de mi salida del la cárcel en 1992 hablé como opinologo día a día través de las ondas de Radio Cerro Navia y luego cuando milité en la SurDA firme cada una de los más de 30 artículos publicado, fui opinologo cada vez que hable con los forestales de Valdivia, con los diversos colectivos que me invitaban para conocer mi opinión, con los obreros del SINAMI o con los pobladores de la Toma de Peñalolen, así como cada novela o testimonio que he escrito, entre ellos el testimonio de mi militancia en «De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos» comentado por el historiados Igor Goicovic en la CUT hace algunos meses, que por cierto no me trató de opinologo ni reclamó para los historiadores la exclusividad de referirse al tema. Y voy a opinar, exponer mis ideas sobre nuestra práctica toda vez que lo estime conveniente, no por un afán de «hacer historia», de lucir pergaminos o de prestigio. Lo hago porque estoy educado en la vieja escuela de los que analizan no para contemplar la historia sino para cambiarla, para intervenir en ella, para desprender tareas, acciones, práctica política. Mi poesía, dibujos, cuentos, novelas, mis opiniones están asociadas a una propuesta de lucha contra el estado de dominación en que vivimos, contra «su» democracia y paz social que sigue matando gente con balas y también de hambre, privada de salud, de vivienda, de educación.

 

En el fondo, eso es lo que desata sus iras señor historiador. Que aún seguimos estando presentes. Que no nos lograron barrer por completo, que cada día se levantan nuevos Migueles «estrechos ideológicamente», que a pesar de todo el esfuerzo realizado por erradicar a los que desafían al poder y levantan estrategias de lucha autónomas, independientes, desde fuera del juego electoral, no para ganar unos cuantos votos y entrar a la repartija de las sobras, sino para acumular fuerzas para levantar sus propias propuestas de lucha y vida digna.

 

De fondo. ¿Le molesta mucho al señor Vivanco, candidato a magíster, hablar por si mismo y presentar sus tesis? ¿Por qué, si el evento era organizado por el propio ARCIS con semanas de anticipación, no intervino ni descargó sus iras sobre los organizadores y todos los opinologos allí presentes, público incluido que repletó las salas reclamando exclusividad para los historiadores? ¿Por qué no presentó allí su opinión política y sus tesis? Porque claro que, usted tiene tesis y tiene una concepción reformista de tomo y lomo que esconde tras su túnica de «académico».

 

Me parece muy, pero muy bien que usted tenga sus opiniones, que las defiendas, que las exponga. El debate, la lucha ideológica es también y por excelencia un campo de la lucha de clases. Pero por favor, tírese al agua con sus posturas claramente y no tome una intervención que tenía por sentido hablar del balance de la lucha armada para contrabandear sus propias opiniones que uno tiene que leer entre líneas.

 

Porque luego de sus reclamos porque este militante habla de historia, usted desliza su crítica a Miguel Enriquez y la conducción por él establecida. (No lo voy a defender porque se defiende solo desde la historia) y desliza su critica al «estrechamiento ideológico» del MIR del 70-73. Por qué no dice usted, abiertamente, que tiene una concepción política concreta ( «Lo que pasaba es que existía la suficiente paz burguesa como para que un sector importante del movimiento popular se planteara la legitimamente la tarea de una transformación democrática y pacífica de la sociedad») y deja de presentarse como «historiador objetivo, que se quema las pestañas».

 

Yo lo animo señor Vivanco para que se despoje de su mascara de académico, historiador y magíster, y se presente al debate político como una persona que tiene claramente una concepción distinta a la del MIR e incluso una visión distinta de lo que debió ser el MIR Pero el MIR fue lo que fue -una organización que levantó un Programa, una Estrategia de lucha por el Poder, una concepción militar, desarrolló un accionar, todo lo cual existió y ante la inexistencia de balance colectivo, tengo el derecho a plantear mi opinión respecto a lo que postuló, levantó como propuesta y línea y no lo que se le ocurre a usted lo que debió ser. Y hoy el MIR también es lo que es y no lo que se le ocurre a usted, que determinó su extinción. Ciertamente hay diversas orgánicas que tratan de construirlo con esfuerzo y lucha. No será un decreto del señor historiador quien dictamine si existe o no. Una persona meridianamente activa en el campo político conoce de los esfuerzos realizados en este sentido, de al menos tres orgánicas e intentos de coordinación entre alguna de ellas.

 

No quisiera referirme a otros aspectos de su carta, creo que no vale la pena un debate donde una de las partes se escuda en títulos, y en una supuesta comunidad de historiadores que se quema las pestañas, para re-lanzar una propuesta reformista tan vieja y conocida por los miristas. Al menos yo, he tratado clara y lealmente plantear mis reflexiones que tienen que ver con la práctica de muchos que no nos quemamos las pestañas estudiando papeles: nosotros pusimos nuestro pellejo, como decía el Ché a otro connotado reformista chileno, para probar nuestras verdades.