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La historia que se repite

Fuentes: Rebelión

Hace algunos años, 1984, Colombia vivía una época de asesinatos y desapariciones contra los miembros de la Unión Patriótica y el movimiento popular, que, en ese momento, le habían apostado a la construcción de una propuesta política, la Unión Patriótica, que oxigenara la vida política nacional y le presentara a la guerrilla colombiana una opción […]

Hace algunos años, 1984, Colombia vivía una época de asesinatos y desapariciones contra los miembros de la Unión Patriótica y el movimiento popular, que, en ese momento, le habían apostado a la construcción de una propuesta política, la Unión Patriótica, que oxigenara la vida política nacional y le presentara a la guerrilla colombiana una opción para hacer política diferente a las armas. La oligarquía colombiana, pobre de espíritu y de pensamiento a futuro, sometió al nuevo partido al más despiadado exterminio, sus militantes caían como moscas: Concejales, Diputados, Representantes, Senadores, Alcaldes, etc, elegidos por esta alianza que entre el Partido Comunista, sectores populares y las FARC – EP, habían construido, autorizados en un acuerdo de paz que se negociaba con el Presidente Betancur. Más de 5 mil de los militantes de la Unión Patriótica fueron asesinados.

En ese momento, el Secretariado Nacional de las FARC -EP, le ordenó a los militantes que ellos habían comisionado para trabajar en la Unión Patriótica, que abandonaran la lucha política legal y regresaran al monte, Iván Márquez, que en esa época, era Representante a la Cámara, fue uno de los que regresó a las armas; pero la cosa, no quedó ahí, el Secretariado de las FARC – EP, concluyó que la situación no permitía hacer lucha legal y que por lo tanto, todos los comunistas deberían irse a la clandestinidad y acogerse a la lucha armada.

Esto generó una profunda discusión entre el Partido Comunista que no compartía esta decisión y las FARC – EP, que declaró que la única lucha válida era la armada. La historia es conocida: el Partido Comunista se dividió, surgió el famoso PC3, la violencia continuó, y los compañeros de las FARC – EP, señalaron a los que nos quedamos en la ciudad, apostándole a la lucha legal de revisionistas, acomodados, traidores, etc.

Han pasado muchos años. Ahora la historia es diferente. Los compañeros de las FARC – EP, que en el pasado había decidido que la única lucha válida era la que ellos desarrollaban, descubrieron la lucha legal, han abandonado la lucha armada y están tratando de convertirse en un partido político que desarrolle su actividad en el «mundo de la democracia».

Todos hemos celebrado esta decisión. Pensábamos entonces y seguimos pensando ahora, que el ingreso de este importante sector a la lucha política colombiana, oxigenaría la lucha democrática en el país, que acabar con el factor de violencia que significaban las FARC – EP, le iba a permitir a la política colombiana avanzar hacia un país más moderno. Las cosas no han salido como queríamos. Hacer lucha política por fuera de los partidos de la oligarquía, no es fácil en Colombia: los compañeros siguen cayendo como moscas y la oligarquía sigue insistiendo en tener un país violento y excluyente.

Pero lo que no podemos permitir es que ahora, los compañeros de las FARC (Fuerza Alternativa revolucionaria del Común), decidan por decreto, que la única lucha válida es la que ellos han decidido desarrollar y que quienes no se sometan a su decisión, son traidores, narcotráficantes, delincuentes, etc.

Los compañeros del Partido de la Rosa, no pueden caer en la posición de pasarse al lado de los Servicios de Inteligencia del Estado, acusando de narcotráficantes, de terroristas, de delincuentes, a sus antiguos compañeros de armas y a todo aquel que decida que la lucha legal es imposible en Colombia; una cosa, es que no se comparta la decisión que este grupo ha tomado de fundar «La Segunda marquetalia» y otro muy diferente es que le declaren la guerra y que el odio y la venganza los lleve a ponerse del lado del imperialismo.

Porque no hay que ser muy inteligente para desarrollar la ecuación planteada por Timochenco, «A Márquez y Santrich solo los mueve el narcotráfico…Márquez y Santrich están refugiados al otro lado de la frontera…». Eureka grita Trump, lo que necesitamos para invadir a Venezuela, el pretexto perfecto que estábamos buscando.

No compañero Timochenco, deje que Márquez, Santrich y compañía respondan por sus acciones y usted, dedíquese a construir el Partido de la Rosa, que bastante enredado que está. Combatir a la «Nueva Marquetalia» no es su tarea, eso es problema de Duque y sus guerreristas. Si usted está tan seguro de su propuesta sáquela adelante y no le dé miedo por la presencia de Márquez y compañía.

Los tiempos, son de unidad, y dedicándose a «luchar y denunciar a los nuevos marquetalianos» no será como lograran que el Duque y compañía les cumplan con la implementación de los acuerdos. A la oligarquía colombiana, compañero Timochenco, le importa un bledo si hacen política legal o armada; a ellos, lo único que les interesa es que nadie ponga en peligro sus intereses.