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La homofobia de Pinochet resurge en el ejército chileno

Fuentes: IPS

«Hoy tenemos un ejército alemán de marihuaneros, drogadictos, melenudos, homosexuales y sindicalistas», afirmó Augusto Pinochet el 5 de septiembre de 1990, dando fe así a su propósito de preservar la raíz prusiana de la fuerza militar chilena y quejándose de la «descomposición moral» que a su juicio predominaba en el mundo. En estos días, otro […]

«Hoy tenemos un ejército alemán de marihuaneros, drogadictos, melenudos, homosexuales y sindicalistas», afirmó Augusto Pinochet el 5 de septiembre de 1990, dando fe así a su propósito de preservar la raíz prusiana de la fuerza militar chilena y quejándose de la «descomposición moral» que a su juicio predominaba en el mundo. En estos días, otro general volvió por los mismos fueros.

Aquella sentencia, una más en su ya nutrido inventario de frases para la historia, fue pronunciada por Pinochet ante empresarios en un almuerzo en el exclusivo Club de la Unión de Santiago, cinco meses después de haber entregado el gobierno de Chile y cuando aún era comandante en jefe del Ejército.

Más allá del fugaz conflicto diplomático con Alemania que el hoy general retirado Pinochet le provocó con su «boutade» al entonces gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994), la frase fue testimonio de una mentalidad excluyente fuertemente arraigada en las Fuerzas Armadas que se reactualiza de tiempo en tiempo.

En la «Marcha del Orgullo Gay», realizada por las calles de Santiago el 25 de este mes, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) mostró pancartas y coreó consignas de protesta por la discriminación contra las minorías sexuales en la Iglesia Católica, partidos políticos, los tribunales, establecimientos educacionales y en las Fuerzas Armadas.

El Movilh mostró un gran lienzo con la leyenda «Los homosexuales estamos en todas partes… en las Iglesias, en las FF.AA., en la Política, en los Tribunales y en los Colegios».

La afirmación del cartel fue rubricada por los vistosos vestuarios de gays, lesbianas y transgéneros que representaban a militares, colegiales, religiosos en sotana y jueces en sus adustas togas.

El debate sobre los homosexuales y las Fuerzas Armadas fue reabierto por el general Gonzalo Santelices, secretario general del Ejército, con un artículo publicado en «Memorial», la revista institucional de esa rama castrense, citado con titular de primera página el 10 de este mes en el diario derechista La Segunda.

Santelices, un general de brigada de 51 años que ocupa la jerarquía número 31 en el cuerpo de oficiales, advirtió en su artículo que «hay que ponerse serios, no ser prejuiciosos». A renglón seguido añadió: «Me puse a investigar y llegué a la conclusión de que no es conveniente que homosexuales se incorporen al Ejército (chileno)».

La sociedad actual está «marcada por un relativismo moral, según el cual no se valora el acto humano con referencia a principios permanentes y objetivos, propios de la naturaleza creada por Dios», agregó Santelices, profesor de la Academia de Guerra, donde se forman los oficiales de Estado Mayor del Ejército.

El raciocinio anterior «nos lleva a afirmar que no es posible que los homosexuales puedan ingresar al Ejército. No se debe discriminar a quien, según estudios realizados, está enfermo, lo que no quiere decir que por ello se deba aceptar su conducta», la cual «no es propia de la naturaleza del hombre», subrayó el general.

Los homosexuales transgreden el objetivo del sexo, «que es la procreación», y además son individualistas, lo cual contraviene el sentido de camaradería de las instituciones castrenses. Por tanto, «se autodiscriminan», agregó este oficial que luce en su trayectoria una maestría en Filosofía Política que obtuvo en la privada Universidad Gabriela Mistral de Santiago.

El Movimiento Unificado de Minorías Sexuales señaló que las afirmaciones de Santelices contradijeron anteriores conceptos del comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio Cheyre, quien dijo no tener «mayor inconveniente» en que homosexuales ingresen a la institución.

Por su parte, Marco Becerra, portavoz del grupo SidaAcción, le señaló en una carta al oficial que «enfermos no son aquellas personas que aman a seres del mismo sexo, sino los que atentan en contra de los derechos humanos. Eso sí es relativismo moral».

«No existe ningún fundamento válido, ya sea de carácter profesional o de cualquier otro tipo, que permita justificar o sostener lo afirmado por Santelices», dijo a IPS Santiago Escobar, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos y de Seguridad Internacionales, quien no dudó en calificar de «tonteras» los dichos del general.

Si Santelices es conminado a fundamentar su aseveración de manera sistemática «nos va a salir, probablemente, con un arquetipo (del soldado) de rudeza, de culto a lo físico, de sexismo, y con un concepto de que es un cuartel muy lejano al modelo cívico de los ejércitos modernos», reflexionó Escobar.

El experto añadió que en los institutos castrenses siempre existe un porcentaje de homosexuales similar al de otras entidades, y en este caso las Fuerzas Armadas se debilitan cuando un uniformado debe hacer una vida oculta o secreta por culpa de «la rigidez institucional que impide asumir como normal una orientación sexual diversa».

«El estereotipo de que las Fuerzas Armadas son una actividad para hombres viriles es parte del discurso hegemónico. No tiene que ver con que si las personas homosexuales son muy o poco viriles. Hay características de lo femenino y de lo masculino que están presentes en cada persona y el promover un estereotipo militar viril es perpetuar ese discurso hegemónico», comentó a IPS la antropóloga María Elena Acuña.

Las directrices que abiertamente obstaculizan el ingreso de homosexuales a las Fuerzas Armadas constituyen una violación de los derechos humanos, ya que «patologizan un aspecto normal de la vida de las personas», agregó Acuña, investigadora del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.

Escobar coincidió con que existe una cultura institucional que aplica una norma discriminatoria.

«Pero no es sólo con los homosexuales, también lo es con los divorciados, los (indígenas) mapuches, los negros, los hijos de madre soltera y un etcétera demasiado grande que lesiona los derechos civiles y la vida democrática. ¿Alguien conoce un general o un almirante en la historia de Chile que lleve un apellido mapuche?», preguntó el experto.

La discriminación de las minorías sexuales es además una transgresión a los derechos laborales y en particular a las normas del sector público. El empleador de los militares y carabineros (policía militarizada) es el Estado chileno, que no tiene ninguna regla especial que diga que los uniformados deben ser heterosexuales, subrayó Escobar.

A su vez, el presidente del Movilh, Rolando Jiménez, señaló a IPS que «es un dato de la causa, y un hecho ineludible, que hay homosexuales y lesbianas al interior de las Fuerzas Armadas (chilenas)».

«Conozco personas al interior de las instituciones militares que son homosexuales. No existe ninguna incompatibilidad entre la orientación sexual homosexual y el formar parte de las Fuerzas Armadas, como lo han mostrado distintas experiencias en otras partes del mundo», continuó el dirigente.

«No hay ninguna razón, aparte de la discriminación, para impedir que los homosexuales ingresen a las Fuera Armadas. La discriminación, la segregación, la violencia basada en la orientación sexual de las personas constituye una violación de los derechos humanos», dijo Jiménez.

Organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional, con sede en Londres, y Human Rights Watch, basada en Nueva York, han incorporado en los últimos 10 años en sus agendas las violaciones de derechos humanos por orientación sexual, concluyó el presidente del Movilh.

Esta organización está dispuesta a recurrir a la Organización de las Naciones Unidas en caso de que el Ejército chileno aplique las recomendaciones de Santelices.