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Un Documento recuperado por los Colectivos MAPU a la memoria de Miguel Woodward

La Iglesia Olvidada; La Teología de la Liberación en Valparaíso

Fuentes: Rebelión

NOTA INTRODUCTORIA: Los Colectivos del MAPU nos hemos propuesto reconstruir al Movimiento y su historia, que en gran parte es la historia de sus caídos y caídas, junto a la de aquellos y aquellas que hicieron posible emprender un proceso de cambios ejemplar para el mundo, y que sólo pudo ser interrumpido por la furiosa […]

NOTA INTRODUCTORIA:

Los Colectivos del MAPU nos hemos propuesto reconstruir al Movimiento y su historia, que en gran parte es la historia de sus caídos y caídas, junto a la de aquellos y aquellas que hicieron posible emprender un proceso de cambios ejemplar para el mundo, y que sólo pudo ser interrumpido por la furiosa actuación del imperialismo, la gran burguesía nacional y todos los fascistas que activaron y ejecutaron el golpe de 1973.
Se ha dicho, simbólica pero no casualmente, que fue en el año 1973 cuando se dio inicio a la globalización a nivel mundial. Parte de la estrategia destructiva del sistema global es borrar la memoria de los pueblos y reescribir la historia de acuerdo a sus intereses.
Es como si cada día se quisiera acallar a metralla, la voz de Allende resonando desde La Moneda: «La historia es nuestra y la hacen los pueblos».

En busca de la historia de Miguel Woodward Iriberry, militante MAPU asesinado por los marinos en septiembre de 1973, habíamos encontrado un blog que contenía valiosa información acerca de Miguel, ex-sacerdote, luchador junto a los pobladores y pobladoras de los cerros porteños, militante ejemplar. En el blog «Archivo y Memoria» se contenían testimonios sobre el contexto de los sacerdotes y laicos católicos de izquierda, partícipes de la obra del pueblo que fue la Unidad Popular, y sobre la artera actuación de las fuerzas armadas golpistas. Además, lanza un baldón de oprobio sobre la jerarquía católica que dejó en la impunidad los crímenes contra sus subalternos: ¿Qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma? ¡que le están degollando a su paloma!

El texto que sigue lo dice así: «La experiencia de casi 10 años de trabajo pastoral en las comunidades pobres de Valparaíso por parte de los catalanes del Agermanament permanece sutilmente oculta en la memoria de nuestras ciudades.
La iglesia apenas permite que la experiencia comunitaria de la década de 1963 -1973 en Valparaíso se releve como una historia de conflictos y aciertos. Sin embargo enraizados en la memoria de las poblaciones se encuentran aquellos años de trabajo incansable de las comunidades por buscar su destino, de solucionar sus precariedades materiales y de establecer condiciones mínimas y dignas de vida».

El Blog Archivo y Memoria desapareció (http://www.archivoymemoria.blogspot.com). Pero la memoria es rebelde y el pueblo también tiene su Inteligencia funcionando.

Hemos querido reponer este texto para que siga vigente su mensaje. «La historia es nuestra y la hacen los pueblos». Los pueblos también la rescatamos, la escribimos, la contamos.

El testimonio histórico que sigue, entró en la «globalización» virtual, ahora es de todos y todas. Ahora es parte del patrimonio intangible de un pueblo, y un destacamento político la rescata, la recupera y la distribuye como alimento de la memoria.

Colectivos MAPU. Destacamento Miguel Woodward.
Valparaíso, septiembre de 2008.

LOS CATALANES Y LA IGLESIA DEL PUEBLO
Capítulo del Libro » La Iglesia Olvidada; La Teología de la Liberación en Valparaíso» de Andrés Brignardello Valdivia.

PRESENTACIÓN
Estas próximas páginas están dedicadas a mi madre: Recuerdo que cuando era pequeño me enseñó a rezar. Siempre tuve la presencia de Dios en mi vida infantil y teniendo un padre comunista y ateo, no dejaba de ser ella quien sutilmente me hacía parte de su fe y sus esperanzas.
Ahora en mi adultez me he declarado agnóstico, pese a que, muchas veces, me he sentido como aquel personaje de televisión que cuelga en su oficina una afiche del que se lee «I want Believe». Son tantos los misterios y los caminos que hoy, con sólo sentir la vida dando vueltas por mi existencia, vuelvo a sentir la fuerza de mi madre y la maravilla de tener la candidez de pensar en otros mundos aunque sean ellos celestiales, como quiere mostrar a veces la religión.
Escribo esto, hoy que publico estas páginas a propósitos de la presencia de un grupo de sacerdotes catalanes venidos a Chile a inicios de los 60 con el claro compromiso de transformación social en una país de convulsiones sociales.
He buscado en los archivos, he entrevistado a viejos vecinos que aún les recuerdan, y he escrito una pequeña historia con la esperanza de completar algún día las páginas de centenares de cristianos que lucharon por construir una sociedad más justa para los chilenos.
He iniciado esta investigación con «los catalanes» luego seguirán Michael Woodward, Alfredo Hudson, Joan Alsina, Pepo Gutiérrez, y otros que se comprometieron con su pueblo so pena de castigos y represiones de la curia y la oficialidad de la Iglesia.
Gran parte de este relato transcurre en mi barrio, Forestal en la ciudad de Viña del Mar, donde su fase más frenética ocurre el año en que nací. Sin embargo, quizá el interés principal, es que mi madre lo lea, y sepa que ahora entiendo aquellas noches cuando sentados en el borde de mi cama rezábamos el «padre nuestro» lo hacíamos con la convicción de pertenecer a una cultura y a una fe que estaba de parte nuestra, de una Iglesia que nos reconocía el derecho de soñar un nuevo mundo y de un Dios que nos decía que también de los pobres será su reino en la tierra.

LA LLEGADA DE LOS SARCEDOTES

La emoción les inunda cuando asoman las primeras viviendas y comienzan a recorrer a su nuevo pueblo. Son cinco jóvenes, iniciales sacerdotes catalanes, que entran en un viejo furgón Volkswagen a la ciudad de Valparaíso en abril de 1963.

En un viaje a la Santa Sede, el obispo de Valparaíso Emilio Tagle Covarrubias, de paso por Barcelona, solicitó expresamente apoyo para su diócesis por parte del Agermanament, programa misionero que buscaba hermanar la diócesis de Barcelona con las de Chile y Camerún, con el claro propósito de apoyar a las comunidades del tercer mundo ante la falta de sacerdote y laicos en la misión de promover el evangelio.

«…el Obispo de Valparaíso Emilio Tagle Covarrubias pasó por Barcelona y nos propuso formar un equipo de pastoral obrera , con lo cual nos entusiasmó , era lo que nosotros queríamos, trabajar con la gente más pobre, más sencilla, y así aparecimos en Valparaíso el año 1963. Nosotros a este programa le llamábamos Agermanament, hermanamiento entre países, hermanamiento entre iglesias, hermanamiento entre cristianos…» [1]

Hasta entonces el programa había apoyado a las diócesis de Antofagasta y Santiago. Desde ese momento, Valparaíso pasó a ser punto de llegada de estos jóvenes sacerdotes que vieron en las desigualdades sociales, el analfabetismo y la desnutrición infantil, el campo donde vertir su misión evangelizadora progresista, que instalaba al hombre como un actor gravitante para su propia salvación, ya no solamente del pecado, sino también de la opresión a la que una sociedad capitalista lo condenaba.

La idea de misionar en un país como Chile era atractiva para los jóvenes sacerdotes. Les entusiasmaban las contradicciones entre el país que dejaban y al que llegaban. Pasar de una dictadura férrea y victoriosa en una guerra civil, a un país con una democracia estable, donde los preceptos morales, teológicos y políticos se desarrollaban en un marco institucional que había permitido el fortalecimiento de un movimiento obrero abierto y participante de manera amplia en la vida nacional.

Los cinco catalanes son enviados a distintas localidades de la provincia; Joan Sanmartí y Francesc Puig a la ciudad de Quilpué, Ignasi Pujadas a un sector vecinal de Viña del Mar, la población Forestal Alto, Josep Ribera lo hacía en Forestal Bajo y Joan Casañas, apoyando la vida universitaria como consiliario de los estudiantes y como profesor en la Universidad Católica de Valparaíso.

«Un grupo importante de Sacerdotes Catalanes había iniciado, algunos años antes, un trabajo en el norte del país, en la ciudad de Calama, provincia de Antofagasta. Este segundo grupo de cinco catalanes que trabajarían en Valparaíso, habían sido compañeros en el seminario y ordenados sacerdotes el 17 de Septiembre de 1961 en la Iglesia Parroquial de Santa María de Cornellá».[2]

Chile era un país por descubrir para estos jóvenes formados en los seminarios de Barcelona y Gerona. Cataluña era un territorio excepcional en la España Franquista. Lo era desde un plano cultural y político, por su resistencia a la dictadura franquista, y con un sello de permanente aspiración autonomista.

La formación sacerdotal en la Cataluña de la posguerra civil estuvo fuertemente influida por la llamada nueva teología francesa que buscaba superar el análisis del «neotomismo», para adentrarse en la realidad del hombre, su tiempo y la vida terrenal.

La búsqueda de una nueva interpretación del evangelio a partir de un replanteamiento de aquellos elementos doctrinarios considerados inmutables y categóricos, era un camino novedoso en la reflexión teórica de las revelaciones y dogmas de la fe.

Pensadores católicos franceses como Maritain, Focault, Cheng, Congar y René Voillaume, se convirtieron en lecturas que ayudaron a contextualizar la opción por los más pobres que poco a poco fue instando al sacerdote en una tarea misionera radical y promotora de una nueva realidad; la que no busca solo la salvación del hombre y su acceso al «reino de los cielos», sino también la liberación y dignificación en tanto pueblo de Dios.

En la Cataluña de los años 50, se desarrolla un fuerte movimiento progresista que se vive en la Iglesia desde congregaciones como el grupo Front Universitari de Catalunya, la Juventud Obrera Católica y la Hermandad Obrera de Acción Católica. Este movimiento lleno de idealismos se ve fortalecido con los cambios introducidos por el Papa Juan XXIII, en el marco del Concilio Vaticano II que permitió un desarrollo sin mayor represión por parte del franquismo y la Iglesia Oficial. A este fenómeno teológico se le suma una actividad misionera que buscó atraer hacia la Iglesia a aquellas comunidades alejadas e imbuidas por grupos con una marcada postura anticlerical.

«… cuando se habla de la iglesia conservadora o progresista, estas son palabras abstractas. En España, en los años posteriores a la guerra civil, generalmente habría que hablar de una iglesia franquista; pero nunca fue así tan monolítica, siempre hubo núcleos , lugares y obispos que fueron progresistas anti franquistas, y en los años 60 el franquismo había generado ya mucha oposición y en Cataluña más que en otras partes de España. Cataluña siempre ha sido una región, una autonomía de España, más progresista que el resto porque es la zona más industrial , más próspera , con una clase obrera más luchadora , no como el resto de España que era más agrícola y con otra mentalidad…»[3]

Los primeros sacerdotes catalanes del programa del Agermanament arribaron a Chile en las postrimerías de 1958. Había triunfado en las recientes elecciones Jorge Alessandri Rodríguez, un hombre de la derecha empresarial que se había impuesto a los fuertes movimientos del centro político y la izquierda, que de manera ascendente iban imponiendo las nuevas ideas de orden social que, producto de los vertiginosos cambios sociales y culturales, pedía la sociedad chilena.

La década de los cincuenta en Chile, se vio marcada por reformas políticas que permitieron la participación de vastos grupos sociales hasta entonces apartados de la vida institucional. La conciencia política fortalecida por décadas de luchas obreras y sociales, la fuerte migración campo-ciudad y el crecimiento explosivo de la población, permitieron la ampliación del universo electoral con el consecuente impacto en la representación social y política de los movimientos y partidos de izquierda.

Valparaíso era una ciudad más de un Chile que iniciaba trasformaciones radicales, y su Iglesia , institución fundacional de la ciudad, tenía una impronta más bien conservadora, debido a la fuerte influencia que ejercían las capas altas de la sociedad. Una gran masa obrera y pobladora de sus cerros practicaba su religión en pequeños capillas instaladas en la población, o en ramadas donde improvisaban altares y se preacticaba la misa compartiendo el vino y el pan de los trabajadores.

Luego de la partida de quien fuera obispo de Valparaíso, don Raúl Silva Henríquez hasta 1961, asume la Diócesis don Emilio Tagle Covarrubias quien desde posturas progresistas, y compartiendo los lineamientos de apertura del Concilio Vaticano II inicia una travesía personal hasta posiciones ultra conservadoras, debido a una paranoica posición respecto al marxismo y sus expresiones políticas y sociales.

El grupo de catalanes se mantiene unido durante los primeros meses reflexionando y evaluando la instalación en sus respectivas comunidades. La misión de establecer lugares de avanzada en los barrios populares que crecen rápidamente en Valparaíso, se logra sin mayores problemas apoyándose en la apertura de la iglesia, fundamentalmente, a través de la constitución de las comunidades cristianas de base, la organización de grupos juveniles, grupos scout y equipos de trabajo social en barrios con carencias de servicios básicos como luz, agua, alcantarillado y transporte.

La época de cambios sociales golpea a la iglesia con inusitada fuerza. Los catalanes entienden la necesidad de cambio que requiere la práctica católica. Se sienten atrapados frente al avance de las iglesias evangélicas en los barrios más pobres de la ciudad. Su actividad espiritual asociada a una actitud más vital y directa frente a los misterios de Dios los hace atractivos entre los más humildes. Por otra parte los partidos marxistas tienen un crecimiento importante e interpretan a una parte importante de la población. En ese contexto la apertura que otorga la iglesia católica luego del concilio Vaticano II es un aliciente para el trabajo misionero de los sacerdotes. Durante 1964 cambian la sotana por una vestimenta más cercana a sus pobladores. Las misas comenzaron a ser en castellano, dando fin al «rito latino» que tanto les separaba de sus comunidades.

Los nuevos estilos pastorales comienzan a horizontalizar las relaciones entre el sacerdote y los feligreses. Los catalanes, más que cualquier otra congregación o grupo de sacerdotes diocesanos, comienzan a construir un nuevo tipo de vínculo en la comunidad que se sostiene en la confianza de un líder espiritual que debe apoyar las aspiraciones de su comunidad.

«…mi vida actual es ir visitando, conversando, hacerme presente en la vida de la gente…en una palabra «amarlos» por ellos mismos, ni tan solo para ganar el precio de ser cristianos, sino esperar desinteresadamente «la hora» que Dios les tenga preparada a cada persona, una por una. Muchas veces conversando entre nosotros, decimos que actualmente más que la eficacia, hemos de buscar el testimonio de nuestras vidas. Testimonio de Amor. Sobre todo damos mucha importancia a la pobreza y no por táctica apostólica, sino porque: tenía hambre y me alimentasteis …No sólo servimos a Cristo en el pobre, sino que Cristo es el pobre y nosotros hemos de ser Cristo….»[4]

Durante los años 1965 y 1966 los catalanes están consolidados en sus respectivas comunidades. El programa del «Agermanament» fortalece sus vínculos con sus sacerdotes y envía apoyo para sus iniciativas sociales y pastorales.

La década de los años 60 fue significativamente importante para el mundo católico. El concilio Vaticano II había logrado colocar en el centro de sus preocupaciones la vinculación de la iglesia con las grandes mayorías nacionales, identificadas éstas con las capas medias y los sectores obreros.

Durante casi medio siglo la iglesia católica había sentido los embates del ascendente mundo obrero, el que criticaba la permanente identificación de la iglesia con los sectores oligárquicos y aristocráticos de la sociedad. No fue sino en 1968 cundo la tensión dentro de la iglesia se manifestó en Chile con la toma de la catedral el día 11 de Agosto por parte de 9 sacerdotes, 3 religiosos y 200 laicos. Los ocupantes colgaron un lienzo gigante con la leyenda: «Por una Iglesia junto al Pueblo y su lucha». La protesta buscaba remecer a la iglesia respecto de las nuevas sensibilidades que nacían en su seno y que demandaban más atención a los problemas concretos y terrenales de las comunidades más pobres por sobre el trabajo espiritual y místico al que la iglesia chilena estaba acostumbrada.

En Valparaíso, 23 sacerdotes renuncian a sus responsabilidades diocesanas por diferencias doctrinarias con el Obispo de Valparaíso, este vivía una regresión intelectual abrazando posiciones ultra conservadoras convirtiéndose en un baluarte de la oligarquía porteña. Los catalanes participan activamente de esta manifestación y promueven que el movimiento se denomine «Iglesia del Pueblo» distanciándose a nivel local del que se desarrolla en Santiago.

En la provincia de Valparaíso, el impacto de dichas acciones golpea todos los rincones de la Iglesia y conmueve a los miembros de las comunidades cristianas de base quienes se adhieren al movimiento gracias al trabajo previo realizado por los catalanes en sus localidades:

«…Los jóvenes del Centro Juvenil de Forestal acompañaban al cura Nacho a una marcha que se había organizado en apoyo al movimiento de la iglesia Joven. Recuerdo que fuimos a Valparaíso con un gran lienzo que llevaba la misma consigna que los católicos de izquierda levantaban por todos lados, «Por una Iglesia junto al Pueblo y su lucha…».[5]

Estas acciones se realizaban semanas antes que el Papa Paulo VI llegara a Colombia a inaugurar el congreso de Medellín, donde se manifestaron de manera explícita los graves y urgentes problemas que la población del continente vivía por consecuencia de una economía dependiente y al servicio de los intereses de las clases dirigentes de los países latinoamericanos.

El Congreso de Medellín reafirma y aporta al fortalecimiento de la «Iglesia Joven Chilena» y de la «iglesia del Pueblo de Valparaíso» esto debido al desarrollo de una nueva conciencia respecto de los problemas sociales y políticos. La «Iglesia del Pueblo» denuncia la violencia como instrumento de control social por parte de las minorías poderosas. La violencia es el mecanismo por el cual son sometidos grandes grupos humanos en actividades productivas que los obligan a producir bienes y servicios sin recibir remuneraciones acordes, sin respeto a sus derechos, a sus tiempos de descanso y sin condiciones higiénicas básica. Medellín se transforma en el pilar donde se sostienen teológicamente las iniciativas sociales de la iglesia católica y en América Latina.

Los catalanes simpatizaban con el PDC de mediados de los sesenta. Sin embargo tienden poco a poco a decepcionarse cuando el gobierno de Frei abandona su sensibilidad social y deja a la izquierda la responsabilidad de conducir los cambios que la ciudadanía reclamaba. No cabe duda que la crisis que vive la Iglesia golpea al Partido Demócrata Cristiano en el poder. Su relación natural con el mundo católico amenaza con involucrar a sus principales líderes en dos proyectos irreconciliables para enfrentar la campaña de 1970 uno es la alianza con la izquierda y el otro el «Camino Propio».

La junta nacional del PDC discute las opciones de continuidad, y en un clima de polarización, desecha cualquier posibilidad de alianza con la izquierda y establece una política de corte derechista en el partido.

Como un síntoma de aquella decisión partidaria es la separación del PDC de un grupo importante de dirigentes y parlamentarios disconformes con la dirección y la actitud que toma la Junta Nacional. El 18 de Mayo de 1969 nace el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitario) como un partido nuevo, donde el marxismo y el cristianismo pueden convivir y trabajar para sentar las bases de un proceso revolucionario que permita la conquista del Estado por el pueblo y así construir una sociedad socialista y comunitaria.

En Valparaíso el impacto de la crisis de la iglesia tiene un componente especial. Tanto los catalanes como otros sacerdotes de claro compromiso social son hostigados por el Obispo Tagle y su vicario Bosagna.

La región de Valparaíso hacía noticia nacional por las actividades de su Obispo. Este promovía la excomunión de las feligreses que se atrevan a usar «bikini» durante sus días de playa. Monseñor Tagle iniciaba por entonces una cruzada contra la libertad y a todo lo que se viera como influencia de la izquierda. Entra en un combate frontal contra quienes dentro de la iglesia asumieron posturas progresistas, por lo que los sacerdotes catalanes fueron de los primeros en ser llamados por el Obispo para dar explicaciones por su trabajo social y político en las poblaciones.

Los catalanes sumergidos en las tareas cotidianas se apoyan en el Agermanament, que envía nuevos sacerdotes y profesionales que la iglesia de Valparaíso se negaba a entregar en los barrios donde desarrollaban su trabajo.
El Gobierno demócrata Cristiano de Eduardo Frei comienza a manifestar un tibio giro a la derecha frente a la arremetida de los sectores marxistas y su creciente ascendencia entre los trabajadores. La reflexión de muchas comunidades cristianas fue no quedarse al margen de los conflictos que se generaban a su alrededor. Poco a poco , la política se fue convirtiendo en parte de la reflexión pastoral y en no pocos casos provocó una compleja posición de los sacerdotes frente a su comunidad. Como es natural en los grupos humanos no todos los sacerdotes catalanes vivieron el proceso chileno de la misma forma. En un comienzo sus relaciones con la jerarquía eran óptimas y bastantes personales, al extremo que en un viaje del obispo de Valparaíso, Emilio Tagle Covarrubias, a Roma, esta hizo escala en Barcelona donde fue alojado en la casa de uno de los sacerdotes del intercambio; Francés Puig, al cabo de unos años la tensión se apodera del vínculo entre la jerarquía y los catalanes.

[1] Francesc Puig i Busquet. Entrevista realizada en Quilpué enero de 2007.
[2] Francesc Puig i Busquet. «Què m’ha passat? En la Fe, en la política, en l’amor» Editorial Mediterránea. Barcelona 2004.
[3] Francesc Puig i Busquet . Entrevista realizada en Quilpué enero de 2007
[4] Francesc Puig i Busquet. «Què m’ha passat? En la Fe, en la política, en l’amor» Editorial Mediterránea. Barcelona 2004.
[5] Marta Fernández. Entrevista realizada en noviembre de 2006 en Viña del Mar.

IGNASI EN FORESTAL ALTO

Ignasi Pujades Domingo, había sentido desde muy joven el llamado de Dios. Nacido en Barcelona en 1938, ingresó al seminario con una clara vocación misionera. Fue destinado al barrio de Forestal, que era uno de los más antiguos de Viña del Mar De composición fundamentalmente obrera, debido a su cercanía con importantes industrias en la ciudad desde la última década del siglo XIX, contaba con aproximadamente 30.000 habitantes a la llegada del padre Ignasi. Su lugar de llegada fue la Iglesia de Fátima, construida en piedra y enclavada a los pies del cerro. Debido al acelerado poblamiento, esta se situaba cada vez más lejos de las comunidades que se instalaban en los altos del barrio. Pujades sintió de inmediato que su lugar estaba en los sectores más populares de la localidad, alejado de las actividades de la liturgia y la ceremonia, y más cercano con su misión de mensajero de Jesús entre los más pobres:

«…De quedarnos definitivamente en la Parroquia de Fátima, nuestra actividad habría sido la de administrar sacramentos a la inmensa comunidad católica tenía la costumbre de no olvidar ninguno: bautizo, confirmación, comunión, matrimonio, extremaunción, funeral…-; y desde el punto de vista apostólico, habríamos tenido que imitar los modelos europeos e implantar el mayor número posible la juventud obrera católica-, porque era nuestra misión y nuestra esperanza evangelizar el resto de la clase obrera…al cabo de ocho meses, exactamente el día de Santa Lucía, el 13 de diciembre de 1963, subimos a Forestal Alto, donde arrendamos media caseta de material ligero con una sola habitación, pero con un terreno exterior, donde podíamos lavar, cocinar y satisfacer el resto de nuestras necesidades…»[1]

En el barrio de Forestal Ignasi Pujada vive en un pequeño cuarto construido en el sector del paradero 6 del barrio. Su trabajo consiste en preparar a la iglesia a los desafíos que se viven en las nuevas localidades de carácter popular constituidos por trabajadores de las industrias cercanas como la Compañía Refinadora de Azúcar, Textil Viña, Tricolor, SIMSA y otras. Los mayores logros de su estadía extendida durante 9 años, fue la constitución de la capilla «Jesús de Nazareth» en la población «El Esfuerzo» y «San José Obrero» en el sector de «Las Torres». En dichos lugares Pujadas vivió la transformación urbana del sector con un fuerte proceso de autoconstrucción, que además permitió el crecimiento de las aspiraciones de su comunidad por una mejor calidad de vida.

El proceso de concientización fue generalizado entre la década de los 50 y 60 en todo Chile. Ante la movilización popular, la organización de los trabajadores y el crecimiento de los partidos de izquierda, una gran parte del país, constituido por obreros, estudiantes y algunos sectores de las capas medias, vivió en un permanente proceso de lucha por instalar en el país estándares ideológicos que interpretarán la necesidad de mayor igualdad y oportunidades para los ciudadanos.

Los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende Gossens promovieron e impulsaron importantes cambios sociales y económicos, que lejos de calmar las ansias del pueblo, confirmaron el deseo de que el «socialismo» fuera una alternativa de real progreso y justicia para Chile.

En ese proceso Pujadas vivió su propia transformación. Sus comunidades le pedían y exigían mayor protagonismo en su calidad de pastor. A sus iniciativas sociales, se incorporan importante grupo de vecinos y vecinas que en muchos casos no pertenecían a sus comunidades y que se encontraban vinculadas a movimientos socialistas y de izquierda.

Desde su llegada a Forestal Alto, Pujadas, había tenido como objetivo pastoral la constitución de comunidades cristianas donde se viviera la palabra de Jesús a través de sus acciones. En ese contexto el sabía que el trabajo con la juventud era fundamental para el desarrollo de una nueva conciencia cristiana; una que tiene como misión principal establecer más y mejores condiciones de vida, con menos desigualdades y con mayores oportunidades para los mas desposeídos. Su trabajo partió organizando actividades novedosas, de alta participación comunitaria y de impacto social:

«… la acción católica estaba haciendo furor, llegó el Padre Ignacio, y el padre Pepe, empezaron a hacer el Vía Crucis, donde era muy bonito. Primero se preparaban sus 15 días, siempre haciéndolo en la calle Blanca Vergara.
(El recorrido) lo hacían del Paradero 8 al 6, asistía bastante gente porque era bonito como lo hacían antes… el que hacía de Jesucristo era Juan… lo hacía muy bien…. iba vestido como Jesucristo, y llevaba la cruz y no sé como aguantaba este niño lo amarraban, pero hacía frío en la noche y él así y se mantenía, como lo encontraron tan bonito… lo hicieron en el Teatro Municipal y se llenó ese teatro…»[2]

El vía crucis organizado por la comunidad, y asesorado por los sacerdotes catalanes, era de una concepción metodológica nueva, donde la comunidad en su conjunto vive la palabra y las enseñanzas de Cristo desde una dimensión profética distinta, en que el sacerdote es uno más de la comunidad y acompaña desde su formación a una comunidad a encontrar su destino como pueblo de Dios. En ese marco, la experiencia de vivir las fiestas cristianas con alegría, dieron un sello de legitimidad a la acción pastoral de los nuevos sacerdotes avecindados en el barrio:

«…lo más divertido es que cuando hicimos la pasión los buscamos a todos… faltaba Jesús yo andaba con el padre Ignacio buscándole… y me dejaron metido y tuve que hacerlo. Partimos haciendo la semana de la junta de vecinos, población El Esfuerzo, Las Palmeras… después íbamos al… último paradero y arriba en las Torres… hasta ahí no más había población.- Era pura tierra…yo iba de Cristo….. después íbamos más arriba… con palmeras, caminaba… andaba… El cura nos esperaba allá arriba y tomábamos vino… y decía hasta aquí no más llegamos… y yo andaba con túnica.
Al año siguiente estuve en el Teatro Municipal. El Obispo Emilio Tagle Covarrubias llegó a la función no quería irse si nunca había visto algo así… Es que todas las tardes lo ensayábamos, en la Avda. Blanca Vergara, paseábamos al caballero…»[3]

Formar a las nuevas generaciones bajo las nuevos preceptos cristianos elaboradas a partir de las orientaciones del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín se convertirían en el eje central de su trabajo. Ignasi y Joseph diseñan una estrategia para insertarse en el barrio. Lo hacen desde la experiencia comunitaria de una localidad en crecimiento, con precariedades, pero con una identidad obrera que le permite alcanzar de manera plena la mística para surgir desde su pobreza material:

«…Con mi compañero Joseph Ribera nos dividimos el trabajo en la comunidad: él se dedicaría preferentemente al mundo adulto y a las juntas de vecinos, había veintidós federadas en una entidad jurídica superior, y yo me dedicaría sobre todo al mundo de la juventud. Así nacería el primer centro juvenil de Forestal Alto, que reunió a más de un centenar de jóvenes, con una media de asistencia de treinta o cuarenta a las reuniones. Este no era una institución confesional sino cultural, que tenía directiva propia y que en poco tiempo se convertiría en columna vertebral de una buena parte del movimiento juvenil del barrio. Tanto fue así que surgió la idea de construir una Casa de la Juventud con el aporte técnico de instituciones chilenas y la contribución financiera de entidades catalanas…»[4]

Nacen bajo su alero tres importantes organizaciones de jóvenes a mediados de la década de los 60: El grupo Juvenil de Forestal, el Grupo Scout Cruz del Sur en el sector alto de las poblaciones «El Esfuerzo» y «Buenos Amigos» y «Luz del Alba» en la Parroquia de Fátima. Pujadas era un entusiasta del movimiento Scout. Veía en este tipo de organizaciones un espacio ideal para la formación cristiana de los jóvenes, en un ideario de trabajo solidario de toma de conciencia, además de vivir una formación con una clara vinculación con la naturaleza y el medio ambiente:

«…La primera vez que vi a Ignacio Pujadas fue en el año 1963. Tendrían unos pocos meses en el país estos jóvenes sacerdotes catalanes, y los conocimos al calor de un campamento organizado por la federación de Scout Católicos en Punta de Tralca en la Provincia de San Antonio, era un entusiasta de este movimiento y conocía la experiencia de su desarrollo en Europa…» [5]

Durante su permanencia en Forestal Alto, Pujadas comprometió mucho de su tiempo a la formación de los Jóvenes Scout. A tanto llegó su interés que no trepidó en promover a uno de los suyos como Presidente de la Federación a nivel local:

«… Durante 1969, Ignasi trabajó codo a codo con nosotros para ganar la elección de la Federación Scout de Viña del Mar. Esta vez la organización no solo se identificó con los Scout Católicos sino con todos los otros grupos. Había una suerte de tensión con los demás Scout de la comuna, esto se daba por una influencia fuerte de la masonería que rechazaba toda orientación religiosa y católica en el Scoutísmo, pero por sobre todo la de una orientación religiosa con tendencias de izquierda como la que tenían nuestros grupos…»[6]

Al poco tiempo, los propios scout católicos se vieron aislados debido a su conducta rupturista y promotora de cambio social, lo que lleva a muchos de sus miembros a desertar del movimiento para involucrarse al trabajo político que iba ganando espacio en una gran cantidad de líderes juveniles de las organizaciones populares del sector de Forestal.

El trabajo sacerdotal de Pujadas se hacía en paralelo de sus inquietudes intelectuales para lo cual colaboraba con revistas católicas y con centros de enseñanzas, e iniciativas surgidas desde otras comunidades y donde acudía con entusiasmo para reflexionar sobre los desafíos de la Iglesia post Concilio Vaticano. Uno de los temas que debatía con más pasión eran las características de la nueva iglesia latinoamericana. Por ello durante 1967 escribió un artículo para una revista católica donde reflexionó sobre el sacerdocio y sus limitaciones haciendo una crítica intelectual a temas como sus posiciones políticas y el celibato entre otras. Ello no pasó desapercibido para la jerarquía que montó en cólera contra el joven sacerdote catalán:

«…Tanto el artículo como la campaña de difusión me provocaron dificultades insospechadas. Aprovechado un viaje relámpago a Barcelona, durante los meses de noviembre y diciembre del 67, para presentar el proyecto de la Casa de la Juventud, el obispo de Valparaíso va a rescindir unilateralmente mi contrato con la diócesis. A pesar de que antes de marchar me había despedido con toda cordialidad . El obispo Tagle era un hombre de cuerpo pequeño y nervioso, pero a la vez, profundamente apacible y acogedor. Tres días antes de volver a Chile recibí una carta suya y que yo interpreté como una felicitación de Navidad, en que comunicaba su decisión.

Absolutamente afligido y desesperado voy conversar con el otro protagonista del contrato, mi obispo de Barcelona Don Marcelo González Martín, el cual, a pesar de las pocas simpatías que tenía entre el clero catalán, se llevó conmigo con toda corrección y me dijo que podía volver a Valparaíso, con una carta suya de apoyo.

La cara de estupefacción que puso el obispo Tagle al verme llegar a su casa sólo es comparable a la que había puesta yo al leer su carta. El dilema del obispo era *irresoluble: no me podía facturar nuevamente en Barcelona y no tenía más remedio que mantenerme en su diócesis. Finalmente, después de meses de silencio, para muy dolorosos, el obispo Tagle sentenció que podía permanecer en la diócesis, pero con la condición de no escribir artículos, ni reunirme con sacerdotes, ni hacer ningún tipo actividad pública fuera de los límites de Forestal…»[7]

Para 1968 Pujades manifestaba públicamente su compromiso con las ideas de izquierda, compartía los fundamentos de quienes meses atrás se habían tomado la Catedral para formar «la Iglesia Joven», y además había participado en las manifestaciones de resistencia ante el conservadurismo del Obispo Tagle renunciado junto a otros 22 sacerdotes exigiendo un compromiso más vital de la Iglesia Católica para con su pueblo:

«…las comunidades populares de Valparaíso organizaron «La Iglesia del Pueblo» movimiento que dio soporte a los sacerdotes renunciados, y realizaron una gran manifestación frente al obispado de Valparaíso el 28 de agosto de 1968, – el mismo día que los tanques soviéticos entraron a Checoslovaquia -.
La manifestación estuvo presidida por una gran pancarta que proclamaba el por qué de nuestra acción: «Por una Iglesia pobre, sacerdotes junto al pueblo». Solo de Forestal Alto bajaron cerca de cuatro (buses) «Pegasos» repletos de gente… Entre la revuelta de santiago y la de Valparaíso existían objetivos comunes: Manifestar la necesidad de unir a los cristianos con las otras fuerzas de izquierda para así enfrentar al sistema imperante y crear una nueva sociedad…»[8]

Sobre la actividad política de Pujades y Ribera esta se hace en función de las necesidades de sus comunidades y no de los partidos políticos. La relación que se establece en Forestal Alto entre la Iglesia Católica y los Partidos de izquierda es excepcional. Dejando siempre un halo de misterio frente a la actividad militante de los catalanes:

«…No podría decir si la transformación de Pujadas tenía origen en su formación sacerdotal, o se generó de manera espontánea en la etapa histórica que vivió en nuestra ciudad, lo que si podría decir que para inicios de 1970, Ignasi estaba vinculado con el movimiento político MAPU, si era de manera orgánica o por simple simpatía, no tiene importancia debido al fuerte compromiso que él tenía con los protagonistas de la revolución chilena en marcha».[9]

Para 1970 y 1971 las estructuras partidarias del MAPU se habían establecido en las organizaciones juveniles de forestal y la actividad política se hacía sin temores por parte de los movimientos políticos de la Unidad Popular. Pujades era identificado más allá de los límites del barrio como uno de los sacerdotes revolucionarios, y sus vínculos con los sectores marxistas, era públicos y aceptados.
A fines de la década de los 60, Joseph Ribera, uno de los cinco sacerdotes catalanes, regresa a Barcelona para hacerse cargo del programa del Agermanament, en su reemplazo llega Joan Miró quien se establece con Pujades en Forestal y se convierte en su colaborador..

«…Con respecto a mí, la convivencia diaria en Forestal Alto me hacía patente una realidad que no la habían enseñado en el seminario. Constataba que, en muchos casos, «los comunistas» de la vecindad, los reales de «carne y hueso», eran justamente los pobladores más dados y preocupados por el barrio, los verdaderos «hombres de buena voluntad». Observaba también, que pese al gran número de vecinos que daban apoyo a la candidatura de Salvador Allende, no por eso dejaban de proclamar ser católicos ni de continuar pidiendo los sacramentos de la Iglesia: Bautizos, casamientos, funerales, etc…»[10]

A tanto llegó su actividad en la región que incluso fue invitado a formar parte en la mesa directiva de «Cristianos por el Socialismo», movimiento surgido a partir de la «iglesia Joven de Santiago y de la firma de 80 religiosos y religiosas de un documento que propiciaba el compromiso de el mundo cristianos con la izquierda chilena. En esa calidad forma parte de la organización de una reunión con Fidel Castro que había sido profusamente difundida por los medios de prensa durante 1971. Esa experiencia lo marcaría profundamente. Realiza meses después un viaje a la Habana, donde observa por sus propios ojos La experiencia de la Revolución Cubana, lo que radicaliza aún más sus posiciones dentro de la Iglesia.

A su regreso Pujadas promueve la creación de una comunidad Cristiana Revolucionaria, denominada «Néstor Paz» en homenaje a un revolucionario Latinoamericano. Esta nace el 17 de Octubre de 1971 en Forestal Alto, y tenía como objetivo vivir la fe en Cristo desde el seno de la revolución. Para participar de esta comunidad se pedía el compromiso expreso de ser cristiano y ser revolucionario.
Esta comunidad declara estar abierta a los cristianos comprometidos con el socialismo y manifiesta su voluntad de participar en la revolución chilena de manera más activa re construyendo un nuevo orden social, tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Entre el año 1971 y 1972 da un paso decisivo en su vocación cristiana y revolucionaria, siguiendo el ejemplo de otros sacerdotes de esta nueva iglesia como Pierre Depuy, Darío Marcotti y Michael Woodward, decide no solamente entregarse como cristiano al apoyo del mundo obrero, sino que además quiere vivir como uno más, por lo que empieza a trabajar en la industria CIMSA, fábrica traspasada al área social que construía módulos de madera para la construcción de casas y que se ubicaba en el sector de El Salto. Diariamente Pujadas vive el mundo del trabajo. Convive con los trabajadores y sigue como sacerdote impulsando los cambios sociales que le tienen comprometido.

«…Trabajo en CIMSA, una industria de casas pre-fabricadas que pertenece al área mixta, el Estado posee el 52% de las acciones y el resto sus antiguos dueños. Se tiene la perspectiva de adquirir la totalidad de las acciones para así conseguir mayores y mejores puestos de trabajos.
A esta decisión han contribuido otros factores, como el deseo de desarrollarme a través de un sueldo propio, y la necesidad de salir algunas horas del barrio porque me estaba poniendo mal la cantidad de tensiones y temía por mi equilibrio psíquico.
Hasta el momento la experiencia es positiva. Pensaba que me costaría más adaptarme. El trabajo manual relaja los nervios y he establecido una buena relación con los demás trabajadores, no he tenido ninguna dificultad para que me acepten como parte de su comunidad. Puedo decir que siento una nueva y verdadera realización cristiano personal Muy parecido a la que sentí ocho años atrás, cuando comencé en vivir al barrio como un poblador más…»[11]

La actividad sacerdotal y política de Pujadas traspasa las fronteras del barrio causando impacto entre los grupos de izquierda en la región. El cineasta Aldo Francia conoce la experiencia comunitaria de la capilla «Jesús de Nazareth» y se inspira e ella para el rodaje de su película «Ya no basta con rezar» del año 1971. Fue tanto el entusiasmo de Pujadas y de su comunidad, que varias escenas de la película son filmadas tanto en la pequeña capilla como en la vivienda del Sacerdote Catalán.

«Volví a Chile e ingresé a un grupo de estudios que trataba de conciliar el cristianismo con el marxismo. Éramos varios, algunos cristianos inclusive algunos sacerdotes; otros comunistas, y yo que desde hacía varios años me definía como cristianos marxista. Allí conocí algunas experiencias sacerdotales, tales como la del párroco de Forestal Ignacio Pujadas; y el del Cerro Cordillera Darío Marcotti… Asistí numerosas veces a la misa de la capillita de Forestal Alto, fabricada con el esfuerzo del curita llegado de España. Vi el fervor de la gente, tan diferente a aquella de las iglesias tradicionales. En realidad, sentía que allí estaban los cristianos; y no entre los que van a misa como si fuera una fiesta social y que realizan obras benéficas para acumular puntos, destinados a asegurarse la entrada a las puertas de cielo…»[12]

La presión de la jerarquía no se hizo esperar y se amonesta en reiteradas oportunidades a Pujadas por sus actividades y posiciones políticas. Se llegó a ejercer una suerte de espionaje por parte de enviados del obispo que interrogaba a los jóvenes de las comunidades sobre las actividades y la vida personal del sacerdote.

La actividad permanente de Pujados de compromiso político y social no pudo ser tolerada más por las autoridades de la jerarquía quién lo destituye como párroco del sector a fines de 1972. Este aprovecha la situación y regresa por unos meses a Barcelona con fin de descansar, buscar algunos recursos y poder regresar a Chile a continuar con el proceso de profundización revolucionaria.

[1] Ignasi Pujades Domingo. «Vida , comiat i mort de Joan Alsina» Editorial Proa. Barcelona 2001.
[2] Honorio Bazaes. Entrevista citada en el libro «La Memoria de los Barrios» de Andrés Brignardello y Héctor Santibáñez. Editorial Taller. Viña del Mar 2000.
[3] Juan Patterson. Entrevistado en el libro «La Memoria de los Barrios» Andrés Brignardello y Héctor Santibáñez. Editorial Taller. Viña del Mar 2000.
[4] Ignasi Pujades Domingo. «Vida , comiat i mort de Joan Alsina» Editorial Proa. Barcelona 2001.
[5] Carlos Fernández Ramírez. Entrevista realizada en enero de 2007 en Viña del Mar
[6] Carlos Fernández Ramírez. Entrevista realizada en enero de 2007 en Viña del Mar
[7] Ignasi Pujades Domingo. «Vida , comiat i mort de Joan Alsina» Editorial Proa. Barcelona 2001.
[8] Ibíd.
[9] Carlos Fernández Ramírez. Entrevista realizada por el autor en enero de 2007 en Viña del Mar
[10] Ignasi Pujades Domingo. Opus Cit.
[11] Ignasi Pujades Opus Cit
[12] Aldo Francia Boido. Nuevo Cine Latinoamericano en Viña del Mar. CESOC Ediciones 1990.

EL CURA PANCHO
Francesc Puig, el cura «Pancho» como le llamaban los vecinos y amigos, nace en Barcelona en 1937 y con 26 años llegó a instalarse en un rancho de la población Las Rosas en el alto de Quilpué. Llegó acompañado de Joan Sanmartí, otro miembro del grupo que se instaló en el sector de población Valencia. La primera impresión de «Pancho» fue la notoria diferencia social que vivía la ciudad. El llano era dominado por la torre de su iglesia principal, y por casas de la clase media pudiente que llegaban incluso a ser pequeñas parcelas, muy alejadas estas de la vida de los pobladores en los sectores altos, donde los servicios básicos no llegaban, ni agua, ni luz, ni trasporte público y con calles de tierra, polvorientas en veranos y convertidas en barrial durante los inviernos.

«… era muy claro el plan y los cerros. Cuando llegué a Las Rosas este era un barrio casi , casi «callampa» y la población el Esfuerzo estaba naciendo , eran todos obreros de Carozzi. Lo que teníamos claro al llegar es que no veníamos a trabajar en una Parroquia como la Del Rosario(Parroquia Principal de Quilpué) , nosotros queríamos trabajar en barrios populares , con gente popular , con gente obrera, y sub-obrera porque muchos eran cesantes y otros vivían de «pololos» , de trabajos esporádicos, por lo tanto la parroquia Del Rosario nosotros la veíamos como una iglesia , que no era nuestra iglesia, una iglesia de lujo , de gente más adinerada , con mucha liturgia, con mucho culto , pero muy poco profética , que llega muy poco a los problemas reales de la comunidad, la familia , el alcohol y de la pobreza real de la gente…» [1]

Los catalanes de Quilpué iniciaron una metodología de exploración durante las primeras semanas. Lo primero que hicieron fue salir a recorres los barrios, a conocer y conversar con la gente, no les interesaba tener Capilla, porque celebraban la misa y las ceremonias en las casa u otros espacios abiertos, de improviso y de manera muy sencilla.

» lo que nosotros queríamos eran comunidades vivas de hombres y mujeres, que compartieran, que fueran solidarios, que afrontaran los problemas del barrio, por eso lo primero fue ponernos en contacto con Juntas de Vecinos, con Clubes Juveniles, Clubes deportivos, y encontrar al poblador real , con sus problemas reales y ser uno más…»[2]

En la ciudad de Quilpué, la actividad pastoral de Franscesc Puig lo ubica en una posición de enfrentamiento con los grupos sociales acomodados. Desde su trabajo como Gerente de la Cooperativa de Ahorro y Crédito «El Esfuerzo» organización creada para apoyar el emprendimiento de los más pobres, y con su apoyo permanente ante el drama de la cesantía de los obreros de la industria Carozzi, Puig se gana la confianza del mundo obrero y poblacional de Quilpue y también el descrédito de los sectores acomodados y medios donde se le tacha de activista y de no respetar sus hábitos religiosos.

A fines de los años 60, luego de un tiempo importante de trabajo en Quilpué, y siempre en vinculación con parte de sus compañeros catalanes, empieza a participar de las acciones de quienes exigen mayor participación de los católicos en los procesos políticos nacionales. Renuncia junto a 23 sacerdotes a las responsabilidades diocesanas en respuesta al conservadurismo del obispo Tagle y entra en coordinación con los sacerdotes chilenos y extranjeros de Valparaíso que responden a la nueva teología de la liberación expresada en la provincia a través de la «Iglesia del Pueblo». La comuna de Quilpué tiene una importante presencia de sectores medios , de sectores navales y militares , pero al a la vez de una gruesa capa obrera , donde «Pancho» recibe el fin del gobierno de Eduardo Frei con temor ante el avance de los sectores de la izquierda chilena.

» …por aquellos años a mi me asustaba el marxismo, yo había sido educado , pese a que la iglesia de Barcelona era muy progresista, en que el marxismo y el comunismo era como algo diabólico. Pero claro, las cosas se fueron radicalizando, las cosas se fueron poniendo al final del periodo de Frei y cuando se dan las elecciones y ese periodo entre el triunfo de Allende y cuando Allende es confirmado por el parlamento, hubo unos meses que fueron de una intensidad brutal , entonces llega un momento en que uno dice: – aquí no hay grises , hay blanco y negro, hay derechas e izquierdas – , a uno le gustaría siempre encontrar los matices entre la derecha y la izquierda , en esa época yo buscaba alternativas así, hasta cierto punto tenía miedo de la Unidad Popular, pero ese miedo no me impidió optar, y opté por la izquierda…»[3]

Los hechos que marcaron en la localidad de Quilpué la identidad de «Pancho» respecto a sus posiciones políticas e ideológicas, se dieron a partir de algunas situaciones que envolvieron a muchos obreros y trabajadores que participaban de sus comunidades cristianas o que vivían en los barrios donde le correspondía su sacerdocio. Un momento decisivo fue la gran huelga de la empresa Carozzi , donde «Pancho» no trepida en tomar partido por los trabajadores asistiéndolos en los aspectos espirituales y humanos, trabajando en sus ollas comunes e intercediendo ante los ejecutivos y gerentes en busca de justicia laboral para sus feligreses. Es allí donde la comunidad de Quilpué reconoce su labor política y se da cuenta que abraza las nuevas ideas dentro de la iglesia. Se gana la admiración de la izquierda y el odio de los sectores medios y acomodados.

«… la población El Esfuerzo eran todos «carozzinos» , porque fue una cooperativa a partir de obreros de Carozzi. En la población Peyronet vivían bastantes «carozzinos» , un poco más abajo había una población llamada población Carozzi, era propiedad de la fábrica y estaban en arriendo a los obreros que allí laboraban. Después se construyó la población Enrique Vieggan que eran todos «carozzinos» . ¿Que quiero decir con esto? Que en mi parroquia , la de las rosas, el 70 % eran carozzinos , por lo tanto mi compromiso con la gente que yo compartía la vida y era su amigo iba a comer a sus casas , personas que me confiaban sus problemas y que trataba yo de colaborar y de preparar a los niños en sus Clubes Juveniles venían de familias donde sus padres trabajaban en dicha empresa. Entonces un problema de Carozzi era mi problema, y no era mi problema personal , era un problema de la comunidad cristiana , por lo tanto no se trataba de decir misas, y de decir : «Dios Míos resuelve el problema de Carozzi» – sino que junto con eso había que estar codo a codo con ellos. Entonces desde el primer día de la huelga estuve a su lado, y como lo que pedían era justo, mi deber como sacerdote y como cristiano era defender la justicia y estar la do de los que estaban por la justicia…» [4]

No se puede decir, que por aquellos años, estos sacerdotes catalanes estuvieran influenciados por la teología de la liberación, idea pastoral y doctrinaria que recién empezaba por aquella época a tornarse el centro de acción de los católicos por la revolución. La actitud de los catalanes tenía su base en su formación sacerdotal progresista, en una desigualdad social muy marcada en el Chile de los años 60 y en un alza al movimiento popular.

[1] Francesc Puig i Busquet. Entrevista realizada en Quilpué por e autor en enero de 2007.
[2] Francesc Puig i Busquet. «Què m’ha passat? En la Fe, en la política, en l’amor» Editorial Mediterránea. Barcelona 2004.
[3] Francesc Puig i Busquet. Entrevista en Quilpué enero de 2007.
[4] Francesc Puig i Busquet. Entrevista en Quilpué enero de 2007.

JOAN CASAÑAS Y LA UNIVERSIDAD COMPROMETIDA

Durante 1970 el país se convulsiona con la victoria de Salvador Allende y el conglomerado de partidos conocidos como la Unidad Popular. En Valparaíso desde hace ya un tiempo esta era una victoria anunciada. La presencia de regidores y parlamentarios comunistas y socialistas, había permitido el fortalecimiento de una base social expectante y militante amplia y combativa.

Desde algunos sectores institucionales, que habían sido reducto de los sectores conservadores en Valparaíso, se establecían acciones que promovían la unidad del progresismo de la época y en especial el de los sectores cristianos católicos proclives al socialismo. Una de estas instituciones fue la Universidad Católica de Valparaíso, cuya principal autoridad, el Gran Canciller, era el obispo de Valparaíso, don Emilio Tagle Covarrubias. Un movimiento estudiantil, apoyado por el profesorado impuso una ola de reformas que permitió la apertura social y cultural de la Universidad. Pese a los esfuerzos de don Emilio Tagle por impedir el avance de los sectores más progresistas, la santa sede aceptó entre 1967 y 1968 una nueva universidad, más abierta y más libre respecto de ser pensamiento y misión.

El Catalán Joan Casañas había nacido el 27 de julio de 1936 en Sabadell provincia de Barcelona. Había llegado el año 1963 en el equipo de catalanes destinado a la provincia de Valparaíso y fue destinado inicialmente a la comuna de Quilpué donde se había vinculado a los sacerdotes de los «Padres Franceses» que tenían un convento en el sector de Los Perales cerca de Colliguay. Más tarde, y con la llegada de Francesc Puig a la ciudad, fue destinado como profesor de teología a la Universidad Católica de Valparaíso:

«…Más o menos a los 6 meses en la UCV faltaba un profesor de Cultura Religiosa. Dado que yo tenía el título de licenciado en teología -entonces era título escaso- se decidió que viniera de Barcelona Pancho, que ya se estaba preparando también para ir a Chile, con una cierta celeridad, para suplirme en Quilpué y yo pasé a ser profesor del Departamento de Cultura Religiosa de la UCV y asesor en la Asociación de Universitarios Católicos…»[1]

A mediados de la década de los 60 se realizaron importantes encuentros intelectuales sobre» Marxismo y Cristianismo» la Universidad Católica de Valparaíso quien fue pionera en estas iniciativas lo que permitió el avance del movimiento de cristianos de izquierda incluso en zonas alejadas de la provincia debido a la influencia universitaria.

Cuando se produce la constitución del MAPU, partido marxista -cristiano, la Universidad Católica de Valparaíso vive un importante cisma , casi la totalidad de la Juventud Demócrata Cristiana de esta casa de estudios ingresa a este nuevo partido otorgando un espacio de gran prestigio para el desarrollo de las ideas de izquierda en la ciudad.

Gran parte de los procesos políticos de inicios de la década del 70 se iniciaron en la Universidad Católica que establece vínculos con el mundo obrero de gran fuerza como las recordadas escuelas de verano para trabajadores y la formación del CESCLA programa de formación universitaria para obreros en diferentes áreas.

Es ahí donde Casañas en su acompañamiento al mundo estudiantil vive su proceso de radicalización política:

«…Digamos que allí empezó, muy lentamente – casi me avergüenzo de mi conservadurismo, cuadratura y poca audacia de entonces – mi «maduración» social y política hacia la izquierda. Supongo que fue el aspecto de atención a la clase obrera y a las clases populares en general, que ya llevaba desde Barcelona e iba creciendo, el que me hizo poner atención a todo lo que era política en favor de los más aplastados por un capitalismo que en sus esquemas básicos no cedía ni un ápice, incluso con el gobierno de la DC. Etc., etc., fui cambiando, y gracias a algunas personas muy determinadas, mujeres algunas, y, dando un gran salto en esta «narración», recuerdo muy bien que estoy en la gimnasio de la UCV, cuando ya la UP llevaba tiempo en el poder, cuando ya se presentía algo raro y un poco trágico, hablando en una gran asamblea de alumnos, profesores y más, aclarando que no hablaba como director del Instituto de Teología -había subido de «grado» el anterior Departamento de Cultura Religiosa – sino a título estrictamente personal, y definiéndome claramente por la U.P, dando la motivación de estar del lado de los más maltratados por los sociedad. Allí quedé claramente «marcado» y en las listas que después del golpe sirvieron para buscar gente…»[2]

A poco andar, y junto a la Constitución de Cristianos por el Socialismo, se produce el paso fundamental de estos tres catalanes en Chile, donde funden su rol y su fe, en una nueva interpretación del evangelio. La Iglesia de la liberación se constituye en Valparaíso, con el esfuerzo y el entusiasmo de los jóvenes sacerdotes de Cataluña.

Sacerdotes catalanes en una misa conmemorativa. El primero a la derecha es José «Pepo» Gutiérrez, sacerdote progresista de Valparaíso.
Para 1971, los tres sacerdotes catalanes no solo habían participado en la fundación de «Cristianos por el Socialismo» sino que habían manifestado en forma pública su compromiso con los cambios revolucionarios en la conocida «Declaración de los 80», donde un grupo de 80 sacerdotes y religiosos adherían al ideario de la construcción del socialismo en el país. Ignasi Pujadas había sido elegido para participar en el secretariado nacional de «Cristianos por el Socialismo» y los tres , Pujadas , Puig y Casañas desde esa posición, habían participado del encuentro con el líder cubano Comandante Fidel Castro.

La polarización y la violencia se toman Chile por asalto. La violenta oposición no trepida en boicotear al gobierno y enlodar a sus líderes y militantes. El odio empieza a reinar en Chile.
Durante las protestas organizadas por la derecha y la Democracia Cristiana, Casañas hace pública una respuesta a través de los medios de comunicación como sacerdote y miembro de la comunidad universitaria ante la ola de jornadas de «caceroleos» convocada en Viña del Mar y Valparaíso por parte de grupos de mujeres de sectores acomodados ante la escasez de mercaderías en las tiendas y negocios de la ciudad:

«…Ollas que siempre han estado llenas y que nunca les habíamos oído sonar a favor de los que hacen años pasan hambre, ahora levantan sus ruidosa voz porque se les quita algo de los estaban acostumbrados a tener.
Los otros, los verdaderos pobres, los que desde hace años comen carne muy de vez en cuando, los que pasan días enteros con pan y té, familias que viven con sueldos bajísimos y con la amenaza constante de la cesantía, los que nada han perdido y algo esperan ganar con él régimen actual, éstos, nadie gritaba por ellos ni en favor de ellos el sábado y el domingo en avenida San Martín y en otras calles de Viña. El clamor de los realmente oprimidos queda ahogado por la inquietud de los que bastante tienen y no quieren renunciar a nada.
Así, el problema actual de Chile queda muy desenfocado; ya no se sabe quien es el que realmente sufre y merece atención en nuestro país; los pobres de veras tienen que seguir escuchando los problemas de los ricos…»[3]

[1] Joan Casañas i Hurí. Carta escrita al autor en enero de 2007.
[2] Ibíd.
[3] Declaración Pública de las Comunidades Cristianas Universitarias. Firman los sacerdotes Joan Casañas , «Pepo» Gutiérrez y Rodolfo Valenzuela citado por Ignasi Pujadas en en «Vida , Comiat i Mort de Joan Alsina. Editorial Proa , Barcelona 2001.

FIN DE LA VIDA CHILENA
La vida chilena de los catalanes había iniciado su proceso final a mediados de 1972. Hacía ya cerca de cuatro años de la partida de Joseph Ribera a Barcelona para hacerse cargo del programa del «Agermanament». Este había sido sustituido por Francesc Miró también catalán y por otro sacerdote de Zaragoza, el padre Nicolás en Forestal Alto.
Ignasi en tanto, en su calidad de miembro del secretariado de Cristianos por el Socialismo recibe una invitación del gobierno cubano para visitar la isla y observar de primera fuente la revolución. Solicita permiso en la industria donde labora como obrero y recibe un encargo por parte de ella para conocer experiencias similares en la construcción de paneles para casa pre-fabricadas. Sin embargo la invitación trae consigo una consecuencia más dura. El Obispo Emilio Tagle Covarrubias exige su dimisión y renuncia irrevocable a la comunidad cristiana de Forestal Alto, con la excusa de haber aceptado el viaje a Cuba sin autorización de la jerarquía y por diferencias irreconciliables con el Obispado por la forma de ejercer la actividad pastoral en su jurisdicción:

«…Don Emilio me llamó ayer sábado, a las 12 del mediodía, y me comunicó que estaba despedido de la diócesis de manera irrevocable .Hacía seis días que había llamado a otro capellán, el valenciano Antonio Llidó, y le había dicho la misma cosa. Él le inquirió: «Y si no me voy?» «suspensión a divinis, y si continúas ejerciendo, excomunión». Yo, pues, no voy necesitar preguntarle nada, porque ya conozco la respuesta.

Al llegar al barrio fui a comunicarlo a la comunidad de Cristianos Revolucionarios quienes se cuadraron conmigo como un solo hombre – y a los dirigentes de la comunidad tradicional- que también se cuadraron conmigo sin excepciones.
No pude resolver el dilema de irme del país o ser suspendido del ministerio. Podría haber una nueva movilización del pueblo para tratar de revocar la decisión del obispo; pero ahora no confío tanto en la victoria, como el año 1968.

«Las cosas han cambiado mucho a nivel de adhesión del pueblo de Forestal. A causa de mi opción por el socialismo, las masas democristianas preferirán que me marche. Sin embargo, como novedad, los que me apoyarán lo harán de una manera más madura que el 1968: por fidelidad a los principios, hoy mucho más concientes. Tendría una nueva base, los trabajadores de CIMSA, que me apoyarán-supongo- de forma incondicional. Y tal vez los cristianos de izquierda que participan en partidos políticos, al ver que la acción del obispo es limpiamente política…»

Luego del viaje a Cuba, y después de nueve años compartiendo la vida en las barriadas de Forestal Alto de Viña del Mar, Ignasi Pujades Domingo, el cura obrero toma vuelo a Barcelona el 20 de mayo de 1972 con la esperanza de un pronto retorno luego de pasada las vacaciones catalanes y en espera de una reconsideración del obispado ante una solicitud de reposición en su cargo. El Golpe de Estado se encargará de dar una respuesta a su solicitud. Pujades no volvió a Chile hasta 1990, al regreso de la democracia su primer encuentro fue con los jóvenes de Forestal Alto, luego de más de 18 años de separación.

Joan Casañas por su parte debe enfrentar las grandes movilizaciones que los estudiantes gremialistas realizan en la Universidad Católica de Valparaíso y que produce muchos trastornos a la vida académica. Incluso la casa de estudios fue violentamente tomada en varias ocasiones por parte de jóvenes vinculados al grupo de ultraderecha «Patria y Libertad». Decide entonces en el contexto de violencia generalizada y convulsión social, hacer un viaje a España por motivos personales y de gestión laboral para el Instituto de Teología de la Universidad, Además busca un poco de descanso para recuperar fuerzas y regresar a su labor académica y pastoral:

«…en julio de 1973 vine a mi tierra porque tocaba ya el fin de mi segundo período de 5 años en Chile, porque mi mamá estaba ya muy viejita, porque había que buscar becas, ayudas, explicar lo que pasaba,… La idea era regresar a los 6 meses, afrontando la prohibición que había formulado claramente el obispo E. Tagle. Volvería, y junto con un buen grupo de laicos, laicas, sacerdotes y alguna religiosa, plantaríamos cara a Don Emilio y yo me quedaré en Chile y en Valparaíso por mi cuenta. Tenía ya un lugar de profesor en la UCV ganado por méritos propios y de allí no podría echarme. A los dos meses, Pinochet le dio la tarea hecha a Don Emilio…»

Casañas no pudo regresar más a Chile, desde Barcelona donde aún vive como sacerdote sigue vinculado a organizaciones de cooperación y de Derechos Humanos para el tercer mundo.

El caso de Francesc Puig fui distinto a los anteriores. Se encontraba en Chile para el golpe militar y sufrió las consecuencias de su actividad pastoral y política. Durante los días posteriores al «golpe» trabajó protegiendo y escondiendo a dirigentes políticos y sociales de Quilpué y Villa Alemana. Gestionó la colaboración de su embajada para con otros españoles en problemas hasta que fue detenido por la policía de investigaciones y entregado a las fuerzas navales el día 5 de octubre de 1973.

Puig recibe todo el tratamiento militar sin importar su investidura. Fue golpeado, torturado con electricidad, con simulacros de fusilamiento, tortura psicológica, arrestado sin comida y con interrogatorios extenuantes que le impedían dormir. Pasó por la Base Aeronaval de El Belloto, la Academia de Guerra Naval y finalmente el Barco particular «Lebu» donde permaneció largas semanas.

«…sentí una sensación de mucha fortaleza interior mientras recibía las patadas, los golpes de culata, los insultos…y mientras me autoprotegía físicamente, interiormente me sentía fuerte. Durante los interrogatorios, pasados los cinco o diez primeros minutos, me entraba mucha fuerza y experimentaba una sensación de absurdo, ya que mi vida durante los diez años en Quilpué había sido muy pública y conocida por todos los de las barriadas, de tal manera que, en diferentes momentos, recuerdo expresamente que vinieron a la memoria , del Evangelio, aquellas palabras de Jesús cuando era interrogado por Anás y Caifás : «yo he hablado al mundo abiertamente…nunca he dicho nada a escondidas, ¿Porqué me preguntáis a mí? Preguntad a los que escuchaban lo que yo decía; ellos saben que cosas he dicho» (Juan 18,20-21), y también aquellas otras delante del Sanedrín y de Pilatos, al ver el absurdo de las acusaciones:» Pero Jesús callaba» (Mateo 26,63 y 27, 12-13) A repetidas preguntas absurdas como las referentes a las armas, no podía sentir más que pena por la miseria moral de unos hombres obsesionados por acusarme sin ningún fundamento. Entonces yo callaba…»

Francesc Puig fue dejado en libertad por gestiones del Obispo quien encomendó a su Vicario Jorge Bosagna negociar con la armada su libertad bajo el compromiso que abandonaría de inmediato el país. Bosagna, hombre vinculado a la derecha, está comprometido con la muerte de Miguel Woodward y se sospecha que pudo haber participado de algunos interrogatorios a los sacerdotes detenidos que se identificaban con la teología de la Liberación.
Emilio Tagle fue un incondicional de la dictadura, su compromiso se establece desde el silencio frente a los vejámenes sufridos por sus sacerdotes detenidos torturados, asesinados, desaparecidos y humillados por una propaganda destinada a desprestigiar su trabajo con los más pobres.

El día 27 de octubre de 1973 el cura «Pancho», el sacerdote comprometido con los trabajadores y pobladores de Quilpué, abandona Chile con destino a Barcelona después de una dura experiencia represiva consecuencia de su vocación misionera y liberadora.

Años después abandonaría el sacerdocio y terminaría sus estudios de medicina para ejercer en su natal Barcelona. Su corazón nunca abandonó Chile y menos Quilpué. Vinculado a la ONG Liga de los Derechos de los Pueblos, fundada por Ribera y Pujadas en 1977, financió y colaboró en varios proyectos sociales durante la dictadura en la provincia de Valparaíso. Ha vuelto a Quilpué en varias ocasiones durante los últimos 15 años.

Joan Sanmartí ejerció el sacerdocio en Chile hasta unos meses después del golpe militar. Si bien compartía la concepción doctrinaria y metodológica de sus compañeros, no se involucro en política debido a su temperamento y falta de interés. Trabajó duramente en los sectores poblacionales de Valencia y Pompeya en Quilpué. En la actualidad vive en Sabadell, Barcelona, ejerciendo el sacerdocio.

Joseph Ribera, dirige en la actualidad el CIDOB, uno de los centros de investigación más importantes de Barcelona. Abandonó el sacerdocio durante la década de los 70 y se ha destacado en temas vinculados a la cooperación con el tercer mundo. A fines del año 2006 fue distinguido por el ayuntamiento de Barcelona como hijo ilustre debido a su infatigable labor por la justicia y la democracia en el mundo.

Pujades abandonó el sacerdocio en 1975. Su vida está en la actualidad dedicada a la literatura, escribió en 1975 el libro «Joan Alsina: Con Chile en el Corazón» que obtuvo el premio Aedos en la Feria del libro de Barcelona en 1976. Obtuvo luego una licenciatura en filología catalana y ha escrito entre otros trabajos: «La recerca secreta de Joseph. Mercader. Vida d’un Jove català que va afrontar el repte de la sida» en 1992 y en 1999 el primer volumen de la biografía del poeta catalán Miquel Martí i Pol.
Regresó por única vez a Chile el año 1990. El reencuentro con sus comunidades fue altamente emotivo. Después de 18 años de distancia obligada, Forestal Alto, lo recibió como uno de los suyos.

La experiencia de casi 10 años de trabajo pastoral en las comunidades pobres de Valparaíso por parte de los catalanes del Agermanament permanece sutilmente oculta en la memoria de nuestras ciudades.
La iglesia apenas permite que la experiencia comunitaria de la década de 1963 -1973 en Valparaíso se releve como una historia de conflictos y aciertos. Sin embargo enraizados en la memoria de las poblaciones se encuentran aquellos años de trabajo incansable de las comunidades por buscar su destino, de solucionar sus precariedades materiales y de establecer condiciones mínimas y dignas de vida.
En una atmósfera cargada de ansias de cambio, los catalanes conocieron en el rostro de sus pobladores, a Jesús, el carpintero y obrero de Nazareth, y siguieron a su pueblo cristiano sin importar las restricciones que impusieran quienes ven a la Iglesia solamente como el lugar de las limosnas y la liturgia.

Lideraron una época de transformaciones culturales en un país lanzado a conquistar la justicia social, donde parte de la iglesia católica se comprometió con el sueño de una revolución que aún representa el intento más serio por construir un país para todos.

En una carta fechada en 1974, luego de un año del Golpe Militar, Ignasi Pujades desde Barcelona realiza una cruda reflexión que puede quizá resumir el sentimiento ante el desastroso final de la experiencia sacerdotal de los jóvenes catalanes:

«… la catástrofe de Chile significó para mí- como me imagino, para miles de militantes de todo el mundo- un choque brutal; mucho más que un golpe de estado- hay tantos cada día… fue la derrota de una cierta concepción del hombre, de un empuje de la humanidad hacia delante, de un acceso al socialismo, a una sociedad nueva, que nos comprometió a todos hasta los más profundo de nuestro ser.
Nueve años en Chile no pasan en vano y el inmenso cariño que vosotros, los chilenos, supisteis suscitar en mí, me llevó a modelarme por entero en función de algo muy grande hacia delante y de una manera muy concreta de conseguirlo. Todo eso, que es muy difícil, precisamente porque está debajo de los comportamientos concretos, se vino al suelo el 11 de septiembre de 1973.
La crisis fue tremenda; una amargura en relación al hombre, un desengaño en relación a la humanidad, que ha durado todo el año. Se puede decir que he trabajado más maquinalmente que por convicción profunda, solamente por inercia, como cuando se corta la cola a una lagartija, y ésta sigue moviéndose-retorciéndose-durante un largo rato gracias a los reflejos.
Algo así me ha ocurrido a mí, aunque movido por una convicción ciega, que no por ciega deja de ser convicción…»

Bibliografía

• Ignasi Pujades Domingo. «Vida , comiat i mort de Joan Alsina» Editorial Proa. Barcelona 2001.

• Francesc Puig i Busquet. «Què m’ha passat? En la Fe, en la política, en l’amor» Editorial Mediterránea. Barcelona 2004.

• Julio Pinto, Mario Amoros y otros autores. «Cuando Hicimos Historia» Editorial LOM Santiago 2003.

• Andrés Brignardello y Héctor Santibáñez. «La Memoria de los Barrios: Historias Locales de Viña del Mar contadas por Adultos Mayores» Editorial Taller 2000.

• Aldo Francia Boido. Nuevo Cine Latinoamericano en Viña del Mar. CESOC Ediciones 1990.

• José Aldunate, Roberto Bolton y otros autores. «Crónicas de una Iglesia Liberadora» Editorial LOM 2000.

• Rodolfo Urbina Burgos y Raúl Buono Cuore. » Un espíritu un identidad: Pontificia Universidad Católica de Valparaíso: desde su fundación hasta la Reforma 1928 – 1973″ Ediciones Universitarias de Valparaíso 2004.