Traducido del francés para Rebelión por Guillermo F. Parodi, revisado por Juan Vivanco
En un artículo publicado el 10 de agosto de 2007 por la revista Semana, Juan Manuel Santos, el ministro colombiano de Defensa, reconoció que Bogotá había reclutado discretamente a ex funcionarios del ejército israelí para entrenar a las fuerzas de policía locales en la acciones de contrainsurgencia con el fin de luchar contra el guerrilla de los FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). La guerrilla de izquierda afirma tener pruebas de que mercenarios israelíes participan en las operaciones militares contra ella, junto con el ejército colombiano. El caso Yair Klein, arrestado la semana pasada en Rusia, muestra de manera bien clara la implicación israelí en las exacciones y ataques a los derechos humanos en Centroamérica – con la complicidad tácita de los gobiernos de la zona – como lo explica la revista Semana de Bogotá.
El equipo de asesores – formado por tres ex generales, un suboficial, un oficial argentino-israelí y tres intérpretes – fue reclutado con un contrato de 10 millones de dólares, por el ministro colombiano de Defensa.
El ministro Santos tomó contacto el año pasado con el ex ministro de Defensa israelí Shlomo Ben Ami para negociar el contrato.
Los consejeros israelíes – especializados en el entrenamiento para sacar información -, se integraron con el dispositivo denominado «Lancero», basado a Tolemaida, al Norte de Bogotá. «Lancero» es un programa de formación a lucha antiinsurgente establecido por el Gobierno colombiano, en estrecha colaboración con el ejército de EE UU y, en particular, con los instructores de la «Escuela de Américas», un centro controvertido de entrenamiento antiguerrilla ubicado en Fuerte Benning, Georgia ( EE UU), implicado en numerosos casos de atentados contra los derechos humanos en Sudamérica.
Los mercenarios israelíes son especialistas en el interrogatorio de presos y en la obtención de información de los ex guerrilleros; antes este trabajo lo hacían algunos funcionarios sin formación especial. Los israelíes aportaron su experiencia en «técnicas de interrogatorio especial» (por no decir tortura) con el fin de «optimizar el flujo de información de inteligencia obtenida mediante los interrogatorios».
Numerosos expertos critican el contrato, incluso en el ejército colombiano. Colombia colabora ya estrechamente con los EE UU y Gran Bretaña en cuanto a seguridad y obtención de información. Para Laude Fernández, experto colombiano en seguridad nacional: «hubiese sido mejor escoger a los británicos para esta clase de entrenamiento, tienen uno de los mejores sistemas de información del mundo pero, sobre todo, ofrecen más garantías en cuanto a respeto de los derechos humanos que los israelíes» (entrevista en Semana, 04/08/2007).
Pero para el viceministro de Defensa, Sergio Jaramillo, la asistencia israelí es preciosa: «Son como psicoanalistas para nosotros: nos plantean temas en los cuales no habríamos pensado, nos ayudan a ver los problemas que no habíamos percibido hasta ahora» (Ynet News – 10/08/2007).
LAS ZONAS OSCURAS DE LA ASISTENCIA MILITAR ISRAELÍ EN COLOMBIA
Desde 2005, Israel es el primer proveedor de armamento de Colombia, principalmente de equipamiento destinado a luchar contra las FARC y el ELN (Ejercito de Liberación Nacional), otro grupo guerrillero de izquierda. Israel proporciona armas ligeras, aviones espías teleguiados, sistemas de vigilancia y comunicaciones así como bombas especiales que permiten destruir plantaciones de coca.
Ironías de la historia, el ejército colombiano choca a veces con los grupos paramilitares de extrema derecha y con milicianos de los carteles de droga formados, al final de los años ochenta, por unidades mercenarias israelíes. Uno de los jefes de estas unidades mercenarias, Yair Klein, fue detenido la semana pasada en Rusia por la Interpol, que lo buscaba desde abril (Columbia Herald, abril de 2007).
La detención de Yair Klein muestra sin ambages la implicación escabrosa de Israel en la sangrienta guerra civil que asola a Colombia. En 1987, con un apoyo financiero del Gobierno de la época, dirigido por el presidente Virgilio Barco Vargas, las milicias paramilitares de extrema derecha de Colombia habían reclutado el antiguo coronel de reserva Yair Klein y a los mercenarios de su sociedad de seguridad «Hod He’ hanitin» (Spearhead Ltd.) para ayudarlos en la lucha contra la guerrilla marxista.
A raíz de las numerosas violaciones de los derechos humanos cometidas por sus hombres, Colombia había emitido una orden de detención internacional contra Klein. El 27 de agosto pasado, Klein fue detenido e interrogado en Rusia cuando se disponía a embarcarse para Tel-Aviv con un pasaporte falso. Su sociedad, Spearhead Ltd. es muy activa en Rusia. Deberían ser extraditado a Colombia donde, en particular, tendrá que ser juzgado por haber formado y equipado en 1990 un grupo terrorista puesto a las órdenes de los carteles de la droga y por haber asistido a milicias paramilitares locales que cometieron atrocidades contra civiles.
Para el vicepresidente colombiano Francisco Santos «está claro que queremos que nos entreguen a Klein para que pueda pudrirse en prisión como castigo por todo el mal que ha hecho a nuestro país», informa la prensa colombiana.
En 1987, el ministro colombiano de Justicia, José Manuel Arias Carrizosa, se había hecho cargo de la presidencia de la Asociación de los Productores de Plátano (AUGURA), miembro de Uniban, la principal sociedad de exportación bananera de Colombia, directamente vinculada a los grandes grupos de cultivo frutícola de los Estados Unidos. Los productores de plátano buscaban un medio de luchar contra la guerrilla marxista que les robaba y atacaba las grandes plantaciones.
Carrizosa se puso en contacto con el teniente coronel Yitzhak «Mariot» Shoshani, que le aconsejó reclutar a Klein, ex paracaidista y comando que había dejado al ejército en 1985 para fundar una sociedad de mercenarios. Shoshani era un viejo conocido del ejército colombiano, directivo de la sociedad ISREX que proporciona a Colombia tecnología militar desde hace años.
Durante los dos años siguientes, Klein y sus hombres entrenaron milicias paramilitares de extrema derecha para los grandes latifundistas. Estas milicias, que iban a formar más tarde la base del guerrilla de extrema derecha AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) fueron responsables, a partir de su creación, de numerosas exacciones y violaciones de los derechos humanos.
Las AUC evolucionaron rápidamente, pasando de milicia de protección de hacendados ricos a ser una banda armada implicada en el narcotráfico. Algunos miembros del gobierno, las fuerzas armadas y la policía aportaron su apoyo, y poco a poco Klein pasó a trabajar también para los traficantes de drogas, que en ese momento libraban una guerra de posiciones por el control de ciertas zonas de producción.
LOS ESTADOS UNIDOS ESTÁN «PERTURBADOS «, PERO NO DICEN NADA …
Klein distaba mucho de ser un caso aislado. Israel era y es un socio importante de Colombia. En abril de 1988, Israel había comprado dos millones de toneladas de carbón colombiano a cambio de la compra por la Colombia de 14 aviones de combate israelíes Kfir por un importe de 60 millones de dólares.
En los Estados Unidos era mal vista la transformación de las milicias de autodefensa «antimarxistas» de los terratenientes en paramilitares de las AUC y su participación creciente en el tráfico de drogas, que terminó por colmar la paciencia de Washington, tanto más porque las AUC no se privaban de disparar contra los agentes de la DEA estadounidense destacados en el lugar.
Pero, mientras numerosos líderes de las AUC eran reclamados por los Estados Unidos por el delito de tráfico de drogas o por graves violaciones de los derechos humanos, los altos mandos de las milicias de extrema derecha se beneficiaban, al igual que sus homólogos salvadoreños y nicaragüenses, de una impunidad casi total en Florida o Texas, donde tenían sus segundas residencias.
A semejanza de la AUC, los contactos regulares de Klein con los carteles de la droga lo hicieron evolucionar de consejero estratégico al servicio de un gobierno a jefe de una banda de malhechores criminales. En 1988 el ministerio colombiano de Justicia afirma que es uno de los cuatro israelíes contratados por el cabecilla del narcotráfico Gonzalo «EL Mexicano» Rodríguez Gacha. El cual fue abatido en un intercambio de fuego con el ejército colombiano en 1999.
«El Mexicano» tenía la reputación de ser uno de los más violentos barones de la droga en Medellín, ciudad considerada campeona de la violencia. Una de sus técnicas preferidas se llamaba «método Moshe Dayan» y él afirmaba haberla aprendido de un comando israelí: consiste en insertar bajo el párpado del preso una pequeña astilla de sílex afilado. El dolor es insoportable y el preso se vuelve loco antes de que su ojo se desgarre.
De acuerdo con un informe del ejército colombiano, Rodríguez había reclutado en diciembre de 1987 a mercenarios israelíes, pero también a antiguos miembros de las fuerzas especiales británicas (Special Air Services) para dirigir sus tropas. Klein reconoció ante un tribunal israelí haber formado las tropas de Rodríguez en Puerto Bocayá en 1988. Cuando el ejército registró la casa de Rodríguez, se encontró con 200 fusiles ametralladores israelíes que formaban parte de una entrega de armas oficial del gobierno israelí. Numerosos documentos encontrados en la incursión certifican también de la acción de Klein como instructor de «sicarios».
Tras la muerte de Rodríguez, Klein pasó al servicio de otro famoso barón de la droga, Pablo Emilio Escobar Gaviria, jefe del cartel de Medellín, eliminado por la policía en 1993. En 1990 Klein fue detenido y llevado ante un tribunal israelí por exportación ilegal de armas y suministro de tecnología militar a los grupos terroristas colombianos. Fue condenado a un año de prisión y 13.400 dólares de multa. Tuvieron que pasar ocho años para que el nuevo Gobierno colombiano emitiera una orden de detención contra él, por haber formado a los grupos paramilitares ilegales.
La implicación criminal israelí en Colombia no cesó con la salida a Klein, pues en mayo de 2000 la policía colombiana detuvo a dos israelíes que intentaban vender clandestinamente más de 50.000 armas de distinto tipo a la guerrilla.
Al salir de prisión, Klein aprovechó sus buenos contactos con los antiguos funcionarios rodesianos y de Sudáfrica para ir «a trabajar» a Sierra Leona. En 1999 fue arrestado por el ejército por proporcionar armas a los rebeldes de Johnny Koroma y a los liberianos de Charles Taylor, dos jefes de guerra conocidos por su violencia sádica y las exacciones cometidas contra la población.
Liberado al cabo de 16 meses de prisión, Klein se refugió en Israel, que se negó a reconocer la orden de detención colombiana. Tuvo incluso el descaro de conceder una entrevista en televisión en la que dijo que había trabajado para el gobierno colombiano de la época, que no había hecho ningún daño y que estaba dispuesto a volver a Colombia para ayudar a formar las fuerzas de seguridad del país en su lucha contra los FARC.
Hay que señalar que, en su periplo, Klein estuvo varias veces en Londres y en los Estados Unidos, sin que nunca la policía británica o estadounidense lo inquietase, pese a una orden de captura contra él de la Interpol.
Recién esta semana, tras recibir un télex de Colombia, las autoridades rusas apresaron a Yair Klein y a otros dos israelíes, Melnik Ferro y Tzedaka Abraham, por participación en una banda terrorista.
Fuente: libertesinternets – IES News Service, 4 de setiembre de 2007.
Guillermo F. Parodi y Juan Vivanco pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.