La situación chilena como la de otros países de Latinoamérica, da cuenta de procesos de crisis, que amenazan y aumentan el costo y los riesgos de la estabilidad y la gobernabilidad.La sustentabilidad del sistema muestra su debilidad extrema, pero al mismo tiempo, los grupos de interés y las estructuras partidarias, dejan ver que siguen siendo […]
La situación chilena como la de otros países de Latinoamérica, da cuenta de procesos de crisis, que amenazan y aumentan el costo y los riesgos de la estabilidad y la gobernabilidad.
La sustentabilidad del sistema muestra su debilidad extrema, pero al mismo tiempo, los grupos de interés y las estructuras partidarias, dejan ver que siguen siendo los referentes principales.
Sus medios de comunicación y la ausencia de organizaciones intermedias organizadas y democratizadas, permiten que los descontentos se expresen, se manifiesten, pero aún el pueblo, la gente, no experimenta, al menos en el caso chileno, un darse cuenta colectivo, que les permita mirarse y ver su propio poder, que en definitiva es la alternativa de generar nuevas realidades.
La realización de movilizaciones y la organización de los Foros Sociales, pese a su importancia, no han logrado la forma de comunicarse con la comunidad, y persiste la idea de que todo movimiento es inútil, que el poder es de ellos.
Ese es el objetivo más importante del control de los medios de comunicación, haber logrado que las mayorías no se unan en la convicción común de que el sistema se desmorona por sus propias fallas y que sigan viendo a las dirigencias actuales como a sus referentes.
Si aquello es así, lo más simple es perseverar en la paciencia, hacer una «espera activa» y dejar que sea el propio sistema y sus actores los que hagan el trabajo de las termitas, que socialmente se advierte por la creciente corrupción; hasta que su edificio de derrumbe desde adentro.
La importancia de las movilizaciones y los Foros Sociales no ve entonces en lo inmediato, tampoco hay en ellas la fuerza suficiente para reemplazar el sistema, pero tiene todo el valor de facilitar la construcción de conciencia y crear las condiciones para ejercer en plenitud sus deberes, responsbilidades y poderes, habiendo aprendido la lección de no delegarlos más.
Esa visión de una ciudadanía esclarecida, comprometida y solidaria, es, debe y puede ser fruto de las experiencias de los Foros y los movimientos sociales actualmente en curso.
Cuando los tiempos de la especulación, de la explotación de los recursos naturales y de las personas, de la acumulación sin razón ni sentido, de tanto poder y riqueza terminen, es deseable que la participación y organización ciudadana, con una democracia desde la base, sea lo que venga después de esto.