No se trata de la bella canción de Victor Jara, sino del equívoco llamado de un personaje ínfimo. Desde la región del Maule Piñera convocó a los jueces a actuar con rigor y dedicación en defensa del derecho de los ciudadanos a vivir en paz. Con ello reafirmó de un modo algo más sutil, la […]
No se trata de la bella canción de Victor Jara, sino del equívoco llamado de un personaje ínfimo. Desde la región del Maule Piñera convocó a los jueces a actuar con rigor y dedicación en defensa del derecho de los ciudadanos a vivir en paz. Con ello reafirmó de un modo algo más sutil, la grosera amenaza con la que poco antes su ministro de Justicia intentara chantajear a los jueces que no metan en prisión a quienes se movilizan en defensa de sus derechos. Al más puro estilo dictatorial.
El actual ocupante de La Moneda no reclamó el mismo rigor en los años 80 cuando la Corte Suprema de esa época le salvó de ir a prisión por los delitos de estafa y fraude por los que le procesó un juez del crimen en fallo ratificado por la Corte de Apelaciones de Santiago. No es precisamente un personaje idóneo para hablar de procesos penales.
Pero además ni el ministro ni el presidente, ni nadie del gobierno, ha alzado su voz hoy día para protestar por las bajas penas que los tribunales aplican a los criminales violadores de derechos humanos durante la dictadura. Ni abren la boca cuando ahora, en el curso de los 1300 procesos en curso abiertos por la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, la AFEP, se les concede de inmediato la libertad provisional a los asesinos de uniforme. ¿O pretenderá este gobierno que es más peligroso para la sociedad un estudiante que un torturador ?
Somos críticos de determinadas actuaciones del Poder Judicial pero hoy, frente a la burda presión de la Derecha, rechazamos enérgicamente este nuevo ataque a la ya tan cuestionada independencia de ese poder del Estado.
La atmósfera política se torna irrespirable. El violento desalojo de los jóvenes desde las tribunas de la Cámara de Diputados, las amenazas a los dirigentes estudiantiles, la convocatoria a emplear tropas especiales cuando ocurrió la protesta en el Senado y la aplicación de leyes represivas por parte de los nostálgicos de la dictadura no son hechos aislados. Total el impresentable Decreto 890 de Pinochet del año 75, cuando no había poder legislativo, pero hoy vestido de «ley de seguridad», ya fue usado por los gobiernos de la Concertación.
No son los estudiantes ni los trabajadores los que impiden el derecho a vivir en paz. Es el sistema y sus adalides. Son las provocaciones montadas al más puro estilo de policías secretas de otros países, la complicidad de aparatos de inteligencia, policías, lumpen, delincuentes, infiltrados y desviados políticos. Son los grandes empresarios cavernarios, cuyo Dios verdadero es el lucro y que no están dispuestos a ceder frente a la exigencia nacional de educación pública, laica, gratuita y de calidad. Los que se oponen al cambio son los que no nos dejan vivir en paz. En su poema «El Barco» de «Navegaciones y Regresos» en 1959 Neruda advirtió con razón a los poderosos que le niegan todo al pueblo y les dijo » Si es una broma triste, decídanse señores a terminarla pronto, a hablar en serio ahora. Después el mar es duro y llueve sangre«.