Lo importante, por ahora, es comprender las razones que desataron el proceso inflacionario, y los milagrosos remedios que nos están dando los Bancos Centrales, remedios que resultarán peor que la enfermedad.
Si pregunto qué estudia o sabe un matemático, respondes: “¡Matemáticas!” Si pregunto de qué se ocupa un médico, la respuesta es: “De la salud de sus pacientes”. Si pregunto qué sabe o de qué se ocupa un economista… espero la respuesta.
En el origen, la cuestión central de lo que llamaron Economía Política tenía que ver con la distribución de la riqueza creada con el esfuerzo de todos. ¿Recuerdas haber leído o escuchado algo al respecto últimamente?
Un economista explica que los ‘factores de producción’, o sea trabajo y capital, deben ser remunerados en modo tal que producir sea atractivo y tenga algún sentido. Desde la abolición del trabajo esclavo existe la pugna que Marx llamó ‘lucha de clases’: los poseedores de uno y otro, trabajo y capital, intentan obtener la mejor remuneración posible.
Es fácil comprender que si la remuneración del capital aumenta, disminuye la remuneración del trabajo y viceversa. El ‘excedente’ que queda una vez pagadas las remuneraciones del trabajo y del capital, -excedente que también llaman lucro-, se suma a la remuneración del capital. ¿Tú conoces algún empresario que comparte el lucro con sus trabajadores?
Mejorar la ‘tasa de rentabilidad’ es la obsesión del capitalista. Aumentar su salario es la obsesión del trabajador. Mientras tanto, en función del estado de la demanda suben o bajan los precios de tal o cual producto: petróleo, cobre, anafres, etc. En fin, es lo que dice un economista…
En Rostov, por ejemplo, los precios de los billetes de avión para ir a Turquía se multiplicaron por diez cuando las tropas mercenarias de Evgueni Prigozhin -Wagner- se tomaron la ciudad. El costo de producción de tal servicio no había cambiado, pero la ‘demanda’, forzada por los oligarcas rusos, produjo el alza.
Shakespeare, en su obra Vida y muerte del rey Richard III, cuenta que, derrotado en la batalla de Bosworth (1485), Richard III, desesperado por huir y salvar su vida, pronunció la célebre frase: “Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo”. La inflación del precio de los caballos a la hora de los qu’iubos fue cosa mala…
Una subida generalizada de precios es un fenómeno llamado “inflación”, y conviene saber qué es lo que la provoca. De ese modo resulta más fácil atacar la inflación para reducirla o eliminarla. Hay quien pretende (Irving Fisher, Milton Friedman, los ‘monetaristas’) que la inflación proviene de un exceso de moneda en circulación. Dicho exceso genera un aumento de la demanda de bienes y servicios. Si no crece al mismo tiempo la producción de esos bienes y servicios, se produce la inflación.
Cuando los Bancos Centrales aumentan las tasas de interés lo hacen con el propósito de reducir la demanda de moneda, y por ende la inflación. Generalmente logran generar una caída de la actividad productiva, incluso una recesión y mayor desempleo… mientras la inflación sigue allí, bien, gracias.
En los años 1980 la masa monetaria creció más que la producción, y no hubo inflación. En los años 1990, creció al mismo ritmo que la producción, y hubo inflación. Cuando la crisis del 2008 los Bancos Centrales emitieron moneda en cantidades industriales, ¿recuerdas los Quantitative Easing?, y no hubo inflación. Las tasas de interés de los Bancos Centrales cayeron a cero, e incluso fueron negativas: ¡pagaban por pedir créditos!
El aumento de la masa monetaria no se traslada milagrosamente a los bolsillos del personal. Cuando los Bancos Centrales vivieron su diarrea monetaria a partir de la crisis del 2008, lo único que subió fue el precio de los activos financieros. Y en eso, el personal, no participa. ¿Te queda claro?
Suele suceder, es lo más frecuente, que los precios suban… excepto los precios del trabajo: los salarios se mantienen en su nivel y su ‘poder adquisitivo’ disminuye. No hace falta llamarse Marx para comprender que en ese caso baja la demanda… Sin embargo la ‘inflación’ continúa. ¿Porqué?
Hay quien asegura que la inflación es siempre la manifestación de conflictos de repartición de la riqueza generada con el esfuerzo de todos, o dicho de otro modo, que el propósito de la ‘inflación’ es reducir la remuneración del trabajo, aumentando la remuneración del capital. La gente es mala…
No escapará a tu sagacidad que cuando los Bancos Centrales aumentan las tasas de interés, el costo del alquiler del capital aumenta. Para reembolsar y obtener aun su cuota de lucro, el empresario debe obtener una tasa de rentabilidad mayor… y el único camino -ya lo vimos- consiste en reducir la remuneración del trabajo. O bien… en aumentar sus precios, lo que es más o menos lo mismo.
Conviene precisar que quienes miden la ‘inflación’ fuerzan un poquillo las estadísticas. Los titulares de la prensa francesa anunciaron hace unos días que la inflación anual había bajado a poco más del 4%. ¡Aleluyah! Pero, y este es un gran pero, omitieron señalar que la inflación de los productos alimenticios (que ocupa buena parte de los ingresos de los pringaos) había aumentado al 14%…
El índice de ‘inflación’ es un agregado en el que figuran elementos básicos (alquiler, comida, etc.) y artículos y servicios de lujo. Los precios que bajaron fueron estos últimos… ¿Capici? Si no compras un Porsche cada año, o no vas de vacaciones a Tahití, no te das cuenta de que la inflación se ha moderado. Un currante que vive y labora en Barcelona (justo un ejemplo), paga la mitad de su salario sólo en alquiler. El resto se va en lo sustancial: comida, transporte y dos o tres cosillas más.
John Maynard Keynes (1883 – 1946), célebre economista inglés, demostró que las teorías monetaristas son una chapuza. Los hechos le dieron la razón.
Hasta el día de hoy, con la inflación las familias modestas experimentan un efecto inesperado de la Relatividad einsteiniana: el tiempo se hace más largo y cuesta cada vez más llegar a fin de mes. Lo peor, -decía Coluche-, son los últimos 30 días…
Para resumir, con la inflación se produce lo que los economistas amaestrados llaman ‘la reconstitución de los márgenes de las empresas’, que obtienen un bocado más grande de la torta, achicando el bocado que le toca a los pringaos.
Los Bancos Centrales, que bien bailan, les llevan las de abajo: subir las tasas de interés, para combatir la inflación, produce como quedó dicho una recesión, ergo desempleo, y por vía de consecuencia un exceso de trabajo en el mercado del trabajo, lo que determina la llamada ‘moderación salarial’ o baja de los salarios, que contribuye a mejorar la remuneración del capital. ¿No es linda la economía?
En un trabajo realizado recientemente en Francia por un patriota llamado Philippe Askénazy (Paris Sciences Economiques, CEPREMAP, IZA), en el marco de jornadas organizadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INSEE), leemos lo que sigue:
“A priori, la repartición del valor agregado o la repartición primaria del ingreso parece una noción simple. Por un euro de riqueza creada, los trabajadores reciben A de remuneración y el resto, 1-A remunera a los capitalistas.”
A = Parte del trabajo = Remuneración del trabajo / Valor agregado
“En Francia, la repartición del valor agregado entre el capital y el trabajo está en el centro de polémicas recurrentes desde hace al menos 20 años. La baja de la parte del trabajo a mediados de los años 1980 da lugar a dos interpretaciones muy diferentes. De un lado, no sería sino un retorno a la ‘normalidad’ histórica e internacional que no requiere ninguna intervención particular. De otro lado esa baja traduciría una deformación durable que subrayaría un desequilibrio que pudiese reclamar un re-equilibrio en favor del trabajo y de la demanda (Timbeau, 2002) o sea un mal funcionamiento de las instituciones, en particular de la regulación del mercado del trabajo (Blanchard, 2005).”
El mismo trabajo de Askénazy subraya lo siguiente:“La cuestión de la repartición no se limita a Francia, el desmoronamiento de la parte del trabajo en los EEUU plantea igualmente la cuestión de un relance de la dinámica salarial en el seno mismo de la Administración Bush. ”Por piedad, y en mérito a mi tiempo y a la longitud de esta nota, no incluyo aquí datos de Chile. Lo que no es óbice u obstáculo para hacerlo más adelante. Lo importante, por ahora, es comprender las razones que desataron el proceso inflacionario, y los milagrosos remedios que nos están dando los Bancos Centrales, remedios que resultarán peor que la enfermedad. Una larga lista de renombrados economistas declaran alto y claro que aumentar las tasas de interés nos es la solución para la inflación, y solo se traducirá por una nueva recesión. ¡Sorpréndeme! |