Segunda parte de la intervención realizada el 15 de octubre de 2020 en el Centro Memorial Martin Luther King Jr. (Marianao, La Habana), en el marco de un análisis de coyuntura para la actualización estratégica de las proyecciones de trabajo de dicha Asociación y las redes que anima.
Para comentar lo interno, voy a usar la figura que estoy usando hace cierto tiempo en todos mis trabajos, que es una perspectiva sistémica.
La sociedad cubana es un sistema social, y dentro de él hay subsistemas: subsistema político, subsistema económico, subsistema civil, subsistema ideológico cultural y otros que se puedan identificar. La idea es que un tratamiento sistémico nos permite ver a estas dimensiones como totalidades, no solamente como pedacitos de medidas o de acontecimientos, sino como totalidades.
Hay una totalidad que es el sistema económico, una totalidad que es el sistema político, o lo político, etcétera. La perspectiva sistémica ayuda mucho a entender y ayuda mucho al análisis. Lo que voy a comentar en el marco de cada uno de esos subsistemas: el político, el económico, el civil, el ideológico cultural; son comentarios sobre una totalidad, la que no tengo ninguna pretensión de agotar. De cada una de estas cosas que voy a decir me he callado cien más y ustedes tienen otras cien, que a mí no se me ha ocurrido tener en cuenta. De manera que es, simplemente, una incitación a que retengamos esa visión sistémica porque tenemos que encontrar cuáles son todos los componentes del sistema, cómo está, cuál es la estructura de relaciones del sistema, cuál es la dinámica del sistema, etcétera, con todas las cosas que se dicen en la teoría de sistemas sobre un sistema.
Yo creo que nos ayuda un poco, y es una perspectiva que nos devuelve al marxismo. El marxismo es una visión de totalidad, también la teoría de sistemas es una visión de totalidad y es la visión de totalidad que preconizó siempre el marxismo.
Bueno, en esa perspectiva, lo primero que yo quisiera decir del escenario cubano es que, a pesar de los zigzags, los avances y retrocesos, los discursos que no cuajan, etcétera, lo más importante para mí —y para el centro Martin Luther King— es asumir que estamos en un escenario de reformas y que la primera potencialidad, como le suelen decir —se ha puesto de moda— «fortaleza» es que estamos en un escenario de reformas. Y, no solamente vamos a hacer un nuevo plan perspectivo, etcétera, sino que, a diferencia de 10 años atrás, nos vamos a colocar en un escenario de reformas, de cambios, de transformaciones, donde hay aspectos que se conservan, es decir, cambios y continuidades, para decirlo de una manera rápida, y esa es la primera perspectiva que tendríamos que asumir.
El país tendrá un escenario de reformas. Hay, por tanto, propuestas de reformas, unas en curso, otras prometidas, otras que se proponen —no están todavía en la agenda oficial—, hay sujetos y actores que están con las reformas y otros que no, y por tanto, son una traba, marcan el freno. Hay todas esas contradicciones que acompañan al proceso de reformas, y nosotros tenemos que poner, inevitablemente, una reforma sobre otra, proponiendo la nuestra, cobijando una u otra, acercándonos a unos actores más que a otros y asumir un discurso reformista también, porque parece ser, por suerte, que la Revolución está en esta etapa.
Entonces, ese es el primer problema. Ahora, la reforma que era, digamos, en esta conversación, aquí, yo mismo, en el 2010, cuando se hizo la primera discusión de los Lineamientos…, era una cosa abstracta, o estábamos discutiendo qué reforma, pero aunque podemos seguir discutiendo qué reforma, inclusive decir que las que se proponen son una mierda, o insuficientes, el hecho es que el proceso de reformas al que me estoy refiriendo transita bajo un conjunto de programas que ya están establecidos, consensuados, legitimados, etcétera.
Es decir, yo creo que lo políticamente saludable es, antes de inventar más y seguir discutiendo sobre las reformas que todavía no tienen consenso, centrarnos y ponernos bajo el paraguas de las reformas que ya tienen consenso y que, además, están legitimadas oficialmente. Eso es lo primero que yo quería decir. No tengo necesidad de recordar todos los documentos: los Lineamientos 1, 2; la Actualización; el Plan de desarrollo hasta el 2030, etcétera, porque están repartidas en todos esos documentos… una multitud de reformas… si aplican la mitad de lo que está prescrito, si aplican la mitad, estamos en otro país, y hay quien tiene que pensar qué hará en el otro país. Primero llegar a él y después qué hace.
Yo creo que esa es una cosa muy importante: asumir que estamos en un escenario de reformas, y ese escenario de reformas va a convivir con algo que dije antes, que es los niveles de normalización de las interrelaciones con los Estados Unidos.
Nosotros tenemos muchos problemas con el mundo y hasta con el vecino, pero nosotros tenemos un principal problema que se llama los Estados Unidos de Norteamérica, porque es el que tiene la capacidad de destruir a la Revolución, y con el que tenemos una contradicción fundamental que es de carácter geopolítico. Nos podemos poner de acuerdo, nos podemos normalizar y hasta podemos llegar hasta una serie de amoríos… pero, ellos serán siempre una gran potencia, ellos son el capitalismo, ellos son el imperio en este hemisferio, etcétera, y nosotros somos la piedra en el zapato… porque eso no tiene solución objetiva.
Nosotros podemos llegar a un nivel de acomodo, pero esto es importante que los cubanos lo retengamos porque, para decirlo de una manera poética, hubo muchas piernas flojas aquí durante el proceso de negociación del 2014, hubo mucha pierna floja. Entonces, hay que saber, no solamente tenemos anexionistas, sino también tenemos piernas flojas… tenemos muchos socialdemócratas: «al final el imperio no es tan malo, hay que resolver, eso es inevitable, hay que ser objetivos, hay que ser realistas…» y empieza a aparecer un discurso a nombre del «realismo» y aquí no hay nada realista y hay una cosa que es la nación cubana, que no tiene solución frente a Estados Unidos tal como la concebimos nosotros: independiente, soberana, que se autodetermina.
Esa nación, en los últimos 200 años no tiene solución frente a Estados Unidos, ni la tendrá. Bueno, ¿llega la revolución socialista a Estados Unidos? Ya veremos cómo es la cosa… Esto lo digo anticipándome a una de las cosas que tendré que decir cuando hable de lo ideológico cultural. Este es un gran telón de fondo del problema.
Además, el imperialismo no siempre se acerca a ti mordiéndote los calcañales… puede ser hermoso, puede ser bello, puede venir en colores y envuelto, viene con música… el imperialismo tiene dimensiones muy agradables, no todo es que te pisan los pies… tentadores, con una buena compañía.
Y, entonces, hechas estas advertencias, que estando en un escenario de reformas, los Estados Unidos harán una política… ¿cómo lo veo yo? Yo creo que una de las coincidencias sustanciales entre la política de Obama y la política de Trump, antes de hablar de las diferencias, es que las dos ven en este escenario de reformas, perciben el escenario de reformas como un proceso en la Revolución cubana que la puede hacer viable…
[Lo de ellos] es hacer una política para que nosotros nos autoextingamos o nos destruyamos; pero cuando estamos hablando de reformas, quiere decir que nosotros somos flexibles, que estamos en una nueva situación, nos estamos adecuando, estamos tratando de superar nuestras contradicciones. Entonces, nos podríamos hacer viables para Estados Unidos — que está lleno de think tanks que estudian esto que estamos diciendo mejor que nosotros — .
Ese proceso de reformas… ¡un socialismo que se reforma!, que ninguno lo ha hecho… [bueno, el chino, ustedes me dirán si esa es la reforma que podríamos asumir nosotros]. Es decir, ellos ven un peligro en el proceso de reformas en curso. Obama dijo: «bueno, el proceso de reformas va a permitir penetrar en la sociedad cubana como no hemos podido hacerlo hasta ahora, no los hemos podido vencer por la fuerza». Y Obama puede hacer esa política y declarar públicamente que hacen una política con los mismos objetivos, con otros medios, e inclusive decir que la política de ellos está orientada — tomen nota de esto por algo que voy a mencionar después — a los jóvenes, los negros, las mujeres y los cuentapropistas. Ellos han identificado ya sobre qué grupos sociales actuarían.
Llega Trump, unido a la derecha de Miami, como ya saben y dice: «no, no, no, si nosotros aceptamos esa política, aunque hagamos alguna ventaja, esto es para el siglo XXII y nosotros queremos resolver el problema cubano ya, porque Cuba es Venezuela, Venezuela es Cuba, América Latina»… y aparece una propuesta contraria, que es: hay que impedir las reformas, es decir, en una lectura de lo que parece salvaje, la lógica es impedir las reformas.
Yo creo que esta es una de las cosas que tendríamos que tener en cuenta. Y eso me permite, ahora, entrar a algunos comentarios por sistemas, de la sociedad cubana, al menos como yo lo veo.
Me voy a detener primero en lo que vamos a llamar un comentario sobre el sistema social. No voy a detenerme ahora en ningún subsistema, sino en el sistema social, las cosas que son de la estructura social, que la estudiamos poco porque (…) lo que producen [las ciencias sociales] lo engavetan, es clandestino, etcétera y algunas ciencias sociales, como las ciencias políticas son casi inexistentes.No me detengo en eso, que tiene que ver con lo que comentábamos. Si Gina [Georgina Alfonso] estuviera ahí le estaríamos tirando piedras a Gina, pero no iba a hacer nada Gina, sabemos que eso es política de Gobierno, política de Estado.
En lo societal está el primer problema, del cual hay muchos comentarios regados, porque lo que yo quiero presentar ahora de una manera central es el problema demográfico, el problema de la estructura demográfica del país, que tiene que ver con lo que nos pase de aquí al 2025, y peor, del 2025 en adelante: no crece la población cubana, crece la migración, las mujeres no quieren parir, o siguen pariendo, pero menos del 2,2 que necesitamos y, lo que es peor, envejece aceleradamente, tiene una estructura etaria como si fuéramos Alemania, pero no somos Alemania.
Todas las tendencias demográficas son desastrosas para la economía y la sociedad cubanas. Si estuviéramos en China estaríamos felices de tener tantos viejos, pero aquí «estorban» todos, y los que no estorban, es porque están en posiciones de poder, donde también estorban. Es un problema demográfico, pero entre los tantos problemas de las tendencias demográficas de aquí al 2025, el más grave es la disminución de la fuerza de trabajo.
El problema más grave que tenemos de las tendencias demográficas es la disminución relativa y absoluta de la fuerza de trabajo. Es decir, la fuerza de trabajo disminuye y disminuirá hasta el 2025 y después. ¿Qué quiere decir eso? ¿Cómo nosotros resolvemos ese problema?
¿Cómo lo resuelve el capitalismo? Con inmigración. Todos esos migrantes que están ahora ahogándose en el Mediterráneo, que no los quieren, estaban hasta el otro día trabajando en Europa: cinco millones de magrebíes en Francia, siete millones de turcos en Alemania, no tengo que decir que en Europa cuando entras en los campos de hortalizas todo eso es africano. Las aceitunas las recogen inmigrantes estacionales… en Europa, que tiene la tecnología para resolver una parte del problema con tecnología que nosotros no tenemos ni vamos a tener para ese plazo, para tú decir: «quita un tipo y pon una máquina en su lugar». Si tuviéramos la ciencia y la tecnología… no tenemos el capital para hacerlo.
Ahí hay un problema serio, que nos tendrá que volcar a dos tendencias que hoy no queremos. Yo me moriré y ustedes se acordarán de esta conversación. Una, es abrazar a la emigración cubana, que regrese, que vaya y venga, que sea un actor interno, primero económico y, si es económico, terminará siendo político. Dos, la inmigración caribeña, que ya nos sacó del aprieto en nuestra historia, como ustedes recordarán en los años veinte con la explotación azucarera, la inmigración haitiana. Sí, tenemos la otra solución que es la inmigración, pero, obviamente, es muy problemática. Todavía meterse en los cañaverales del norte de Camagüey y descubrir una aldea de haitianos, casi 100 años después da una idea de cómo es eso cuando metes una inmigración de otra cultura, cómo la integras, eso es muy, pero muy complicado, como todos sabemos, pero lo pongo ahí porque acuérdense que dijimos que íbamos a decir algunas cosas del escenario del 2025.
La otra cosa societal que quiero mencionar es la estructura ocupacional, las variaciones que va a tener la estructura ocupacional. Quiero recordar que hay un compromiso oficial declarado de que el empleo estatal, que llegó a ser el 95 por ciento del empleo en Cuba, está en el 75 por ciento y hay un compromiso del Estado de no emplear más del 60, es decir, ser el empleador de no más del 60 por ciento de la fuerza de trabajo del país.
Esto quiere decir que todavía se tiene que desprender de casi un millón más de trabajadores y que ese empleo, para ocuparlo, hay que crearlo en el sector privado: cuentapropistas, Pymes, economía familiar y cooperativas, todas las formas no estatales que ya están en el papel, pero como el mismo Marino Murillo ha reconocido en estos días, todo eso es un desastre, pero lo tenemos que ordenar, está decidido, es parte de la reformas ordenar eso, darle personalidad jurídica, convertirlos en agentes económicos normales del sistema económico, etcétera. Veremos cómo ordenan eso, pero lo concreto, para el punto que estoy tratando, es que hay que crear ese empleo en el sector, si queremos racionalizar al sector estatal.
La capacidad de crear empleo del Estado está bloqueada, porque el Estado… te lo voy a decir… en el año 2004 —fecha que a ti te interesa, porque tú [Joel Suárez] también estabas entusiasta con la Batalla de ideas— le dijeron a Fidel Castro: «tenemos un 12 por ciento de desempleo» y Fidel dijo «¿desempleo en el socialismo?»… te acuerdas de todo lo que apareció: los trabajadores sociales, los instructores de arte, el estudio-trabajo, etcétera. No te cuento todo eso de nuevo. Lo puso en menos del dos por ciento de desempleo, el lugar que menos desempleo tiene en el mundo. ¿Dónde está toda esa gente? En las plantillas de las empresas estatales o de los órganos presupuestados.
Cuando se tomó la decisión, a tanta insistencia probablemente de Raúl, no lo sé —eso transcurre en la caja negra— de que la experiencia de las Fuerzas Armadas pasara a ser adoptada en el sector civil bajo el término de Perfeccionamiento Empresarial… El perfeccionamiento empresarial lo primero que tenía era el ajuste de las plantillas, es decir, que para implementar el perfeccionamiento empresarial había que quitarse el superempleo de arriba, obviamente, el 25 por ciento que ya se quitaron. Les falta todavía un pedazo.
Mientras yo estoy escuchando a Marino Murillo hablando de la eficiencia y de la eficiencia de las fábricas y todo eso… la primera reacción de esos empresarios cuando sean autónomos —hasta ahora no, porque hasta ahora se lo dicen todo— pero cuando le digan: «tú decides…» será «No, no, aquí sobran 30, y aquí 40… y aquí 35 y allí…», y para eso, de pronto, inventarás subsidios de empleo, que es una cosa que no había mencionado, pero que van a tener que crear, y lo otro es que ¿quién crea el nuevo empleo? El empleo es, económicamente, una función de la inversión, ¿habrá inversión extranjera suficiente para expandir el empleo? ¿El sector privado nuestro crecerá a un ritmo que le permita crear el suficiente empleo? Y aunque eso sea así en grandes números, cuando tú te detienes a analizar el empleo que tú ofreces y termina siendo un empleo por ramas, sectores, oficios, etcétera… porque en la agricultura falta fuerza de trabajo, tú le puedes seguir ofreciendo a los 11 millones de cubanos que vayan a la agricultura que todos tienen trabajo… no va a ir nadie, porque el 18 por ciento de la población es lo único que queda en área rural en Cuba, es decir, que la ruralidad tiene miseria, atraso y… Palmas y Cañas. Por tanto, está claro cuál es la dinámica social aquí del empleo.
Lo que quiero señalar ahora es que tenemos una problemática de empleo que no será fácil resolver y no tengo claro cómo va a estar al nivel del 2025, pero creo que no estará resuelto y que esto dará lugar a un subsidio de empleo de considerable magnitud si queremos racionalizar la economía.
Naturalmente, como tú sabes, y como sabemos todos, esto pasa por luchas políticas, habrá sectores políticos que no quieren tijera blanda, o no quisieran, como no quiso Fidel Castro; y otros que sí, y otros «bueno, sí, pero hasta la mitad». Hay muchos cuentos prosaicos sobre eso. Ahí tenemos un problema de la sociedad en su conjunto, del sistema social.
Tenemos un problema también, que curiosamente no hablamos: nosotros somos marxistas nada más que para sacar la asignatura Marxismo-Leninismo, para más nada. Nunca nos preguntamos cómo evoluciona la estructura socioclasista de la sociedad cubana, aunque uno, rápidamente dice: «bueno, si hay propiedad privada y hay pequeñas y medianas empresas y hay empleadores, hay una pequeña burguesía, una mediana burguesía», incluso uno intuye que están creciendo, pero yo no quiero detenerme ahora en esa fenomenología, sino decir que la estructura socioclasista del país está evolucionando de una manera muy diferente a como la construyó el socialismo cubano hasta los años ochenta.
Hay dinámicas de estratificación que inciden en la cultura. Si la estructura socioclasista cambia, cambia la cultura de intereses y la estructura de estatus en la sociedad y, por tanto —cosa que a ustedes les interesa mucho— las valoraciones, los valores, las ideologías que están conexas con esos intereses.
Lo que quiero decir es que la estructura social se mueve a una mayor estratificación, diversidad, complejidad de intereses y dinámicas nuevas y diferentes a las que hemos conocido, con efectos políticos «X», en los que no me voy a detener ahora.
Pero, por ejemplo, voy a poner un ejemplo, ahora tenemos, visiblemente, una concentración del ingreso: hay una franja que tiene ingresos enormes comparados con el ingreso medio y el ingreso más pequeño. Esa franja va adquiriendo la capacidad de hacerse una vida, hacerse un país diferente, ellos se salen del socialismo, lo pueden comprar todo, comprar la salud pública, los servicios, los mejores productos, viajan, ellos se van creando un país que no es el socialismo cubano. Tienen esa capacidad, tienen la capacidad de corromper, y tienen una capacidad que se volverá política en algún momento. Estoy diciendo una cosa gruesa, pero para el 2025 vamos a ver expresiones políticas de eso.
Yo venía conversando con José Luis [Rodríguez] por el camino, me estaba explicando ahí su último trabajo, su investigación en curso, y le decía: «José Luis, de eso que tú estás estudiando, de los años sesenta, no te olvides que el centro, el núcleo duro de la política de la Revolución, de la estrategia de Fidel Castro y del Che Guevara y de todos los que nos creíamos aquello, era la igualdad, la igualación entre los cubanos». Nunca una igualdad total, porque eso no existe en la realidad, pero era una política de equidad muy fuerte y profunda, que minimizaba el patrón de desigualdad. Siempre hay desigualdades sociales, pero, minimizando el patrón de desigualdad. Es un factor.
Desde los noventa estamos transitando hacia un mayor patrón de desigualdad. Las políticas en curso, es decir, la dimensión económica de las reformas mueve hacia un mayor patrón de desigualdad a la sociedad cubana. Cuando lleguemos al 2025 tendremos una sociedad mucho más desigual que la que ahora tenemos, que la que hoy tenemos con coronavirus, entonces, si ustedes quieren, empiecen a sacar las implicaciones, pero esa es la tendencia.
Cuando yo hablo de este tema, a mí no me preocupa —a diferencia de otros compañeros, como José Luis, que está incluido en el igualitarismo y todo eso—, yo no tengo problemas con un mayor patrón de desigualdad porque reconozco que es una necesidad económica y tampoco es posible crear un mecanismo de incentivo económico sin algún grado de desigualdad. Eso lleva su discusión, no me detengo en eso.
Todos queremos la igualdad por su belleza, no se puede aspirar a más que la equidad. Siempre tendremos un patrón de desigualdad y estaremos discutiendo cuánta desigualdad, pero no es tan importante cuánta desigualdad como qué pasa con el término inferior de la desigualdad.
Yo siempre digo, o he dicho aquí en este salón: Usted tiene 1.000 cañas y yo tengo 500, Usted tiene más que yo, pero yo estoy bien; pero si Usted tiene 1.000 cañas y yo tengo siete, entonces sí hay un problema. El término inferior de la desigualdad está muy jodido.
Dicho eso, quiero decir, sin más comentarios, que en la estructura actual de la sociedad cubana hay un patrón de desigualdad cuyo término inferior contiene ya una considerable franja de pobreza.
Los estudios que se hicieron en los noventa en La Habana daban un 20 por ciento de pobreza, en La Habana, con los indicadores nuestros, podría calcularse para el país un por ciento no menor del 25, en los noventa. Ahora, el patrón de desigualdad, por ejemplo, la desigualdad del ingreso, que es lo que se puede medir con el índice limpio, era punto veinte en los ochenta, se puso en punto treinta y tantos en el Período especial, y está ahora en punto cuarenta y llegará en el 2025 a no menos de punto 45. Tú puedes decir, bueno, la desigualdad en América Latina es punto 70, punto 76… estamos lejos, pero estamos mucho más lejos del socialismo cubano que conocimos, y sobre gran parte del cual se ha construido el trabajo y el imaginario del [Centro] Luther King. Ustedes se han pasado todo el tiempo luchando por la igualdad, bueno, pues no luchen más por la igualdad, empiecen a luchar contra la pobreza.
A pesar de esto, como decía al principio, mi presentación es optimista (…) Si yo le digo al gobierno que tiene que hacer una política contra la pobreza, que no la hace. Tienen una concepción ya dejada atrás por las ciencias sociales de que son liberales; que va a progresar el país y va a haber un derrame, y en el derrame se van a beneficiar todos —cosa que está demostrada por las ciencias sociales que no ocurre—… tenemos cada vez más pobres. No hay política para la pobreza, es más, la palabra pobreza no aparece en un solo discurso oficial. No hay un funcionario cubano que se atreva a decir pobreza. Entonces, yo estoy aquí invitado para darle tareas posibles al [Centro] Luther King… No estoy en la pobreza de la Teología de la Liberación, no estoy en la pobreza espiritual, estoy en la pobreza concreta y material.
Hay que tener en cuenta las consecuencias de todo tipo de la pobreza para la sociedad. Por eso, yo he colocado el comentario en la sociedad, en el sistema social. Eso atañe a todo el sistema social.
Por último, quería mencionar [otro problema], porque es un problema que regresa y que, además, es una base del enemigo —y ha creado aquí muchas confusiones—. Es el problema racial, porque los negros y mulatos están sobrerrepresentados en esa franja de pobreza, están sobrerrepresentados en los peores indicadores: el menor ingreso, la pobreza, la falta de vivienda, los peores empleos, etcétera. Por tanto, hay tendencias objetivas para que el tema de la racialidad se nos vuelva un problema socialista a nosotros y una base al enemigo sobre la que está actuando con mucha energía.
Yo sé que en el [Centro] Luther King preferimos no hablar del problema racial, precisamente porque estamos contra eso, pero nos entra por la ventana, y tiene una dimensión ideológico cultural terrible. Por eso quiero mencionarlo como un problema del conjunto de la sociedad, porque es un tema transversal, que nos aparece en la economía, que nos aparece en la política, que nos aparece en la vida civil y en la esfera ideológico cultural cada vez con más fuerza, y sobre la cual los enemigos trabajan, y también los criollos trabajan. Los propios negros y mulatos sienten que tienen que reivindicar su situación de desventaja, y no está mal, yo estoy porque todos los grupos defiendan sus intereses. Eso de que hay un gran padre, un big brother que nos va a proteger a todos… descarten eso.
Hay que hacer los espacios para que los grupos defiendan sus intereses, sean las mujeres, sean los LGTBI, sean los negros, sea cualquiera. Si no empoderamos a los grupos de intereses, no podemos defender sus intereses y estarán siempre bloqueados.
Ahora bien, en el caso nuestro hay algo, me parece a mí, ideológicamente terrible, y es que muchos de los compañeros que están aquí en la lucha por el tema racial se han comprado un término que vino. Tiene otras razones, fue aceptado por las Naciones Unidas, y ha entrado en Cuba y hasta el discurso oficial lo ha aceptado —para mi sorpresa—: es el tema de los afrodescendientes.
Es decir, hemos entrado en un tema de identidades y la identidad de los negros y de los mulatos —ustedes me dirán que hay 16.000 variantes de la mulatez—, como también, por supuesto, hay un racismo negro, y mestizo… Es un problema de mucha complejidad este problema de la racialidad.
Y nosotros teníamos eso resuelto, creo yo, ideológicamente hablando, con Martí: «cubano es más que blanco y más que negro…». Es decir, la misma identidad, que era la del cubano, resolvía el problema y nos daba un techo ideológico para colocar esas contradicciones mientras las resolvían. Y resulta que hay que volver a África, hay que montar el barco en dirección contraria. A mí que reivindiquemos la cultura africana, como un componente, ¡un componente! del ajiaco… pero ¿volver ahora a la africanización?, y que somos afrodescendientes, yo creo que nos estamos metiendo en un callejón ideológico cultural que en vez de resolver, o ayudar a resolver, de crear un marco de solución ideológico cultural al problema de las contradicciones raciales —que son objetivas— lo que lo estamos es enquistando como un problema insoluble, porque cuando creemos o recreemos la identidad negra o mestiza, lo cubano no se sabe lo que quiere decir. ¿Qué quiere decir ser cubano con mi identidad? Tengo que poner la nacionalidad, en un pasaporte, en un carnet… y este es un problema que nosotros teníamos resuelto, ideológico, entonces llamo la atención sobre esta contradicción.
Hay dos problemitas más de carácter global que quiero mencionar ahora: uno es el problema generacional. Yo sí creo que a nosotros nos falta lo que se llamaba imaginación sociológica y hay una cantidad inmensa de problemas. Nosotros nunca los problemas los colocamos en una perspectiva sociológica, no digo ustedes —obviamente es parte de su oficio— sino digo la población, los cuadros, los cuadros políticos, los decisores. El compañero Marino Murillo puede hablar durante dos horas de cualquier cantidad de problemas sin mencionar ninguna implicación social. Lo social nunca aparece cuando los economistas hablan.
Bueno, el quid de lo que quiero explicar ahora es que la Revolución comenzó con dos generaciones y llegamos al Período especial con cuatro. Se formó en el Período especial una quinta generación. En los 2000, en los cuales llevamos ya 19 años, se creó una sexta generación y ahora, sobre todo de aquí al 2025, vamos a tener una séptima generación sociopolítica. Es decir, que la Revolución, que convivía con dos generaciones se las tiene que ver con siete, de las cuales yo siempre digo: las tres primeras vivieron mejor que sus padres, la cuarta vivió igual que sus padres, y todas las demás, peor que sus padres, para decirlo rápido. Pero no es esa la connotación única, no, las connotaciones de todo tipo: memoria histórica, experiencia revolucionaria, niveles de participación…
[Joel Suárez: Detente en esa variable que mencionaste al paso, en esas variables dentro de la Revolución, no solo la condición material…]
La condición material es importante. A ver, siempre hemos tenido necesidades, tenemos ahora un poco más de necesidades porque hemos salido de un Período especial —lo voy a describir— y estamos en otro, aunque se llame de otra manera. Es decir, tenemos más carencias materiales que las que tuvieron nuestros padres hasta los ochenta. Hay carencias materiales, hay una distribución más desigual de lo que hay en la sociedad, etcétera.
Estos son impactos, pero el problema es que lo que tenemos choca ahora con las expectativas. Las nuevas generaciones tienen otras expectativas. Mi generación quería educación, quería salud, quería cine, quería música, quería cultura. Ya todo eso se dio, más o menos, mejor o peor, ya son conquistas de la Revolución.
Ahora la nueva generación quiere otra cosa, yo me siento con mis nietos y no puedo… «no me hables más de la educación y la salud… si yo nací con eso, no hables más de eso». Pero oye, ¿tú sabes lo que es un país del Tercer mundo tener al 100 por ciento de los niños con uniforme, y en la escuela y reproducir eso? El problema es el último celular, quiero mayor conectividad, quiero viajar a conocer el mundo… el problema es que las expectativas que la Revolución le resolvió a las cuatro primeras generaciones están bloqueadas.
[Eso,] más nuestros errores, porque, por ejemplo, yo creo que en el tema de la conectividad cometimos un error estratégico con costos de todo tipo, no solamente generacionales, costos para los sectores científicos y académicos que estaban desinformados, etcétera. Y lo peor, es que no hemos ganado capacidad para combatir en las redes, que es un oficio. No hacemos más que quejarnos… que el enemigo, que el grupo, que no sé qué, que un blog que nos ataca, que no sé cuántas cuentas… bueno, ¿y nosotros? ¿Por qué no le piden al Martin Luther King que haga sus combates en un blog a nombre de la Revolución? Ustedes lo tienen, pero, quiero decir, publicar algo que se entendiera y tú y el otro. ¿Por qué Aurelio [Alonso] está en su casa ahí, esperando a morirse, en vez de estar defendiendo a la Revolución en la red? Y el otro, y el otro, y el otro… no nos preparamos para eso, no sabemos qué decir.
Y lo que es peor —y aquí voy a hacer una observación atrevida—, noto que la dirección política es muy influenciable por la red, están muy preocupados; muchas veces están contestando lo que uno sabe que está en ese momento circulando. Mi hermano, no. No me meto más en eso porque estoy hablando en chino. Lo que quiero decir es —porque voy a volver a esto en el desafío, más tarde, de la red—, lo que quiero decir es que, a tu pregunta, hay problemas generacionales. ¿Tú tienes alguna duda? Si no, te lo voy a decir [de otra manera]. La biblioteca personal más importante de Cuba la tengo yo, ¿he logrado que mis nietos se lean un libro? ¿Uno? Hay un grupo generacional que está asociado al desarrollo de la informática, etcétera, que nosotros no acabamos de entender, y nos retrasamos mucho en entender eso. Habría que haber asumido —porque se sabía que iba a ocurrir— que era un desafío ideológico cultural en las redes y habernos preparado para eso, pero nada más que saben criticar, en fin…
Ya dejo eso, lo que quería era decir, que es lo que estoy diciendo ahora, que hay un problema generacional. Hay un corte generacional y hay que tener en cuenta que tiene implicaciones políticas muy fuertes. Todavía estas nuevas generaciones no son oposición, veremos si logramos evitar que lo sean, pero son cada vez más críticas. «Esto es un negocio de ustedes, esto es un negocio de los viejos, esto es un negocio de papá, que estuvo en el barco que dirigió mi abuelo, a lo sumo es un negocio de papá, pero esto no es un negocio mío». No pasan a ser la contrarrevolución y quizás ni la oposición, pero no les importa.
Luego, en grandes números —percibo yo—, cada cual tiene su visión de la realidad porque, por supuesto, una vez más, no está estudiado. Y los dirigentes cubanos creen que la información es lo que les informa la Seguridad del Estado y el aparato ideológico del Partido, y creen que así están enterados de cómo está Cuba. Entonces, este es un problema que está muy falto de estudio, todas son percepciones indirectas que tenemos todos, si somos padres, si somos abuelos, si tenemos vecinos pequeños o adolescentes, pero hay un corte y no hay política para eso. No tengo que decir que los dispositivos que hay para eso —Juventud Comunista, Pioneros, Federaciones estudiantiles, etcétera— no pueden mascotear ese problema todavía.
El último comentario que iba a hacer es lo que voy a llamar, sucintamente… otra cosa que no está… que no oigo al compañero Murillo… Déjenme decirlo de una manera un poco académica al principio… Nosotros nacemos, crecemos y morimos en el marco de instituciones, por tanto, la dimensión institucional, las instituciones que existen y el orden institucional que existe, y el funcionamiento de esas instituciones es el primer dato que tiene que ver con la vida social, porque la sociedad tiene, inevitablemente, instituciones.
La Revolución creó su cuerpo de instituciones. Hay un cierto orden institucional, por ejemplo, en el caso del socialismo las instituciones políticas predominan sobre las demás, etcétera. Hay un cierto orden, una cierta jerarquía, en fin, y todos vivimos en el marco de instituciones legales. Las instituciones nos norman la vida, nos la ordenan, nos dan, nos quitan, nos favorecen o nos estorban. Esta idea —antes dije imaginación sociológica— y ahora digo imaginación institucional.
Ustedes aquí están forzados a tener en cuenta al resto de las instituciones que los están limitando y jodiendo todo el tiempo, y no debe ser un tema muy raro para ustedes. Pero el hombre común, las personas, los individuos sociales, etcétera, nadie está suelto, la vida cotidiana transcurre en instituciones, desde que te levantas hasta que te acuestas. Entonces, estas redes institucionales, en las que no me voy a meter, es el núcleo duro de la sociedad. La sociedad se institucionaliza. La sociedad está siempre institucionalizada. Puedes concebirla como una suma de instituciones: instituciones jurídicas, instituciones políticas, instituciones económicas, instituciones civiles, instituciones ideológico culturales, etcétera, pero instituciones.
¿Qué quiere decir? ¿Qué cosa es una institución en Sociología? Un conjunto de relaciones sociales de carácter permanente y duradero que tiene, como núcleo constitutivo, una norma constitutiva que define las funciones, lo que hacen y los poderes que tiene esa institución. De ahí se desprende todo lo demás. Los estudios institucionalistas lo primero que aprenden es que, tal como está pintado, el pájaro es una cosa y cómo funciona el pájaro es otra; que nosotros, los sujetos y actores desviamos la Constitución, hacemos que la institución se comporte con cierta desviación respecto a lo previsto, a la norma constitutiva… A esto le llaman macro teoría, que les digo para explicar lo que quiero decir ahora: la institucionalidad cubana tiene una serie de graves desviaciones.
Toda sociedad tiene desviaciones. La desviación es un concepto sociológico. La desviación de la norma… pero las nuestras son muy graves. Y, de paso, voy a mencionarlas: el hecho de que el socialismo nuestro sea un socialismo de Estado, es decir, el dominio que tiene el Estado sobre toda la vida social; la alta desviación de las normas —que ya mencioné—; la alta centralización de las instituciones nuestras que ha derivado en burocratización, que —digamos— es un rasgo de la modernidad que el socialismo real ha multiplicado por 100; la corrupción como un componente socialistamente no previsto, pero que acompaña históricamente a todas las instituciones y que, en el caso nuestro, tiene muy bajo control democrático sobre ese proceso; y la baja eficiencia de las instituciones.
Eficiencia… La institución tiene prevista una serie de funciones, las nuestras las hacen, las ejercen con bastante ineficiencia. Es un grupo de rasgos que yo creo que el proceso de reformas irá mejorando —vamos a ser optimistas— de aquí al 2025, pero que, como no se habla de eso, como no está puesto en claro, como no se dice cuáles son las políticas para que se resuelva y que las instituciones mejoren… [Por ejemplo, el área de la burocracia, parece que hemos decidido resolver el problema de la burocracia con la computación]… Lo único que vamos a hacer es darle a los burócratas, además, una computadora. Bueno, lo dejo ahí como un problema macro de toda la sociedad que quería enunciar como una problemática a resolver en la reforma, pero que, a diferencia de otras problemáticas, no está suficientemente visibilizada. No aparece en el discurso oficial y no tenemos ciencias sociales que se ocupen de eso. Por tanto, Valdés Paz sigue hablando mierda cada vez que puede.
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