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A propósito de Chávez y las FARC

La insurgencia armada es historia, presente y futuro

Fuentes: Rebelión

Con todo el respeto, con todo el cariño solidario que he profesado y profeso por la revolución bolivariana de Venezuela, con la gran admiración que le tengo al comandante Hugo Chávez Frías, he decidido expresar públicamente mi desacuerdo político y conceptual con su reciente pronunciamiento sobre el tema de las FARC, la lucha armada, al […]

Con todo el respeto, con todo el cariño solidario que he profesado y profeso por la revolución bolivariana de Venezuela, con la gran admiración que le tengo al comandante Hugo Chávez Frías, he decidido expresar públicamente mi desacuerdo político y conceptual con su reciente pronunciamiento sobre el tema de las FARC, la lucha armada, al guerra de guerrillas, el canje de prisioneros y la paz en Colombia.

 

En ese tema hubiera preferido referirme -como lo hice en meses anteriores- al Chávez que habló del canje humanitario, del intercambio de prisioneros entre ambas partes, de la necesidad de reconocer a las FARC-EP como «fuerza beligerante», de la imposibilidad de derrotar al a insurgencia armada por la vía militar, de las perspectivas de una salida política al conflicto armado sobre la base de diálogos serios, del carácter del régimen de Uribe como instrumento de guerra de los EEUU….

 

Las declaraciones de Chávez.

 

Pero e n el pronunciamiento que comentamos -y que ya recorre todos los medios de comunicación del planeta- el comandante Chávez le ha planteado al nuevo Comandante en Jefe de las FARC-EP, Alfonso Cano, lo siguiente:

 

– Que libere a todos los rehenes «a cambio de nada«.

– Que la guerra de guerrillas en América Latina y el Caribe «no está al orden»… «pasó a la historia».

– Que deben desistir de ese camino porque las FARC son el «pretexto» para agredir los países vecinos, para acusar de terroristas o de protección al terrorismo, y para desatar la guerra en la región.

– Que deben negociar de inmediato la paz aceptando el concurso de la OEA y de gobiernos por él mencionado.

 

Importancia relativa del Canje.

 

Confieso que para mí lo más objetable de esa posición de Chávez no es lo relativo a la puesta en libertad, por cuenta propia y sin condiciones, de los(as) prisioneros(as) en manos de las FARC, pese a lo válido y justo que sería no pensar este tema en término unilaterales sino de real intercambio en condiciones de seguridad para ambas partes.

 

Es, además, bien discutible aquello de que estar preso en las montañas, en campamentos guerrilleros, es peor que estar en cárceles colombiana en manos de gendarmes que torturan, golpean, hambrean…

 

Pero eso no es lo fundamental, como tampoco lo es la sugerencia de la unilateralidad en la decisión, dado que un paso de ese tipo podría ser un gesto humanitario necesario y políticamente conveniente en un momento determinado. Las propias FARC ya han actuado de esa manera en ocasiones anteriores, aunque ciertamente cualquiera se harta de ser flexible, mientras el otro nunca cede y además golpea cruelmente los intentos de intercambio; mientras los camaradas de lucha y opositores pasan penurias en cárceles crueles e inmundas, y hasta son extraditados como vulgares delincuentes.

 

En cuanto a las formas de lucha.

 

Para mí lo fundamental es todo lo que el comandante Chávez expresó a continuación respecto a la impertinencia y los perjuicios de la lucha armada que libran las FARC-EP y de la guerra de guerrillas en el continente.

 

Porque realmente las formas de lucha ni se inventan ni se decretan, surgen como necesidad, se hacen pertinentes, la crean los pueblos, las impulsan y organizan los(as) revolucionarios, se desarrollan dentro de determinadas condiciones.

 

Por igual es imposible declarar su caducidad o impertinencia desde cualquier tribuna, más aun si es exterior de su dinámica.

 

En verdad, si una determinada forma de lucha -guerrillera o no, armada o no, insurgente o no- es un dato de la realidad, una lucha del presente, no es válido decir que la misma «pasó a la historia».

 

Pero además, ningún método de lucha -confirmada su eficacia- pasa a ser algo simplemente histórico, mientras perduran las causas que lo motivaron; por el contrario, generalmente tiene reincidencia periódica con viejos y nuevas modalidades. Esto así aunque deje de estar presente en un periodo determinado y aunque incluso haya sido derrotado el movimiento que lo puso en práctica y lo desplegó.

 

Esto tiene más sentido cuando de resistencias, rebeldías y/o ofensivas irregulares se trata, sobre todo en función de las luchas populares.

 

La guerra de guerrillas es tan antigua como el combate contra la esclavitud y ha atravesado y atraviesa la historia y el presente continental y mundial. También otras variantes de la lucha armada hoy estigmatizadas por lo nuevos conquistadores y recolonizadores.

 

Los estallidos sociales y las insurrecciones urbanas también, incluyendo los levantamientos militares como el que Chávez y los dirigentes del Movimiento Revolucionario Bolivariano 200 encabezaron hace ya tres lustros.

 

Igual pudo decirse en la Venezuela anterior al 1992 que los ejemplos de militares Caamaño y Fernández Domínguez en República Dominicana, de los oficiales venezolanos de Carupano y Puerto Cabello, de Torrijos en Panamá, de Velasco Alvarado en Perú y Torres en Bolivia (todos ocurridos en la década del 60 y principio de los 70), habían «pasado de moda», no estaban a la orden o simplemente «pasaron a la historia».

 

Pero no fue así.

 

Recuerdo, cuando haciendo una generalización inadecuada -ese gigante revolucionario que responde al nombre de Fidel Castro- afirmó en el IV Foro de Sao Paulo en 1994 en La Habana – que el camino de la lucha armada estaba clausurado en América Latina y el Caribe. Y poco tiempo después estalló el levantamiento indígena armado en Chiapas-México, encabezado por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), mientras la insurgencia armada colombiana continuó vigente.

 

Recuerdo también cuando el Canciller Roberto Robaina y el propio Fidel, en sendas visitas oficiales a Colombia, se pronunciaron de igual manera y sin embargo la insurgencia armada en ese país siguió su curso ascendente y su propio camino

 

No hay recetas, ni tampoco procesos idénticos, regulares. Puede haber una tendencia más o menos preeminente en una parte de los países del continente, pero siempre dentro de una significativa diversidad.

 

Presente de la insurgencia colombiana.

 

En Colombia hay algo más que una «guerra de guerrillas». Hay una fuerte y enraizada insurgencia armada predominantemente rural, integrada sobre todo por las FARC y el ELN.

 

Desde las FARC se ha constituido un verdadero Ejército Popular, con varias decenas de miles de guerrilleros(as) y milicianos(as).

 

FARC es historia, es presente y le queda mucho futuro, a pesar del difícil momento en que se encuentran hoy.

 

Creo justa la valoración y certero el vaticinio que recientemente hiciera del analista Francisco Herreros cuando afirma:

 

«Las FARC no son una narcoguerrilla terrorista acorralada e impulsada por la ambición de una cúpula delirante y obsoleta, como plantea la intoxicante propaganda oficial.»


«Las FARC son un movimiento político y militar, representante de un sector específico de la sociedad colombiana, como el campesinado desplazado de sus tierras, excluido y masacrado por decenas de años de para-militarismo; dotado de un programa político que ha perseguido con ejemplar tenacidad, y que en sus 44 años de lucha ha construido lo más parecido a un ejército popular y alternativo que registre la historia moderna.»


«Las FARC son un ejército popular que en sus 44 años de historia ha aprendido una táctica de lucha que domina en forma magistral, basada en la movilidad y en el conocimiento del territorio, heredada directamente de la genialidad de Marulanda.»

«Es verdad que su muerte, aunque paralela a la ofensiva frontal ordenada por Uribe, coincide con una serie de reveses encajados por las FARC en el último tiempo, entre ellos, los asesinatos de los miembros del Secretariado, Raúl Reyes e Iván Ríos»…

 

«Por más que la confluencia de estos factores, en el contexto de una ofensiva militar que ya se prolonga por seis años, apoyada por recursos económicos casi ilimitados y un imponente potenciamiento de la capacidad operativa de las fuerzas armadas del Estado, configura una de las etapas más críticas de la historia de las FARC, no es la primera ni determina en modo alguno su derrota. En términos comparativos, mucho más comprometedores para su supervivencia fueron los golpes propinados a las FARC en los albores de su historia, cuando recién estaba construyendo su experiencia de combate.»  

 

«De todas sus crisis las FARC supieron sacar enseñanzas, y esta no será una excepción».(01 junio 2008)

 

Pertinencia de la acumulación militar desde el campo revolucionario.  

 

Desmovilizar lo acumulado militarmente por la insurgencia colombiana, además de un acto suicida, equivaldría a facilitar el plan estratégico militar de los EEUU en la región, y muy especialmente le eliminaría un importante obstáculo a la vertiente suramericana de su guerra global destinada a apoderarse militarmente de gran parte de la Amazonía.

 

Eso si que no está ni «al orden» ni a la altura de las amenazas imperiales del presente.

 

Las FARC, como fuerza política y militar, debe ser preservada y desarrollada; y lo deseable ahora no es que incurran en el grave error de una negociación conducente al desarme y a la aceptación del actual orden institucional, sino en la superación de sus actuales dificultades hacia la retoma de su ritmo de crecimiento y expansión para aportar a la creación de una nueva Colombia, a la Colombia bolivariana.

 

Esto no solo por el valor específico que tiene su peso político y militar para el cambio hacia una nueva institucionalidad en un país donde existe un Estado narco-para-terrorista (con pretensiones de sub-imperialismo regional), con una oligarquía feroz y un intervención militar estadounidense en escala ascendente, sino además -y sobre todo- por lo que puede aportar su gran capacidad de resistencia y su valiosa experiencia en la guerra irregular para contrarrestar, disuadir y/o contratar y empantanar el plan de ocupación militar de EEUU de la Amazonía y los propósitos gringos y oligárquicos de desestabilización y derrota de los procesos transformadores de Venezuela, Ecuador y Bolivia.

 

En el Norte de Suramérica -vórtice de la ola revolucionaria regional- el plan de conquista neoimperial de los EEUU, cuenta con tres grandes obstáculos: 1) las FARC, las demás fuerzas insurgentes y todos los movimientos políticos y sociales alternativos colombianos 2) el gobierno de Chávez y el proceso hacia la revolución en Venezuela y 3) el gobierno de Rafael Correa y todo lo que representa ese proceso.

 

Soy de los que pienso que la existencia de las FARC ha dificultado sensiblemente el plan de intervención gringa contra Venezuela y Ecuador. Y eso, a mi entender, explica el empeño de Uribe y los halcones de Washington en afectar sensiblemente y en tratar de derrotar miltarmente esa gran fuerza insurgente.

 

El debilitamiento de cualquiera de esos tres factores (blanco de ataques del imperialismo) afectaría indudablemente a los demás. Su unidad, más allá de los estigmas y prejuicios distanciadores, es de vital importancia para esa zona del continente y para toda la región.

 

¿Pretexto?

 

Las FARC, pues, no son un simple pretexto para la agresión imperialista, capaz de disolverse el peligro con su desaparición como fuerza político-militar.

 

Nada de eso.

 

Las FARC son un factor de resistencia a la ocupación de Colombia y de la Amazonía por las fuerzas militares al servicio de los halcones de Washington.

 

FARC es un importante componente de la potencial capacidad para desplegar desde los pueblos y Estados soberanos la guerra asimétrica que podría impedir el propósito esencial del capital transnacional estadounidense de apropiarse del petróleo, el gas, el carbón, los minerales estratégicos, el agua y la biodiversidad conservada de una de las regiones más rica en esos recursos vitales. Ahora mismo están enfrentado una guerra imperialista de bajo y mediano perfil con tendencia a subir de nivel en Colombia y más allá.

 

Los gobiernos de Venezuela, de Ecuador y Bolivia, dada su autodeterminación y su empeño en controlar los recursos que le pertenecen, están en la mira de esa agresión político-militar, como lo están las FARC y todo lo que en Colombia represente un cambio político-social en esa misma dirección.

 

No es cuestión de pretexto. Es cuestión de propósitos e intereses poderosos.

 

Si los imperialistas y sus socios no pudieran esgrimir a las FARC, se inventarían otro motivo para esos mismos fines.

 

En Irak no había FARC, pero si «armas de destrucción masiva»

 

En Afganitán no estaba Marulanda, pero había que mandar tropas a «capturar» a su tenebrosa criatura: Bin Laden.

 

En Venezuela no hay guerrilla, pero si «un gran dictador», ganador de 10 elecciones limpias y perdedor de un referéndum constitucional.

 

En Bolivia no hay FARC, pero si un indio cocalero y una oligarquía que procura separar los pedazos del país boliviano que controla.

 

Y así hasta que la imaginación de los intelectuales del halconismo alcance, sin obviar el hecho de que en Venezuela, antes de que Chávez entrara a mediar entre FARC y gobierno, ya Uribe y la CIA tenían una avanzada para asesinarlo y diseñada junto el Pentágono el plan para «independizar» a Zulia y quedarse con esas reservas de petróleo.

 

Se entiende menos aun este giro político por…

 

Pero antes de que el comandante Chávez produjera estas inexplicables y sorprendente declaraciones, tuvo lugar en su presencia un conjunto de ejercicios y demostraciones militares destinadas a proyectar la disposición y capacidad de las Fuerzas Armadas Bolivarianas y del pueblo de Venezuela para enfrentar una posible invasión gringo-colombiana desde una variante de la guerra asimétrica.

 

¡Hasta las habilidades de los aviones Zukoi sonaron como advertencia!

 

Esto indica que el liderazgo venezolano tiene conciencia de lo que puede venir de parte del imperialismo yanqui y del «sub-imperialismo» uribiano-santanderista, y la respuesta que amerita.

 

Por eso se entiende menos aun esta nueva reacción del talentoso y valiente presidente de Venezuela frente a las FARC y respecto al real significado de su existencia como experimentada organización político-militar, valioso componente dentro de una eventual guerra de resistencia popular bolivariana

 

Porque si la capacidad insurgente popular, el despliegue de la guerra de todo el pueblo, la modalidad apropiada de guerra irregular o de guerra asimétrica… es la única garantía de la disuasión y de la confrontación con éxito del terrible plan militar intervencionista del Pentágono y sus aliados, entonces hay que convenir en que las FARC constituyen uno de las pilares ya conformados y experimentados para abordar semejante y tremenda situación.

 

¿Entonces porque considerarla como causa-pretexto de la agresión y no como componente de la resistencia disuasiva contra ella?

 

Atención: ¿política de Estado vs. política revolucionaria? ¿táctica vs. Estrategia?

 

Pienso que en este giro hay algo del daño que muchas veces hace el darle preeminencia a la política de Estado como tal, incluso a los re-juegos diplomáticos y las maniobras tácticas, por encima de las cuestiones cardinales y estratégicas de una revolución, que como el propio Chávez ha planteado, trasciende las fronteras Venezolanas para contemplar el único escenario de su posible despliegue: la Patria Grande latino-caribeña.

 

La alta presencia paramilitar colombiana (paracos) en Venezuela y en Ecuador forman parte de un plan de infiltración que apunta en dirección de acciones contrarrevolucionarios que no habrán de detenerse guardando distancia frente a las FARC y haciendo reclamos a favor de su desarme y desmovilización, cosa que por demás confunde y afecta a la izquierda revolucionaria de la región.

 

Más aun cuando es claro que el gran obstáculo a una paz digna y democrática no es FARC sino el régimen de Uribe y los imperialistas estadounidenses, que solo conciben el acuerdo como rendición o desarme de las organizaciones revolucionarias y como continuidad de Estado oligárquico-dependiente y del modelo neoliberal.

 

Si algo hay que extraer de la mayoría de los acuerdos de paz en el continente, es lo perjudicial que resultó para los pueblos la permanencia de la institucionalidad tradicional (democrática-liberal-representativa) y la estabilidad del poder permanente tradicional (fuerzas armadas, relaciones de propiedad oligopólicas y monopólicas, poder transnacional, latifundio, mafiocracia…)

 

En esto debe aprenderse de la lógica vietnamita: dialogar, negociar, lograr acuerdos…sin afectar la relación de fuerza alcanzada y los propósitos de transformar el país en función de los intereses populares y nacionales. Avanzar hacia una paz digna al compás de los logros en el campo de batalla y en todos los escenarios de la lucha de clase, patriótica, política, social y cultural. Y si las FARC se decidieran a actuar en sentido contrario a esta lógica de nuevo poder, de poder del pueblo, estarían a mi modesto entender actuando contra sí mismas y contra su razón histórica. Y yo me situaría entre aquellos(as) que lo lamentaría mucho.

 

Hoy, en medio de los serios problemas y peligros que afectan y asechan a esa fuerza revolucionaria hermana de Colombia, me siento más solidario que nunca respecto a ella, precisamente por aquello de que soy más amigo de mis amigos cuando más dificultades tienen y más necesitan de mi amistad y solidaridad desinteresada.

 

Así he actuado también respecto al comandante Chávez desde aquel momento en que decidió poner en alto la dignidad militar en los cuarteles, cuando sufrió injusta prisión y a todo lo largo de su intenso, riesgoso y decoroso batallar por una nueva democracia y un nuevo socialismo, en su patria chica y nuestra patria grande. Mi cercanía a Caamaño en 1965 me permitió entenderlo y valorarlo en su real dimensión. Y de eso no me arrepentiré jamás.

 

No hay, pues, agresión alguna en mis palabras y en mis críticas frente a un liderazgo que valoro y aprecio como el que más. Hay convicciones sinceras, ideas firmes y palabras fraternas frente a realidades complejas y situaciones difíciles, expresadas con todo el ánimo de que del debate franco y del intercambio con altura espiritual brote la certeza y la verdad. Que así sea.