Satisfacción es lo que reina en la cúpula del Partido Comunista de Chile por el resultado de las últimas elecciones municipales. El aumento de 4 a 6 alcaldes en el país, junto con el afianzamiento de los acuerdos por omisión con la Concertación les deja con una sonrisa en los labios. La imagen de Michelle […]
Satisfacción es lo que reina en la cúpula del Partido Comunista de Chile por el resultado de las últimas elecciones municipales. El aumento de 4 a 6 alcaldes en el país, junto con el afianzamiento de los acuerdos por omisión con la Concertación les deja con una sonrisa en los labios. La imagen de Michelle Bachelet en la moneda, en la noche de los resultados de la última contienda electoral, rodeada por sus más cercanos colaboradores, junto al presidente del Partido Comunista y la Alcaldesa electa de Pedro Aguirre Cerda, Claudina Núñez, así lo demuestran. Pero, ¿Qué se puede esperar de todo esto? ¿Hacia donde va la construcción de una alternativa al neoliberalismo en Chile?
El pacto por omisión con la Concertación, impulsado y defendido por la dirección del Partido Comunista, en el marco de un acuerdo contra la exclusión que busca poner fin al sistema electoral Binominal, trajo más de un disgusto al interior de las filas del PC. Muchos, abiertamente o a regañadientes, han dirigido sus críticas contra este acuerdo sistémico. El discurso de la necesidad de abrir una nueva alternativa a las dos derechas, la concertacionista y la derecha pinochetista, fue perdiendo terreno al interior de la dirección central del PC, dando paso a acuerdos con la Concertación, que, bajo la premisa de compromisos mínimos, abrieron el camino al paso táctico adoptado por los comunistas, que desde el apoyo a Michelle Bachelet en la segunda vuelta presidencial, se proyecta como un camino a seguir en las futuras contiendas electorales, bajo el lema de poner fin a la exclusión y castigar a la derecha.
Pero, luego de algunas sonrisas autocomplacientes en la dirección comunista, se hace necesario analizar fríamente los resultados de las pasadas elecciones municipales. En las elecciones municipales del año 2004, el Juntos Podemos Más, que se presentaba a la ciudadanía sola, sin acuerdo alguno con la concertación y levantando las banderas de la verdadera democratización de chile, como alternativa al neoliberalismo y a sus administradores, lograba 4 Alcaldías, sin voto alguno proveniente de la concertación, tan solo con sus propias fuerzas. Su fuerza electoral, medida en los resultados de los votos recibidos en las listas a concejales, sumaban 561.687, con el 9.17% de los votos. En las últimas elecciones municipales, con pacto por omisión incluido, es decir, con apoyo de votos de la concertación, el Juntos Podemos lograba 6 alcaldías y 80 concejales. Su fuerza electoral medida en los votos de concejales fue de 506.176, representando el 9.08% de los votos. Analizando comparativamente estos resultados nos podemos dar cuenta que en términos cuantitativos y porcentuales, el paso dado por la izquierda extraparlamentaria en estas elecciones, es decir, el llamado a terminar con la exclusión, llegando a acuerdo electoral con la Concertación para parar a la derecha, no ha ganado un alma más desde el año 2004, y, por el contrario, muestra una disminución de 55511 en su fuerza electoral. El estancamiento es evidente y no se puede comparar con los resultados del año 2004, en donde el Juntos Podemos era presentado como la gran fuerza emergente en aquella contienda, perfilándose como un proyecto nuevo, desafiando a los dos bloques sistémicos.
Un tema fundamental en el diagnóstico es la composición de los votantes. Observando la participación de la juventud, los no inscritos, los votos blancos y nulos, junto con un padrón electoral en disminución, nos damos cuenta que la gerontocracia se ha tomado los destinos de chile. La gente mayor, siempre más conservadora y renuente a los cambios, es la determinante y coloca a la izquierda en nuevos desafíos. Captar las esperanzas de la juventud para las transformaciones debe ser un norte permanente y un termómetro decidor al momento de evaluar nuestra propuesta. El que la juventud no se sienta llamada a jugar un rol protagónico en los procesos electorales, así como en las propuestas de cambio levantadas por la izquierda nos debe llamar a repensar el camino trazado.
Sin lugar a dudas el desperfilamiento de una alternativa al neoliberalismo es un factor que se debe tener siempre en consideración. IU, en España, es un buen ejemplo a tomar en cuenta, en donde el esfuerzo por detener el ascenso del PP al poder, los llevó a negociar electoralmente con el PSOE, con dramáticas consecuencias en su fuerza electoral. Objetivamente, el equilibrio cada vez mayor de las fuerzas electorales de la derecha y de la concertación en Chile, hace ver con mayor interés al mundo sistémico concertacionista los acuerdos con la izquierda extraparlamentaria. Más que mal, estamos a un año de la próxima elección presidencial, y en las dos anteriores contiendas presidenciales, la primera Magistratura se definió en segunda vuelta, con apoyo explícito, al menos en la última, del Partido Comunista.
El mal menor se ha instalado en las filas de la izquierda extraparlamentaria y del Partido Comunista, y una amplia mesa de negociaciones se abre de aquí en adelante. El objetivo central en el PC, el llegar a tener representación parlamentaria en las próximas elecciones, los hará no escatimar esfuerzos en las conversaciones con la concertación, pacto por omisión incluido. Pero no todo será pedir y pedir para el PC y el Juntos Podemos. La Concertación también exigirá lo suyo, y las exigencias estarán dirigidas al movimiento social, en donde la izquierda mantiene una fuerza importante. Es aquí en donde el tema es delicado, y en donde el desperfilamiento puede traer consecuencias inimaginables para la izquierda chilena y para todos los que tienen anhelos de transformaciones profundas. Las aspiraciones de representación parlamentaria de una parte de la izquierda chilena no puede mutilar el discurso antisistémico, democratizador y popular incubado en ella, ni dejar de poner en el centro del debate el establecimiento de una nueva constitución para chile, que ponga en el centro la soberanía popular, la posibilidad de revocación de autoridades, el plebiscito vinculante para temas de trascendencia nacional, el reconocimiento efectivo y no formal de los pueblos originarios, el establecimiento definitivo de una educación pública, gratuita y de calidad, la disponibilidad total de los trabajadores de sus fondos de pensiones bajo un sistema universal, estatal, solidario y de reparto, etc.
No poner en el centro estos temas, junto con otros de interés nacional, y perderse en un discurso contra la exclusión sistémica para parar a la derecha, y así lograr una representación parlamentaria, no contribuye a ir creando una conciencia colectiva superior que proyecte una transformación profunda para chile, dando contenidos sólidos programáticos que den forma a una alternativa antineoliberal, con profundos contenidos latinoamericanistas, y con cuadros públicos a la altura de entender el rol que estarán jugando. Ese ddu Master 1 NGT/TSMebe ser el centro del discurso de la izquierda chilena. El otro camino sólo deformará una propuesta diferente, con balbuceos de querer decir algo, incorporándose a una lógica política de negociaciones interminables y desgastantes que no es bien vista por la ciudadanía y sus consecuencias pueden ser nefastas para la izquierda.
Ahí está el pueblo de Chile y su juventud, a la espera de una propuesta coherente que los interprete. Una deuda aún no saldada de la izquierda con su pueblo. Debemos ir a su encuentro.
(Electricista)