La Izquierda, esto es, la alianza político electoral Juntos Podemos Más, ha logrado un buen resultado en las elecciones presidenciales. Es un paso adelante significativo, si se le compara a los anteriores resultados alcanzandos con Gladys Marín y con el Padre Pizarro, incluso considerando en esas situaciones el hecho que el Partido Humanista levantó sus […]
La Izquierda, esto es, la alianza político electoral Juntos Podemos Más, ha logrado un buen resultado en las elecciones presidenciales. Es un paso adelante significativo, si se le compara a los anteriores resultados alcanzandos con Gladys Marín y con el Padre Pizarro, incluso considerando en esas situaciones el hecho que el Partido Humanista levantó sus propios candidatos presidenciales, y que otras fuerzas progresistas y críticas al neoliberalismo también llevaron aspirantes al Poder Ejecutivo. Poco más del cinco por ciento es un ponderado importante, y refleja la mantención de una adhesión «dura», y un crecimiento de más de un punto, aproximadamente. Es el resultado de una campaña, que aglutinó grandes e intensos esfuerzos individuales y colectivos; es el efecto del gran esfuerzo por unificar a todos los sectores antineoliberales; es, por cierto, la expresión del propio candidato, quien jugó un papel relevante en este proceso electoral.
Queda en pie, y con sello de futuro, todo lo obrado y una plataforma de gobierno vigente que hizo su camino, develando las desigualdades, las contradicciones y las tremendas necesidades de transformar el vigente sistema de dominación neoliberal. En este mismo espacio, en varias ocasiones, antes de las elecciones presidenciales, señalamos que alcanzar un cinco por ciento nacional sería un buen resultado para esta izquierda y su recorido pasado. Y sobre ese ponderado, punto a punto, se trataría de un tremendo avance. Se dio lo primero, objetivamente, lo que es explicable por el proceso mismo y por el comportamiento del universo electoral. Insistimos, es un avance, porque a la izquierda nadie le regala nada, porque de acuerdo a su propia dinámica de construcción y la fuerza inmensa de sus adversarios, cada paso hay que saber medirlo como tal, un avance. Esto no implica nublar la necesaria evaluación autocrítica, pero hay que hacerlo para mejorar y seguir adelante, de mejor forma. Alcanzar el siete por ciento, y por sobre eso, señalamos antes de las elecciones, implicaba la conformación de un nuevo escenario político-electoral; la irrupción con fuerza de una alternativa y una mucho más evidente crisis de representación del antidemocrático sistema político que impera en Chile. Tendríamos más fuerza para golpear la mesa.
Pero el ponderado es el que es, y sobre esa base se debe hacer el análisis, sus proyecciones y su incidencia como factor de fuerza político y electoral. El Juntos Podemos Más logró en las elecciones parlamentarias un paso más que relevante. Un paso grande, que se refleja en el siete por ciento y algo más. En el resultado parlamentario, la izquierda logró un mayor incremento de su votación en términos totales, y por ese resultado volvió a quedar en evidencia el descaro del sistema binominal y sus sostenedores, al no elegir ningún candidato esta alternativa, y sin embargo superar a varias otras fuerzas que sí tienen más que un parlamentario. Este resultado focaliza una mayor posibilidad de incidencia política, de la izquierda, en el actual cuadro político. La izquierda tiene el deber de actuar y hacer sentir su ponderado, para lograr transformaciones; para hacer avanzar la construcción de alternativa; para que los sectores excluídos, marginados y postergados tengan una herramienta democratizadora y la hagan sentir por sus intereses y demandas. La izquierda sigue siendo oposición, y continuará abriendo camino a la alternativa antineoliberal de dimensión nacional. Su tarea es seguir en el proceso de acumulación de fuerzas, y dar pasos tácticos que permitan eso, no detenerse ni inhibirse. La política es concreta, e implica actuar sobre la base de la fuerza propia y los objetivos estratégicos; considerando la fuerza del adversario y las posibilidades que dan, para avanzar, alianzas o entendimientos coyunturales, de mediano alcance y de calado histórico mayor.
En las elecciones presidenciales pasadas, cuando Gladys fue nuestra candidata, se dio un paso de construcción muy importante, pero el resultado estrictamente electoral, en primera vuelta, fue menor. Ya en esas circunstancias, incidió el temor a que saliera Lavín, exponente de una derecha que fue legitimada por la propia Concertación, y por el tipo de «transición» llamada de los consensos y acuerdos, con la derecha. En las elecciones parlamentarias de fines de los noventa, ante el cuadro de derechización observado, el Partido Comunista hizo una propuesta a la concertación de cuatro puntos democratizadores, que incluía el término del binominal, y que si se aceptaba, podía implicar un pacto electoral, cuyo resultado sería la elección de cinco o más diputados PC, dos senadores PC, y un incremento de parlamentarios concertacionistas, reduciendo a la derecha en el Parlamento. La Concertación no consideró errados los puntos( cambio del binominal; anular la ley de amnistía; cambios profundos al código laboral y políticas de redistribución), pero su voluntad política estuvo por mantener los entendimientos con la derecha. En varias ocasiones, durante la campaña presidencial, la propia Gladys advirtió del crecimiento de la derecha, y la necesidad de detenerla. La Concertación no hizo nada en tal sentido. Se produjo la segunda vuelta, y el comando presidencial de campaña, encabezado por Tomás Moulián, y con todo el respaldo de la propia Gladys, formuló en conferencia de prensa una propuesta pública al entonces candidato Ricardo Lagos. Los contenidos de la propuesta eran muy parecidos a la actual propuesta que se ha formulado ahora, y se dijo, explícitamente, que de la respuesta dependía nuestro comportamiento en segunda vuelta. Pero, en esa ocasión, no hubo ninguna señal, ninguna respuesta, nada. Hubo sectores que pactaron acuerdos y mesas de diálogos, como condición para apoyar a Lagos. En la segunda vuelta, la izquierda llamó a anular, pero el ponderado del voto nulo se redujo ostensiblemente.
El escenario ha cambiado, y no poco. La posibilidad de que Piñera, la UDI y RN ganen, es real. Hay muchas causas para explicar eso. Sin embargo, tratando de mirar el bosque, y no solo los árboles, es necesario tener presente una: que la legitimación de la derecha, como actor político «democrático», ha estado en manos de los gobiernos de la Concertación, incluído, por cierto, el de Lagos. La izquierda en construcción, en desarrollo, con sus fuerzas políticas y electorales reales, debe mirar este cuadro y actuar. Lo importante de la propuesta que ha formulado el PC y sectores del Juntos Podemos Más y de otras expresiones de izquierda y antineoliberales, es que se ubica en la dirección de seguir avanzando en el proceso de construcción de fuerza; en la mantención, e incluso el incremento de incidencia, en un ponderado electoral expectante; en una masa ciudadana que votó por la izquierda y que votó por transformaciones.
La izquierda, con esta propuesta, se hace cargo de empujar por transformaciones, por pasos democratizadores y seguir en el camino de construcción de la alternativa. Su propuesta es la expresión de un paso táctico, en un cuadro de correlaciones de fuerza objetivo. La propuesta no concede, formula demandas. La propuesta hace visible a un actor político que muchos pretenden sea invisible; que actué en los vértices y al margen, sin incidir. Los pasos tácticos se miden por lo que permiten avanzar, en situaciones concretas y coyunturales, y son la expresión del uso de la fuerza que se tiene. Si en esta fase se logra cambiar el binominal y se conquista demandas como las que se han hecho, se habrá logrado un paso adelante. Si la respuesta fuera negativa, en los nuevos cuadros políticos que se formen, la izquierda tendrá en sus manos una legitimidad de ser una fuerza transformadora, y podrá continuar con más fuerza y unidad en la lucha por estos y otros cambios de la sociedad. También, entonces, se habrá dado un paso adelante.
El autor es miembro de la Comisión Política del Partido Comunista de Chile y Mienbro del Consejo Editorial de Crónica Digital.