En el artículo de J.C. Cartagena , «La necesidad de romper la exclusión de la izquierda en las elecciones municipales de octubre» (Rebelión 4-Sep- 2008) se hace alusión al triunfo de Luis Emilio Recabarren en 1921 cuando fue elegido como el primer diputado obrero en llegar a la Cámara de Diputados, en el contexto que […]
En el artículo de J.C. Cartagena , «La necesidad de romper la exclusión de la izquierda en las elecciones municipales de octubre» (Rebelión 4-Sep- 2008) se hace alusión al triunfo de Luis Emilio Recabarren en 1921 cuando fue elegido como el primer diputado obrero en llegar a la Cámara de Diputados, en el contexto que se cita este hecho tiende a confundir al lector, habida cuenta que el fue elegido diputado exclusivamente con los votos de los trabajadores qe confiaron en él, no hubo en esa ocasión pactos por omisión, ni compromisos con ningún partido representantes del sistema político ,que en ese entonces eran tan explotadores como lo son hoy en día.
Pero mejor escuchar al propio Recabarren y su opinión al respecto:
Los Representantes Comunistas en el Parlamento (por Luis Emilio Recabarren)
El objeto que nos lleva al Parlamento, a la Cámara de Diputados o al Senado, es única y exclusivamente conquistar una posición más para nuestra propaganda revolucionaria, antiparlamentaria, anticapitalista, y de ataque directo al estado burgués y a sus instituciones decrépitas.
Un representante comunista no va al Congreso a hacer política, a » cooperar con los burgueses, a pedir empleos, a mendigar sueldos, o a intrigas entre pasillos».
El parlamentario comunista investido de la representación de un partido serio que encierra en sí las aspiraciones y la voluntad de las masas ya no sumisas; va a la Cámara a destruir, a despedazar con su crítica libre y severa, la dialéctica jesuítica y sofística, de los representantes burgueses; y a iluminar, con el resplandor de la doctrina comunista los problemas vitales que nos acosan.
El representante comunista en la Cámara, sigue siendo antiparlamentario, sigue combatiendo el parlamentarismo; y sus ideas en el Congreso, no difieren de las que expresara en vísperas de elecciones, y en su vida privada, ante sus electores.
Los que confunden, al Diputado comunista con el Diputado burgués, no saben lo que dicen.
Votar por un candidato burgués, equivale a votar por un enemigo. Todo burgués es necesariamente conservador; y todo burgués investido de una representación o de un poder, es necesariamente reaccionario; sufragar, pues, por un candidato burgués, sólo sirve para ayudar a la reacción, al chauvinismo, a la filosofía pantagruelica de los amos imperialistas, cuya obtusa mentalidad perpetúa los axiomas de los pangloss clásicos.
La «política» comunista de que hablan con énfasis de oráculos nuestros adversarios, «cooperadores» o apolíticos, no perjudica al proletariado, a los diversos sindicatos, o a la causa de la revolución.
Y no puede ser de otro modo, ya que los hombres que mandamos a los puestos de mayor responsabilidad saben ceñirse estrictamente a los principios y directivas del partido, que resguardan en todo momento, y según el más recto criterio, los intereses de «todo» el proletariado, en general.
El Partido Comunista desde hace un año, tiene en el Parlamento, dos representantes. Inútil afirmar que su «política», para usar la palabra preferida de los que tratan, en vano! de desprestigiarnos, no ha dañado los intereses proletarios, ni disminuido el entusiasmo revolucionario,-ni debilitado la fe en un mañana mejor. Por el contrario, los intereses de los trabajadores han sido defendidos con calor; el entusiasmo revolucionario se levanta hasta en los ranchos de paja y de terrón de nuestros trabajadores rurales, hasta donde ha llegado la palabra de nuestros diputados comunistas; y la fe en días mejores se enciende en los cerebros de todos los que sufren, de todos los que padecen, de todos los que penan, como la promesa de una vida nueva.
Nuestros compañeros actúan en las Cámaras con el aplauso unánime, con la aprobación más entusiasta, de la verdadera masa laboriosa de la nación.
A nadie, pues, le será permitido aseverar- sin recurrir en una mala fe manifiesta-, que, cuando presentamos un candidato a Senador por la provincia, es porque deseamos hacer política, cooperar con la burguesía, y llevar al proletariado por una vía que no le conviene.
Nosotros sostenemos que la tarea de propaganda y de crítica que desde un sillón del Senado puede hacer un representante comunista, beneficia y alcanza a todo el proletariado, y que, por lo tanto, toda la masa trabajadora, que en el fondo, es comunista, por más que no esté inscrita en su totalidad en nuestros registros- por cuanto piensa y obra, como aconseja el Partido Comunista, que no es otra cosa en suma, que la expresión política de la táctica ofensiva y defensiva del proletariado-, debe poner en movimiento todos los resortes de la agitación y de la propaganda, para asegurar el mayor éxito posible a la candidatura comunista, desentendiéndose de los clamores (lamentaciones de eunucos) de los pesimistas a outrance; de los predicadores de la inacción, de la resignación y de la somnolencia; y de la voz monocorde de las sirenas impúdicas del cohecho.
¿Qué es el Partido Comunista?
En primer lugar no es ni será jamás un partido político, puesto que no admitirá nunca relaciones políticas con los partidos de la clase capitalista. La acción electoral sólo la admitimos como un instrumento de lucha y con carácter revolucionario, nunca con carácter político.
El Partido Comunista tiene por objeto inmediato, capacitar, orientar y disciplinar científicamente a sus adherentes, para que constituyan la vanguardia revolucionaria del pueblo y desparramados sus miembros en todos los sindicatos, ayuden a dirigir la marcha del proletariado hacia el triunfo final de nuestras aspiraciones de abolir el sistema capitalista con todas sus injusticias y miserias.
LUIS EMILIO RECABARREN S.
La Federación Obrera, Santiago, 07- abril – 1922.