El próximo 29 de octubre del 2023 se elegirán los futuros mandatarios de los gobiernos regionales y municipales, en medio de un ambiente social y político repleto de expectativas e incertidumbre. La coyuntura política se mueve entre la profunda crisis de subsistencia en la que sobreviven las poblaciones proletarias, la puja de las clases políticas tradicionales por obtener resultados menos adversos a los de las pasadas elecciones del 2022 y la movilización de las fuerzas progresistas para contener el ascenso de la reacción y evitar que los resultados electorales hagan más estrecha la gestión del gobierno nacional.
Este ritual de la democracia formal, representativa y delegativa parece ser sui generis debido a la manera en que el escenario político del país se ha organizado durante los últimos años, como consecuencia de las intensas movilizaciones del 2019 y 2021 que motivaron el ascenso del gobierno liberal progresista del presidente Gustavo Petro. El desenlace electoral definirá las condiciones institucionales y políticas por donde deberá moverse la gestión del programa progresista en las regiones y municipios del país en el corto y mediano plazo; también, el campo de maniobra política y el volumen de capacidades institucionales que el bloque opositor pueda conquistar luego de un amplio proceso de alistamiento electoral.
Millones de ciudadanos y ciudadanas, conscientes o inconscientes del futuro social que está en juego, acudirán a la cita litúrgica del último domingo de octubre, mientras las consecuencias sociales y económicas de la profunda crisis del capitalismo en Colombia cae con sus terribles consecuencias en la totalidad de la vida de las poblaciones proletarias. Esto sucede sin que, hasta el momento, sus impactos se hayan conjurado sustancialmente en los municipios y regiones del país.
Esta jornada electoral se junta a las festividades previas a la noche de brujas en la que de seguro la dionisíaca sociedad civil se sumergirá con jocoso animó, como suele ocurrir por costumbre del placer y el gozo del inicio de las fiestas del fin de año. Sin embargo, una atmósfera menos festiva cubre el ambiente político y social en el que el proyecto del gobierno progresista parece jugarse, no sólo parte del presente periodo de vigencia política, sino, con mayor relevancia, su futuro a mediano y largo plazo, pese a que en el ritmo de las disputas políticas las situaciones nunca aparecen del todo resueltas y predestinadas.
Crisis de subsistencia de las poblaciones proletarias
Recientemente el Departamento de Estadística Nacional (DANE) publicó las cifras de pobreza en el país al 2022. La masa de pobres monetarios disminuyó de 19,3 a 18,3 millones de personas [*], pero aumentó la tasa de pobreza monetaria extrema, pasando de 6,7 a 6,9 millones las personas que reproducen sus vidas con mínimos sociales y económicos. Esta tasa de pobreza extrema es superior incluso a la registrada a inicios de milenio.
La Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES) determina que de los 17, 5 millones de hogares, 4,9 millones vieron comprometida la cantidad y calidad de alimento y otros 857 500 mil redujeron su ingesta alimentaria, experimentando el estado biológico de hambre causado por la escasez de dinero [**]. La situación de pobreza y de mala eficiencia alimentaria se concentra en las zonas rurales y dispersas del país, donde se suma el preocupante problema de la subutilización de la fuerza de trabajo nacional.
Los datos pueden ocultar las condiciones reales en que se reproducen las poblaciones proletarias más precarizadas del país, bajo las degradadas relaciones sociales de producción capitalistas de Colombia. Sin embargo, permiten dar una idea de la grave crisis social por la que atraviesan las clases populares y trabajadoras del país.
Según el informe de mercado laboral del DANE del 29 de septiembre 2023 [6], en Colombia de 51 millones de habitantes, 39,5 millones se consideran población en edad de trabajar (PET). De este último segmento, 14,0 millones de trabajadores -que se dedican a labores de cuidado, estudio o indefinición laboral- son clasificados como población fuera de la fuerza de trabajo (PFFT) y 25, 5 millones como fuerza de trabajo (FT) activa en el mercado laboral, de la cual derivan la población ocupada (OC) y la población desocupada (DS).
Esta segmentación de la población en edad de trabajar separa convenientemente el mercado laboral de la totalidad de la vida social del proletariado y rompe estructuralmente el vínculo entre: el proceso de circulación y valorización de la fuerza de trabajo y su proceso de producción y reproducción social como mercancía. Así, se ayuda a encubrir la condición de estancamiento, degradación y precarización en la que se reproduce en su generalidad la clase proletaria, tanto en la reproducción de su vida social como en la producción material de la sociedad.
El informe establece que de estos 25,5 ,3 millones de trabajadores y trabajadoras activos en los circuitos de la valorización laboral, 23,1 millones se ocupan laboralmente y 2,3 millones fluctúan en la desocupación laboral a causa de no lograr concretar una relación de valorización social de su fuerza de trabajo.
El boletín técnico de ocupación informal del 11 de octubre del 2023, permite inferir que 12,6 millones de personas en Colombia trabajan en condiciones de informalidad en micro empresas poco productivas, y a la vez fluctúan entre formas de cuentapropismo, empleo autónomo, ocupaciones independientes, actividades de rebusque de uso, venta y explotación de su fuerza de trabajo.
Así, solo siguiendo los datos presentes en estos dos informes, en Colombia por lo menos 15,5 millones de trabajadores subsisten en condiciones de subutilización productiva: 12,3 millones de informales, 2,3 millones de desempleados y 1,6 millones de trabajadores potenciales al margen del mercado formal. Esta situación que se expresa asimétricamente en regiones y municipios permite explicar porque 18,3 millones de colombianos y colombianas se reproducen en condiciones de pobreza y precariedad monetaria.
El empleo y desempleo está asociado a los ciclos expansivos y contractivos de la acumulación de capital, que en los períodos de auge incorpora la fuerza de trabajo necesaria y las capacidades técnicas suficientes para facilitar -mediante el aumento de la tasa de explotación y de plusvalía- el crecimiento de su tasa de ganancia. En cambio, en los momentos de crisis de sobreacumulación, el capital busca superar los límites que impiden su proceso de producción de plus valor y contener su tendencia a la desvalorización, procurando salidas de rentabilidad que llevan a ampliar las masas sobrantes de trabajadores y ahondar su situación de pobreza y subutilización productiva, haciendo más retardataria su lógica de explotación del trabajo y la sociedad.
Empresa electoral y crisis de la democracia
En los momentos de crisis, los negativos efectos de la sobreacumulación agravan las condiciones de reproducción de las clases proletarias; y la competencia por direccionar las rentas públicas ofrecen una forma de contención de la caída de la tasa de ganancia capitalista, lo que da impulso a la empresa electoral y subordina con mayor fuerza la gestión pública y municipal a la lógica de acumulación de capital.
Esta cuestión se expresa en la contienda electoral de octubre y tiene su centro en la competencia por el control de los gobiernos municipales de cara a garantizar el poder social de las clases dominantes, permitir la reproducción de las tradicionales clientelas políticas y apalancar su tasa de acumulación. Todo esto reproduce su poder de clase a través de la democracia representativa, ya que la mayoría de trabajadores y trabajadoras están en precarias condiciones para ejercer cualquier tipo de proceso político que les permita equiparar su condición de clase a las de los capitalistas, sus empresarios y rentistas electorales.
La fuerza de trabajo estancada sirve también como soporte de la empresa electoral, beneficiadas de las masas sobrantes de proletarios que ante la ausencia de alternativas de empleo dignas y productivas, se ven obligadas a aceptar la reproducción de diferentes formas de empleo precario y temporal que impulsan las campañas electorales. Esta forma de movilidad social del trabajador sobrante también sirve para alimentar vínculos de lealtad y dependencia con las empresas electorales, a causa de la exigua distribución de ingresos que permiten las actividades de proselitismo politiquero para facilitar la subsistencia, y de las oportunidades de acceso a las redes clientelares de la renta publica, cuestión estructural que degrada más el falso ideal de libertad y elección racional en la que se asienta la retórica individualista de la democracia burguesa.
La crisis de las democracias es reflejo de la crisis generalizada en la que actualmente se reproduce la sociedad capitalista. En muchos lugares del mundo, las masas proletarias han rebasado los barrotes institucionales que ordenan la autarquía del capital, obligando por la vía de la movilización y la deliberación directa de sus problemas a ceder a las élites en sus programas antipopulares de reanimación de la acumulación de capital, pero luego han vuelto a caer en su fraudulento, acomodado y desigual sistema electoral que vuelve la sociedad una simple masa electoral mediante la división técnica del trabajo entre gobernantes y gobernados. Ese supuesto reduce los problemas de la democracia y la explotación a la disputa de un juego institucional que en pleno siglo XXl se cae a pedazos, motivo por el cual han aumentado los conflictos, los escenarios de guerra, crisis y la polarización entre los diferentes intereses de las clases sociales.
Nuestra sociedad no es ajena a esta realidad y es por ello que subsiste un viejo conflicto social, político y armado al que se ha juntado la explosión de las masas en los últimos años diezmadas por vía de la violencia estatal y para estatal, disciplinada mediante la industria de la propaganda y canalizada por el proceso electoral, en donde incluso consiguiendo ganar con proyectos de gobierno más afines y menos reaccionarios, sus necesidades son desatendidas y condicionadas al orden institucional que garantiza la autarquía de la dominación del capital sobre la sociedad.
La salida por vía de la democracia representativa queda expuesta así a su esencia cosmética y aprisionada dentro de sus límites estructurales, aunque según el nivel de fuerzas posible si desarrollo permita desequlibrar la relación de poder entre clases e incluso garantizar mínimos de bienestar a los sectores proletarios y populares aunque siempre limitados a la lógica de reproducción de la autarquía del capital, límites estructurales que ponen de presente la necesidad de procesos permanentes de participación proletaria y popular que tiendan ha fortalecer la construcción de una democracia real, permanente y constituyente, como única forma de acceso al poder y superación de las enormes murallas propias a la institucionalidad burguesa imposibles de superar sin la construcción de otra forma de producción e intercambio social.
Notas
* Según el DANE las personas que están en condición de pobreza monetaria subsisten con ingresos mensuales de $396864 y aquellas que se encuentran en condición de pobreza monetaria extrema $196 698 mensuales.
** Una estandarizada medición de acceso de prevalencia de la inseguridad alimentaria que define una que va de la situación de déficit alimentario leve, moderado y grave.
Bibliografía
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6. DANE. (29 de 09 de 2023). Obtenido de https://www.dane.gov.co/files/operaciones/GEIH/bol-GEIH-ago2023.pdf
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