Inmediatamente que Colombia se sintió amenazada y presionada, ante las denuncias y observaciones de EEUU, en relación a su posible injerencia en las elecciones de éste último país.
Más aun, cuando desde el Partido Demócrata de USA, anuncian investigaciones y audiencias en el Congreso para determinar el papel de Colombia en la campaña de desinformación, durante las elecciones presidenciales en EEUU. “Colombia fue un país protagonista”.
Más aun, cuando se señala que el Centro Democrático de Álvaro Uribe, con congresistas que han ido a Florida a hacer campaña por Trump”.
En fin, esta no es la primera vez que se menciona la presunta injerencia de Colombia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Colombia entonces, hace su jugada, volteando la mirada hacia Cuba heroica y su aparente injerencia en la propia Colombia.
En un artículo anterior, ya señalábamos que durante una reunión de Iván Duque con Mike Pompeo, éste le habría solicitado en privado, su apoyo para articular, aún más, a la comunidad colombiana, radicadas en Texas, New Jersey y el sur de la Florida, a favor del voto republicano.
A pocos días de esta reunión, amigos/as colombianos nos comentan que cumpliendo estas indicaciones, desde la cancillería en Bogotá, se emitieron instrucciones al embajador de Colombia en EEUU, Francisco Santos, para que éste viajara lo más pronto posible a los Estados norteamericanos mencionados, y se reuniera con la comunidad colombiana, para hacer campaña y recaudación de fondos, a favor del presidente Donald Trump.
Para esto, debería entrar en contacto con el equipo de campaña de Trump, para informarle de estas acciones, y proponerle expresar su interés sobre esta comunidad. Además, se le instruyó que evaluara el posible apoyo de algún funcionario del Gobierno colombiano, para su rápida tramitación.
Según, fuentes con acceso a la cancillería colombiana, se recibió una queja formal del Departamento de Estado estadounidense, indicando una supuesta intromisión en los asuntos internos de EEUU, en la que se cuestiona el papel desarrollado por el embajador colombiano.
Otras fuentes consultadas en USA, vinculadas al Departamento de Estado, ratifican esta información e indican que esto ha causado un revuelo político en Washington, teniendo en cuenta la proximidad de las elecciones, en ese momento, y el temor que existe, en las estructuras del partido republicano, que sea usado por los demócratas en su contra.
Por otro lado, y en este sentido, en suelo neogranadino, el senador colombiano por el partido Polo Democrático, Iván Cepeda, cita a la canciller de Colombia, Ministra de Relaciones Exteriores Claudia Blum, a la Comisión Segunda, por vínculos de Iván Duque en la campaña de Donald Trump y responder por presuntos lazos del Ejecutivo.
Cepeda, desde su cuenta oficial de Twitter señaló: “he citado a debate de control político, para examinar si funcionarios del Gobierno Nacional, han estado promoviendo la intervención en la campaña para la elección del presidente de los Estados Unidos”.
“Hay informaciones de medios de comunicación, que indican que personas habrían estado tramitando, apoyar la candidatura del hoy presidente Trump”, indicó el senador colombiano.
Cepeda, cuestiona a la canciller Blum, si es cierto que embajador de Colombia en Washington Francisco Santos, sostuvo varios encuentros con organizadores de la campaña electoral de Donald Trump.
El senador Cepeda, inquirió a la alta funcionaria, si es cierto que el presidente Iván Duque, ha planeado viajar a USA, días antes de realizarse los comicios generales estadounidenses, los cuales tendrán lugar el próximo 3 de noviembre 2020.
Iván Cepeda, se pregunta: “¿Cómo es posible que el gobierno colombiano esté comprometiéndose a intervenir en un asunto, que tiene que ver con la política (interna) de USA?”.
Señalamos finalmente, que una posible respuesta es la gran cantidad de colombianos/as que reside, legal e ilegalmente, en EEUU, que pudieran eventualmente (¿los pondrían a “votar”?) o ejercer influencia en las elecciones estadounidenses.
Es ya conocido, que si un funcionario es nombrado para desempeñar sus funciones fuera del país, es considerado “miembro activo del Servicio Exterior” y, por ende, no puede participar en actividades de los partidos políticos, asistir a clubes ni reuniones de carácter político, utilizar la autoridad o influencia de sus cargos en beneficio de los partidos políticos, colocar divisas en sus viviendas o vehículos, ni hacer ostentación partidista de cualquier otro género; esto es en política interna de cualquier país, imagínense si se tratara de un país en el exterior.
Ahora, lo más escandaloso de esta situación es la injerencia atrevida y delictiva del Ejecutivo colombiano, más la actitud permisiva y cómplice del Estado norteamericano. Además, del precedente que se marca en términos diplomáticos y las consecuencias a futuro tras una actitud como esta. Veremos qué consecuencias conlleva esta actitud intrusiva.
Con todos los señalamientos arriba descritos, y muchos otros que no reseñamos, Colombia estratégicamente, trata de hacer que la opinión pública, sus medios de difusión y las mismas autoridades de Colombia, ante tales denuncias, voltee la mirada a otra parte.
Esta conducta intrusa de Colombia en los asuntos internos de USA, es histórica, no es nueva. Las periodistas colombianas Laura Angélica Ospina y Natalia Tamayo Gaviria, la llaman “La Eterna Mirada al Norte”.
Esa fue la invitación que hizo Marco Fidel Suárez como presidente (1918-1921), refiriéndose al comienzo de una política exterior colombiana que ha visto en Estados Unidos a su principal aliado. Hoy, 100 años después, como país seguimos mirando hacia allá, sobre todo en esta época en la que la reñida carrera presidencial en Estados Unidos va definiendo un nuevo mandato. Y si allá, a 4.211 kilómetros de distancia, los ánimos están cada vez más crispados entre republicanos y demócratas, acá el círculo político vive su propia tensión derivada de las propias expectativas y preocupaciones que le esperan a Colombia, una vez los electores norteamericanos se decidan por Donald Trump o Joe Biden.
Las recientes relaciones de Colombia con Estados Unidos, es decir, entre Iván Duque y Trump, quien busca reelegirse, han sido buenas, según la califican los expertos, y ha tenido guiños importantes de parte del Gobierno hacia las posturas norteamericanas. De estos se cuenta, por ejemplo, la abstención de Colombia de condenar el bloqueo económico a Cuba impuesto por Washington siendo la primera vez, después de 27 años, que el país toma esa posición, que terminó más alineada con Estados Unidos.
El segundo hecho relevante fue el respaldo que le dio el gobierno Duque al candidato del mandatario republicano para reemplazar a Luis Alberto Moreno, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esto rompió un acuerdo tácito regional de elegir solo a aspirantes latinoamericanos, pese a que Mauricio Claver-Carone, actual dirigente del BID, tenga orígenes cubanos.
Todos esos guiños entre el Gobierno, el uribismo y Trump, y la oposición y Biden (porque también se han presentado), más allá de poner en discusión una posible injerencia en comicios extranjeros, da cuenta de las apuestas particulares que están haciendo los sectores políticos a futuro, dependiendo de qué poder dirija la Casa Blanca, pues tendrá en sus manos, por supuesto, la financiación de programas de cooperación en Colombia, incluyendo el mismo apoyo al Acuerdo de La Habana.
Ahora sí, veamos la jugada de Colombia. La famosa revista colombiana Semana, reseña que según investigaciones del Estado colombiano, Cuba estaría tratando de tener influencia en el territorio colombiano, incluyendo en las elecciones del 2022, se dice que hay planes también para desestabilizar el país e incluso, que la seguridad nacional podría estar en riesgo.
En un documento conocido por la revista Semana, se señala que “Cuba ejecuta una estrategia de injerencia en Colombia a través de la orientación de cubanos, con cobertura diplomática en organizaciones sociales solidarias, la infiltración de programas de cooperación con autoridades locales y su financiación por medio del ELN”.
A su vez, el Documento, regando su veneno, indica que el Embajador de Cuba en Colombia, José Luis Ponce Caraballo, al ser mencionado en el supuesto Informe, el diplomático empieza a perder confianza ante el Gobierno colombiano. Más aun, cuando se conoce que el embajador cubano en Colombia, “habría sido expulsado de Estados Unidos por espionaje el 19 de agosto de 1996”.
Así mismo, Edward Rodríguez, congresista del Centro Democrático, opinó que Cuba no es el país solidario que pretenden mostrar, sino “un país con intereses relacionados con Venezuela, con Rusia y esto no se trata de otra cosa, de lo que ellos han venido sembrando en el país”.
En el informe, al que se refiere la revista Semana, se dice que se están propiciando labores “de reclutamiento-adoctrinamiento de jóvenes”, con un perfil de inconformidad y vulnerabilidad al no recibir apoyos del Estado, y se impulsa la protesta social para golpear al actual Gobierno y generar un ambiente de inestabilidad y caos. Por esto, el representante sostuvo que es preocupante que “hay unos infiltrados, que efectivamente han venido generando pánico y nos preocupa que sea Cuba el país con el que hoy tenemos relaciones, que no tenga transparencia y que esté generando ese tipo de actividades”.
Además, Rodríguez considera que el gobierno cubano tiene intereses que no está llevando por la vía diplomática, sino que está yendo a ciudades en Colombia para hacer “cabildeo de supuesta cooperación”. Para él, Cuba le está haciendo la tarea a Venezuela, por lo que es necesario prender las alarmas, porque “algo huele mal en esa relación”.
Todo esto, no es más que una actitud xenofóbica de parte de las entidades que hacen inteligencia sobre la población cubana en Colombia, además de tratar de tapar, la sí evidenciada injerencia de Colombia en EEUU. Vaya jugada maquiavélica de Colombia hacia Cuba fraterna.