Theresa Kachindamoto, la jefa principal en el distrito Dedza de Malawi Central y tiene a su cargo a unas 900.000 personas. No teme usar su autoridad para enfrentarse a una sociedad sumamente machista que aún promueve el matrimonio de niñas con hombres adultos.
Theresa Kachindamoto es una líder política local en Dedza, una localidad de unos 900.000 habitantes ubicada cerca de la frontera con Mozambique y a 95 kilómetros al suroeste de la capital Lilongwe. En los últimos tres años ha asumido la lucha feminista en un país sumamente violento con sus mujeres y se enfrenta a uno de los flagelos más importantes de África: los matrimonios infantiles.
En ese periodo de tiempo ha logrado sacar a 850 niñas que habían sido entregadas en matrimonio con hombres adultos y las ha enviado junto con otras cientos de mujeres más a estudiar, otro derecho que les es negado tanto en Malawi como en otros países del continente.
De acuerdo con una encuesta de 2012 de las Naciones Unidas, más de la mitad de las niñas de Malawi se casaron antes de los 18 años, y tiene una clasificación sistemáticamente baja en el índice de desarrollo humano.
Kachindamoto y las medidas efectivas que ha logrado implementar en su región la han convertido en una aliada vital en la lucha por los derechos de las mujeres y las niñas.
Por los derechos de ellas
Kachindamoto, quien nació en el distrito de Dedza, había estado trabajando como secretaria durante veintisiete años en otro distrito cuando la llamaron para volver a su ciudad natal y servir como jefa regional, un cargo político equivalente al de alcaldía. A su regreso, se sintió consternada al ver a niñas de 12 años con bebés y algunas aún más chicas al lado de sus esposos, que a veces les doblaban la edad o más, y rápidamente comenzó a actuar.
El año pasado, Malawi elevó la edad legal para casarse a los 18 años, pero el consentimiento de los padres sigue sirviendo como un vacío legal para permitir que las niñas más jóvenes se casen. Kachindamoto ordenó a 50 de sus subjefes firmar un acuerdo para poner fin al matrimonio infantil en el distrito de Dedza.
Cuando algunos jefes varones continuaron aprobando los matrimonios, Kachindamoto los suspendió hasta que anularan las actas matrimoniales. Esta feroz jefa envió a las niñas a la escuela, a menudo pagando las cuotas escolares de cada una con su propio dinero. También ha pedido al parlamento que aumente la edad mínima para contraer matrimonio a los 21 años.
En Malawi, una de cada cinco niñas sufre abuso sexual al menos una vez durante su infancia y es usual que los padres entreguen a las nenas en matrimonio a cambio de alguna cantidad de dinero o bienes materiales.
Kachindamoto también se está oponiendo a los campamentos de limpieza donde las niñas son enviadas habitualmente antes del matrimonio. Los ritos de iniciación sexual que tienen lugar allí son extremadamente inquietantes, especialmente en un país donde una de cada diez personas tiene VIH.