«Más de 2.200 km de largo, 8 Regiones y 200 Comunas, miles de predios afectados, 12 áreas silvestres protegidas desfiguradas; 15.645 hectáreas directamente intervenidas; 4.600.000 hectáreas de paisaje impactado». Los países, como las personas pueden ser yunque o martillos, golpear o ser golpeadas y en la Patagonia chilena emerge también como a todo largo de […]
«Más de 2.200 km de largo, 8 Regiones y 200 Comunas, miles de predios afectados, 12 áreas silvestres protegidas desfiguradas; 15.645 hectáreas directamente intervenidas; 4.600.000 hectáreas de paisaje impactado».
Los países, como las personas pueden ser yunque o martillos, golpear o ser golpeadas y en la Patagonia chilena emerge también como a todo largo de nuestro país su condición de dominado. Allí la tierra ha estado sometida a agresiones y explotación indiscriminada. ¿Qué no se ha ejecutado para arrasar con un territorio de una belleza extraordinaria? Incendios, sobrepastoreo, prácticas forestales degradantes, introducción de especies invasoras de flora y fauna, erosión.
Ahora la nueva amenaza de los megaproyectos hidroeléctricos de Endesa/Colbún se aprestan a depredar y destruir cuencas de valor ambiental incalculable, y afectar irreversiblemente las reservas de agua dulce más importantes del mundo. Acelerarán el derretimiento de glaciares, ventisqueros y Campos de Hielo, comprometiendo recursos hídricos sin parangón e el mundo.
Debemos recordar que Endesa España es una empresa transnacional, cuyo control fue tomado recientemente por dos poderosos consorcios europeos (Enel y Acciona) es la mayor generadora eléctrica del país y tiene una posición monopólica en la distribución en gran parte de la Región Metropolitana. Colbún por su parte está controlada por el grupo Matte, ligado a la papelera y a la producción de celulosa en la que cuenta con un nutrido prontuario de atentados ecológico. Ambas concentran el 76 % de la generación eléctrica neta del país.
Las grises torres de alta tensión emergerán invadiendo y degradando el territorio nacional en la línea de transmisión más larga del mundo: su objetivo: inyectar energía barata a la ya saturada y sobrepoblada capital del país y a los consorcios transnacionales que están depredando el cobre chileno en el norte. La capital seguirá su imperturbable expansión irracional ejemplo vivo de lo que es característico en el «desarrollo» nacional.
Las regiones volverán a ser los mayores contribuyentes a un patológico centralismo y absorviendo la mayor parte de los costos de un modelo económico gobernado por el mercado tras el cual se esconde el apetito insaciable de más riquezas individuales para los poderosos.
La crisis energética que pretenden solucionar a costa de los interese reales de la mayoría parece avanzar en forma incontenible en un movimiento que obviamente no conduce al desarrollo, sino a la destrucción ambiental y a la pobreza social. «Un modelo cortoplacista, que a costa de recursos naturales renovables y no renovables, sigue concentrando enormes fortunas en muy pocas manos. Es el reino absoluto de la inequidad.
El crecimiento y el desarrollo no tienen por qué ser una agresión interminable como la que ejerce el modelo ultraliberal impuesto en Chile. La crisis global que sufre la humanidad y el planeta muestran y demuestran que el crecimiento económico ilimitado es el camino a la destrucción.
Los monopolios que concentran la riqueza siguen imponiendo sus condiciones y ambiciones comerciales. Véase lo que hace, lo que ha hecho y lo que seguirá haciendo el Grupo Matte en Valdivia. Lo que hizo la Barrick Gold en el Indio y lo que se apresta a hacer en Pascua Lama, lo que hicieron ya las salmoneras en X y la XI Regiones y lo que se aprestan a hacer en la XII. Es decir destrucción y contaminación irreversibles.
Es la destrucción y degradación anunciadas de un vasto territorio casi desconocido que constituye un patrimonio ambiental incalculable. El gobierno está permitiendo que el monopolio eléctrico español y chilenos hagan prevalecer sus intereses comerciales privados, apropiándose gratuitamente de un espacio natural que pertenece, por lo demás, no sólo a los chilenos sino al conjunto de la humanidad.
Estos consorcios son propietarios monopólicos de la generación hidroeléctrica y como tales monopolios someten al conjunto de los chilenos a costos cada vez más altos por su consumo doméstico.
Aysén es una «Reserva de vida» que puede y debe sustentar su desarrollo en el uso racional de sus recursos naturales y atributos ambientales. No es aceptable que el epidérmico «desarrollo» industrial que destruye una a una las riquezas del país determine una vez más lo que se hace o no se hace. Debe instalarse como imperativo una nueva visión del país.
El patrimonio natural de Aysen es invaluable: ecosistemas recientes – de la última glaciación – montañas, campos de hielo, valles, estepas, lagos, ríos, bosques milenarios, fauna terrestre y marina, un litoral único de fiordos y canales, archipiélagos y miles de islas. ¿Cuánto valen los servicios ambientales que todos estos recursos entregan al país y al mundo? ¿Quién pagaría a Aysen y a Chile el costo de oportunidad perdido por transformar la Patagonia en la batería energética para industrias y minas situadas al centro – norte del país y que están siendo arrasadas por el interés económico de corto plazo?
Este proyecto de Endesa/Colbún constituye el mayor conflicto ambiental del país, junto a Pascua Lama, lo que es mucho decir a un país acostumbrado ya a aceptar lo inaceptable.
Repiten ya todo tipo de falsedades y comienzan a horadar a través del dinero fácil las conciencias de miles de personas que tienen que pronunciarse y manifestarse frente a esta agresión a la humanidad. Por lo demás no es cierto que este sea un proyecto destinado a superar la actual crisis energética; el aporte hidroeléctrico de este proyecto no estará disponible antes del 2015. Por lo demás existen numerosas opciones tecnológicas para superar la mayor demanda eléctrica de Chile. El uso eficiente y las energías renovables por sí solas pueden satisfacer dicha demanda. El tema es que no hay una política energética estratégica. El tema es que significa menos ganancias e inversiones de largo plazo. El tema es que mucho más fácil acceder a territorios y derechos de agua que les son entregados gratuitamente. ¿En qué otro lugar del mundo hay más facilidades para el capital?
Seguimos asistiendo al desarrollo bajo los mismos parámetros inadmisibles de la paranoia geopolítica de la dictadura militar, que impuso la construcción de la Cartera Austral a cualquier costo quedando como ejemplo vergonzoso de la estupidez humana y la falta de control: tenemos un monumento a nivel mundial de un camino mal concebido y peor realizado. Millones de pesos desperdiciados debido a una construcción de mala calidad, con mal diseño y peor ejecución, con un desprecio total por el patrimonio común. El «miserable faraoncito» dejó allí también su impronta que muchas veces queda oculta por la impresionante belleza del paisaje, pero que una segunda mirada pone al descubierto. Estas obras que se siguen realizando llenas de errores técnicos, falta de prolijidad, poca preocupación por cuidar la inversión que todos los chilenos pagamos a través de nuestros impuestos.
Las nuevas obras de Endesa/Colbún proyectadas para Aysen son grotescas e inadmisibles, constituyéndose en un atentado contra el patrimonio, no sólo de Chile sino del conjunto de la humanidad. Su justificación como alternativa energética no resiste otra base que la ignorancia respecto al valor económico de la naturaleza no intervenida.
El pueblo de Chile y del mundo deben levantar su voz para detener este nuevo atentado de los intereses transnacionales al país. O nuevamente cuando nos demos cuenta será demasiado tarde.
Patricio Malatrassi A.: Economista. Presidente Frente Amplio Profesionales de Izquierda (FAPI)