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La lista de los marranos

Fuentes: Rebelión

Iba a escribir alguna impresión sobre las tres espantosas tragedias que en este momento azotan a Colombia; «el- crimen- de-guerra-que- constituye-la-guerra» en el puerto humanitario de Buenaventura, sumada a las dos tragedias ecológicas de los llanos del Casanare y del incendio de la selva del Chocó. Todas causadas por el régimen neoliberal corrupto y en […]

Iba a escribir alguna impresión sobre las tres espantosas tragedias que en este momento azotan a Colombia; «el- crimen- de-guerra-que- constituye-la-guerra» en el puerto humanitario de Buenaventura, sumada a las dos tragedias ecológicas de los llanos del Casanare y del incendio de la selva del Chocó. Todas causadas por el régimen neoliberal corrupto y en descomposición que actualmente gobierna al país y que profundizan la terrible crisis política y social que actualmente estamos viviendo y, cuya única posible solución parece ser una Asamblea Nacional Constituyente Amplia y Democrática.

Pero un insistente repiqueteo de mi teléfono, desde ayer tarde, me ha atravesado una voltereta de la Historia que de alguna manera me afecta a mí y a mis descendientes: -¿Ya leyó, me preguntaban quienes me llamaron, la lista de los 5.220 apellidos Sefarditas, publicada en la prensa mundial y que según la noticia, irían a ser reparados por una ley del actual gobierno español, otorgándoles la ciudadanía española?

-Según eso; usted es un «marrano» por todos los cuatro costados, me lo aseguraron casi todos y efectivamente; allí figuraban mis dos apellidos, paterno y materno, pero también están los de mis abuelos, paterno Murillo y materno Rangel. ¡Una verdadera re-vuelta de la Historia!

Tenía noticias de que el apellido Pinzón, especialmente los hermanos Pinzones quienes acompañaron a Cristóbal Colón en el descubrimiento de América, eran unos….comerciantes de posible origen judío, ya «conversos», asentados en el pueblito de Palos de Moguer ubicado entre la ciudad de Huelva y el mar y quienes tenían unos barcos pequeños con los que hacían comercio con los puertos de Marruecos, del sur de Portugal, llegando ocasionalmente hasta las islas Canarias. Eran como todos los judíos españoles (fueran conversos o fieles) dedicados a las labores comerciales y financieras, rechazadas por mundanas por los hidalgos y aristócratas españoles dedicados a su señorío y a la salvación de su alma.

También tenía conocimiento de la expulsión en 1.492 de los 100.000 judíos españoles o Sefarditas, decretada por los reyes católicos instigados principalmente por el odio del Inquisidor Torquemada y de la expatriación «obligatoria» preferiblemente hacia el Nuevo Mundo de más de 200.000 conversos, a quienes su saña inquisidora católica y ultramontana (verbigracia) denominó «marranos».

Al leer la lista, al parecer elaborada con muchos años de paciencia (522 años) y muchos estudios históricos en los minuciosos archivos de embarque del Archivo de Sevilla, confirmaba que, la Historia en una de esas típicas jugadas suyas me estaba haciendo una mala pasada: Lo que ayer era. Hoy ya no lo era más.

Según mis apellidos, soy un descendiente (o por lo menos tengo ADN) de «marrano Sefardita» y tengo derecho a recibir reparación por todo el dolor y la ruina causada por el reino Español a mis ancestros. Lo cual acojo, no por mí, sino por mis descendientes, a quienes he trasmitido aquellos genes tan maldecidos.

Pero bueno, también hay otra compensación: Tampoco estoy solo en la «marranería». Uribe, Santos, Peñaloza, López, Abella y Ramírez, también son apellidos presidenciables que figuran en esa lista de los «marranos». Lamentablemente Zuluaga no está en ella y tengo entendido que tampoco necesita pasaporte comunitario europeo para salir de las montañas caldenses. Qué se va a hacer. Así es la Historia: Lo que ayer era, hoy ya no lo es más y con ello tenemos que vivir.

(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.