Hace 43 años -el 27 de mayo de 1964- en respuesta a la agresión oficial auspiciada por el gobierno del presidente Guillermo León Valencia y con la ayuda económica y militar de los Estados Unidos, un grupo de 48 campesinos, en uso del derecho de legítima defensa y forzados por las circunstancias, sembraron en la […]
Hace 43 años -el 27 de mayo de 1964- en respuesta a la agresión oficial auspiciada por el gobierno del presidente Guillermo León Valencia y con la ayuda económica y militar de los Estados Unidos, un grupo de 48 campesinos, en uso del derecho de legítima defensa y forzados por las circunstancias, sembraron en la región de Marquetalia (Tolima), la simiente de lo que hoy constituyen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP).
Aunque en ese momento, el ejército oficial ocupó simbólicamente la región de Marquetalia, le fue imposible acabar con la naciente y legítima lucha guerrillera que había brotado en sus tierras y hoy, después de más de cuatro décadas, las FARC-EP nos hemos convertido en una sólida organización político-militar y una verdadera alternativa de poder y cambio, con un profundo arraigo popular.
Las guerras contra las FARC y el pueblo colombiano
En estos 43 años, nuestra organización ha sido objeto de innumerables operativos militares lanzados por los gobiernos bipartidistas de turno, y adelantados por el ejército oficial con el apoyo económico y militar norteamericano, con el claro propósito de liquidar nuestra organización, aniquilar cualquier forma de oposición y someter al pueblo colombiano a sus políticas de hambre y miseria.
Así, después de la guerra de Marquetalia vino la «Operación Centauro» dirigida contra el secretario de las FARC-EP, bajo el gobierno neoliberal de César Gaviria Trujillo; Luego los operativos Destructor I y Destructor II, autorizados por el presidente Ernesto Samper, a los cuales se sumó la operación «Tanathos» que ordenó Pastrana para poner fin, de manera unilateral, a los diálogos que se desarrollaban en el Caguán.
Más recientemente, a través del «Plan Colombia», el «Plan Patriota» y el «Plan Victoria» -diseñados directamente desde los Estados Unidos- el gobierno narco-paramilitar del presidente Álvaro Uribe Vélez, ha pretendido infructuosamente arrodillar a las FARC-EP, acrecentando el conflicto social y armado que vive el país desde hace más de medio siglo.
Lo cierto es que todos estos operativos han terminado en rotundos fracasos y lo único que han conseguido es entregar cada vez más nuestra soberanía nacional a los intereses del Pentágono, generalizar la represión y las masacres contra la población civil (acusándola de ser auxiliadora de la guerrilla); incrementar el fenómeno del desplazamiento y acrecentar la corrupción de los altos mandos militares
Las otras guerras…
Ante la incapacidad de propinar una derrota militar a nuestra organización revolucionaria, en estos 43 años las élites bipartidistas han recurrido, a un sinnúmero de estrategias calumniosas, buscando desinformar a la opinión pública nacional e internacional, desvirtuando los altos ideales de lucha de las FARC-EP y su compromiso por la construcción de una Colombia democrática, soberana y con justicia social.
En un principio, se nos quiso presentar como producto de la infiltración política comunista en el país. Y más tarde -cuando esta mentira se hizo insostenible tras el desmoronamiento del campo socialista- se recurrió al pretexto del «narcotráfico» para sustentar que gracias a los dineros provenientes de él, las FARC-EP habíamos logrado un gran desarrollo, pretendiendo ocultar de esta manera, las hondas raíces socioeconómicas del conflicto armado colombiano.
Luego de los atentados del 11 de septiembre, se nos ha señalado der «terroristas», para justificar la ingerencia política y militar de los Estados Unidos y al mismo tiempo, descalificar nuestras acciones legítimas de resistencia, siempre comprometidas con la defensa de los intereses del pueblo y con los ideales de cambio, libertad y justicia social a favor de las mayorías secularmente excluidas y oprimidas.
Toda esta campaña de infamias ha sido facilitada por la intervención de los medios masivos de comunicación, al servicio de los intereses de la oligarquía colombiana y el gran capital y que permanentemente están desinformando a la audiencia nacional e internacional, difundiendo falsos positivos, con informes sobre supuestos guerrilleros muertos en combate o desertores de nuestras filas.
Pero como esto no ha sido suficiente para ocultar los fracasos del actual régimen y su verdadera naturaleza narco-paramilitar, ahora se está adelantando una campaña desinformativa, donde se pretende presentar a los prisioneros de guerra de las FARC-EP como víctimas de tratos inhumanitarios y degradantes. Esta sarta de infamias y mentiras buscan desviar la atención de los organismos internacionales, sobre la incontenible crisis que afronta el gobierno de Uribe.
El fortalecimiento político y militar de las FARC
Pese a estas falacias, nuestra organización se mantiene activa política y militarmente a todo lo largo y ancho de la geografía nacional. Así lo demuestra la exitosa realización de nuestra IX Conferencia ¡Por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo! preparada y realizada en medio del despliegue militar del Plan Patriota, lo que demuestra, una vez más, la derrota de la política uribista de la «seguridad democrática»
A 43 años del ataque de Marquetalia las FARC-EP hemos logrado forjar un verdadero ejército revolucionario, constituido por el pueblo en armas, con una propuesta política y militar de hondo calado popular, orientada a cambiar las estructuras del Estado y, una vez alcanzado este objetivo, defender las conquistas populares.
En estos 43 años, nuestra organización ha reiterado, en diferentes acciones y discursos, nuestra indoblegable disposición a dialogar sobre los temas que garanticen la paz con justicia social para el pueblo colombiano. Pero hemos insistido también que será una paz sin hambre y sin represión que haga efectivos los derechos sociales para todo nuestro pueblo.
En tal sentido, la Declaración Política de la IX Conferencia ha señalado: «Las FARC-EP mantenemos levantada la bandera de la solución política a la crisis, que con la participación mayoritaria de los colombianos, pueda definir soberanamente la construcción de una nueva institucionalidad como la señalada en la plataforma por la nueva Colombia que enrumbe al país hacia el ejercicio pleno de todo su potencial democrático y progresista.