Al momento de escribir esta nota, se desarrollaba la primera jornada del paro nacional de los estudiantes secundarios, que culminaba con un rotundo éxito, con más de 800 mil estudiantes movilizados en todo el país, y con 700 estudiantes detenidos, por la fuerzas represivas del Estado chileno, los que actuaron con inusitada violencia, violencia que […]
Al momento de escribir esta nota, se desarrollaba la primera jornada del paro nacional de los estudiantes secundarios, que culminaba con un rotundo éxito, con más de 800 mil estudiantes movilizados en todo el país, y con 700 estudiantes detenidos, por la fuerzas represivas del Estado chileno, los que actuaron con inusitada violencia, violencia que además tuvieron que vivir muchos periodistas que se encontraban cubriendo las movilizaciones estudiantiles.
La lucha desplegada por los estudiantes secundarios chilenos, ha descolocado a la elite política del país, ha sobrepasado al gobierno de Michelle Bachelet, que no ha sabido enfrentar un viejo problema que no se encontraba en su agenda, ni en su programa de gobierno, como tema prioritario a resolver. Lo relativo a la profunda crisis que vive el sistema educacional chileno después de su munipalización y privatización, en el marco de la aplicación de las políticas económicas del capitalismo neoliberal, heredadas desde la época de la dictadura.
Como muchos de los grandes problemas nacionales que padecen los chilenos y los sectores de menores ingresos, en la coalición de gobierno nunca ha existido voluntad política para enfrentar a fondo cada una de las lacras económicas, políticas y sociales generadas por el neoliberalismo en Chile. Todo a redundado en políticas de parche, que ya se alargan durante casi 17 años, y en donde el problema del sistema educacional en crisis es tan solo una parte de la larga cadena de frustraciones que han vivido los chilenos, después de tanto «éxito económico».
Cabe agregar algo más, los gobiernos de la Concertación se han dedicado a reformar y perfeccionar el sistema educacional en beneficio del mercado. Puesto que en Chile, existe una educación para hijos de millonarios, una educación para sectores medios y una educación para pobres. En donde el rol del Estado es casi marginal, pues la mayor parte del sistema educacional chileno, esta en manos de corporaciones que venden un producto más, como cualquier mercancía, que se compra de acuerdo al poder adquisitivo que se tenga, eso es la educación en Chile, además de su nefasta calidad.
Sin embargo, al margen de los aspectos reivindicativos puntuales de los estudiantes, lo que va quedando claro, y ya lo hemos expresado en más de alguna oportunidad, es la incubación de la decepción, el descontento la frustración, la rabia y la rebeldía que comienza a expresarse, en este caso particular, en la movilización de los estudiantes secundarios que luchan por el pase escolar gratuito, por la gratuidad de la PSU, por el termino de la jornada escolar completa, y lo más importante, es que ha puesto en jaque el modelo educacional del régimen militar, es la rebeldía en marcha, en un país con un sistema político arcaico, el de la Constitución de la dictadura, que se ve reflejado en la grave crisis que vive el sistema educacional del neoliberalismo.
En este plano, la respuesta y la conducta del gobierno de Bachelet, como de los anteriores gobiernos de la Concertación, ha sido enfrentar los conflictos sociales como en tiempos de dictadura, como si éstos fueran a poner en riesgo el modelo económico aplicado a punta de bayonetas, o como si la lucha social fuera afectar en algo, la seudo democracia chilena.
La primera respuesta de la mandataria, en su mensaje a la nación , el pasado 21 de mayo, fue anunciar la aplicación de mano dura contra el movimiento estudiantil y no discutir a fondo el petitorio que han estado planteando los estudiantes secundarios, para buscar una solución a los problemas que los aquejan. La presidenta Bachelet y la Concertación no tienen propuestas al respecto, ha manejado el conflicto de una manera miserable, en donde una vez más se pretende imponer la política de parches, en dependencia de lo que diga la extrema derecha al respecto, que dicho sea de paso, no esta ni ahí, con la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE), pues es un gran negocio para las corporaciones educacionales, en donde están involucrados políticos de la Concertación y la extrema derecha, que son dueños de todo el sector de la educación que ha sido privatizado. Si en Chile, hasta los torturadores han abierto escuelas, son las paradojas del neoliberalismo en su mayor extremo, el del mercado salvaje.
En cada movilización que han desplegado los estudiantes secundarios por sus justas demandas, la respuesta que han venido encontrando, siempre es la represión de la policía militarizada del Estado chileno. En donde además estos organismos represivos han optado por la infiltración en las movilizaciones, con el objeto de producir vandalismo, para luego responsabilizar a los estudiantes, por los daños producidos a la propiedad privada. Lo que queda claro, es que la elite política en el poder, ahora tiene como norma satanizar la lucha social, en donde la única respuesta es la represión.
Lo cierto es que en Chile, después de muchos años se está comenzando a producir un despertar, se esta comenzando a salir del trauma dejado por la dictadura, con su política de represión y muerte. El pueblo poco a poco va comenzando a retomar la movilización social y la lucha por una real democratización del país.
Los estudiantes secundarios en sus jornadas de lucha, han logrado el apoyo de los más diversos sectores sociales y políticos del país, ya ni siquiera es una cuestión de la izquierda extraparlamentaria, si no que es algo que cruza a todo el pueblo chileno, y que nos indica que no se puede seguir por mucho tiempo, sujeto a las decisiones de una clase política afincada en los gobiernos de la Concertación y la extrema derecha (UDI-RN), que se encuentran profundamente desprestigiada ante la faz del país, así al menos lo muestran diversos estudios y encuestas realizadas al respecto.
El gobierno de Michelle Bachelet, se propuso darle mayor participación a la ciudadanía, sin embargo una cosa son las palabras, y otra son los hechos. En el caso de las movilizaciones de los estudiantes secundarios y en la medida que el movimiento ha venido adquiriendo un ribete cada vez más masivo, recién las autoridades de educación ha manifestado algún interés por dialogar y tratar de buscarle una solución a las demandas estudiantiles y a la crisis de la educación chilena.
Las recientes movilizaciones estudiantiles le han impuesto la inclusión al gobierno de Bachelet, le han exigido la discusión democrática de los problemas y de las demandas que plantean los estudiantes de cara al país, de allí que las políticas de la Concertación, se encuentran atrapadas en sus propias formas y estilos de asumir los conflictos, o sea, siempre a espaldas del pueblo chileno y excluyendo a las grandes mayorías. Sin embargo la movilización estudiantil ha obligado a las autoridades de educación del gobierno de Bachelet, a sentarse en la mesa de conversaciones, para arribar democráticamente a algún acuerdo, los estudiantes secundarios le dan lecciones de democracia, a la lacra política en el poder.
Hasta este momento el gobierno solo buscaba la criminalización de la lucha estudiantil, la división de su movimiento y la tolerancia cero con este «grupito» de estudiantes revoltosos. Sin embargo, la lucha de los estudiantes secundarios, es una lucha seria, que merece el apoyo de toda la ciudadanía, porque es un movimiento justo, como lo es la lucha por un salario digno, por una vivienda digna, por un acceso a un sistema de salud de calidad, etc.
Una vez más queda claro, que la lucha por la reivindicaciones más sentidas de la clase trabajadora y del pueblo chileno, solo se logrará con movilización social, sobrepasando la agenda política establecida por los neoliberalistas, ya sea, a corto o largo plazo.
No basta con «funar» a los violadores de los derechos humanos, también hay que funar a los empresarios que no respetan los pocos derechos de los trabajadores, hay que funar los medios de comunicación que están al servicio del sistema, hay que funar a los políticos de la Concertación y de la extrema derecha, que han transformado la educación en un negocio, que no cumplen con sus papel de servidores públicos y que son vasallos al servicio de los intereses empresariales ya sean nacionales u extranjeros.
La lección de los estudiantes secundarios, nos índica que la lucha por mejores condiciones de vida, se va logrando rompiendo las exclusiones que han venido imponiendo los gobiernos de la Concertación y la extrema derecha.
La lucha por la democracia, por la inclusión, por el pluralismo, por el respeto a la diversidad ideológica, por un sistema electoral democrático, solo se lograra con movilización social, en donde las organizaciones políticas del pueblo chileno, jueguen un rol de vanguardia y de primera línea, con todos sus dirigentes y líderes a la cabeza del movimiento.
Finalmente recordemos, que el modelo económico capitalista neoliberal, comienza hacer aguas por todos lados, en Europa, en Latinoamérica, se encuentra agotado, esta en un atolladero. Los pueblos ahora quieren cambios reales, quieren sentir los cambios, vivir los cambios. Los pueblos quieren un modelo económico, cuyo eje central sea el ser humano mismo, y no al servicio de los capitales y el mercado. Los pueblos están diciendo no a los TLC impuestos por el capital multinacional a los países en vías de desarrollo, los pueblos quieren procesos de integración reales, quieren un ALBA o un TCP, o un Mercosur al servicio de los pueblos, y en donde las problemáticas educacionales no pueden ser una excepción.
Chile es todo un gran éxito económico, con un excelente precio del cobre, con crecimientos de sus exportaciones, con un envidiable PIB y con una economía que ya crece al 6%, además de un gran prestigio en el mundo empresarial, según dicen los agoreros del capital neoliberal, entonces porque no exigir la parte que le corresponde a la clase trabajadora y el pueblo chileno, porque no vamos a apoyar el movimiento de los estudiantes secundarios, ante su paro nacional, sus demandas y sus próximas movilizaciones.
En Chile, un nuevo sujeto histórico está comenzando a tomar forma, una de sus primeras expresiones es la lucha de los estudiantes secundarios por sus derechos, la lucha del pueblo mapuche por sus reivindicaciones ancestrales, la lucha de los pobladores sin casa, por una vivienda digna, la lucha por la democracia, por verdad y justicia ante las violaciones de los derechos humanos en dictadura y en seudo democracia. Hay que desmenuzar la decepción y el descontento, la rabia y la rebeldía hay que transformarla en lucha y movilización social, en un sueño posible al servicio de los más desposeídos.
Los estudiantes han resuelto seguir con su movimiento de forma indefinida, pues las primeras conversaciones con las autoridades de educación, no han estado dando buenos resultados, surgen nuevas frustraciones, el gobierno de Bachelet, no tiene voluntad política para resolver el conflicto, solo pretende ganar tiempo y desplegar los esfuerzos que les permita romper la cohesión del movimiento estudiantil o desgastarlo, para así resguardar los intereses de los mercaderes de la educación chilena.
Cada día que pasa, el gobierno de Michelle Bachelet es cada vez más decepcionante toda la política de la Concertación amarrada a los intereses de los capitales nacionales y extranjeros, se agota, se va sumergiendo en un callejón sin salida, que solo se resolverá con movilización social, con lucha, y tirando al tacho de la basura la Constitución del 80, que es el engendro que impide los cambios democrático que requiere el país, pues todo pasa por los quórum calificados, en donde la extrema derecha, tiene la sartén por el mango. Por ello, la lucha de los estudiantes, es la lucha por un sistema educacional al servicio de todos en igualdad de condiciones, es la lucha por una democracia real y efectiva en el país, es la lucha por terminar definitivamente con todos los resabios heredados de la dictadura, en especial de su engendro constitucional.