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La Fábrica de Sueños. "El correr de las horas" – Poemas y relatos (2024)

La lucha dialéctica amor vs. intolerancia

Fuentes: Rebelión

Hay que alzar las palabras, no la voz. Porque no es el trueno, es la lluvia la que mantiene vivas las hojas. WILLIAM SHAKESPEARE

Si alguien puede pensar que de un economista no sale un poeta, aquí se equivoca. Quizás no encuentre a Bécquer, Neruda, Hikmet, Pessoa o Sabines: en todo caso, algo de ellos podrá extrapolarse al revisar los poemas de G. Vidal que se me pide prologar, igual que sus relatos, desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños. El primero, va en cuatro partes: De la ciudad y sus fantasmas, De lo inescrutable de la vida y el amor, De los recuerdos y De las plegarias, ya marca, en la I, unos derroteros signados por la crónica, el humanismo, la curiosidad y la observación, los personajes típicos, la muerte en la urbe, el desarraigo, el cambio, la política o el sentido social de la poesía. En la II Parte, se tratan tópicos como el vacío o el qué hacer, el ocaso (en su doble acepción), los hijos, las voces (nadie debería callar), la vida como huida, oír al otro, el desamor, los amores lejanos, el erotismo, el silencio como preaviso de partida, la decepción, la pasión, los sinos, el nirvana, olvido/recuerdo, etc.

En la III Parte, Vidal reserva un espacio para sucedáneos del recuerdo como la desnudez marcada por el dolor, ese factor (el tiempo) que es la orilla, por la que pasamos, y él da la impresión de correr, las viejas estancias, el amor y su Cupido, los homenajes, los niños, una oda a la esposa fallecida o la pérdida que será eterna compañía. En la IV y última parte del poemario de Gonzalo Vidal C. hay cabida para la plegaria, sin lastre religioso, y sus diversas formas: la sentencia, el aforismo, el adagio popular. Una llama al viento; el tren cuyos pasajeros son los hijos; ¿podré apagar la TV mañana?; los hijos son hijos del viento; el ser que se convierte en sombra del deseo; la herencia como fardo de desdichas; no hay dolor más grande que lo no dicho: todo hay que decirlo; la impronta de la vida en el rostro; mejor este ropaje que el ser que emerge; extraño no extrañar tantas cosas; la casa sólo habitada por fantasmas; dilema: vivir mucho o poco; sentidos que retumban; ante el mal terminal: ¡Vivir! 

Sí, ¡Vivir!, como en el filme de Kurosawa. Sin reticencias, sin prejuicios, sin miedos: no hay que olvidar que sólo quien no tiene ningún tipo de miedo puede amar libremente. Sólo quien nada calla no sufrirá de fibromialgia o ese mal por el que, para evitarlo, es preferible decir todo. Como intenta hacer Vidal sin a la vez intentar darle gusto a nadie, sólo como quien cree que el peor de los fracasos, en este caso literario, radica en no ser fiel a sí mismo. Entonces, ya desde Vivir la ciudad el poeta no titubea para pasar por testigo, o mártir, de su tiempo para observar al mendigo que sin pudor ‘enrostra a otros su mal’ o que admira la lucha suicida del desterrado por la sociedad o de los hijos que claman por un futuro de paz. O bien es el cronista poético que descubre a los cachivaches, al clown, al duende del Metro y deja sentir su humanismo, su compasión por el destino del otro, que muchos miran con desdén. Aquí ya ha encarnado la delicadeza de Bécquer, el sentido social de Neruda, la visión política de Hikmet.

Sin pretender pasar por ellos o por el ortónimo Pessoa o el amoroso Sabines: siendo él. Como fuera de economista el poeta es cantante, en su sentir nada ahorra y exalta a El duendecillo del Metro que en los días de frío y viento lo recibe con su cara de gnomo feliz y parece susurrarle y darle ánimo por ser hoy el mejor de todos sus días, lo que sin prisa ni pausa lleva al Serrat de Hoy puede ser un gran día / plantéatelo así / aprovecharlo o que pase de largo / depende en parte de ti. Por feliz, aunque duro, contraste, no se queda ahí y en La ciudad y la muerte refleja a ésta en un mismo espacio: la que no descansa desde el alba hasta el ocaso, y persiste como el eterno fuego de la culpa o el llanto triste de la pena; la que para Vidal: ‘Marca la dimensión completa de la vida, / o la insondable soledad de la nada’. Como en esa metáfora del poema Desarraigo que es esa niña que huía del machete o de las balas que truncaron su estirpe y aun así a la postre fue un milagro de luz, con alas, vida, y ya sin llanto.

Mudanza y Congreso (de la res pública) son ejemplos de poesía social y de denuncia política: el primero, va desde la pérdida hasta la muerte pasando por la desaparición; el segundo, una diatriba de sensatez contra los traficantes del verbo que con sus vanas/lesivas decisiones terminan por arruinar un país, en ese ‘ámbito de paquidermos’ donde se ‘ordena’ el puzzle nazional, para que nadie escape ‘a su inútil arrogancia’. Con un final que nada tiene que envidiarles a algunos trozos memorables de Hikmet (2) en su Autobiografía, con metáforas precisas: ‘Espacio rotos de figurones, / arpegio de notas deslucidas, / juego de espejos que recrean mundos ilusorios / bajo un vaho de efímera importancia, / de trajes caros y rostros como halcones’. Una lacra del statu quo es despreciar tanto la diferencia como la singularidad del sujeto: ¿se debe dejar de ser el que es por parecerse al otro? ¿Acaso no es el seguir fiel a sí mismo lo que garantiza no caer jamás en el fracaso para así ganar en comunidad y no solo?

¿Y así podamos todos sentirnos triunfantes al final de algún evento crucial en nuestras vidas, como en la africana voz/aforismo Ubuntu, la que significa Soy porque somos? No se olvide lo que ya decía Rimbaud: Je Est un Autre o Yo es otro. Hay que ser uno a través de los demás y los demás a través de uno mismo. Así, Vidal podría decir como Hikmet por vía de Darcy Ribeiro: ‘[…] Me puse del lado de los trabajadores / y me derrotaron. // Pero nunca me puse del lado / de quienes me vencieron. / ¡Esa es mi victoria!’. La victoria de Gonzalo Vidal es otra: literaria. Sin importar que no le gane a nadie puesto que ganan todos sus lectores. Como se verá en algunos de los poemas que figuran en De lo inescrutable de la vida y el amor y que permiten evocar a algunos de los más relevantes poetas colombianos desde el erotismo, la pasión, el idilio: J. A. Silva, J. Flórez, P. Barba Jacob, H. Rojas Herazo, R. Gómez Jattin. Así, como en Cuando me escuchas, Amor distante, Fruta prohibida, El silencio lo dijo todo.

Cuando me escuchas es la prueba palpable de que prestarle atención al otro es una de las más delicadas y exquisitas formas del amor, reflejarse en los ojos del otro es sucedáneo de caricia y comunión, el erotismo hace probable todo sueño; y lo clave para el poeta: Cuando me escuchas / me dejas ser. Amor distante, con un epígrafe del autor de Bajo el volcán, habla de quien no percibe un amor como parte suya y que se pregunta por qué la mujer acepta caricias ajenas que le hacen tanto daño, cuando a él le queda aún todo el amor para darlo. Fruta prohibida contiene la abierta declaración a la actriz brasileña oscuro objeto del deseo para muchos en el mundo, pero que en la soledad del soñador resulta apenas un fata morgana. El silencio lo dijo todo es la síntesis de un desamor, del desencuentro eros/tánatos, del desencantado que expulsa a su Mesalina por ser nada más que fantasma de fantasmas y cuyo fin expresa el deseo de que las tinieblas del olvido cubran un lecho de huesos rotos y mentiras.

También, hay cabida para los poemas intimistas, como en A mi hijo, La vida… ese constante huir, Nada esperes de mí, Te recuerdo, Un gato en el tejado. Igual, en De los recuerdos, con Desnudo hasta el dolor, La vieja casona, A la memoria de Aura. Por razones de espacio, haré unos breves apuntes sobre cada uno: A mi hijo, una suerte de Desiderata vidaliana en la que el padre da consejos prácticos, así suene a teoría, en torno a cómo enfrentar la vida. La vida… plantea el huir sin parar de la soledad, la tristeza, la enfermedad, los recuerdos y el destino, con ‘el recurso’ a entelequias como dioses, ideas/ilusiones, religiones, drogas, viajes, con éstos últimos como inefable expresión de la grande maladie de l’horreur du domicile, Baudelaire dixit. Nada esperes de mí, una precisa descripción del momento que lleva al orgasmo. Te recuerdo, tiene que ver con reconocer al ser sujeto de amor en un relato hecho a base de imágenes, lo que en últimas son ‘aquellas pequeñas cosas’ a las que cantó Serrat…

Un gato en el tejado encierra la idea del símil entre humanos y gatos con sus mil batallas en las que no hay ganadores ni perdedores, salvo resultados buenos o malos. Por último, Desnudo hasta el dolor, citado al inicio y dividido en tres partes, describe a la mujer de calle que, entre tristeza y desesperación, busca el dinero en lo que parece un hecho histórico de transgresión; luego, aparece el ‘cachorro’ en busca de su ‘fruta prohibida’ (cual Sonia Braga) que ante tales imágenes se autocuestiona al intentar convertir un acto vil en paraíso, tras ceder a la tentación que lo tiene ‘desnudo hasta el dolor’. La vieja casona (también parte del título de un cuento), con un epígrafe de Silva que alude al olor como pasado y al presente invadido por la ortiga y la soledad en la casa de la abuela, donde sólo su caricia logra reconfortar el alma. A la memoria de Aura, el canto triste por la partida del ser amado y que aun así quedó esculpido en el alma del tiempo. Poemas de nostalgia, antes de que venga la barca de Caronte.

En conclusión, el poemario de Vidal recuerda que egoísmo, injusticia y crueldad son propios de los incapaces de comprender al otro, infelices que no unen a las personas, sino las separan, Chejov dixit. También, que esos seres de sus faenas literarias hundidos entre tristeza, desesperación y vacío, tanto interior como material, y a los que se puede ver como ángeles que caen o demonios, a la vez son demonios que ascienden o ángeles, como ya lo dijo A. Jodorowsky. Para llegar a ello, el poeta ha tenido que despojarse de prejuicios, ha derivado en un ser humano sentipensante, término acuñado por Fals Borda, antes de que E. Galeano le expropiara la idea que en realidad pertenece a Unamuno: ‘Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento’. Lo que por ahí derecho lleva a otra idea que late en el corazón del poemario: la paz no es algo que se desea, sino se es, se crea, se hace, se regala, según Lennon. En suma, Vidal no piensa como los otros (no sólo poetas): no piensa como los que no piensan.             

Por su parte, el libro de cuentos, aunque antes relatos e historias, consta de doce cuentos, no peregrinos pues no son tan inofensivos como pudieran parecer: Recuerdos de la vieja casona, Noche de alumbrados, Ya lo ves, Imelda, La muerte del tocayo, La otra liberación, Balada para una voz triste, Carta al fiscal, Negro Sirena, Milagro de luz, Sino de campesino, Sinfonía inconclusa al infinito, En el Latin Chat. Si se parte de la teoría del cuento según Quiroga, Cortázar o Ribeyro para deconstruir los relatos de Vidal, el autor no sufriría rubor frente al excelso trío del arte de narrar. Del Decálogo del perfecto cuentista, de Quiroga, bastan tres de las diez partes para ilustrar las virtudes de las que aquél no carece: resistir a la imitación, salvo si el influjo es ineludible: la evolución del carácter equivale a larga paciencia; no adjetivar sin necesidad: la huella del color está en el sustantivo fuerte: no en el adverbio, muy usado por Vidal; no pensar en los amigos al escribir ni en el efecto del relato.

Este, hay que contarlo como si tuviera apenas interés para el pequeño círculo o atmósfera de los personajes, de los que el autor pudo haber sido uno: sólo así el cuento cobra vida. En Algunos aspectos del cuento, Cortázar tiene la certeza de que hay ciertas constantes y valores aplicables a todos los cuentos, sean del estilo fantástico o realista, dramático o humorístico y que esos elementos invariables dan a un cuento su peculiar atmósfera y su calidad como obra de arte. Y cuenta que un escritor argentino, muy amigo del boxeo, le decía que en ese combate que se da entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras el cuento debe hacerlo por K. O. Por último, para Ribeyro el cuento debe contar una historia pues no hay cuento sin historia y el cuento se hace para que a su vez el lector pueda contarlo; la historia del cuento puede ser real o inventada: si es real, debe parecer inventada, y si es inventada, real; de preferencia debe ser breve: así podrá leerse de un tirón; de ahí, su impacto.

Con estos preceptos, ya pueden abordarse las historias y los relatos detrás de los cuentos de Vidal. Recuerdos de la vieja casona son los del sino trágico que persigue a una familia cuyos hijos Pedro e Ignacio murieron, el primero en la doma de un potro y el segundo picado por una culebra, lo que hizo que sus padres se esmeraran en cuidados con Guille y su primo, el narrador. La historia suelta de a poco los hilos, habla del espíritu de emulación/competencia entre jóvenes, la dialéctica (inconsciente) del amo y del esclavo, en fin, la faena de toreo a caballo entre la espontaneidad y la fuerza de los hechos y la profecía de la abuela en medio. Noche de alumbrados es, como la anterior, una historia decembrina pero no en el campo sino en la ciudad, con natilla, buñuelos y pólvora como es usual, igual que el juego de hacer barra, el billar y las penas para el equipo perdedor. Al final, la historia de Pacho y Nacho, también sobre la rivalidad juvenil, la bohemia, la muerte del Zorzal y el espanto de la sombra blanca.     

Ya lo ves, Imelda es la historia suya con el negro patirrajado Pacho, el narrador, los prejuicios sociales, el influjo de la cultura mexicana, el mito del destino fijado por algún dios o diablo, fealdad y mal genio, honradez y trabajo sin reparo. El desconocimiento familiar, el tráfico de influencias, el desdén por la posición de clase y la bronca por la condición de…, el hombre hecho a sí mismo, la lealtad de Imelda por el negro: y otra vez la muerte, la del tan honrado/trabajador como aquél, al que Samuel confunde con su enemigo y las vueltas que la vida da a la familia, el narco, la droga, el secuestro, el entierro. La muerte del tocayo o la historia del Ingeniero, por técnico en ciencias agropecuarias, Alejo y su amigo profesor del liceo, la docencia, el rebusque, de nuevo el alcohol, los celos, los líos de faldas, las peleas de pueblo, los excesos de poder del alcalde, la chica casquivana y el donjuán de vereda, en fin, el alacrán y su sorpresa con todos los aderezos de un melodrama de pueblo con final trágico.

La otra liberación es el aviso de la varilla que Teresa habrá de utilizar a la hora señalada en contra de su iracundo marido que la vapulea sin remedio: recurso con el cual se logra captar la atención del lector de principio a fin. Balada para una voz triste implica recordar la canción de Raphael en la que Álex de la Iglesia basó su filme negro Balada triste de trompeta y otra forma de mostrar la historia del payaso tonto, aquí Roberto, y su hijo Robert, el payaso triste, cuando descubre por vía de su madre la verdadera filia sexual de su padre: lo que no es nada frente al maltrato y discriminación sobre una mujer o la violencia con que le quitan a su hijo. Así como este mezcla narrativa y diario, Carta al fiscal retoma la epístola para contar el caso del niño muerto y mayor de los Rodríguez, desplazados de la zona minera de Antioquia, vía miembro de una secta religiosa y pensionado de la rama judicial, que se debate entre creer en un ser superior y dudar de la religión instituida: pretexto para hablar de paras y desplazados.

Negro Sirena va sobre la típica historia del diferente en una zona difícil no para vivir sino para sobrevivir por avalanchas continuas: el que, primero, se destaca como héroe y modelo, luego, los divierte y, al final, todos lo distancian cuando cae en desgracia, se le desvirtúa y convierte en una suerte de Pablo, pero negro, a causa del delito, secuestro o narcotráfico. Milagro de luz es un ejemplo de la obra literaria hecha con cuidado, calidad y afecto por la historia narrada para que a su vez sea narrada por y para otros: Gabriela recibe a su hijo y lo acaricia de forma exhaustiva, lo compara con su padre y espera que sea diferente pues tiene razones de sobra, máxime cuando se revela la cicatriz en su rostro y su secuela sin luz. Sino de campesino o la historia que no es lo que parece: una real, que se narra, se escucha y se ve, pero que obedece a un formato diferente del que pudiera creer el lector; una breve, si se acepta por ello lo dos veces bueno y que acá se cumple merced a la virtud en el arte de narrar.

Para terminar, Sinfonía inconclusa al infinito o la pantomima sobre los eternos reclamos de la turba y los sempiternos desafueros del Poder encarnados por el mandatario de turno, el desvío de dineros hacia obras suntuarias con el respectivo descuido de las esenciales, la tala indiscriminada de árboles (como la de cualquier Peñalosa) y la saturación del espacio por uso del cemento en detrimento del ambiente y de la calidad de vida del ciudadano, el uso de vallas publicitarias según el tamaño que convenga y así ad infinitum. Y En el Latin Chat o la sátira/burla sobre cibernautas trasnochadores, afeminados, folladores por fornicadores, comemierdas, románticos, maricones y todo tipo de fauna nocturna, que se debate entre la esperanza y la desesperanza, las ocupaciones de los padres, el afán de sobresalir de sus hijos, entre el delirio y la estupidez, la vanidad y el nihilismo, la competencia y el éxito (¿de qué?) que aplasta a los hombres hoy, pero que ante la crisis evidente se aferran a dioses imposibles.

En conclusión, los poemas de Gonzalo Vidal dejan un sabor grato al lector con su variopinta muestra de recursos que van desde el uso acertado de sustantivos, adjetivos y verbos, hasta el de la metáfora justa, pasando por una densidad a toda prueba: poesía viene del alemán Dicht o denso y Dichter es poeta. Poemas cuyo motivo, intensidad y clímax son sujetos de alegría o tristeza, amor o desamor, virtud o falla, pero jamás de un claro despropósito ni mucho menos de un evidente fracaso. Poemas que podrán no ser, para cierta crítica, muestra de gran poesía o de poetas mayores, como los citados al inicio, y aun así nunca serían motivo de vergüenza literaria alguna por sus méritos intrínsecos relacionados con temáticas de hondo contenido social y político, filosófico y erótico, romántico y cotidiano. Poemas, en fin, útiles al lector, al poeta, a la Humanidad, en la medida de su resonancia y aceptación por parte de un cada vez más amplio público. Vidal ha cumplido su labor con decencia, ética e integridad.     

Por su parte, los cuentos de El correr de las horas Poemas y relatos, son muestra inequívoca de la historia sin la cual no hay cuento, del cuento elaborado con rigor, que no entrega todo de golpe, sino que suelta la carnada poco a poco para que nadie pueda sentirse ahíto, en fin, del que guarda el equilibrio entre forma y contenido, y termina por ganar por K. O.: todo ello sin alzar la voz, sino las palabras pues sabe que la lluvia aviva las hojas del libro, no el griego Ares. Detrás de todo están ciertas temáticas citadas a lo largo del texto y en cada cuento: a propósito de ellas surge una célebre obra de Goya, Duelo a garrotazos (1820) (3), con una constante, la intolerancia humana. De ahí la recurrencia a tópicos como violencia, despojo, desplazamiento forzado, paracos, agentes del Estado, pero también narcotraficantes, latifundistas, caciques y gamonales que convirtieron al país en una fosa común y Vidal ha sido testigo directo de tal anomalía. Así, el libro sintetiza la dialéctica amor vs intolerancia…

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) Prólogo al libro El correr de las horas – Poemas y relatos, de Gonzalo Vidal Cardona.

(2) https://rebelion.org/prohibido-hablar-con-otro-que-no-sea-yo/

(3) Célebre cuadro de Goya (1820), que representa la intolerancia humana.

Luis Carlos Muñoz Sarmiento. (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, 5.jun. 2012; columnista, 23.mar.2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por la UFES, el 20.feb.21. Invitado por Pijao Eds. al Encuentro Nal. de Narrativa vista desde las Regiones (Ibagué, 1º a 4 nov.23) Invitado por la UFES al Congreso Literatura, Soberanía Nacional y Multipolaridad (Vitória, 25.nov.23). Autor en ARC, Rebelión, Magazín EE, Las2Orillas; traductor y coautor, con Luis E. Soares, en tales medios. Director del Cine-Club Al Filo del Tiempo, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños. E-mail: [email protected]

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.