Lecciones del Conflicto Secundario 2006 – 2007 El conflicto secundario surge como una expresión de las contradicciones del sistema mercantil en la educación, irrumpiendo en mayo de 2006 por uno de los eslabones más débiles, con movilizaciones estudiantiles que fueron una clara señal del agotamiento del modelo económico y político en su conjunto, y al […]
Lecciones del Conflicto Secundario 2006 – 2007
El conflicto secundario surge como una expresión de las contradicciones del sistema mercantil en la educación, irrumpiendo en mayo de 2006 por uno de los eslabones más débiles, con movilizaciones estudiantiles que fueron una clara señal del agotamiento del modelo económico y político en su conjunto, y al mismo tiempo, un adelanto de la recomposición del movimiento social en el país. Desde entonces como rodriguistas, planteamos e intentamos unificar esta lucha con la de otros estamentos sociales, la de los pobladores, trabajadores y el conjunto de los sectores populares de la sociedad chilena. En nuestro concepto, el conflicto era una lucha política y como tal debía afrontarse. Ante esto y como era de esperarse, el gobierno y la derecha rechazan tal planteamiento, desvirtúan la esencia estructural de la crisis y hacen lo imposible por mantener aislado y dividido el movimiento, hasta que lograron concentrar la disputa en demandas menores y fáciles de resolver, pues preferían tener un conflicto sectorial y no enfrentar una crisis política nacional.
Lo curioso y lamentable fue ver como algunos partidos de izquierda e incluso de convicción revolucionaria, se sumaron al discurso oficial exacerbando el sectarismo, seguidismo y miopía que aún impera en la política de algunos sectores populares. Así las concepciones basistas, movimientistas, marginalistas comenzaron a profesarse como recetas incuestionables para el éxito del «movimiento pingüino», como si los estudiantes fueran una burbuja neutral o autónoma que nadie pudiera tocar y contaminar políticamente, vía por la cual se impusieron los «paros reflexivos» y otras fórmulas aislacionistas que dejaron secuestrados a los estudiantes en sus escuelas y alejados de los demás actores sociales. Con esta errónea postura se entregó la iniciativa a la Concertación, la cual sin ningún problema y remordimiento inicia la cooptación de parte importante de la cúpula dirigente de la Asamblea de Estudiantes, por lo que a fines del año 2006 el gobierno ya vestía un impecable uniforme secundario.
Por otra parte, si bien el conflicto secundario se mantuvo relativamente hasta el 2007, ya enfrentaba otro escenario, teníamos un gobierno enquistado en la Asamblea de Estudiantes y profetizando dejar resuelta la problemática educacional a través de la creación del Comité Asesor, lugar del cual impulsó la nueva Ley General de Educación (LGE), que supuestamente venía a superar a la LOCE y el lucro (Ley Orgánica Constitucional de Enseñanzas creada por Pinochet), aprovechando la confusión momentánea del movimiento estudiantil que hasta ese entonces a la saga, engendraba nuevos liderazgos y organizaciones para reiniciar su lucha. Así nace por ejemplo la Unión Patriótica Estudiantil (UPE), con la toma del Ministerio de Educación la primera semana de marzo de ese año, definiendo una plataforma de lucha y ratificando la necesaria unidad con los sectores de trabajadores y pobladores, y que los derechos sociales se ganan en la calle y movilizados. A esa altura la composición de la Asamblea Estudiantil estaba dada por una mayoría del gobierno (la casi totalidad de los dirigentes llamados emblemáticos pasaron a ser militantes de la DC o del PS), quedando una fracción ya debilitada del CREA, Fuerza Social y grupos movimientistas, y la recién potenciada franja representada por la Unión Patriótica Estudiantil y un variado campo revolucionario de estudiantes que buscaba espacios de convergencia. Claro, la mencionada mayoría del gobierno era absolutamente irreal, ya que estos habían instalado arbitrariamente al Zonal Centro de Santiago (el cual dominaban) como el interlocutor de toda la Asamblea, lo cual ocurría por una situación muy objetiva: el gobierno no controlaba los liceos de la periferia ni de regiones, que a su vez eran lamentablemente los menos organizados. Durante el 2007 los dirigentes concertacionistas como los sectores centristas de la Asamblea sabotearon constantemente las iniciativas de lucha de los estudiantes. A pesar de ello, varias movilizaciones se impusieron ya no por la vía del debate, sino por la vía de los hechos. Igual estas maniobras desmovilizadoras lograron impedir la convocatoria a una protesta de carácter nacional, e incluso la posibilidad de realizar una asamblea secundaria a nivel de todo el país, por temor a que los estudiantes consecuentes y aguerridos asumieran la conducción del movimiento. Agréguese a esto la persecución y expulsiones selectivas que realiza el gobierno, donde «casualmente» fueron los estudiantes revolucionarios los afectados, además de los jóvenes más comprometidos de la Asamblea de Estudiantes. Es más (para saber al nivel que interviene el poder), en plena oleada de ocupación de establecimientos mantuvo a algunos dirigentes pro concertación a la cabeza sin desalojarlos, con el fin de legitimarlos y a la vez demostrar que las acciones «pacíficas de protestas» tenían más resultados que las que resistían los desalojos policiales, acción televisada y supervisada por el propio ministro del interior, quien aplicó la represión más brutal al resto de los colegios a modo de «enseñanza». En síntesis, el hecho que un movimiento sea de composición estudiantil, esto no significa que la lucha de clases deje de imperar en él; al contrario, en el caso analizado tanto el gobierno como la derecha se vistieron de pingüinos, infiltraron el movimiento para proteger sus intereses e intentaron acabar con él de mil formas, por lo que hoy organizarse políticamente desde el campo popular, denunciarlos y confrontarlos en el mismo movimiento, no solo es necesario sino absolutamente legítimo.
El 2008: Luchar por los Intereses del Gobierno o por las Demandas de los Estudiantes Populares
Hoy la lucha estudiantil a diferencia del período anterior presenta a lo menos tres sectores que buscan constituir organización: Existen los que tienen el propósito de subordinar nuevamente a los estudiantes al mandato del gobierno como pasó el 2006 y 2007, comprando dirigentes con becas universitarias, trabajos en el gobierno o futuras candidaturas. Fueron justamente los dirigentes «emblemáticos» de la Asamblea de Estudiantes Secundarios que militaban o ingresaron a la Concertación, los que traicionaron el movimiento anterior y transformaron la supuesta «revolución pinguina» en una contrarrevolución que dio legitimidad a la comisión de educación y a la nueva institucionalidad que el gobierno quiere instaurar en el presente. Este sector, hoy está representado en una FECH carecen de convocatoria propia, y algunos centros de alumnos de colegios llamados «emblemáticos» (la mayoría de familias acomodadas), dominados por la concertación y en busca de coordinarse y levantar un referente que los reinstale como interlocutores una vez más (paradójicamente con el aval de pequeñas organizaciones populares), apoyados en la prensa oficial y su farándula mediática. Hoy promueven oportunistas llamados a marchas y movilizaciones donde lo único que pretenden es dividir el creciente descontento de los estudiantes realmente afectados por la educación de mercado, para canalizar el conflicto por la vía institucional. Sus acciones responden al itinerario neoliberal, independiente que algunos grupos «pisen el palito» y terminen avalando su estrategia. La lucha estudiantil para estos es solo un medio o trampolín para ubicarse mejor dentro de la institucionalidad, negociar cuotas de poder y luego dejar las cosas tal cual (LGE=LOCE!!!). Por otro lado, está la Asamblea Sur Oriente, que intenta recomponer la extinta Asamblea de Estudiantes del 2006-2007, y que tiene un fuerte sello movimientista y anti organizaciones políticas. Con un trabajo incesante a logrado articular colegios de la zona sur oriente de Santiago, aunque es un sector bastante acotado dentro del actual panorama estudiantil. Son compañeros con una convicción avanzada que de superar sus confusiones sectarias, convergerán naturalmente a la unidad con las posiciones de todos los estudiantes populares. Finalmente está la Coordinadora Nacional de Estudiantes Populares (CNEP), constituida por los Estudiantes del Colectivo Político Social Pueblo Pobre Organizado, la Unión Patriótica Estudiantil UPE y diversos colectivos de base, centros de alumnos y una creciente adhesión de estudiantes secundarios y universitarios a lo largo del territorio nacional. Fue esta coordinadora la que hizo resurgir en parte el conflicto estudiantil este 2008, con la toma del SEREMI de educación y la marcha estudiantil del 28 de marzo en el marco de la protesta popular del Día del Joven Combatiente. La Coordinadora se ha ido constituyendo a nivel de asambleas territoriales sobre todo en los liceos periféricos de Santiago y liceos regionales. Es una experiencia en desarrollo y débil aun, pero que en un breve período a ganado la simpatía de gran cantidad de jóvenes a nivel barrial y regional por su convicción estratégica en la lucha estudiantil. De esta manera, cuando se profundice el conflicto con una nueva masividad nacional, los estudiantes del pueblo tendrán una mejor herramienta para disputar la conducción del movimiento, esta vez para que no se transen su demanda más sentidas. Hoy lo que está en juego es definir un petitorio e implementar un paro nacional que vaya contra las causas reales de la educación mercantil, al calor de este proceso ir reconstruyendo un movimiento estudiantil a nivel nacional que sea capaz de convocar a los otros sectores sociales como trabajadores, pobladores, y que sitúe la problemática educacional como una demanda de toda la sociedad. La direccionalidad que tome el movimiento dependerá de quien se ponga a la cabeza del conflicto nacional, o sea, el gobierno con la actual FECH y los centros de alumnos de la concertación, o los estudiantes hijos del pueblo con sus legitimadas organizaciones populares.