«Necesitamos otra educación para otra sociedad y otra sociedad para otra educación» KM Es ahora, precisamente ahora, cuando más importancia cobra la lucha por un modelo de Educación emancipado capaz de servir a la emancipación de la Educación. A la vista está el fracaso rotundo del modelo capitalista que, interesado exclusivamente en generar mano de […]
«Necesitamos otra educación para otra sociedad y otra sociedad para otra educación» KM
Es ahora, precisamente ahora, cuando más importancia cobra la lucha por un modelo de Educación emancipado capaz de servir a la emancipación de la Educación. A la vista está el fracaso rotundo del modelo capitalista que, interesado exclusivamente en generar mano de obra calificada para explotarla, no sólo ha sido incapaz de garantizar el desarrollo de la humanidad sino que se ha convertido en una maquinaria infernal de destrucción y miseria. La «Educación» que el capitalismo provee, es insolvente para sí y es un peligro para el futuro de los pueblos. Debimos haberlo aprendido ya. Según la UNESCO, se prevé que en el año 2020 haya 125 millones de estudiantes universitarios. ¿Con qué contenidos? ¿Al servicio de qué intereses? Actualmente, hay más de 110 millones de estudiantes de enseñanza superior en el mundo. Una mayoría de ellos manteniendo el negocio de la Educación burguesa.
No alcanzaron las mil piruetas epistemológicas (y/o gnoseológicas, según se prefiera) que han inventado los reformistas de todo tipo. No sirvieron las marejadas de saliva «docta», vertidas por los iluminados, ni sirvieron las petulancias de los controladores de consciencias. Fracasaron sus laboratorios y fracasó la ideología de la clase dominante que, para hacer invisible su avidez usurera, financió institutos, universidades, academias… «instituciones educativas» para la alienación. El colmo del absurdo. Se salvan solamente algunas iniciativas honestas que, de manera aislada y a la larga maltratada, han buscado aportes serios de base científica solvente. En las escuelas burguesas la ciencia es una criada del capitalismo.
Hoy el espectáculo dejado por el capitalismo, en los terrenos de la educación, constituye un paisaje denigrante, miserable e irracional en el que los empresarios y los funcionarios de la Educación, envilecidos en su carrera monopólica, son una jauría avariciosa que se tira tarascadas, y puñaladas, a mansalva. La lucha inter-burguesa por monopolizar la «educación» tiene capítulos monstruosos barnizados con filantropía monetaria. Es un espectáculo decadente que disfraza sus ambiciones rentistas con calificaciones académicas de mercado. Y todos mienten a granel para garantizarse el negocio. Cuentan, muchos, con el aval mercenario también, de «autoridades gubernamentales» salidas, en su mayoría, de las cloacas serviles donde se prestan y se pagan los favores necesarios para que sobreviva «el sistema»… su sistema. No vamos a guardar silencio, jamás, y menos cuando miles de estudiantes, en todo el mundo, lideran, generación tras generación, una batalla histórica que nos compromete a todos.
La Educación debe cursar su Revolución Socialista desde los métodos hasta los contenidos, desde sus definiciones hasta sus acciones. Las tres enfermedades ideológicas, más comunes, de la educación burguesa siguen siendo el empirismo, el subjetivismo y el individualismo infestados con el burocratismo más insoportable y capaz de traicionarlo todo. Las ciencias económicas, biológicas, físicas, químicas, jurídicas, administrativas, sociales… todas, deberían convertirse en herramientas contra el capitalismo, urge. La Educación burguesa expende títulos de todo nivel, títulos generalmente mediocres, para un ejercicio mayormente mercenario de espaldas los problemas sociales más concretos.
No van a detenernos los comerciantes del conocimiento. Urge una Revolución de los contenidos, de las formas en la relación dialéctica enseñanza-aprendizaje, de la nomenclatura, de la epistemología… y de la interlocución educativa hacia un nuevo modelo de Educación Socialista.
¿Qué Educación necesitamos?… aquella que no tenga excusas para intervenir en la resolución socialista de los problemas colectivos. La que no sea servil al mercado. La que elijan democráticamente los pueblos como producto de la libre planificación del presente y del futuro. La que garantice la emancipación contra el capitalismo. Aquella que sepa poner los recursos que nos brinda la ciencia y la técnica burguesa, los transforme sustancialmente y los vuelva accesibles a las masas… aquella que combata la falta de conocimientos. Aquella que eleve sin frenos las fuerzas productivas. Es preciso ganar y disponer de todo conocimiento que sea útil al desarrollo humano… sólo cuando la población, la clase trabajadora participe en la administración del gobierno, como su herramienta y su finalidad, será posible coronar la larga lucha por una Educación digna, dignificante y emancipadora. Bajo el capitalismo eso es, simplemente, impensable.
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