Desde el 2 de septiembre, fecha en que la comunidad de Huellas entró en una finca llamada La Emperatriz con el grito «Libertad para la Madre Tierra» no cesan las acciones de este tipo en todo el Cauca, departamento del suroccidente colombiano. Estas acciones no buscan sólo el cumplimiento de acuerdos establecidos con el gobierno […]
Desde el 2 de septiembre, fecha en que la comunidad de Huellas entró en una finca llamada La Emperatriz con el grito «Libertad para la Madre Tierra» no cesan las acciones de este tipo en todo el Cauca, departamento del suroccidente colombiano. Estas acciones no buscan sólo el cumplimiento de acuerdos establecidos con el gobierno nacional (pues en la mayoría de los casos hay acuerdos incumplidos) sino además luchar por la libertad de la Madre Tierra, esclavizada por el capital transnacional y puesta al servicio de los poderosos como una máquina. Pero los indígenas han dicho «Para nosotros, la tierra es la madre y contra ella se comete un crimen del que vienen todos los males y miserias. Nuestra madre, la de todos los seres vivos, está sometida, según la ley que se impone, tiene dueños, es propiedad privada. Al someterla como propiedad para explotarla, le quitaron la libertad de engendrar vida y de proteger y enseñar el lugar, las relaciones y el tiempo de todo lo que vive. Todos los pueblos somos esclavos junto con los animales y los seres de la vida, mientras no consigamos que nuestra madre recupere su libertad».
Retomando estas palabras, y en el marco del 12 de octubre, 16 comunidades en el Cauca, la mayoría indígena pero también mestiza, han ocupado fincas con la misma proclama. El gobierno nacional y regional reaccionaron con campañas de difamación buscando un conflicto étnico y desviando la atención de la opinión pública nacional. Al tiempo lanzaron grandes operativos policiales y militares que incluyeron gases lacrimógenos y disparos de fusil que dejaron gran cantidad de heridos. El 10 de noviembre fue asesinado por disparos de la fuerza pública el compañero indígena Belisario Camayo. Ayer 13 y hoy 14 de noviembre nuevamente ha sido atacada la comunidad para desalojarla. La fuerza pública ha incluido el uso de «papas explosivas» pero dicen que son miembros de la comunidad quienes las usan. «Las papas las usamos pero para echarlas a la olla», dijo un vocero indígena en entrevista con Radio Payumat.
El 11 de noviembre en Santander de Quilichao, desde las seis de la mañana el cielo llora la muerte de Belisario Camayo. Es un día triste para el Pueblo Nasa y todos los pueblos indígenas. A la misma hora, el gobernador del Cauca mostró toda la capacidad de su odio contra los indígenas. A través de una entrevista con Caracol Radio reiteró sus permanentes afirmaciones: «que los indígenas tienen mucha tierra, que son zonas guerrilleras y con cultivos ilícitos, cuestiona la inversión de transferencias y que invaden tierras de negros y campesinos…».
Además del asesinato de Belisario y los heridos, la ofensiva contra los indígenas que liberan la tierra se adelanta con las declaraciones del gobernador del Cauca e intentos de desprestigiar y estigmatizar la causa indígena -la que se adelanta desde una posición no indigenista-.
El gobernador del Cauca miente para ocultar la realidad que le es adversa a él mismo, conocido terrateniente, enemigo de los indígenas y defensor a ultranza de la política de Uribe Vélez. Sin embargo la verdad habla por sí misma.
Las cifras de la inequidad
El Japio es propiedad de Garcés y Compañía con sede en Cali. Tiene una extensión de 940 hectáreas de tierra, la mayoría en arriendo a ingenios para el cultivo de caña, otra parte para la ganadería extensiva y un sector más arrendado para el cultivo de pino. Mientras una persona puede tener 4 mil hectáreas o una vaca disponer de 10 para pastar, el gobernador del Cauca rabia porque los indígenas tienen una hectárea por familia apta para la agricultura (pues la gran mayoría es zona de páramos, nacimientos de agua, reserva forestal o altas y estériles pendientes).
Sin embargo, de acuerdo con el censo agropecuario del DANE, en el Cauca las más pequeñas explotaciones, incluidas las de los indígenas, campesinas y afro, son el 54,1% de las explotaciones del departamento, pero disponen apenas del 8,9% de la tierra de uso agrícola o pecuario.
En cambio las explotaciones grandes son apenas el 3,5 % de las explotaciones y disponen del 35,9% de la tierra de uso agrícola o pecuario. Recordemos que aunque la propiedad de los resguardos es colectiva, a cada familia le es asignada una parcela que explota, y en el censo agropecuario no se determina el tamaño del resguardo, sino de la explotación, por lo que las parcelas indígenas son censadas según su pequeño tamaño y no según el tamaño del resguardo, permitiendo un acercamiento más objetivo a la distribución de la tierra.
El Cauca es el único sitio del país donde se inició una reforma agraria que quedó inconclusa, porque falta devolver 120 mil hectáreas a los indígenas y entregar más tierra a campesinos y afros. Pero el efecto de la reforma agraria apenas iniciada, no ha sido solamente devolver a los indígenas una parte se sus tierras de resguardo, sino también ha sido contribuir al progreso del Cauca generando una capa de pequeños y medianos propietarios. Los pequeños productores corresponden al 27,6% de las explotaciones y disponen [sólo] del 18,2% del área agropecuaria; en tanto los medianos corresponden al 14,8% de las explotaciones y disponen del 37% de la superficie agropecuaria. Pensamos que la reforma agraria no debe afectar sino beneficiar a los pequeños productores y que tampoco debe ser hecha a costa de los medianos y en los casos en que fuere necesario adquirir sus tierras, estos deben ser debidamente indemnizados. Quienes deben contribuir generosamente con la reforma agraria son el 3,5% de los propietarios, los más grandes propietarios, especialmente aquellos que no explotan adecuadamente sus tierras de acuerdo con la calidad del suelo.
Este es un problema del país, no de un departamento
Es imposible ver el problema de la tierra en el Cauca como un asunto «departamental». No sólo porque parte de los grandes propietarios de tierras del Cauca ni son del Cauca ni viven en el Cauca sino en Cali, Medellín, Bogotá o Miami, sino porque la distribución de la tierra y el latifundismo son un problema nacional. La distribución de la tierra en el Cauca es injusta especialmente porque en Colombia el 0,4 % de los propietarios tiene el 61% de la tierra y gran parte de esa tierra de los grandes propietarios (el 91%) no está debidamente explotada y eso hace que 5 millones de hectáreas útiles para la agricultura estén desperdiciadas por estar en manos de los latifundistas.
No es la primera vez que hay disparos
La agresión contra los indígenas y campesinos que recuperaron tierras ha combinado los disparos de fusil, gases y bolillos, con tomas de películas con las que se quiere estigmatizar a quienes se defendían. Los indígenas no tienen películas ni helicópteros sino que tienen un muerto por la fuerza pública y heridos a bala en La Emperatriz en septiembre y en El Japio ahora. Tienen el testimonio verdadero, la palabra verdadera de miles de testigos que saben que la fuerza pública sí disparó, tanto en La Emperatriz (el 5 y el 9 de septiembre), como en El Japio (el 9 y 10 de noviembre). El comunicado del Consejo Regional Indigena del Cauca (CRIC) del 9 de noviembre denunció los disparos con arma de fuego hechos por la fuerza pública y horas después, el 10 de noviembre, esos disparos mataron a Belisario. En La Emperatriz no hubo muertos por el azar de en qué parte del cuerpo cayeron las balas oficiales a los heridos. Pero ¿no pasó lo mismo en la Universidad del Valle el 22 de septiembre? El Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía, (ESMAD) dijo que no entró a la Universidad, pero hay fotos y videos que muestran que entraron [los estudiantes sí tenían cámaras] y allí murió a bala el joven Jhony Silva que no podía correr por tener problemas motrices. ¿Podemos creerle a las fuerzas oficiales? No, ellos disparan balas de fusil y palabras de mentira.
Ante esta cruda e insoportable verdad las comunidades del Cauca han convocado -y lo ratifican- a una cumbre o congreso de los pueblos para una reforma agraria popular. El tema se trabajó también en el III Foro Social Colombia en Bodega Alta del 3 al 5 de noviembre pasado. En la ponencia llamada «El camino para la reforma agraria popular en Colombia» queda claro que el tema es de compromiso nacional pero además que una reforma agraria no implica solo la redistribución de tierras sino además la liberación y respeto por la Madre Tierra, explotada inmisericordemente por el modelo capitalista. Sin la Madre Tierra todo proyecto humano queda sin hogar.
Es un tema que no da espera. Del primero al último día Belisario permaneció buscando la libertad para la Madre Tierra. Fue asesinado por el mismo Estado que agrede y maltrata la tierra a favor de quienes le chupan la sangre. El gobernador del Cauca celebra. La Madre Tierra llora su ausencia. Los pueblos reclamamos y reclamaremos justicia: libertad para la Tierra: reforma agraria popular.