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La magia del sur puede desaparecer por culpa de la industria salmonera

Fuentes: Rebelión

Las salmoneras no solo tienen el poder absoluto para evadir los estudios de impacto ambiental; no solo cuentan con los recursos millonarios para comprar conciencias de actores sociales y políticos; no solo cuentan con lobistas en la clase política; no sólo inventan campañas de odio y racismo contra los pueblos originarios; no solo crean una fuente laboral precaria e inestable; no solo generan un impacto medioambiental de carácter catastrófico en los ríos, lagos, mar y borde costero, sino que además quebrantan la propia ley que las regula en sus concesiones

por Víctor Sánchez

A mediado de los 80 era recurrente que mucha gente subiera a veranear a la llamada ‘Quebrada de Macul’ para aprovechar las bondades de las aguas que bajan entre la precordillera. Lamentable un día no existió más acceso al lugar. El motivo fue la creación de piscinas para el crecimiento de salmones. Así nació mi primer conocimiento de este tema. Luego de años, el acceso a ese lugar se abrió pues el experimento de los salmones fracasó en la zona.

Los orígenes de la industria del salmón se remontan en Chile al año 1975, cuando empresas japonesas propusieron la creación y desarrollo de esta industria a una escala mayor, pero en ríos y lagos. Así son importadas las primeras ovas, que son los huevos de salmón y la base de esta industria acuícola. Producto del desarrollo de la salmonicultura surgió la famosa institución SERNAPESCA, supuestamente con el objetivo de regular y controlar la producción del salmón en Chile. En el año 1980 apareció la Fundación Chile y la llegada oficial de inversionistas y empresas salmoneras de Japón, Noruega y Estados Unidos.

El desarrollo de la industria salmonera fue un boom de desarrollo rápido y extendido geográficamente, no exento de problemas propios, como genético-biológicos y ambientales de este pez.

En la actualidad, existen 40 empresas de la industria del salmón asociadas en organizaciones como Salmón Chile o el Consejo del Salmón, dedicados a promover y proteger los intereses esta industria a todo nivel, llegando incluso a interferir leyes que desde su perspectiva y objetivos podrían dañar sus intereses como la ley 20.249 llamada Ley Lafkenche.

Si bien es cierto, Chile no es el mayor productor de salmón en el mundo, pues ese puesto lo tiene Noruega; Chile sí es el primer país exportador de salmón en el mundo, con una producción promedio de 4 mil toneladas anuales, llegando a 75 países en elmundo, con 40 empresas reconocidas legalmente en el territorio nacional y con ganancias en cifras oficiales en el 2021 equivalentes al 1,7 del Producto Interno Bruto (PBI) Nacional, igual a más de 4.650 millones de dólares. El último mes de 2024 se enviaron al extranjero 146,596 toneladas por un valor de 914 millones de dólares, con un incremento de hasta eun 10% en relación al año anterior en igual fecha.

Como vemos, esta industria y según datos oficiales, es la segunda industria de mayores ingresos después de la minería en chile con ganancias cuantiosas.

¿Desarrollo y progreso para quién?

Mucho se habla en los medios masivos de comunicación sobre el desarrollo y progreso que implica el establecimiento de diferentes industrias en el país. Así es como se intenta persuadir a la población de las bondades de la industria minera, la forestal, inversiones extranjeras de carácter privadas y estatales, también en la creación de centrales hidroeléctricas. Pero bien se conocen los daños que este ‘desarrollo’ causa al medio ambiente y cómo viola los derechos consuetudinarios de los pueblos originarios. Se sabe de las luchas del pueblo Mapuche contra el extractivismo y la destrucción que provoca este tipo de progreso. Allí están los feroces efectos dañinos del monocultivo de pinos y eucaliptos para la tierra, así como la construcción de represas y centrales hidroeléctricas en el Alto Biobío y en la pre cordillera, en el Pilmaiken, se han ofrecido largas luchas desde el tiempo de la invasión de los españoles, luego la instalación a sangre y fuego del Estado chileno y la llegada de colonos europeos.

La industria del salmón, ya vista sus ganancias, también intenta crear una imagen de progreso y bienestar para todos, pero observemos algunas cosas más allá de sus utilidades y supuestas bondades.

La creación de los centros de cultivos en el océano, ríos y lagos para establecerse deben someterse a las normas regulación, declaración de impacto ambiental, estudio de impacto ambiental y consulta de posibles objeciones al proyecto. Hasta ahí, normativas que en general se deben respetar pese a que mundialmente son reconocidas como las normas de mínimos requerimientos en comparación a otras regulaciones ambientales. Tomemos como ejemplo práctico qué hace una empresa del salmón para instalar sus dependencias en una localidad.

Primer objetivo: No llegar al llamado Estudio de Impacto Ambiental. ¿Cómo se realiza eso? Pues bien, logrando que los diferentes actores sociales de un lugar no se opongaa a la instalación de sus dependencias y que puedan levantar su infraestructura sin tener mayor ‘ruido’ social (oposición). ¿Cómo lograrlo? Veamos el caso de la empresa INVERMAR en la comuna de Calbuco. ¿Qué hizo esta empresa en el sector de Aucha, sector rural de esta comuna?

1-Llegada de nuevos vecinos de carácter profesional y técnicos de diferentes áreas al sector. Estos vecinos se integraron a las juntas de vecinos, comité de huasos, grupos de la tercera edad y ferias agrícolas y, por cierto, a las comunidades religiosas. Todo bien hasta ahí.

2-Luego la empresa comenzó la construcción de oficinas y estructuras de la piscicultura. Para esto no se necesitaba ninguna norma más que de la de edificación.

3-Los nuevos vecinos y vecinas participan de las diferentes organizaciones existentes y dan cuenta de sus necesidades y problemas de diversa índole, económicas, infraestructura, técnicas, viales y conectividad, entre otras necesidades.

4- La industria salmonera requiere evadir el estudio de impacto ambiental, pero ¿como lo logra? Con la participación y aprobación de las diferentes organizaciones sociales que ya infiltradas por los nuevos vecinos ofrecen a nombre de la piscicultura ‘resolver sus problemas’ a cambio de que firmen la Declaración de Impacto Ambiental, donde estas organizaciones no objetan la creación de la piscicultura. Por su parte, la empresa promete trabajos y aportes económicos como construir sedes sociales, mejorar los baños, facilitar parte de sus terrenos para la creación de una feria, donar un par de botes o lanchones y, por qué no, hasta la compra de algunos vehículos para determinado dirigentes sociales. Así consiguen tener firmada la declaración de impacto ambiental y continúan con la construcción y término de la piscicultura. 

5-Consulta del Servicio de Estudio Ambiental, SEA. Esta entidad tiene la obligación de generar una consulta para evaluar la opinión de las y los vecinos sobre la declaración de impacto ambiental. Como ‘el trabajo’ ya está hecho de antemano por los nuevos vecinos que son parte de la empresa salmonera, no existe oposición al estudio de impacto ambiental. Si alguna organización que posea personalidad jurídica (no puede ser persona natural) se opone, tiene un plazo de 30 días para establecer descargos técnicos sobre el proyecto de la salmonicultura… Solo un mes para un proyecto que ya llevaba más de 5 años logrando un plan acabado de cómo lograr su objetivo lucrativo. 

Producción del salmón 

Los salmones son criados en agua dulce, ya sea en río, lagos o pisciculturas, donde son sometidos a tratamientos genéticos, biológicos y químicos para que luego sean enviados al océano para su engorda. Si una criatura que nace en agua dulce deja todos sus desechos orgánicos fecales y químicos en aguas dulces de lagos y ríos, luego es enviado a crecer en el agua salada del océano. ¿Cuántas criaturas pueden vivir en ambientes tan diferentes sin manipulación al menos genética?

Luego los salmones pasan al mar donde son criados en jaulas cercadas por redes o mallas. Absolutamente hacinadas, cientos y miles son confinadas en espacios reducidos en relación a un pez de cría natural en el océano. Por lo mismo, el uso de antibióticos, químicos y colorantes son imprescindibles para lograr la sobrevivencia de estos especímenes que poseen un enemigo en el proceso de cría: el Piojo del Salmón (ISA), que ha provocado la mortandad de miles de toneladas de salmón en descomposición y que son vertidos cada cierto tiempo al océano, lo cual crea condiciones perfectas para la llamada Marea Roja. 

Una vez alcanzado el tamaño y peso requerido (sobre 3 kilos), el salmón es enviado a las plantas de proceso.

Trabajo en plantas de proceso 

Aquí está el punto a favor según las empresas del salmón y también los políticos cercanos a esta industria. 

En la región de Los Lagos existen registradas 60 plantas de proceso donde trabajan mayoritariamente mujeres dedicadas a la extracción de vísceras, cabezas, escamas, fileteado y envasado del «producto». 

En estas plantas de proceso del salmón, 60 legales, cuentan con un sistema de trabajo que, más que lograr ser un elemento aglutinador para la sociedad por efecto de obtener trabajo, se ha transformado en un elemento disociador del núcleo familiar y por lo mismo, desarticulador del tejido social. ¿Cómo se trabaja en las plantas de proceso de salmón?

La señora Juanita encontró trabajo en Aqua Chile (Agrosuper), tiene un contrato legal (cuando existe) con sueldo mínimo. La señora Juanita tendrá turnos rotativos de mañana, tarde y noche semanalmente. Nótese: turnos semanales rotativos, lo cual ya es antibiológico. ¿Puede una persona trabajar una semana de noche, la otra de día y la otra de tarde sin sufrir, por lo menos, trastornos de sueño? 

La señora Juanita deberá cumplir con una cuota determinada de producción mientras dura el contrato, trabajando 8 horas de pie con doble traje de agua y botas para intentar capear la humedad. Tiene colación después de tres horas de trabajo. Si quiere recibir un dinero algo mayor al sueldo mínimo deberá lograr un bono laborando horas extras o un día extra. La señora Juanita no tendrá trabajo todo el año, pues el trabajo de producción del salmón es solo por temporadas. Ni hablar, ni pensar en asociarse a un sindicato pues los ‘colegas’ y no compañeras o compañeros de trabajo saben que es un tema tabú. Su contrato finaliza cuando la empresa lo determina. Con suerte la señora Juanita será llamada otra vez. 

Las enfermedades más asociadas a este rubro son depresión, insomnio, fatiga crónica, tendinitis, túnel carpeano, várices, trombosis, ACV. 

El sistema de turnos es fatal para la organización familiar, la presencia parental, la orientación escolar, no hablar del esparcimiento, recreación o la vida social o comunitaria.

Fortaleza del salmón como alimento 

Bajo en calorías y contiene elevados niveles de omega 3 omega 6, proteínas y vitaminas como la A, B6 B3 D y K. 

Daños del consumo de salmón 

Alto contenido en sodio, bacterias, alto contenido en antimicrobianos; puede contener también metales pesados, organoclorados como el PCB, DDT, HCB, además de lindano y nanocloro. Diversos estudios recomiendan en reemplazo del salmón el mackarel (jurel) y la caballa.

La industria del salmón y medio ambiente

Para engordar y hacer crecer un solo salmón se necesitan 5 kilos de pescado. Es así como la pesca de sardinas, jurel, peje rey, incluso merluza, son derivados para la producción de alimento para la industria del salmón. Trágico por decir menos, pero esto es solo el comienzo. Ya se describió en qué ambiente son criados los salmones: primero en agua dulce, ya sea en ríos o lagos. Su crianza en un proceso complejo y su cadena alimenticia es artificial. Primero pasa de un proceso de ovas (huevos) mantenidas en un tránsito muy complicado y delicado, para pasar al estado de alevin con saco. Luego llega a su estado juvenil para después convertirse en juvenil smolt. Esto en agua dulce. Posteriormente deviene el proceso de adulto y adulto reproductor, estos dos últimos en agua salada. Desde sus alevines hasta su tamaño adulto, el salmón demora casi dos años.

Los salmones, por la forma antinatural de crianza y engorda, son sometidos a altos tratamientos de químicos y colorantes y antibióticos, los cuales corresponden a los principales causantes de la contaminación de este pez que llega hasta los hogares. Y peor aún, sus fecas y gran mortandad contaminan las aguas de ríos, lagos y el mar. Ello genera anoxia y anaeróbica; estados de falta de oxígeno en especies y fondo marino, dañando el crecimiento biológico orgánico del océano y destruyendo cientos de especies y microespecies, desde el plancton marino, nutriente estratégico para la vida oceánica.

Además, la industria salmonera, que posee 1.344 concesiones en Chile (según Sernapesca), es la responsable de la contaminación del océano, ríos y lagos con materiales como el plástico, bollas, redes y metales, como el aluminio y fierros, afectando tanto el fondo marino como los bordes costero, perjudicando la fauna marina y aves. 

La anoxia y anaeróbica son elementos de un fertilidad marina que repercuten no solo en la vida oceánica, sino que también en miles de personas que viven de la recolección de orilla, tanto de algas, moluscos y similares, incluso afectando los cultivos de choros (mejillones). Producto de la falta de nutrientes en el agua, la cría y engorda de choros es cada día más difícil y está tomando más tiempo. Hace solo dos años, las pimes que trabajan en este rubro han señalado que crece la concha, pero no crece ni engorda el bivalvo.

De esta manera, se va desentrañando el verdadero alcance de una industria que genera millonarias ganancias a costa de la producción indiscriminada del salmón. Naturalmente, el problema no es el salmón, al igual que en la industria minera no lo son los minerales sino la industria minera; como en el área forestal, no es culpa del pino y el eucalipto, sino de las empresas forestales, que además son subvencionadas por el Estado. El problema es la industria del salmón que en su mayoría corresponde a capitales extranjeros de carácter privado y también de los propios Estados como el noruego, canadiense y chino. O sea, Estados dedicados a la explotación y el extractivismo en países periféricos del mundo, como si fuésemos sus ciudades satélites, una especie de neofeudalismo tecnológico que, de tanto en tanto, viene a controlar sus inversiones personalmente como ocurrió con los reyes de Noruega, el rey Herald y la reina Soja en marzo del 2019. Como también lo hacen delegaciones de empresarios japoneses muy a menudo. Conocido es el maletín con instrumentales para medir in situ la calidad del producto.

La salmoneras contra la legislación chilena

El 31 de enero del 2008 y luego de un largo debate el parlamento chileno, en forma transversal y con participación de diferentes expresiones de pueblos originarios, se aprobó la ley 20.249, conocida como Ley Lafkenche, que crea los espacios costeros marinos de los pueblos originarios (ECMPOS). Ello permite que los diferentes pueblos originarios puedan hacer uso y administración de determinados espacios costeros de acuerdo al derecho consuetudinatio que les garantiza la aprobación y reconocimiento del convenio 169 de la OIT sobre pueblos originarios y, de una u otra forma, reconocido por la ONU como parte de los derechos de los pueblos originarios del mundo. Casualidad o no, el convenio 169 fue ratificado en chile el 15 de septiembre del 2008.

Sin embargo, y pese a que la Ley Lafkenche está plenamente vigente como ley de la República, las empresas salmoneras han generado un lobby a todo nivel mediante sus organizaciones gremiales, como Salmón Chile y el Consejo del Salmón, esta última compuesta por Aqua Chile (Agrosuper), Australis Seafood, Cermaq (Mitsubishi), Mowi (Noruega), Salmón Aysén.

A su vez estas empresas se subdividen en diferentes productores o empresas más pequeñas con otros nombres de fantasía para obtener beneficio tributarios.

La Ley Lafkenche ha sido objeto de ataques por parte de la industria del salmón, generando gastos millonarios en acercamientos, principalmente haciendo un trabajo de infiltración social (ya vimos cómo logran una declaración de impacto ambiental sin oposición de los actores sociales). Las empresas han tenido dos objetivos: llenarse al bolsillo y, como en la corrupta Ley de Pesca (Ley Longueira), llegar al mundo que legisla para obtener una posible eliminación de la Ley Lafkenche donde han estado comprometido senadores como Fidel Espinoza, Iván Moreira, diputados como Mauro González y Marcia Raphael.

Como la Ley Lafkenche tiene el propósito de proteger los derechos ancestrales y consuetudinarios protegidos por el convenio 169 de los pueblos originarios, la industria del salmón debe disfrazar su lucha contra esta ley. Para ello ha buscado un actor social que sí pueda desacreditar esta ley: las dirigencias de sindicatos de la pesca artesanal que, a maltraer, han participado en sus actividades empresariales, e incluso muchos ya no salen a la mar; solo venden sus cuotas de pesca. De esta manera han sido dos los frentes de lucha contra la Ley Lafkenche, social y políticamente.

En el 2024, la campaña de desprestigio contra la Ley Lafkenche tuvo un carácter masivo. Se realizaron reuniones, seminarios, conferencias de prensa, hasta lograr que la comisión de pesca del Senado, del cual era presiente Fidel Espinoza, propusiera modificaciones a dicha legislación desde el sector social. El marketing industrial salmonero creó una campaña de odio y desprestigio contra las comunidades williche y lafkenche, tomando incluso un carácter de racismo, promoviendo una confrontación desde algunos sindicatos de la pesca artesanal hacia líderes ancestrales de las comunidades. Nada de esto ha gozado del éxito esperado, pero ha iniciado un proceso virulento de división popular desde la región de Los Ríos hasta Magallanes.

El diputado Mauro González presentó una iniciativa que intentó paralizar la aplicación de la Ley Lafkenche vía ley de presupuesto. Pero la propuesta fue declarada inconstitucional por el propio tribunal constitucional, sufriendo otra derrota. No obstante, hoy diferentes personeros, como alcaldes y gobernadores de las regiones, ya comienzan a hablar del desarrollo estratégico futuro de la industria del salmón, arrastrando al límite la ocupación extractivista del extremo sur, sus parques nacionales y fiordos australes.

¿Por qué la industria del salmón se opone a la Ley Lafkenche y crea una campaña de desprestigio contra las ECMPOS, espacios costeros marinos de pueblos originarios? Porque se trata de una disputa territorial: los centros de cultivo no están localizados en al mar sino cercanos a los bordes costeros y la existencia de los pueblos originarios administrando zonas son una competencia territorial para las salmoneras. Ahora bien, mientras existen más de1.300 concesiones salmoneras, solo hay 24 ECMPOS de los más de 80 solicitados. ¿Por qué esa diferencia? He aquí la carta bajo la manga de las salmoneras cuando se creó la Ley Lafkenche. El año 2008 se estableció que el organismo que aprobaría o negaría la unos ECMPOS sería una instancia llamada Comisión Regional de Uso del Borde Costero, CRUBC, constituida por instancias públicas del Estado y los privados, estos últimos, los privados, no son nada más y nada menos que los representantes gremiales de la industria del salmón; o sea, el empresariado es juez y parte en la otorgación de las concesiones para los pueblos originarios, junto a representantes del mundo político como gobernadores, alcaldes e instituciones uniformadas las que otorgan o no la administración de los ECMPOS. Esta forma es muy diferente a cómo se concede el permiso a la instalación de una dependencia de la industria salmonera, solo que con una declaración de impacto ambiental comprada y pagada para quienes se pudieran oponer.

Las salmoneras no solo tienen el poder absoluto para evadir los estudios de impacto ambiental; no solo cuentan con los recursos millonarios para comprar conciencias de actores sociales y políticos; no solo cuentan con lobistas en la clase política; no sólo inventan campañas de odio y racismo contra los pueblos originarios; no solo crean una fuente laboral precaria e inestable; no solo generan un impacto medioambiental de carácter catastrófico en los ríos, lagos, mar y borde costero, sino que además quebrantan la propia ley que las regula en sus concesiones, la cual es muy clara. Concesión abandonada por más de dos años se ve caducada, como sucedió en las Guaitecas donde la empresa Aquachile abandonó el lugar y hoy, después de más de ocho años de esfuerzos regenerativos de la biodiversidad marina por parte de las comunidades, hoy la empresa vuelve por fuera del marco de la ley a usar una concesión caducada con el dolor de los lugareños y la comunidad en general.

Así, poco a poco, la magia del sur queda en la mano negra de las salmoneras.

Referencias

Serna pesca

Salmón Chile

Ley Lafkenche 20.249

Estudios de la UC

Greenpace

Biblioteca Nacional 

Comunidades Mapuche Williche 

Experiencia personal laboral