Desde que asumió el Gobierno de la Nueva Mayoría se viene desarrollando un sostenido movimiento para poner un cerco de hierro, a todas aquellas medidas del gobierno que tendieran a poner en ejecución real, las demandas populares que fueron planteados como objetivos en su Programa. La concreción de dichas medidas parecía zanjada; en un parlamento […]
Desde que asumió el Gobierno de la Nueva Mayoría se viene desarrollando un sostenido movimiento para poner un cerco de hierro, a todas aquellas medidas del gobierno que tendieran a poner en ejecución real, las demandas populares que fueron planteados como objetivos en su Programa. La concreción de dichas medidas parecía zanjada; en un parlamento con mayoría. Pero el factor de oposición clave allí no ha venido, como era de esperar, sino de los elementos más reaccionarios del Partido Democratacristiano (PDC). Cada vez con mayor decisión construyen una presión creciente para «desmochar» y liquidar finalmente todas aquellas medidas que atentaran contra el interés de la oligarquía, de la cual forman parte.
Esta liquidación no sólo está dirigida a los cambios educativos, por la que lucharon incansablemente los estudiantes, sino contra la reforma tributaria, en la salud, en las reformas laborales. Han ignorado tanto al conjunto de los chilenos como a los «camaradas» DC de «medio pelo» que se la estaban jugando por medidas ejecutivas y transformadoras.
Esta tarea de obstrucción parlamentaria es encabezada en lo principal y público por el aristocrático Presidente DC Ignacio Walker, que junto con su hermano Matías Walker, jefe de la bancada de diputados de la DC, han ido impidiendo una y otra vez, la ejecución del Programa destinadas a morigerar y/o hacer desaparecer todas sus reformas centrales, dejando sólo los rótulos para satisfacción de los sectores que lucharon por dichas reformas.
En este afán se valen de todo tipo de pretextos, incluyendo las declaraciones y/o las opiniones de militantes del Partido Comunista a las que han elevado a la categoría de problemas de Estado.
En este momento el objetivo es desmontar la reforma educacional. Ya lo hicieron con una parte central de ella al no permitir el considerar el lucro como un delito en la Educación. Los dueños del negocio de la educación chilena podrán seguir lucrando sin que algo pase. La Iglesia Católica, la poderosa oligarquía DC, y los traficantes de la educación podrán seguir lucrando tranquilos.
Quienes han encabezado esta batalla ideológica son individuos que han vivido toda su vida a costa de los impuestos que pagan todos los chilenos. Paradigmáticos resultan en este sentido, Andrés Zaldívar y Gutemberg Martínez , que gozan de páginas y páginas de los medios de prensa para desplegar su argumentación reaccionaria y antinacional. Claro que lo hacen como siempre en defensa del pueblo, de la libertad y la democracia. El primero de ellos es un caso notable de político – empresario – rentista financiero que ha vivido toda su vida disfrazado de funcionario público, a costa del erario nacional.
Nunca ha dejado de cobrar lo que se le debe por estos servicios a pesar de sus «no» menores ingresos provenientes de otras fuentes. (Hoy por hoy, como tal funcionario, se embolsa alrededor de 15 millones de pesos mensuales en su condición de senador de la república, cerca de 60 veces lo que gana un joven con salario mínimo.
No podemos dejar de recordar que, Andrés Zaldívar, este pequeño genio de la política chilena, siendo Ministro de Hacienda de Frei Montalva puso en marcha el plan de «terrorismo económico» elaborado por el Departamento de Estado de Estados Unidos para destruir al gobierno popular de Salvador Allende.
Lo hizo en un discurso en que amenazaba que el nuevo gobierno, a pesar de estar en ejercicio sólo días ya era responsable poco menos que del desplome del sistema económico. Compañero de batalla en esto está un resucitado y venido a menos prócer de la DC Gutemberg Martínez ex Presidente de la Colectividad y hombre «de las platas» en Chile de la Fundación alemana Konrad Adenaüer de la cual la DC chilena recibe fondos y que también interviene en el debate calificando los esfuerzos «progresistas «como fiebre de reformas». [i]
En esto son socios del PAN mexicano, del Partido Conservador de Colombia, del Partido Popular de Panamá, del Partido Social Cristiano COPEI de Venezuela. Todos férreos defensores del estado de cosas y de la dependencia imperial en sus respectivos países.
Este dechado de diputado que ha salido electo en tres oportunidades como tal, nunca ha logrado más del 40 % de los votos; incluso antes de ser expelido por el sistema fue reelecto con menos del 24 %. Después de esto Gutemberg entró al negocio Universitario inventando la Universidad Miguel de Cervantes de la cual es rector y, convenientemente para los negocios familiares, uno de sus hijos es miembro del Directorio.
Como tal Universidad también cuenta con financiamiento de la descrita fundación. Todo esto se desarrolla impunemente ante nuestras narices. Alguien pudiera pensar que lo que preocupa a estos individuos es la, como dicen ellos, libertad de educación, la «libertad de elegir» el establecimiento en que los padres pueden educar a sus hijos pero lo que hay tras toda esta palabrería, prima facie, son los negocios de estos individuos y familias.
Estos individuos mientan descaradamente dicen «que el problema con la reforma educacional es que parece diseñada no para elevar la calidad de la enseñanza, sino para asegurar el Monopolio del Estado«. [ii] Estos que profitan del aparato estatal durante toda su vida invocan de repente la amenaza del Estado como el gran cuco para la así llamada clase media. Son las mismas invocaciones que repitieron una y otra vez durante el esfuerzo que se hizo durante la Unidad Popular por reformar el anquilosado aparato educacional chileno.
Pero lo trascendente de todo esto es que todo este montaje político se sitúa en la defensa clasista del estado de cosas, el dominio imperial del cual estos personajes son creaturas. Qué otra cosa es la aparición meteórica de una presidenta de la CONFEPA Erika Muñoz surgida de la nada con pleno financiamiento, al más puro estilo de los defensores de la libertad y la democracia que surgen sistemáticamente en Cuba y que perduran mientras alguien ponga la plata.
La derecha en Chile no tiene nada que ofrecer, es esencialmente reaccionaria. Entonces aquí el gran plan es volver inocuo el Gobierno de Bachelet, no porque éste en particular para Chile y para los empresarios chilenos sea una amenaza, sino porque interesa desarmar todo lo que implique una profundización de la subversión implícita en la gran batalla antiimperialista que expresa la existencia de Venezuela, en primer lugar a los que se agregan Ecuador, Bolivia, Uruguay, Brasil y Argentina que ha iniciado una lucha sostenida por liberarse de los designios del aparato militar financiero de Estados Unidos.
A todos ellos esto se agrega la nunca claudicante Cuba. La «mano que mece la cuna» consiguió desbancar el gobierno progresista en Paraguay y crearon ese engendro sin consistencia ni económica ni política que se llama Alianza Pacífico al cual Chile fue incorporado por el Gobierno antinacional de Piñera. Allí cohabitan junto a Chile, los gobiernos de Perú que construye una economía neoliberal extemporánea y que lleva al destierro económico a miles de sus habitantes; Colombia y México paraísos del paramilitarismo, el narcotráfico y el crimen organizado. Por lo demás estos países son la muestra de los resultados finales y degradados del capitalismo en el cual la delincuencia, el soborno, la corrupción generalizada son las formas de vida del sistema.
Chile tiene una vez más la posibilidad de salir de de su dependencia económica e ideológica en un escenario sudamericano que más que nunca en la historia es favorable, pero las fuerzas políticas progresistas deben detener a quienes expresan no los intereses reales del país sino sus pequeños negociados que una vez más se sienten amenazados. Detenerlos ahora es necesario para que alguna vez se pueda cortar la mano que mece la cuna.
[i] Según el diario El Mercurio A3. 2 /10/14.
[ii] Juan Andres Fontaine. Columna de opinión El Mercurio 2/10/14
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