En Colombia brotan conflictos por doquier. Ocurren a propósito de diversos problemas que afectan a millones de personas. La pobreza es una plaga que golpea diariamente mas de treinta millones de colombianos, hundidos en la miseria y la incertidumbre. Desempleo, hambre, analfabetismo, enfermedades, despojo de tierras, violencia, corrupción, secuestros, desapariciones, torturas, falsos positivos, inseguridad, son […]
En Colombia brotan conflictos por doquier. Ocurren a propósito de diversos problemas que afectan a millones de personas. La pobreza es una plaga que golpea diariamente mas de treinta millones de colombianos, hundidos en la miseria y la incertidumbre. Desempleo, hambre, analfabetismo, enfermedades, despojo de tierras, violencia, corrupción, secuestros, desapariciones, torturas, falsos positivos, inseguridad, son el pan de todos los días en la vida cotidiana de la mayoría de la población. Al tiempo, una minoría es dueña de insultantes privilegios porque son los propietarios de millones de hectáreas rurales, dueños de los bancos, gestores de presupuestos gigantescos en el Estado que se embolsillan tranquilamente, operadores de multinacionales que saquean nuestros recursos mineros y naturales y políticos inescrupulosos al servicio de las élites plutocráticas.
En su desespero y angustia las comunidades, los vecinos, los trabajadores, los campesinos, los estudiantes, los usuarios del transporte, los profesionales sin empleo, las madres desamparadas, las mujeres acosadas por el machismo y la brutalidad, los usuarios de los hospitales, los estudiantes excluidos, los estudiantes reprimidos y debilitados, los hambrientos de la calle, los desempleados, las comunidades afro, los indigenas, las victimas de la violencia, los atropellados por la locomotora minera, las clases medias indignadas con el cinismo de los parlamentarios, realizan diariamente acciones de protesta, de inconformidad, hacen huelgas, protagonizan manifestaciones, escriben memoriales, hacen derechos de petición, interponen acciones de tutela, promueven referendos revocatorios, en fin dejan sentir su repulsa frente al cáos social que impera, frente a la injusticia que los azota.
No obstante la estrategia implementada por el bloque dominante de la oligarquía para impedir la asociación, la organización, la acción consciente de los explotados y oprimidos, para obstaculizar la plenitud de la libertad política que permita la articulación popular y democrática orientada a la transformación del régimen político, hay formas de organización, procesos de integración gremial, sindical y político que le dan un respiro a las clases subalternas en el forcejeo de clases para replantear el orden burgués hegemonico.
La Marcha Patriótica es una reciente expresión de organización revolucionaria, que recoge un acumulado de formidables luchas del pueblo colombiano durante las últimas décadas. Es una forma superior de estructuración que se ha propuesto buscar los cambios fundamentales que demanda la nación, para eliminar las lacras del capitalismo periférico que padecemos. Su organización y funcionamiento incluye los esquemas clásicos de la tradición obrera y revolucionaria, de la tradición socialista y comunista que ha conquistad derechos históricos para la humanidad, los cuales la burguesía imperialista quiere enterrar mediante la intoxicación mediática, mediante el ciego anticomunismo, pero también incorpora formas alternativas de agrupamiento y acción como los Cabildos populares, los procesos constituyentes, las Asambleas constituyentes y las redes estigmergicas que articulan con significados, escenarios de deliberación y movilización consciente y organizada del pueblo colombiano.
Una herramienta principal de su fuerza transformadora es el paro cívico/político veredal, local, municipal, regional, sectorial y nacional para obligar las soluciones a los problemas más crueles originados por el sistema.
Marcha patriótica teje en la coyuntura un Paro Cívico/Político, una huelga política de masas de escala nacional, con un pliego de peticiones, con un Memorial de Agravios que no es más que la síntesis de todos los males y las quejas que embargan a la nación entera y sus habitantes, inmersos en la pobreza y la exclusión.
Dicho paro cívico no es un acto de improvisación, ni una aventura política de extremistas delirantes. Es una estrategia que suma los reclamos de los departamentos y regiones. Es por tal razón que en la actualidad se avanza en la conformación de los pliegos de peticiones de los 34 departamentos del país.De manera simultanea, se busca la más amplia unidad/cohesión de todos los sectores sociales y populares con sus problemáticas específicas. Son dos ejes básicos de este tejido que debe canalizar la potencia de la multitud para alcanzar las transformaciones sustanciales sobre las que hay puntual claridad, sin que se requiera esperar hasta otro proceso electorero manipulado por los de siempre, expertos en trampas y triquiñuelas que engañan al pueblo.
Dicho tejido creará las condiciones propicias para un evento de tal magnitud, cuya fecha es una construcción social que se inferirá oportunamente por los formidables y agudos liderazgos de la Marcha Patriótica. Un Paro cívico es más una temporalidad ontológica y menos una cronología o fecha inflexible. Son unas condiciones sociopoliticas concretas que maduran por el trabajo sistemático y ordenado de sus gestores.
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