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Opinión respecto a la situación del mirismo en Chile

«La matriz cultural mirista es una forma de leer la realidad y de intervenir en ella»

Fuentes: Rebelión

A propósito de la actitud que dejan traslucir algunas declaraciones que se han publicado en Internet, creemos que es necesario hacer una aclaración respecto a la situación del MIR y del mirismo en Chile, y proponer nuestra visión de la situación. Hemos señalado que el proceso revolucionario en Chile, teniendo una base social clasista, e […]

A propósito de la actitud que dejan traslucir algunas declaraciones que se han publicado en Internet, creemos que es necesario hacer una aclaración respecto a la situación del MIR y del mirismo en Chile, y proponer nuestra visión de la situación.

Hemos señalado que el proceso revolucionario en Chile, teniendo una base social clasista, e incorporando procesos como la toma de conciencia ecológica, cristiana revolucionaria, étnica y de género, se alimenta políticamente de distintas vertientes o matrices culturales de izquierda: la comunista, la socialista, la anarquista y la mirista. Estas son las raíces del proyecto revolucionario en nuestro país.

Cuando hablamos de la matriz cultural mirista, no nos referimos al concepto del partido del MIR. Este nosotros lo seguimos concibiendo como una organización de combate: un partido de trabajadores de vanguardia, ligado a las masas, combativo y experimentado, con una férrea disciplina, formado por cuadros escogidos, de carácter internacional, con un esquema de organización leninista, político-militar y clandestino. Esta es la organización que nosotros tratamos de construir, porque consideramos que es el tipo de organización necesario para el impulso de las tareas revolucionarias en las condiciones de Chile del 2005.

Para nosotros, la matriz cultural mirista, es una forma o perspectiva de leer la realidad y de intervenir en ella, de hacer. Surge históricamente de la actividad del partido desde que este dejó de ser un núcleo meramente ideológico, para transformarse en una verdadera organización revolucionaria, entre 1967 y 1969. Se funda en la extensión social que alcanzó la política de nuestra organización en el periodo pre-revolucionario de 1970 a 1973 y en la dispersión de nuestros esfuerzos de construcción, producto de los constantes golpes represivos que sufrió nuestra organización desde 1973 a 1995 inclusive. Son esas las semillas que han caído en el terreno fértil de un sector del pueblo que no se conforma e insiste en luchar por su liberación.

Cada vez, la política de la organización ha podido ser recreada localmente a partir de estos núcleos dispersos, porque siempre los dirigentes de la organización han tratado de generar las capacidades de los militantes en la perspectiva de un partido de cuadros integrales. Cada pequeño núcleo siempre se ha tratado de construir como un partido en miniatura, con sus bases políticas, sus redes de colaboradores y simpatizantes, haciéndose cargo de las tareas de agitación y propaganda (AGP), logísticas, milicianas y militares, de informaciones y de trabajo político-social.

Dentro de esta lógica «fractal» o si se quiere, «holográfica», las bases de la política mirista también se reproducen localmente: la concepción del Poder Popular como elemento programático, entendido este como una forma de organización política democrática directa, cuyo modelo son los cordones industriales y los consejos comunales; el impulso a la organización y movilización social de base, tratando de que se produzca un crecimiento político del conjunto del movimiento, antes que hegemonizar sus direcciones para intermediarlo; el desarrollo de la acción directa, como proceso de desarrollo de la violencia revolucionaria de masas, y la validación de las formas de lucha milicianas y militares que complementen y fortalezcan el movimiento principal del pueblo, y que constituyen el eje estratégico de acumulación de Fuerza Social Revolucionaria; la comprensión del carácter del Estado y el análisis permanente de las condiciones de desarrollo del capitalismo, para identificar eficazmente al enemigo, el rechazo al burocratismo, al autoritarismo, al parlamentarismo reformista y el mantenimiento consistente de los objetivos socialistas son también contenidos básicos de esta concepción, al igual que la comprensión de la necesidad del partido como columna de cuadros organizada a nivel nacional. Adicionalmente, el respeto crítico por los símbolos de la organización, la historia partidaria y nuestros compañeros caídos, excento de autocomplacencia (incluso irreverente a veces), es una característica del mirismo como matríz cultural.

Todo esto, mientras se mantenía una centralidad política en la estrategia de Guerra Popular Revolucionaria, y las direcciones contaban con una amplia legitimidad construída al calor de una práctica concreta. Sin embargo, la derrota del movimiento popular en su lucha contra la dictadura militar, en 1986, así como el quiebre de nuestra organización el mismo año, entre un sector reformista y otro revolucionario, pero disperso, llevó tanto a la pérdida de la centralidad estratégica como a la pérdida de la legitimidad de los dirigentes, pues fue un quiebre digitado por arriba, más que un proceso surgido desde la base. A partir de entonces la práctica de muchos núcleos pasó a ser unilateral, y lo que constituía una fortaleza de la organización, esta capacidad de recrearse localmente después de los golpes represivos, con el avance de la dispersión, la desconfianza y la derrota, comenzó a transformarse en una gran debilidad: la formación de verdaderos feudos, cultores y defensores de su parcela de trabajo propio, ya sin capacidad siquiera de coordinarse.

Este fenómeno, que comenzó a fines de los años ochenta, coincidentemente con la derrota del movimiento popular y con el proceso de constitución de un nuevo bloque hegemónico de las clases dominantes, demostró todo su potencial desmovilizador durante los años noventa, impidiendo al mirismo ser un actor relevante en la lucha de clases de nuestro país, y fue aprovechado tanto por los servicios de seguridad de la dictadura (CNI), cuando aprovechando la dispersión crearon un grupo mirista ficticio en Pudahuel, que terminó con dos compañeros asesinados (1989), así como por los servicios de seguridad de la naciente «democracia», cuando lograron infiltrar al Destacamento Mirista Pueblo en Armas (DMPA) en 1992. Sin embargo, hoy entendemos que este es un proceso de dispersión política, ideológica y orgánica, típico de períodos de derrota del movimiento popular, y que es una realidad que se mantiene mientras se mantiene el reflujo del movimiento popular.

Entonces, para entender al mirismo hoy día en Chile, sin caer en la desesperación, hay que entender primero que nuestra organización es fruto de su tiempo y nunca ha dejado de ser histórica. Refleja lo que el movimiento popular es, en un momento determinado de la lucha de clases.

Hoy la cultura mirista es amplia. Existe ya en cinco generaciones de revolucionarios y socialmente persiste en las poblaciones de las grandes ciudades, en algunos sectores de trabajadores que vivieron la experiencia de los cordones industriales o participaron en alguna lucha impulsada por la organización en los 70 y 80, en un sector del pueblo Mapuche, en sectores profesionales, académicos, estudiantiles, etc. A la vez, como matriz cultural, no es patrimonio de ningún grupo en particular, sino que ya pertenece a una forma de ser de izquierda del pueblo Chileno.

Nosotros señalamos que desde el año 2000 se viene produciendo una reversión en la tendencia de la lucha de clases en el país. Sectores sociales todavía aislados han ido encontrando las formas de lucha para enfrentar un sólido sistema de dominación y un exitoso modelo de capitalismo neoliberal. Grandes movilizaciones y el ejemplo de los pueblos hermanos de la región han ido sacando a la izquierda del marasmo, y esto se ha empezado a traducir en una necesidad creciente de unidad. Consecuentemente, dentro de la «cultura» mirista se han empezado a producir agrupamientos locales y reordenamientos dentro de algunas organizaciones que habían logrado mantenerse del período anterior. Sobre esta base se levantan distintas organizaciones que reivindican al MIR o a la matriz mirista, y son las que mencionaremos a continuación.

(No señalaremos, en los casos en que exista, los sectores sociales en los que realizan su práctica los compañeros, y que da cuenta de su base social real y trabajo concreto, porque esa información puede ser utilizada por la represión)

a. El MIR-Demetrio Hernández, conocido así por el nombre de su Secretario General. Este MIR tiene un carácter legal y público. Es la última expresión orgánica de la fracción reformista que quebró la organización en 1986, y desconocen el caracter mirista de cualquier otra organización o movimiento que provenga de esa matríz (el 99% del mirismo) y no sean ellos mismos, desconociendo de paso prácticamente todo el contenido político, teórico e ideológico desarrollado históricamente por nuestro partido. Para nosotros, es un núcleo que se ha mantenido artificialmente durante los últimos 14 años. No se le conoce una intervención política autónoma o trabajo de construcción en prácticamente ningún espacio social o político, y sólo se les conoce por sus alianzas electorales con el PC. Hoy participan en el pacto electoral Juntos Podemos, desarrollando algún trabajo de propaganda promoviendo sus candidatos. Editan irregularmente una versión de El Rebelde. Tienen una serie de niveles orgánicos más formales que reales. Se puede encontrar información de esta organización en la página web: http://www.mir-chile.cl/

b. El MIR «Dirección Nacional». Es un pequeño grupo que se escindió el año 2003 del MIR-Demetrio Hernández. En principio se asumen con una postura revolucionaria, de combate y diferenciación con el reformismo de la organización a la que pertenecían, lo que se expresa sobre todo en sus primeras declaraciones públicas como DN. Plantean que enfatizan el trabajo de formación ideológica-teórica, y aunque han editado algunos documentos de formación interesantes y útiles, en el análisis de la situación política nacional concreta tienden al teoricismo abstracto y al estrategismo sin consecuencias prácticas, lo que creemos es producto del desconocimiento de la propia historia de la organización y su desarrollo conceptual y orgánico, por provenir de donde provienen. Esto, en todo caso, es un proceso típico que deben pasar todos los núcleos que se organizan o proyectan como destacamentos revolucionarios, y dura hasta que la organización logra ligarse orgánicamente al menos con un sector del pueblo. En lo político orgánico, lamentablemente, reproducen las mismas prácticas viciadas del MIR Demetrio, lo que es mucho más difícil de superar pues es un problema ideológico-práctico, de relación entre compañeros: han creado estructuras o niveles jerárquicos sin contenido político real, y aunque propugnan la unidad en sus declaraciones y documentos, la necesidad de discusión ideológica y la formación, rehuyen en la práctica el debate político fraternal, la discusión seria y responsable sobre línea política, prefiriendo mantener sus posiciones por la vía de excluir a quienes puedan disentir de ellos. Hasta hace poco, su única existencia eran las declaraciones difundidas a través de su página web: www.elrebelde.cl

A fines del año 2003 intentamos un proceso de acercamiento con ellos, pero chocamos con el problema del formalismo, del teoricismo y del temor a la discusión, a pesar de su discurso público. No alcanzamos a tener cuatro reuniones de coordinación, cuando los compañeros dejaron de asistir, levantaron su página web, sacaron su propia edición de El Rebelde y convocaron a una reunión de «Dirección Nacional» de la que fuimos excluidos.

c. La Coordinadora Mirista. Es una coordinación que surge a partir de la conmemoración, el 2004, de los 30 años de la muerte en combate de nuestro Secretario General, Miguel Enríquez, y la constitución de la Organización Miguel Enríquez (OME), en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, en Santiago de Chile, como un paso previo a la constitución de una Fundación en su memoria. A la conformación inicial de esta organización confluyen Andrés Pascal Allende, ex-Secretario General del MIR (entre los años 1974 y 1988); el Colectivo Memoria y Acción, de Pudahuel; la Agrupación de Familiares, Amigos y Compañerros de los miristas caídos en dictadura (FAC) -que son en parte los mismos de la anterior- y una serie de personalidades y ex militantes de la organización, entre ellos varios ex-dirigentes del MIR-Renovación. Esta organización inicial arrendó una casa que han transformado en un centro de actividades ligadas a la recuperación de la historia pasada del MIR, y fue la que impulsó durante el año 2004 la realización del acto político de los 30 años. En el proceso previo, fueron constituyéndose una serie de otros grupos y colectivos regionales y comunales autónomos, que se fueron sumando de a poco.

En vista del éxito de la convocatoria al acto, a fines del año pasado los organizadores convocaron a la constitución de la Coordinadora Mirista. Con alrededor de unos 100 participantes, la reunión mantuvo las diferencias históricas entre los sectores reformistas y revolucionarios, esta vez en torno a la participación en el pacto electoral de la izquierda extraparlamentaria «Juntos Podemos». Se valoró la unidad del mirismo por sobre las diferencias «tácticas», se acordó construir la Coordinadora como un espacio abierto, se acordó la creación de coordinadoras locales y una serie de otras medidas. (Adjuntamos documento de constitución, el que se puede encontrar también en su página: www.miguel.cl)

Aunque nosotros valoramos el hecho mismo de la Coordinación, y militantes nuestros no han dejado de participar en algunas actividades de la Coordinadora, políticamente, hasta ahora, hemos mantenido una primera desición que tomamos cuando fuimos invitados a conformar la OME: no participar orgánicamente. Esto, por dos motivos principales.

El primero, porque creemos que la reconstrucción de una política mirista no necesariamente coincide con la reagrupación de viejos miristas, sino que, más bien, tiene que ver con la construcción de una organización que se basa en lo político táctico y en lo político orgánico en la experiencia histórica del MIR, siendo capaz de interpretar, a partir de esta experiencia acumulada, su propio tiempo histórico, proyectándose estratégicamente desde ahí. No es una organización volcada al pasado, entonces, sino una organización situada en el presente y volcada hacia el futuro por construir. La Coordinadora se acerca peligrosamente, en algunos de sus aspectos, a la cristalización de la historia del MIR en puro pasado, y esa es una manera sutil de lucha ideológica que desarma a los propios miristas y los transforma en jubilados de la revolución.

En algunos casos, creemos que esto pasa porque se han organizado compañeros aislados socialmente, que no están desarrollando ninguna práctica política en un territorio o espacio social de lucha definido, por lo que entonces sus preocupaciones están limitadas al círculo de los ex militantes. En otros casos creemos que esto se puede deber a una perspectiva interesada en transformar al MIR en un objeto de museo, tanto por quienes quisieran postularse como sus herederos, como por otros para los cuales efectivamente el único MIR es aquel que conocieron. En esta última categoría creemos que entran todos aquellos ex-dirigentes de la fracción «renovada» del MIR, que ya en 1986 consideraban que la política del MIR no era viable. Si eso lo pensaban entonces, que existía una dictadura militar contra la cual había que luchar sí o sí, qué distinto podrían pensar hoy?

El segundo motivo por el cual no participamos orgánicamente, es que de acuerdo al análisis que hacemos, la Coordinadora no es el tipo de organización que se necesita para avanzar en las tareas revolucionarias en el Chile de hoy. No decimos que el grueso de los compañeros que participan en la Coordinadora no sean revolucionarios, o no sean miristas, sino que el tipo de organización, paradojalmente, no es el más adecuado para una política mirista hoy día.

Nosotros creemos que no nos debemos limitar a una lucha de resistencia cultural, a simplemente hacer una oposición testimonial o reivindicar a nuestros caídos. Creemos que debemos organizarnos para ser un referente de lucha política y social para el pueblo chileno. Por lo mismo analizamos las condiciones en que se puede dar esa lucha hoy día en nuestro país, y lamentablemente no vemos las mismas condiciones de «apertura democrática» que ven nuestros compañeros: los sectores de trabajadores, indígenas, estudiantes que luchan por sus reivindicaciones, tienen un margen de acción institucional muy pequeño, que los coloca prácticamente de inmediato en la barricada, frente a Fuerzas Especiales de Carabineros y frente a la legalidad de las clases dominantes. La Ley de Seguridad Interior del Estado, las Leyes Antiterroristas, la Ley de Control de Armas, el Código Laboral, una Reforma Procesal Penal aplicada discrecionalmente al gusto del gobierno, son todas realidades que enfrentan los sectores sociales que hoy día están luchando contra el sistema. La Agencia Nacional de Inteligencia no es paranoia, como tampoco la «modernización» de las Fuerzas Armadas y Policiales y su compromiso con el actual «modelo de desarrollo». Las 10 cárceles que se construyen no se construyen pensando en que va a existir más trabajo, que va a mejorar la educación, o van a a mejorar los niveles de organización comunitaria, y por lo tanto van a disminuir los delitos, sino todo lo contrario… Si las clases dominantes saben que el sistema genera exclusión e ingobernabilidad, por qué ayudarlas generando organizaciones que canalizan institucionalmente, en elecciones por ejemplo, el descontento popular? Por que no mejor organizar ese descontento y construir un proyecto distinto de sociedad?

Muchos de nosotros vivimos un periodo de lucha clandestina durante la dictadura o al inicio de la transición. No nos gusta precisamente que deba ser así nuestra organización, pero si queremos de verdad impulsar una política revolucionaria debemos construir una organización clandestina, político militar. Todos quienes hayan militado alguna vez en el MIR saben el costo que pagamos cuando los servicios de seguridad del Estado lograron penetrar nuestras defensas. Nuestras Fuerzas Armadas pueden hacer «gestos» para los medios de comunicación, pero sus acciones van en el sentido de preparar nuevos escenarios de guerra internos. Una organización política abierta, salvo que deje de lado sus objetivos revolucionarios, se expone frente a esas FFAA y frente a unas clases dominantes que, a diferencia de muchos compas, no olvidan la experiencia de la Unidad Popular. No podemos descubrir frente a los poderosos a una organización que precisamente se constituye para combatirlos.

d. El MIR-Ejército Guerrillero de los Pobres Patria Libre (EGP-PL). Nacido a principios de los años noventa, del tronco histórico del MIR, la mayor información de ellos proviene de su accionar político y militar entre los años 1989-1995. En ese período construyeron una organización a nivel nacional, conformaron junto al Complejo Partidario Mapu-Lautaro, la Coordinadora Subversiva por una Patria Popular (CSPP), avanzaron en la retoma de la dimensión continental de la lucha revolucionaria de nuestro país y desarrollaron una serie de interesantes aportes conceptuales, en un momento en que el grueso del mirismo revolucionario se encontraba preso de la incertidumbre ideológiga y el derrotismo. Quizá lo más importante, a pesar de los errores políticos cometidos por los compañeros, es que fueron la única organización mirista que le dio continuidad a una concepción estratégica y organizativa político-militar (no militarista) en el país, lo que permitió formar y foguear a una joven generación de revolucionarios.

Para nosotros, la práctica política del MIR-EGP desde 1995 hasta hoy, ha desembocado en una concepción de aparato, hiperconspirativa, con rasgos militaristas y autoritarios de construcción. Al igual que en el caso de la Coordinadora Mirista, al enfatizar la necesidad de la unidad en un referente público heterogéneo, en desmedro de la construcción de una organización clandestina político militar, creemos que los compañeros del MIR-EGP han caído en el unilateralismo, al enfatizar más que nada el aspecto estratégico militar y desdeñar la construcción de fuerzas hoy, inmersos en el proceso de reconstrucción del movimiento popular.

La última información pública que se conoce de los compañeros, fue la detención por la policía de Brasil, en febrero de 2001, junto a un comandante del FPMR, de cinco de sus miembros: los cros. Alfredo Canales Moreno y Marco Rodríguez Ortega, los colombianos Marta Uroga y William Becerra y la argentino-española Karina Germano, los que han sido involucrados en una investigación por el secuestro de un empresario de las comunicaciones brasileño.

La versión del gobierno chileno y sus servicios de seguridad -de la que lamentablemente se hacen eco algunos miristas «no-violentos»-, es que el MIR-EGP se habría transformado en un grupo delictual. Nosotros no compartimos para nada esta versión. A pesar de las profundas diferencias políticas que puedan existir con ellos, creemos que en sus filas -al igual que en las de la Coordinadora- hay muchos compañeros muy valiosos, como lo fueron el compañero «Efra», Mario Vásquez Gutierrez, cristiano comprometido, ex-seminarista y obrero de la construcción, muerto en 1993 en un enfrentamiento con ex-CNI, o el compañero «Gabriel», Gustavo Abel Cabezas, argentino, militante del MIR EGP e internacionalista, muerto en combate con fuerzas de élite del ejército colombiano en 1997, a quienes nosotros reconocemos y reivindicamos como combatientes del MIR, sin apellidos, al igual que los compañeros detenidos en Brasil, los compañeros detenidos en Perú -Lautaro Mellado, María Concepción Pincheira, Jaime Castillo o el compañero Julio Peña, detenido en Chile.

e. Otras organizaciones que reivindican el mirismo: junto a los anteriores, hay otras organizaciones que reivindican una parte o el conjunto de la historia política del MIR, por lo que para nosotros también forman parte de la matríz cultural mirista, pero, salvo el caso del MRP, se plantean como organizaciones populares distintas del MIR. Estos son:

1 El Movimiento por las Asambleas del Pueblo, es una coordinación de carácter político abierto. Reivindican la construcción del Poder Popular, como una construcción paralela al sistema, sin esperar a la toma del poder. Promueven la confluencia de la izquierda revolucionaria, pero a partir del respeto por la autonomía de los trabajos de base o locales, proponiendo como forma orgánica la realización de Asambleas del Pueblo territoriales. Han desarrollado una experiencia muy interesante en el campo de los DD.HH., en la V región, haciendo una adaptación de este frente de lucha a las condiciones represivas actuales del Estado y a las actuales dinámicas de lucha popular, por ejemplo, en las grandes manifestaciones. Edita irregularmente el periódico de las asambleas.

2 El Partido Revolucionario del Pueblo (PRP), como su nombre lo indica, impulsan la creación de un partido revolucionario de clase, por lo que una de sus principales actividades a sido vincularse orgánicamente al movimiento de los trabajadores y participar en sus luchas, sin excluir otros sectores. Su concepción política -que comprende la necesidad del carácter político militar de la lucha- se construye en gran medida a partir de una evaluación crítica de la estrategia y concepciones organizativas del MIR. Edita en forma regular «El Insurgente».

3 El Movimiento de Resistencia Popular (MRP) Lamentablemente no tenemos muchas referencias actuales del MRP, pero sabíamos que agrupaba a un número importante de compañeros miristas, desarrollando trabajo poblacional y estudiantil. Existe un correo electrónico de contacto:

4 Los Grupos de Acción Popular (GAP) Nacen a mediados de los años ´90, y al igual que la Surda, pero en la izquierda, son la respuesta de jóvenes revolucionarios a las condiciones políticas de un contexto en el que el gobierno de la Concertación había logrado prácticamente aniquilar al Complejo Partidario Mapu-Lautaro; desarticular políticamente al FPMR y obligar al repliegue al MIR-EGP. Su concepción política, al igual que la del PRP, se construye en importante medida a partir de una evaluación crítica de la estrategia y concepciones organizativas del MIR, enfatizando como pilares de su construcción la inserción social, la formación y la seguridad. Aunque en sus orígenes privilegiaron el trabajo poblacional y tienen un perfil miliciano, ya en sus nueve años de existencia han establecido vínculos políticos hacia otros sectores sociales y políticos del país. Puede encontrarse información de ellos en la página www.gruposaccionpopularchile.org

5 Militancia Popular. Al igual que los compañeros de las Asambleas del Pueblo, reivindican el concepto del Poder Popular y su construcción desde la base social. No contamos con información actualizada sobre su propuesta.

6 Los Colectivos de Trabajadores (CC.TT.). Reaccionando contra las formas de organización y de luchas sindicales mayoritarias en el país, por su sujección a una institucionalidad laboral hecha a la medida de los patrones, su burocratismo y apoliticismo, los compañeros plantean una nueva forma organizativa para la Clase, los «colectivos». Sin embargo, su actividad más que nada ha estado centrada en un trabajo de formación de dirigentes, y de análisis. Los mencionamos más que nada porque reivindican la experiencia mirista en torno a los gérmenes de Poder Popular y tienen una visión del trabajo sindical emparentada con la perspectiva del MIR. Para una mejor información sobre su propuesta, puede visitarse su página web: www.cc-tt.tk

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