La memoria es un arma muy poderosa en manos de un pueblo, porque permite recordarle quien es. Recuperar la memoria colectiva es una parte importante de la lucha de liberación del pueblo mapuche, porque lo reafirma, lo nutre de raíces de las cuales aprender y sentir orgullo. – Foto de Juan […]
La memoria es un arma muy poderosa en manos de un pueblo, porque permite recordarle quien es. Recuperar la memoria colectiva es una parte importante de la lucha de liberación del pueblo mapuche, porque lo reafirma, lo nutre de raíces de las cuales aprender y sentir orgullo.
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La ausencia de memoria colectiva no es una simple obra del tiempo, sino consecuencia de la libertad arrebatada. Junto con el despojo material se aplicó una política ideológica colonial, destinada a privar al pueblo mapuche de su propia historia. Lo que quedó como historia del pueblo mapuche ha sido más bien la historia del colonizador, del español primero y del chileno después. No es aquella historia contada al calor de los fogones familiares, sino la asimilada en la frialdad de las salas de clases, donde el mapuzugun fue extirpado con métodos tan pedagógicos como los varillazos y arrodillamientos de los niños y adolescentes en granos de arveja seca o trigo. Nuestro retrato es el que ha pintado el colonizador, con trazos y colores a su gusto.
Si bien toda la historia no ha podido ser erradicada de la memoria colectiva, la colonización provocó grandes lagunas mentales. No en vano hasta los discursos mapuche militantes suelen remitirse sólo a la época de la conquista española. Se recuerdan con relativa nitidez las hazañas de Caupolicán, o los méritos de Lautaro, pero se desconoce la vida, carácter y obra de nuestros grandes líderes del siglo XIX. Magiñ Wenu, Wentekol, Romero, Küzel o Külapag y otros independentistas mapuche incluso han quedado fuera del discurso mapuche contemporáneo, a pesar que sus actos son más cercanos en el tiempo.
El pueblo mapuche y en particular sus organizaciones necesitan rehacer su propia historia. Dejar atrás la «historia ercillana», tan útil al colonizador. No porque esta pueda narrar hechos poco verídicos o alabe héroes mistificados, sino porque ha servido para idealizarnos y relegarnos a un pasado antiguo, escamoteando nuestro pasado más reciente, aquel en que la libertad mapuche cruzaba la cordillera de los Andes y trazaba rutas en las costas del Pacífico y el Atlántico. Esa parte de la historia que nos permitiría dimensionar mejor lo que nos ha sido arrebatado.
La memoria es un arma muy poderosa en manos de un pueblo, porque permite recordarle quien es. Recuperar la memoria colectiva es una parte importante de la lucha de liberación del pueblo mapuche, porque lo reafirma, lo nutre de raíces de las cuales aprender y sentir orgullo. Cuando hoy vemos que los golpes y el encierro continúan siendo el lenguaje habitual del colonizador, es necesario recordar que la libertad de un pueblo siempre ha significado el progreso de la humanidad, mientras que por el contrario, la opresión, sea aquella más brutal o la que se aplica con artilugios, siempre será un signo de barbarie.