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Notas para reflexión y debate

La muerte impune de Pinochet y las 48 horas de reivindicación de la «obra» de la dictadura

Fuentes: Rebelión

«El capital experimenta horror por la ausencia de ganancia o por una ganancia muy pequeña, como la naturaleza siente horror por el vacío. Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz. Un 10% seguro, y se lo podrá emplear dondequiera; 20%, y se pondrá impulsivo; 50%, y llegará positivamente a la temeridad por […]



«El capital experimenta horror por la ausencia de ganancia o por una ganancia muy pequeña, como la naturaleza siente horror por el vacío. Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz. Un 10% seguro, y se lo podrá emplear dondequiera; 20%, y se pondrá impulsivo; 50%, y llegará positivamente a la temeridad por 100% pisoteará todas las leyes humanas; por 300% y no hay crimen que lo arredre, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen». Karl Marx, El Capital.

«Yo no conozco eso de los derechos humanos. Éstos son una invención muy sabia de los marxistas». Augusto Pinochet.

Por la mañana del 10.12.2006, La Nación Domingo traía como titular «La resurrección del dictador» (La encrucijada que aún desvela a la derecha. Matar o resucitar al patriarca. Pese a la táctica de la Alianza de dejar en el pasado a Augusto Pinochet, el ataque cardíaco del ex dictador hizo que sus antiguos colaboradores, especialmente en la UDI, recuperaran la memoria y acudieran a manifestarle afecto al Hospital Militar. En RN, el ala dura también se hizo presente, mientras que los presidenciables no se sumaron al peregrinaje del pinochetismo), y como Tema del domingo «La muerte: la estrategia de la impunidad». El salvataje de Pablo Rodríguez a la memoria histórica del general. La muerte: la estrategia de la impunidad. El plan de la defensa de Pinochet apunta a preservar su imagen ante la historia y evitar a toda costa una sentencia ejecutoriada que confirme el prontuario criminal del ex dictador. Por último un titular y artículo espeluznante: «La industria turística alrededor de los centros represivos de la dictadura. El circuito del horror». Son muchos los gringos que llegan a Chile para conocer la macabra ruta por la que miles de compatriotas debieron pasar en el Gobierno de Pinochet. Sacan fotografías a los históricos orificios de bala del ’73, recorren Villa Grimaldi, Londres 38, el Estadio Nacional y buscan cualquier huella de nuestro propio Auschwitz.

La muerte del dictador y las 48 horas siguientes derribaron mitos comunicacionales y develaron realidades. Veamos:

1. Los medios son los administradores de la comunicación del poder del capital. Son parte del poder como tecnoespectáculo. Son el poder de la mercancía espectáculo. Hoy, ya no se contentan con manipular la información, con simular y adulterar el producto distractivo – informativo, ya no les basta con mentir. Hoy, en la era de la Matrix de la representación y el drama, los medios se creen un dios profano. Una deidad con capacidad de crear la propia información. Su lema es el siguiente: lo que no se difunde no existe. Lo que no existe se crea.

En la sociedad del tecno – espectáculo, los políticos se han trasmutado en actores televisivos del capital. El gobierno ante cada conflicto que apunta desbordarlo apela a una salida «espectacular», pero que nunca se concreta. Mucho gesto y poca acción. Una mera simulación de soluciones. Los cuatro gobiernos de la Concertación han sido neoliberalismo + marketing «progresista». Una administración gestual y alegórica, que sobre codifica simbólicamente las ilusiones y necesidades de la multitud, pero no beneficia en nada la realidad material de la mayoría.

Durante 48 horas, la Matrix de la representación y el drama nos atiborró con su producto distractivo – informativo – manipulativo.

2. Las exequias al dictador nos permitieron volver a ver lo que Alvaro Ramis llama el zoológico de Pinochet[1], ese que apareció cuando se retiró del Ejército, cuando fue detenido en Londres, cuando regresó de Londres, etc. Y que participó en pleno en las exequias. En una taxonomía del irracionalismo, del infantilismo – que habrá que seguir afinando – Ramis distingue:

§ La especie más visible de este zoológico: los pinochetistas desvergonzados, el grupo duro más numeroso, enardecido, vociferante, los distingue su arrogancia y altanería, su condición la exhiben sin pudor, sin tener el menor temor (su alteración del «Orden Público» es protegida eficientemente por Carabineros, permitiéndoles agredir embajadas y prensa extranjera, etc.), ya que se consideran como los dueños de todo y de todos. Su pinochetismo es sincero y directo. Se identifican plenamente con la actitud del Club de la Unión, que a metros de La Moneda, enfrentó el funeral de Pinochet con su bandera a media asta.

§ Los pinochetistas culpógenos, o también llamados «ocultos». Quitados de bulla, su pinochetismo es un secreto muy bien guardado, que aflora en circunstancias específicas. Es una especie muy diversa. Algunos ejemplares se pinochetizaron por simple y llana conveniencia personal. Otros llegaron a este estado sin darse cuenta, absorbidos por la propaganda y el machacante aparato de prensa. Otro grupo se pinochetizó por miedo: el miedo a los comunistas y terroristas que les robarían sus propiedades, aunque estas propiedades consistieran en poco más que su ropa y su salario. Otros, lo hicieron por lealtades profesionales o grupales. Por eso, esta especie suele verse afectada por problemas de conciencia recurrentes que les lleva a tener crisis de identidad.

§ Otro grupo es el pinochetismo popular. Menos arrogantes que los pinochetistas desvergonzados, pueden ser más violentos y agresivos. Su existencia aparece como una contradicción en si misma, pero no difícil de entender. Son herederos de una larga tradición que parte en los Yanaconas coloniales, y que ha evolucionado en un elaborado engendro nacido de las entrañas de CEMA Chile, de la Secretaría Nacional de los Gremios, de la Secretaría Nacional de la Juventud o de las Oficinas de Emergencia que atendieron a los pobladores sin casa[2].

§ Un cuarto tipo son los pinochetistas militares y sus familias. Los hay de diversos rangos y clases pero predomina entre ellos un estilo inimitable: parcos hasta llegar ser tiesos, aburridos hasta ser graves, duros hasta dar miedo, simples hasta parecer idiotas. Algunos están activos y otros en retiro.

§ También existen los pinochetistas católicos, que argumentan su devoción a Pinochet debido a los buenos ejemplos que el general nos dio, como haber sido un fiel romero de la Virgen del Carmen.

§ Por último existen los anarco-pinochetistas[3], que simple y pragmáticamente consideran que gracias a Pinochet hoy es más fácil ganar plata y no hay que preocuparse de sindicatos ni leyes laborales, ambientales o sociales, ni menos de un Estado que te joda y no te deje trabajar. Y se consideran «hombres inteligentes que saben aprovechar las oportunidades», en las palabras del inefable Alvaro Bardón.

§ Lo que une a todas estas especies en este zoológico humano, nos dice Ramis, es su miserable complicidad. Todos comparten la bajeza y la falta de escrúpulos ante el horror y la corrupción. Por más que traten de disfrazarse de que lo ignoran, continuarán siendo criaturas despreciables, dignas de lástima, pero en ningún caso de compasión. Recordemos que Armando Uribe en su libro llamado «El fantasma de la sin razón», nos dice que Pinochet encarnó históricamente, incluso en su cuerpo físico y mentalidad, un arquetipo del inconsciente colectivo chileno, de los impulsos irracionales, que es la violencia. La historia de Chile, desde el siglo XVI, ha sido atroz. Con una violencia constante, mayor que la de países equivalentes a Chile. Toda esa violencia, desde la Guerra llamada de Arauco, quedó enraizada en el poder hasta el día de hoy. Es la violencia que quiere, pretende ser legítima, que trata de enmarcarse en la ley y que trata de ser justificada, hoy por los «guardianes» de su legado: fundaciones, partidos, organizaciones empresariales, Ejército, etc. Y eso lo encarnó Pinochet más que ninguno (Pinochet, el violento «destructor creativo», el «modernizador» de Chile: mito, leyenda, utopía burguesa) y lo encarna cada día más el Estado chileno. En Chile no hemos aprendido que nunca la violencia ejercida por el poder, puede ser legítima. ¡Eso ha dominado y sigue dominando, sobre todo porque los gobiernos de la Concertación han sido todos herederos satisfechos de costumbres y sobre todo de instituciones legales que no han variado! No solo de la Constitución (la «Constitución de Ricardo Lagos» heredera maquillada). Tan grave como la anterior – y de ello no se habla nunca -, son las numerosas Leyes Orgánicas Constitucionales, tan monstruosas o más que la Constitución, que se hacen presentes, pero no se modifican jamás… Una de ellas es la LOCE, contra la que han luchado de manera ejemplar los pingüinos. ¡¡¡El aparato legal fundamental de la dictadura fue recibido, mantenido y aun agudizado, en el mismo sentido, por los gobiernos de la Concertación!!!»[4].

§ No es cierto – como nos recuerda Rafael Luís Gumucio Rivas[5] – que el mediocre de Pinochet y sus seguidores fueron los inventores del fascismo católico a la chilena : hay un sector de la derecha chilena que nunca tuvo respeto por la democracia, pues basta recordar que las raíces de este fascismo católico integrista viene de sacerdotes como Osvaldo Lira, quien sostenía, basándose en el tomismo, que la tortura y la muerte de los pecadores marxistas estaba justifica para que salvaran sus almas; era la cruzada total contra el ateísmo. El líder conservador Héctor Rodríguez de la Sota sostenía, en un congreso de este Partido, en los años 30, que los dos grandes enemigos de la humanidad eran el liberalismo y el sufragio universal. Si leemos con atención los fundamentos de la Junta Militar y las actas de la Comisión Constituyente del régimen militar, designada a dedo por el dictador, cuyos principales líderes eran cavernarios conservadores, como Enrique Ortúzar, Jaime Guzmán y el traidor Juan de Dios Carmona, comprobaremos que toda la Constitución de 1980 – maquillada por Lagos – está inspirada en el desprecio a la soberanía popular y a la democracia y es heredera de este catolicismo autoritario y retrógrado. Por lo demás Pinochet, que en este plano sólo repetía los preceptos de sus maestros sostuvo, con toda claridad, en el discurso inaugural del año académico de la Universidad de Chile, el 6 de abril de 1979, que «el sufragio universal no tiene, por sí mismo, la virtud de ser el único medio válido de expresión de la voluntad de la razón». Como las ideas no son de él, sino mera copia del discurso de la derecha política y empresarial, es evidente que, a la larga, los líderes de la Alianza tenían que volver a las andadas y participar en los funerales del padre, ido para siempre. Al final, el hijo rebelde vuelve, como es lógico, al único que le garantizó gobierno absoluto y riquezas inconmensurables.

§ ¿Es minoría el zoológico, el bestiario, como afirman la Concertación y la izquierda confiada? Con un 43 % en el Plebiscito del 5.10.1988, con casi el 50 % en las últimas elecciones presidenciales, vale la pena revisar este mito de la Concertación y la izquierda confiada y porque no de la izquierda desconfiada.

3. Pese a la táctica del gran empresariado y los tecnócratas, las FF.AA., la derecha chilena y mundial, la jerarquía eclesiástica y los medios de comunicación de dejar temporalmente en el pasado, en la «soledad del tirano» a Pinochet, las exequias del dictador los obligaron a «salir del closet» y mostrarnos su alianza estratégica con la «obra» y proyección de Pinochet, el «modernizador» de Chile.

Como dice Ignacio Vidaurrázaga[6], esta vez estuvieron confabulados todos, políticos, empresarios (Confederación de la Producción y del Comercio, SOFOFA, etc.), abogados, comunicadores, artistas, etc… Son los mismos que en elecciones lo ocultaron. Esta vez ya no tienen excusa para poner distancias. Un mínimo de agradecimiento a «la obra». A las herencias tangibles que son las que de verdad importan. Las AFP y las Isapres, la desprotección y el trabajo precarizado, etc.

El cardenal Errázuriz reza con desparpajo por Pinochet, pidiendo que Dios obvie lo malo de los actos de Pinochet (por ejemplo, ejecutar a los sacerdotes Joan Alsina, Gerardo Poblete, Antonio Llidó, etc.) en una verdadera teología de la muerte, dedicada a pedir por la salvación eterna del tirano. El obispo castrense, Juan Barros, hace una de las pocas alusiones al golpe militar, diciendo que «como comandante en jefe juzgó que debía intervenir en horas críticas» (¡¡¡olvidando el no matarás!!!). Hasbún se refiere «al ciudadano del cielo» que despiden y llama a que las víctimas de la dictadura abandonen el odio. Sí, Hasbún, el que justificaba a la ralea que asesinaba a obreros, campesinos y simples disidentes, en los primeros años de la dictadura Los márgenes de la decencia y la ética saltan por sus costuras…mientras la mojigatería se pasea coqueta.

Esa confabulación de los poderes fácticos muestra el cinismo de las clases dominantes terroristas: entre el 70 y 73, conspiraron, sabotearon, asesinaron, enardecieron a la pequeña burguesía y lograron anteponer al pueblo contra el pueblo; en el Golpe: mataron con mano mora – los milicos – y se apropiaron del botín del Estado, para luego, a través de este, someter a la sobre explotación y pobreza a gran parte de la población y apropiarse de las riquezas del país, para finalmente, desentenderse de Pinochet y el régimen a la par que se constituyeron en el «verdadero bloque de poder» que mas allá de la política institucional, gobierna otros 17 años con mano concertacionista, obteniendo toda la legitimidad para sus intereses, para finalmente salir del closet de los últimos años y asistir a la «ultima cena» en que se entierra el pasado molesto pero necesario, o enviar mensajes de reconocimiento, de tristeza (Manuel Fraga, fascista confeso, ex-presidente de la Xunta de Galicia y ahora senador por el Partido Popular, la agradecida Dama de Hierro por la «ayudita» durante la Guerra de Las Malvinas).

Como dice el vocero Francisco Javier Cuadra: «las ¡¡revoluciones!! siempre tienen costos…». Es un lapsus de Cuadra: debió haber dicho las represiones (que provocan rebeliones, agregamos nosotros) siempre tienen costos. En vez de hablar tanto de historia militar con el dictador, tal vez Cuadra – de haber leído a García Márquez, Roa Bastos, Asturias, Carpentier[7], etc. – pudo haber explicado a Pinochet que ser dictador también tiene costos: los dictadores en su oquedad encuentran siempre un sitio de reposo en donde recuerdan las antiguas glosas de su vida, que los dictadores son felices en el poder de sus recuerdos por saber que su destino inequívocamente es la muerte. Que los dictadores de América Latina, luego de haber abusado del autoritas, de haber tergiversado la justicia y la realidad, del inmenso esplendor de su poder, parecen enfrentarse a designios superiores al de las fuerzas humanas. Que el destino, el poder, el capricho, van a ser los propulsores del asedio que van a sufrir hombres que ayer mismo reunieron en sus manos todo el poder y la autoridad (Cuando se elevó el helicóptero que transportaba el ataúd del general Pinochet, apenas terminada la ceremonia en la Escuela Militar, quedó en evidencia su miedo. El mismo miedo de todos los dictadores del mundo. Miedo a que les hagan lo mismo que ellos hicieron con sus adversarios políticos. Y de ahí los guardaespaldas, los automóviles blindados y las extremas medidas de seguridad. Ni siquiera en el patio de honor de un recinto militar, el ocupante del ataúd estaba seguro. Los hombres de negro flanqueaban la cureña mientras los cadetes le rendían honores. Y tal como se transportó su cuerpo de noche, casi clandestinamente, desde el hospital hasta la capilla ardiente, luego el helicóptero lo llevó hasta el crematorio. Miedo a la calle, a la gente que camina libremente por las calles. Y hasta tuvo que renunciar al panteón que ordenó construir a fines de su régimen. Miedo a la tumba, terror a que mañana su esqueleto sea asaltado por el «enemigo». A que lo hagan desaparecer como él lo hizo con los cuerpos de tantos prisioneros políticos[8]).

Que el dictador latinoamericano a diferencia de otras figuras arquetipales de la vida occidental, va a estar embestido de un poder infinito como el de Dios, poder que no conoce el arrepentimiento, maneja las leyes a su arbitrio, por encima de su jerarquía nunca estará la iglesia, pues él encarna el poder de la voluntad. El tirano se sabe en la inmensa soledad de su poder, en la desconfianza que este engendra, él es el dueño de la nigromancia abastecedora del poder y de las leyes, a su capricho quedan las jubilaciones, las absoluciones, el perdón. Debemos saber – la Concertación especialmente – que un rasgo común – descrito para todos estos dictadores latinoamericanos en la pluma de nuestros grandes novelistas – consiste en que la dictadura no conoce el perdón, es una figura intersticial, primitiva, sólo exige la subyugación.

Por lo tanto la reconciliación propagandizada por militares, empresarios, jerarquía católica, Gobierno, es una falacia . Como era de esperar, aún en la muerte, el tirano siguió provocando el quiebre entre los chilenos. En las inmerecidas exequias, que sólo podrían darse a un hombro probo y honesto, con todo desparpajo su nieto se dio el lujo de denostar a jueces de la República. Es que el odio fascista continúa incólume e, incluso, reforzado. Por otra parte un nieto del general Carlos Prat, indignado ante la impunidad del asesinato de sus abuelos, escupió el ataúd que contenía el cuerpo del dictador. Dos nietos expresan en símbolos, la falacia total de la reconciliación. ¿Cómo se puede hablar de reconciliación cuando aún, a diferencia de la familia de Pinochet, los familiares de detenidos desaparecidos no pueden hacer el duelo por sus seres queridos?

Es torpe y falso – como plantea Rafael Luís Gumucio Rivas[9] – aquello de las luces y sombras de la dictadura: los procesos históricos no son balances contables, que siempre terminan en cifras iguales; no hay un Pinochet bueno en la economía y malo en los derechos humanos, lo que constituiría una soberana tontería; está bien que este análisis lo haga Gonzalo Vial, ministro de la dictadura y autor entre otros libros, del Plan Z, pero no opositores connotados de Pinochet. Por lo demás, es impensable el neoliberalismo dictatorial sin el terror y la muerte, pues son dos caras de la misma moneda; si leemos con atención a los padres de la escuela de Chicago, esta teoría supone que lo único que manda en la sociedad es el mercado, y quienes están incapacitados por diversos motivos a ser accionistas del mercado, deben ser eliminados por el hambre y la pérdida de dignidad. Impresentable alternativa. Pinochet, que era un poco más bruto y franco, confesó que había optado por los ricos, pues estos son los únicos que dan leche. Por eso, una dictadura y una economía de los Chicago Boys no son, en nada, contradictorias.

Es falaz – como también nos plantea Rafael Luís Gumucio Rivas[10] la hipótesis que sostiene el carácter modernizador, revolucionario de la dictadura de Pinochet : el término revolución es muy preciso en la historia. Es evidente que hay revoluciones capitalistas, como la industrial en Inglaterra o las burguesas, en el siglo XIX, en Francia, pero esto no es aplicable al régimen de Pinochet, pues es regresiva y no evolutiva. Su cuerpo teórico no tiene nada de nuevo y de revolucionario, la negación del sufragio popular es propia del pasado. Por lo demás en lo central, el neoliberalismo es una teoría política y no una técnica financiera y el gobierno de los tecnócratas es tan antiguo como el hilo negro.

4. La coyuntura esta siendo aprovechada por la derecha para una ofensiva de verbalismo subversivo y actos de «desobediencia» a la «vigencia» del estado de Derecho:

§ Exigencia de funerales con «honores de Estado» para el dictador, ante el argumento oficialista de que estos están restringidos a los presidentes elegidos por soberanía popular.

§ Banderas a media asta en las sedes de la UDI y de RN para obligar a Intendencia a notificar la ilegalidad vía Carabineros y permitir a los dirigentes opositores declarar que mantendrán desobediencia con el pabellón a media asta en sus mástiles,

§ Moreira que «recomienda» al gobierno no asistir a las exequias,

§ Discurso deliberante de Augusto III validado por la derecha acusando al gobierno de haber provocado, hostigado al clan Pinochet y a sus seguidores al no reconocerle la condición de Presidente de la República al dictador.

§ La decisión de la familia Pinochet de colocar sobre el féretro del ex dictador la banda presidencial.

§ ¡¡¡Discursos civiles en un acto militar (Cáceres, Guilof, etc.), reivindicando la obra de la dictadura!!!

§ Alcalde de Las Condes propone cambiar el nombre de la calle Burgos donde vive la presidenta, como calle Pinochet.

§ Manifestaciones de un fascismo lumpesco y brutal, como la expresión de masas de una derecha que estaba condenada a sobrevivir como permanente secundona y eunuca. Es en este contexto en que surgen las más bestiales arremetidas chauvinistas contra periodistas extranjeros – especialmente españoles – y nacionales, y contra cualquier persona que se atreviera a disentir de su marcado fanatismo. Todas estas actitudes no son nada raras en la historia de la ultraderecha, que ahora se manifestaron con todo el odio acumulado.

5. El seguimiento informativo de las exequias de Pinochet nos ha permito volver a evaluar el rol de los partidos de la Concertación, en especial de la dirigencia del PS, cuya aceptación del modelo político y económico de la Dictadura, ha servido de base para dar legitimidad a la «obra» de Pinochet. La responsabilidad de la Concertación, de los Ominami, de los Insulza, de los Frei, de los Zaldívar, de los Barrueto, etc., es evidente por si misma… Ellos, los transformistas y sus intelectuales, son el sostén de la legitimidad reclamada y mostrada por la derecha en torno a Pinochet, su «obra» y su «legado».

La Concertación padece el síndrome de Estocolmo: es sabido que el raptado llega a amar a su captor. Poco a poco, los líderes de la Concertación empezaron a encontrar bueno el sistema económico de Pinochet. ¿Se acuerdan que este dijo que Enrique Correa podría haber sido ser un gran ministro de su gobierno, si lo hubiera conocido antes; que Zaldívar y Valdés eran unos perfectos caballeros? Que Eduardo Frei Ruiz-Tagle lo salvó de los «pinocheques», apelando a la dictatorial «razón de Estado», y que el Toby Panzer Insulza lo trajo de Inglaterra, levantando la tesis de «defender principios y no personas» para pedirle al Gobierno del Reino Unido la devolución del ex dictador para que fuera juzgado en Chile.

¿Qué papel adoptó el estado chileno ante las exequias de Pinochet? El estado lo hemos podido visualizar mediante la presidenta Bachelet, la ministra de Defensa, los militares y las fuerzas de orden. Bachelet, ha reaccionado con comentarios generales, vacíos. Dijo que ha tenido que tomar decisiones pensando en el bien de «todos los chilenos» y para evitar el enfrentamiento entre las partes. Consideró que la muerte del ex dictador ha simbolizado la partida de un referente de »divisiones, odio y violencia». Volvió a recordar que en 1990, los chilenos »recuperamos la democracia» y que las exequias del ex dictador se desarrollaron con »la tranquilidad debida» y »respetando a los dolientes». Explicó que durante los últimos días le ha correspondido tomar decisiones como Presidenta de »todos los chilenos» y pensando en el bien de los ciudadanos, aludiendo a la determinación de su gobierno de desplegar las fuerzas de seguridad para evitar que se »desbordaran» los ánimos tras la muerte del ex dictador. Y calificó como un »éxito» las medidas tomadas en los últimos días, porque en el país se mantuvo el orden público y sólo se registraron algunos focos localizados de protestas.

Dijo algo tan original como que »en Chile caben todos» y que aspira a que su nación sea »un país integrado». Por supuesto no hizo ningún comentario sobre la decisión de la familia Pinochet de colocar sobre el féretro del ex dictador la banda presidencial.

La verdad es que no tuvo que tomar ninguna decisión durante estos días. Estaban tomadas. En la eventualidad de la muerte del ex dictador, «la situación estaba totalmente planificada». Algo confirmado por el ex subsecretario de Interior Jorge Burgos, quien explica que se hizo un diseño en esa dirección «a partir del año 2001», por el ex secretario general de Gobierno Francisco Vidal. Este último dice que al asumir como ministro secretario general de Gobierno, en marzo de 2003, ya existía un «documento de normas protocolares que se preparó ad hoc para la posible muerte de Pinochet».

Pero no sería hasta fines de 2004, cuando Ricardo Lagos enfrentó la amenaza real de que Pinochet muriera, que se terminó de afinar el rígido protocolo de su funeral. En diciembre 2004, el ex dictador tuvo el accidente vascular más grave de su largo historial médico. Y Lagos junto al general Juan Emilio Cheyre, coordinaron los preparativos ante un eventual desenlace fatal. Para ello se le pidió a un experto en protocolo y al general Patricio Cartoni, comandante de la Guarnición de Santiago, que establecieran los pasos a seguir por las autoridades civiles y militares. «Ese documento se mantuvo hasta el 11 de marzo de 2006», asegura Vidal. Como decíamos más arriba, los medios, el gobierno, la oposición, ya no se contentan con manipular la información, con simular y adulterar el producto distractivo – informativo, ya no les basta con mentir, crearon la propia información, crearon un clima de toma de decisiones «tomadas» ya.

La otra arista del discurso oficialista, expresada por la presidenta y diversos miembros de la Concertación, fue reafirmar que «los honores de Estado» están restringidos a los presidentes elegidos por soberanía popular, flanco por el que arreció el ataque de un desagradecido pinochetismo. ¿Por qué decimos esto? Porque como nos recuerda Joan Garcés, la causa principal que ha impedido que en ninguna de las numerosas causas judiciales abiertas contra el dictador se hubiera dictado sentencia, «hay que buscarla en la actitud que tomó el presidente Ricardo Lagos cuando Pinochet volvió libre a Chile en 2000». «Si en Chile no hubo sentencias contra Pinochet, en uno u otro sentido, fue debido a una serie de maniobras que se hicieron para evitar que se produjeran». Garcés recuerda que «cuando llegó Pinochet a Chile en 2000, el entonces presidente Lagos lo elevó a cargo de ex presidente de la República, a través de un proyecto de ley que llevó al Congreso. Fue así que un Gobierno democrático le confirió, a un ex presidente de facto, un reconocimiento a posteriori, con la correspondiente inmunidad». Garcés acusa a Lagos de haber dado al dictador «un manto protector, que le posibilitó a este retrasar los procedimientos. En cada caso se debía decidir previamente levantarle la inmunidad, y, si se hacía, se recurría luego la medida, y así una y otra vez. No fue casualidad, fue algo buscado». Este veterano luchador por los DD.HH. se muestra convencido de que «si los tribunales chilenos no hubieran sido imposibilitados para dictar sentencia, éstas habrían supuesto un aporte a los valores democráticos».

Por su parte, la ministra de Defensa asistió al funeral, dio el pésame a la familia, puso a disposición del evento toda la infraestructura y boato del ejército, la suma de signos, gestos y trampas (jóvenes cadetes obligados a levantar sus sables y fusiles en postrer saludo) que finalmente configuraron un funeral con honores militares a Pinochet por parte del Ejército para el pinochetismo enardecido, y soportó los insultos, abucheos y humillaciones a que le sometieron los seguidores del dictador. También escuchó respetuosamente todos los panegíricos, apologías fascistas de los familiares, empresarios, tecnócratas, militares que hablaron ante el féretro.

Finalmente las fuerzas de seguridad reprimieron violentamente (145 detenidos y 50 carabineros heridos es el saldo final de manifestaciones) al desborde popular no partidario (65 actos masivos según cifras del subsecretario del Interior) que se manifestaba indignado para expresar su rechazo a los crímenes y violaciones de los derechos humanos que se produjeron durante la dictadura y su rechazo a la ampliación gradual del perímetro – no sólo físico sino también simbólico – que ha tendido el gobierno sobre el «Barrio Cívico»… La violencia, en esta ocasión como en otras, es resultado buscado por la misma represión.

6. Una estrategia para tratar el problema de los DD.HH. que ha terminado reduciendo el asunto al «dolor de los deudos», de las «victimas directas» y no como un problema del conjunto de la sociedad. En esto la izquierda erró en aceptar soluciones como las indemnizaciones tipo Exonerados, tipo Valech, etc. pues han contribuido a «personalizar» («focalizar» diría Miguel Kast) el problema. Podría haberse pensado en otro tipo de soluciones.

7. Un cierto bloqueo ético y vacío de memoria de una «ciudadanía» que realza el «progreso del país» por sobre su fundamento: por una parte, el asesinato de personas y el aniquilamiento de las organizaciones sociales, y por otra, el evidente costo social, económico, nacional y ecológico que significó la implantación de las reformas neoliberales. ¿Como es posible que un pueblo humillado – y mucho más – cooptado ideológicamente, haya perdido su conciencia moral de modo tal que, reconociendo el «dolor de los familiares afectados», de todos modos legitima a la dictadura por los progresos económicos…? Pregunta a responder. Para que la gente sencilla pueda recuperar la consistencia ética, la conciencia y la memoria

8. Una incapacidad de las organizaciones gremiales y políticas clásicas existentes (y no clásicas también) para planificar y anteponer a la intentona del bloque dominante por reponer la legitimidad de la dictadura, una masiva campaña de denuncia del carácter militar – empresarial (como dice Helio Gallardo[11]) del régimen y el modelo vigente. Por ejemplo, una CUT llamando a una concentración de trabajadores – o al menos una declaración – para recordar el despojo y la abolición de los derechos sociales y laborales realizada por la patronal al amparo del régimen de Pinochet.


Anexo Nº 1.

Leyes Orgánicas Constitucionales:

1. Contraloría General de la República, Decreto 2421 de 10 de julio de 1964, Ministerio de Hacienda que fija el texto coordinado, refundido y sistematizado de la Ley 10336 de 29 de mayo de 1952.

2. Del Tribunal Constitucional, Ley 17997 de 19 de mayo de 1981, Ministerio de Justicia.

3. Sobre Concesiones Mineras, Ley 18097 de 21 de enero de 1982, Ministerio de Minería.

4. De los Estados de Excepción, Ley 18415 de 14 de junio de 1985, Ministerio del Interior.

5. Del Tribunal Calificador de Elecciones, Ley 18460 de 15 de noviembre de 1985, Ministerio del Interior.

6. Sistema de inscripciones electorales y Servicio Electoral, Ley 18556 de 1 de octubre de 1986, Ministerio del Interior.

7. De Bases Generales de la Administración del Estado, DFL 1 de 17 de noviembre de 2001, Ministerio Secretaría General de la Presidencia, texto refundido, coordinado y sistematizado de la Ley 18575 de 5 de diciembre de 1986.

8. Planta del Servicio Electoral, Ley 18583 de 13 de diciembre de 1986. Ministerio del Interior.

9. De Partidos Políticos, Ley 18603 de 23 de marzo de 1987, Ministerio del Interior.

10. De los Consejos Regionales de Desarrollo, Ley 18605 de 6 de abril de 1987, Ministerio del Interior. Derogada por la Ley 19175 Orgánica Constitucional sobre Gobierno y Administración Regional de 11 de noviembre de 1992. Se incluye el Decreto 291, Ministerio del Interior de 20 de marzo de 1993 que fija el texto refundido, coordinado y sistematizado de la Ley 19175.

11. De Municipalidades, DFL. 1 de 26 de julio de 2006, Ministerio del Interior; Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo, texto coordinado, refundido y sistematizado de la Ley 18695 de 31 de marzo de 1988.

12. Sobre Votaciones Populares y Escrutinios, Ley 18700 de 6 de mayo de 1988, Ministerio del Interior.

13. Banco Central de Chile, Ley 18840 de 10 de octubre de 1989, Ministerio de Hacienda.

14. Del Congreso Nacional, Ley 18918 de 5 de febrero de 1990, Ministerio del Interior.

15. De las Fuerzas Armadas, Ley 18948 de 27 de febrero de 1990, Ministerio de Defensa.

16. De Carabineros de Chile, Ley 18961 de 7 de marzo de 1990, Ministerio de Defensa.

17. De Enseñanza, LOCE, DFL 1 de 21 de febrero de 2006, Ministerio de Educación, texto coordinado, refundido y sistematizado de la Ley 18962 de 10 de marzo de 1990.

18. Sobre Gobierno y Administración Regional, DFL 1-19.175 de 08 de noviembre de 2005, Ministerio del Interior, texto coordinado, refundido y sistematizado de la Ley 19175 de 11 de noviembre de 1992.

19. Del Ministerio Público, Ley 19640 de 15 de octubre de 1999, Ministerio de Justicia.



[1] «El zoológico de Pinochet», Crónica Digital, 12 de diciembre de 2006. El 10 de octubre 1973, el Canciller Raúl Roa de Cuba, habló en el XVIII período de sesiones de la Asamblea General de la ONU y acusó al régimen golpista, calificando al Canciller de la dictadura, el almirante Ismael Huerta, como representante del «bestiario y la selva».

[2] Ya en diciembre de 1973, el MIR previó este resultado. Ver: «La táctica del MIR en el actual período», Capítulo III, capítulo «La dictadura gorila como forma de estado de excepción», Comisión Política MIR.

[3] Por respeto a la tradición anarquista, creemos más adecuado el concepto lumpen-pinochetistas.

[4] De las 19 Leyes Orgánicas Constitucionales vigentes, 16 fueron promulgadas en dictadura, 1 antes de la dictadura y 2 en «democracia». Ver Detalle en Anexo Nº 1.

[5] Ver: «Siete consideraciones sobre el legado histórico de la dictadura». Rafael Luís Gumucio Rivas. El Clarín, 13 de diciembre de 2006.

[6] Ver: «Perro muerto (o se fue sin pagar)». El Clarín de Chile, 13 de diciembre de 2006.

[7] «El otoño del patriarca», «Yo el Supremo», «El señor Presidente», «El recurso del método» respectivamente.

[8] Ver: «Pinochet y el miedo». Patricia Verdugo, El Clarín de Chile, 14 de diciembre de 2006.

[9] Ver: «Siete consideraciones sobre el legado histórico de la dictadura». Rafael Luís Gumucio Rivas. El Clarín, 13 de diciembre de 2006.

[10] Ver: «Siete consideraciones sobre el legado histórico de la dictadura». Rafael Luís Gumucio Rivas. El Clarín, 13 de diciembre de 2006.

[11] Ver: «Pinochet vive», Helio Gallardo, Hommodolars, 12 de diciembre de 2006.