Tanto los grandes empresarios, como importantes sectores vinculados a la Concertación cierran filas en defender y perpetuar el sistema privado de AFP. Los últimos tres meses y como consecuencia de la arremetida que los trabajadores han comenzado a librar contra este injusto sistema, han salido desde todos los ángulos a defenderlo, haciendo propuestas que nada […]
Tanto los grandes empresarios, como importantes sectores vinculados a la Concertación cierran filas en defender y perpetuar el sistema privado de AFP. Los últimos tres meses y como consecuencia de la arremetida que los trabajadores han comenzado a librar contra este injusto sistema, han salido desde todos los ángulos a defenderlo, haciendo propuestas que nada tienen que ver con el mejoramiento de las pensiones, sino, con mantener esta gran masa de ahorro interno al cual echan mano sólo los grandes grupos económicos.
Ya no tienen argumentos.
Los resultados alcanzados por las AFP durante el 2012 resultaron exorbitantes. Sin hacer nada los dueños de las AFP ganaron $288.000 millones (US$600 millones), cifra que representa un 41% más de lo obtenido el 2011. En contrapartida, las pensiones que reciben los trabajadores de parte de las AFP una vez finalizada su vida laboral activa -las mujeres a los 60 y los hombres a los 65 años-, en promedio son de 121 mil pesos.
El 95% de las utilidades se generan por las comisiones que le cobran mensualmente a los trabajadores afiliados y que independiente de que generen pérdidas por esa administración, de todas formas hay que pagarles. Un negocio único en el mundo, nunca pierden.
Los empresarios de AFP Capital aumentaron sus ingresos a $164 millones en comparación a los $80 millones de 2011. Cuprum comprada por el consorcio Principal elevó en un 53% sus ganancias y sus directores aumentaron sus dietas en un 68%. Habitat aumentó sus utilidades a 158 millones de dólares. Provida, la más grande del sistema, logró 220 millones de dólares que significó un aumento del 32% comparada con el año anterior.
Los más conspicuos defensores del sistema, desde ex presidentes de AFP, consejeros del Banco Central y ex asesores de Bachelet, como Mario Marcel, cierran filas y coinciden en que es necesario castigar más a los trabajadores. Proponen aumentar la edad de retiro, tanto a hombres como a mujeres; aumentar la tasa de cotización y Marcel, el único que sigue con el cuento de crear una AFP del Estado.
Las dos propuestas no resuelven absolutamente nada. Ellos mismos han reconocido que el «mercado laboral» es muy inestable y precario. Los trabajadores ganan muy poco y por más que se aumenta su tasa de cotización, jamás acumularan ahorros suficientes para una pensión digna. La inestabilidad laboral provoca discontinuidad en las cotizaciones, de allí que más de un 70% de los afiliados actuales tengan saldos en sus cuentas individuales inferiores a los 20 millones, con esos montos, más del 80% de los actuales afiliados está condenado a pensiones asistenciales del Estado.
Para los trabajadores la única alternativa, la nacionalización de los fondos.
¿Por qué la nacionalización? El 2008 los fondos experimentaron una de las caídas más fuertes, perdimos más de US$28.000 millones. En ese mismo momento Argentina nacionalizó los fondos de propiedad de los trabajadores y los puso a resguardo en instituciones de Seguridad Social administradas sin fines de lucro, hoy los trabajadores argentinos en promedio perciben pensiones cercanas al 75% de sus ingresos.
Los trabajadores chilenos somos dueños de US$150 mil millones aproximadamente, una cantidad sideral. Esos recursos que son de nuestra propiedad pueden ser transitoriamente administrados con mayor eficiencia por el Instituto de Previsión Social (IPS) en tanto no conformamos una nueva institucionalidad. Ello es urgente y necesario hacerlo, por un lado dejamos de exponer nuestros ahorros a la especulación financiera que nadie puede garantizar no vuelvan a sufrir colapsos como el de 2008 y, además, se rompe el círculo inmoral de continuar financiando con nuestros ahorros a los grandes grupos económicos del país.
Las nuevas exigencias derivadas del modo actual de organización del trabajo requieren de un nuevo paradigma previsional, que por cierto no puede fundarse en el lucro, requiere de tomar en cuenta los principios fundantes de la Seguridad Social, la solidaridad y la universalidad, y debe comprender la seguridad social como un derecho inalienable y por tanto debe cubrir la salud, las enfermedades profesionales y accidentes derivados de las relaciones laborales y, por supuesto, pensiones dignas.
En mayo se cumplirán 32 años de la pesadilla que José Piñera instaló, sólo con la fuerza y razón de las bayonetas, ese sistema, hoy, está en bancarrota. No caerá con argumentos, no bastarán los números que muestran pensiones paupérrimas. Tampoco podemos aspirar que surja desde el «fundamentalismo» más extremo la iniciativa de cambiar este injusto sistema. La transformación, sólo será posible si tomamos en nuestras manos la decisión de avanzar a pasos agigantados tras lo que nos pertenece, ya ni siquiera estamos pidiendo mejores salarios o mejores condiciones laborales, estamos lisa y llanamente pidiendo algo que nos pertenece y que no podemos continuar atónitos viendo como nos condena a pensiones miserables. Llegó la hora de avanzar a tomar lo que nos pertenece.
Luis Mesina M – Secretario General Confederación Bancaria
www.luismesina.cl