La historia del desarrollo social de la humanidad deja evidencias convincentes de que todas las revoluciones en las diferentes latitudes del mundo han tenido que enfrentarse a poderosos enemigos externos e internos con el claro objetivo de impedirlas, derrotarlas o, como mínimo, desviarlas de sus caminos y propósitos. La Revolución cubana no es ni ha sido nunca una excepción.
Nuestra Revolución iniciada en 1868 con el propósito de lograr la independencia y soberanía del país, tuvo que combatir desde muy temprano contra enemigos tan potentes como la división en las filas revolucionarias, el caudillismo, el anexionismo y el reformismo.
Desde el exterior Estados Unidos se erigió de inmediato en el principal enemigo de nuestro pueblo, condición que ha mantenido hasta los días de hoy cuando nos encontramos enfrascados en la construcción del socialismo.
El objetivo de este trabajo, que está guiado por el pensamiento de Fidel Castro, es el de contribuir a ampliar y actualizar los conocimientos sobre los enemigos que constantemente actúan para destruir la Revolución o mediatizarla.
Lo primero que debemos subrayar es que desde los primeros momentos del triunfo revolucionario Fidel y el Partido han estado alertando al pueblo del peligroso papel que desempeñan las fuerzas oscuras de la contrarrevolución como aliados de Estados Unidos en sus planes por apoderarse de Cuba,
En tres de esos momentos (En el V Congreso del PCC en 1997, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en 2005, con motivo del 60 Aniversario de su ingreso a esa institución, en el Libro Cien Horas con Fidel de Ignacio Ramonet, 2006), Fidel explicó ampliamente la posibilidad de que un día la Revolución pudiera ser destruida por los mismos revolucionarios, que estaría propiciado sobre todo si no fuéramos capaces de corregir nuestros propios errores.
Por lo tanto, la importancia de tener bien definido cuáles son los enemigos internos que ponen en peligro la existencia de la Revolución resulta clave para impedir que ello ocurra.
Muchos son los factores que pueden engendrar la existencia de un poderoso enemigo con capacidad destructiva, de estos se destacan: el egoísmo, la falta de fe, las vacilaciones, la falta de patriotismo, el individualismo, la ausencia de valores éticos y morales. Las experiencias acumuladas por la Revolución durante más de 60 años enfrentándolos y derrotándolos en cada ocasión en que han surgido y actuado mediante la orientación y apoyo del imperialismo yanqui nos permiten describirlos de la siguiente manera:
El burocratismo sigue siendo un enemigo silencioso que actúa clandestinamente provocando el descontrol de los recursos, obstaculizando la eficiencia económica, impidiendo la creatividad de los cuadros y los trabajadores, generando indolencia a la vez que desalienta, desmotiva y entorpece la solución de los problemas.
La corrupción, el robo y las ilegalidades, en especial si actúan bajo el imperio de la impunidad, son enemigos que poco a poco corroen los cimientos de la Revolución y dañan la moral combativa del pueblo.
La falta de exigencia, la tolerancia y la ausencia de combatividad frente a todo lo mal hecho, incluyendo las actitudes antisociales, fortalecen a los enemigos de la Revolución y debilita el espíritu de lucha del pueblo.
La ineficiencia económica, el despilfarro, la inflación incontrolable, el desabastecimiento de productos básicos, en especial de alimentos, el incremento constante de los precios se convierte en enemigos que dañan seriamente la estabilidad de la Revolución.
Un factor altamente dañino, cuya manifestación se produce de manera inconsciente, es la del cuadro político, estatal o administrativo que actúa con total indiferencia e insensibilidad ante los problemas que sufre la gente, que no se vincula con el pueblo, no sabe escuchar sus opiniones, sus quejas o demandas, que carece de creatividad para incorporar a las masas en la toma de decisiones o que no es ejemplo en la comunidad; es este un fenómeno que obedece totalmente al campo de la subjetividad, y, por tanto, que no requiere recursos materiales para su solución.
Derrotar tan peligroso enemigo depende tan solo de ser fiel a los métodos de trabajo que nos legó Fidel, a sus enseñanzas y ejemplos, o sea: cumplir con la definición que hiciera de lo que es socialismo en el acto central por XXXVI aniversario del asalto al cuartel Moncada.
Por supuesto que en el análisis de los enemigos internos que a diario nos acechan y ponen en peligro la existencia de la Revolución hay que situar en un lugar destacado a los que como mercenarios, o a los convencidos ideológicamente, o a los que desde la ingenuidad y el desconocimiento llevan a cabo acciones diversionistas que podrían posibilitar una acción militar contra Cuba por parte del imperialismo yanqui.
Los disfraces que utilizan son variados: a veces aparecen como defensores del diálogo, en otras son defensores de los derechos humanos o de la libre expresión y manifestación para lo cual arremeten contra “la maligna política cultural de la Revolución”, ignorando y desconociendo a propósito, que la Revolución es el hecho cultural más importante de nuestra historia; o como si Fidel no hubiera pronunciado nunca sus “palabras a los intelectuales” convertidas desde entonces en la política cultural de la Revolución cubana, la misma que convirtió a nuestro pueblo en uno de los más cultos del mundo. En este punto es válido recordar que fue Fidel quien afirmó que el porvenir de nuestro pueblo está en la cultura, y que sin cultura no hay libertad, ni salvación posible.
Un análisis histórico de los enemigos que desde el exterior y de manera sistemática promueven acciones para destruir la Revolución cubana, sitúan sin duda de ningún tipo, al imperialismo yanqui como el principal y más peligroso. Y teniendo en cuenta el principio inviolable de que para derrotar al enemigo lo primero que hay que lograr es conocerlo en todas sus potencialidades, fortalezas y debilidades, nuestro Comandante en Jefe no cejó un solo instante en trasmitirle al pueblo sus amplios y profundos conocimientos sobre los planes y estrategias del imperio, desde los conceptos más generales que lo definen como tal, hasta las odiosas prácticas que realizan para apoderarse de nuestros recursos y de los demás pueblos del Tercer Mundo.
En el Informe Central al Segundo Congreso del Partido Comunista de Cuba Fidel afirmó: “Las relaciones con Estados Unidos resumen nuestras mayores contradicciones en el campo internacional; en ellas hay elementos insuperables y permanentes, que se derivan del carácter socialista del Estado cubano y la naturaleza imperialista del sistema que domina en Estados Unidos”
En entrevista concedida a la Revista Siempre (los días 9 y 10 de mayo de 1991), nuestro Comandante en Jefe expresó: “Por definición el imperialismo es agresivo, es hegemónico, es dominante”; y en sus Reflexiones (Agosto 27 de 2010) titulada 238 razones para estar preocupado, escribió: “el imperialismo desaparecerá porque su existencia es incompatible con la vida humana en el planeta”
Estas definiciones son suficientes para conocer el carácter y la esencia destructiva del principal enemigo de la Revolución y el por qué no descansa en su afán de destruirla y de apoderarse de Cuba; pero resulta necesario también que conozcamos las diferentes formas que utilizan para encubrir sus planes, de las que citaremos solo algunas.
- Establecer patrones de la ideología capitalista como el individualismo y el egoísmo.
- Inculcar el afán de lucro, la banalidad y la exageración del consumismo.
- Fomentar la indisciplina social y la resignación ante lo mal hecho.
- Promover las divisiones familiares.
- Promover la falta de fe, el desaliento, la desconfianza, la creencia de que somos un Estado fallido, sin posibilidades de resolver los problemas y sin perspectivas de futuro.
- Corromper, despolitizar, desmoralizar y pervertir a la juventud.
- En el sector cultural y de la intelectualidad sembrar el desarraigo de lo autóctono, la negación de los valores éticos y morales y el amor y respeto por las tradiciones; también promover el interés personal por encima de la patria y la sociedad con el objetivo final de colonizar culturalmente al pueblo para que llegue a comprender y compartir la lógica de sus verdugos.
Pero aun conociendo las potencialidades, fortalezas y debilidades de nuestro enemigo principal no es suficiente para seguir derrotando cada una de sus agresiones, por eso, para continuar construyendo el socialismo que queremos y necesitamos es imprescindible también continuar aplicando las reglas que Fidel nos enseñó y que nos han permitido llegar hasta aquí:
- Si somos débiles frente al enemigo es peligroso, si tememos al enemigo es peligroso. Eso alienta las agresiones.
- No se puede rehuir al enemigo principal.
- El enemigo respeta a los que no les tememos, el enemigo respeta a los que lo desafían.
- Al enemigo no se le puede dar la espalda porque desarrolla el espíritu de persecución de las fieras y te ataca.
- No importa que los obstáculos sean grandes, no importa que las dificultades sean grandes: la unión y la estrategia común es la condición esencial y el único camino de la victoria.
En situación tan compleja como ésta es entendible que nuestro pueblo se pregunte ¿Qué diría Fidel? ¿Qué haría Fidel? En el desarrollo del trabajo he ido explicando algunas ideas de nuestro Comandante en Jefe que, aunque expresadas en momentos históricos concretos diferentes, son referentes para la conducta que debemos asumir para enfrentar tan desigual combate. Las que ahora citaré para concluir el presente análisis tratan igualmente de interpretar el mensaje que Fidel diría hoy a todos los cubanos:
(…) la muralla no hay que hacerla alrededor de la isla, la defensa, la verdadera defensa hay que hacerla en la conciencia y en la dignidad de cada ciudadano1.
(…) Si la Revolución fracasara los que van a sufrir las consecuencias entre las más terribles son los trabajadores como clase. (…) las peores represiones que puedan producirse son las que se producen contra las revoluciones vencidas. (…) Aquí no caben terceras posiciones2.
(…) el socialismo, cualesquiera que sean los errores que puedan cometer los hombres – y no habrá ninguna obra humana en la que los hombres no cometan errores-, es lo más noble, lo más justo y lo más digno que se pueda llevar a cabo3.
Notas:
1 Memorias del Primer Congreso de los CDR, Dirección Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución, Editorial Orbe, 1981, p, 15.
2 Castro Ruz, Fidel. Discurso Clausura X Congreso de la CTC. Noviembre 18 de 1959. Versiones Taquigráficas, publicadas en el sitio www.Fidel Castro Ruz.cu.
3 Clausura del VII Congreso de la UJC, 4 de abril de 1992. Editora Política, La Habana, 1992, p. 51.