En calidad de ejecutor del Proyecto «El Fundo Vaitea. Patrimonio y Memoria en Rapa Nui durante el Periodo de la Compañía Explotadora» (FONDART Regional, Valparaíso, 2012-2013), informo de la pronta restitución a la comunidad rapanui de los insumos de investigación documental relevados durante este proyecto. Estos últimos, que incluyen además una serie de registros de […]
En calidad de ejecutor del Proyecto «El Fundo Vaitea. Patrimonio y Memoria en Rapa Nui durante el Periodo de la Compañía Explotadora» (FONDART Regional, Valparaíso, 2012-2013), informo de la pronta restitución a la comunidad rapanui de los insumos de investigación documental relevados durante este proyecto. Estos últimos, que incluyen además una serie de registros de archivo de un proyecto anterior («La Compañía Explotadora de Isla de Pascua. Patrimonio, Memoria e Identidad en Rapa Nui», 2010-2011), serán puestos a disposición del público mediante su donación a distintos organismos patrimoniales, instituciones académicas e investigadores en Rapa Nui, Chile y el extranjero. Destacan entre aquellos el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), la Secretaria Técnica de Patrimonio Rapanui, el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert (MAPSE), el Parque Nacional Rapa Nui, el Consejo de Ancianos y el Parlamento Rapanui, entre otros. Igualmente, destacan a nivel internacional algunas instituciones como The Easter Island Foundation (Estados Unidos) y la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (Francia).
Esperamos con lo anterior cumplir con la responsabilidad adquirida por nuestro proyecto, favoreciendo así el necesario diálogo que debe existir entre el ámbito investigativo-académico y la sociedad. Al mismo tiempo, buscamos continuar impulsando nuestro plan de retribución hacia la comunidad, expresado hasta ahora en las numerosas entregas gratuitas realizadas del libro Rapa Nui y la Compañía Explotadora (1895-1953) en Isla de Pascua, Chile y otros países. Es necesario mencionar aquí que dicho programa de retribución será complementado además, durante los próximos meses, con una nueva publicación en la cual daremos a conocer un catastro con la totalidad de los registros espacial-arquitectónicos y fotográficos realizados en la isla, incluyéndose también las informaciones que no pudieron ser incluidas en publicaciones previas.
Adicionalmente, buscamos con esta donación dar pasos en el cumplimiento de otros de los objetivos asumidos por este proyecto. Entre aquellos destacan algunos tales como los siguientes: colaborar con el desarrollo de las investigaciones históricas realizadas en Pascua, especialmente las impulsadas por investigadores locales; beneficiar las iniciativas de restauración del Patrimonio histórico pascuence, aquello como una vía para el potenciamiento (y la recreación) de la Identidad y la Memoria rapanui; favorecer el proceso de luchas étnicas que tienen lugar actualmente en la isla, esto último poniendo nuestro trabajo a disposición de las organizaciones sociales rapanui y sus respectivos planes reivindicativos.
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La finalidad de esta iniciativa radica entonces, además de realizar un aporte concreto a la comunidad rapanui, en propiciar un debate en torno a la necesidad de una producción de conocimiento científico con utilidad social, así como también discutir la importancia que tiene la solidaridad que los intelectuales, junto a los trabajadores y el movimiento popular, podemos ofrecer a las actuales luchas rapanui.
Ahora bien, somos conscientes de que una iniciativa como ésta no llegará a tener más que un valor meramente testimonial si no logra conectarse, entre otras cosas, con un cuestionamiento más profundo de las bases en las cuales se sostiene hoy el desarrollo científico en Chile: el Neoliberalismo, planteando en cambio la necesidad de una producción científica comprometida con los intereses de las grandes mayorías. Ha sido precisamente el desarrollo de este modelo económico y social el cual ha condicionado durante las últimas décadas el carácter de la producción científica chilena, siendo una muestra de lo anterior el importante peso que han tenido algunos organismos tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en la definición de las políticas gubernamentales sobre esta materia. Un ejemplo de esto último puede encontrarse en los criterios de asignación de recursos que se encuentran en la base del programa FONDECYT, una de las principales fuentes de recursos para la investigación nacional. Incluso en el ámbito de las Ciencias Sociales, la Historia y las Humanidades, dichas disciplinas (supuestamente mas ajenas a las influencias del mercado) experimentaron en décadas pasadas un agudo proceso de adaptación a los modelos de producción de conocimiento (científico-positivistas) que acompañaron el avance del Neoliberalismo. Una de las muestras más evidentes de esto puede hallarse en el importante giro que tuvo el desarrollo de la Arqueología (una de las disciplinas científicas con mayor presencia en Rapa Nui) a partir de los años 80’s, caracterizándose desde aquel entonces por un tipo de producción de conocimiento altamente cientificista, inspirado en el modelo de la Arqueología procesual estadounidense.
En el caso particular de Isla de Pascua, esta situación se expresó en el desarrollo de una gran cantidad de proyectos de investigación caracterizados por un marcado divorcio entre sus objetivos investigativos (usualmente remitidos al estudio del pasado megalítico de la isla) y la realidad actual de los isleños. Aunque promotores de numerosos avances y de una mayor visibilidad internacional de la cultura rapanui, dichos proyectos fueron así en gran medida ajenos, salvo algunas excepciones, al devenir de los movimientos étnico-reivindicativos que se encuentran hoy en plena ebullición en Pascua. Incluso en el ámbito de los estudios centrados en periodos post-contacto (esencialmente en el ámbito de la Historia) y en el de aquellos investigadores con una mayor sintonía con los movimientos sociales rapanui, la ligazón entre estos últimos y el proceso de reivindicaciones indígenas ha sido, también con excepciones, más bien marginal.
Con todo, sabemos que el desarrollo de un nuevo tipo de producción de conocimiento científico; por ejemplo, uno que tenga el objetivo de ponerse al servicio de las necesidades sociales, no podrá ser obtenido como producto de la aplicación, más o menos exitosa, de las medidas que pueda asumir un proyecto de investigación determinado, así como tampoco gracias a la voluntad individual (o el compromiso político) de un investigador particular. Lejos de aquello, será en realidad el desarrollo de la propia lucha rapanui y la de los demás pueblos indígenas en nuestro país (por ejemplo el mapuche), así como también el avance de las luchas de los trabajadores y el movimiento popular chileno, lo que permitirá alcanzar no sólo la solución al problema de la histórica opresión colonial sobre dicho pueblo polinesio, sino que además el establecimiento de un nuevo modelo de desarrollo científico en Chile.
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Una de las instancias para avanzar en esta perspectiva podría ser, tal como han comenzado a discutir amplios sectores sociales en nuestro país, la convocatoria a una Asamblea Popular Constituyente basada en la más amplia movilización y organización de los trabajadores y el pueblo, garantizada por los métodos de la auto-defensa de masas y organizada a partir de cuerpos deliberantes y resolutivos basados en la democracia directa. Una Asamblea Popular Constituyente que, convocada por el conjunto de las organizaciones obreras y populares de Chile, pueda ser tomada como un espacio desde donde impulsar la única lucha capaz de tirar abajo los soportes estructurales en los cuales se sostiene tanto la opresión estatal sobre los pueblos indígenas, así como también la instrumentalización del desarrollo científico por el mercado. En otras palabras, la lucha por el derrocamiento revolucionario del orden capitalista y la conquista del poder por los trabajadores y el pueblo.
Sería justamente una instancia como esta última el escenario más favorable para los sectores de isleños que luchan hoy por sus derechos étnicos. Y es que lejos de la utopía que supone esperar una solución para el problema de la opresión nacional de los rapanui de manos de ciertos organismos como la ONU (cómplice de las políticas chilenas en Pascua), o bien del «apoyo» que puedan brindar a la causa isleña algunos países imperialistas como Estados Unidos o Francia (que poseen actualmente sus propios dominios coloniales en Oceanía), sólo será la lucha de los rapanui la capaz de conquistar las más sentidas reivindicaciones de este pueblo indígena. Aquel fue justamente el camino que siguieron en el pasado las rebeliones de María Angata en 1914 y la de Alfonso Rapu a mediados de los años 60’s. Igualmente, aunque debiendo buscar la simpatía de los demás pueblos polinesios, no podrán ser estos últimos quienes confieran a los rapanui la fuerza necesaria para enfrentar y derrotar al aparato estatal chileno. Como bien sabe el pueblo rapanui, aquel no dudara un segundo en reprimir por la fuerza sus movilizaciones. Basta recordar aquí los asesinatos del rey Riroroko y de Daniel Tehave en el pasado, o bien la feroz represión de hace algunos años en Hanga Roa. Por el contrario, sólo será contando con la simpatía y apoyo activo de los millones de trabajadores, estudiantes, pobladores y la del resto de los pueblos indígenas que habitan territorio chileno, que el pueblo rapanui tendrá la capacidad no sólo de cuestionar (como hizo la rebelión de Angata) o de hacer retroceder a la opresión estatal chilena (como en el caso del alzamiento de Rapu), sino que de derrotarla para siempre.
De igual modo, sería al calor de una Asamblea Popular Constituyente como la mencionada anteriormente la instancia en la cual avanzar, así también, en el cuestionamiento de los modelos imperantes de producción de conocimiento científico en nuestro país. Una vía para lo anterior consistiría en el reemplazo de los actuales organismos rectores de la actividad científica (entre otros CONICYT) por la creación de una «Comisión Nacional Científica de los Trabajadores y el Pueblo» que tenga por finalidad, basándose en la expropiación de las instituciones y fondos privados de investigación y en la integración de organizaciones obreras y populares a sus órganos directivos, encargarse de definir las directrices del desarrollo científico chileno. Será sólo en la medida en que el pueblo alcance representación y voto en las instancias en las cuales se definen las políticas investigativas de Chile, que sus organizaciones podrán alcanzar una injerencia real en las mismas, apuntando entonces al establecimiento de un nuevo tipo de desarrollo científico al servicio de los trabajadores, sectores populares y pueblos indígenas.
Finalmente, aunque entendemos que no existen todavía las condiciones para un proceso de transformación social de esta envergadura, sabemos que aquel constituye la única salida posible y realista para dar una solución definitiva a las condiciones de opresión, explotación y exclusión social que afectan a la gran mayoría de la población chilena, incluyendo aquí el problema de la opresión nacional rapanui y la mercantilización de la ciencia. De lo que se trata entonces es avanzar, por el momento, en la creación de un grupo de investigadores e intelectuales que, peleando por esta perspectiva, sea capaz de instrumentalizar cada herramienta que brinda la academia para potenciar esta lucha. En otras palabras, utilizar el ámbito investigativo como una trinchera más de la lucha de clases, buscando poner al servicio de los explotados todos los espacios mediáticos, institucionales y los recursos (por ejemplo los fondos de investigación estatales) que pueda brindar la academia.
Será sólo siguiendo este camino a partir del cual los académicos e intelectuales podrán tomar su lugar junto a los trabajadores, estudiantes, pobladores, pueblos indígenas y minorías en la lucha por el derrocamiento revolucionario del orden capitalista y la construcción de una sociedad socialista sin explotación ni clases sociales.
Miguel Fuentes Muñoz- Historiador (U. de Chile) – MA in Research Methods for Archaeology (candidate). University College London (UCL)
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