Si tuviéramos que comparar el gobierno de Ricardo Lagos, sólo podríamos hacerlo con el gobierno de Gabriel González Videla.El día de hoy 28 de diciembre, a mi vuelta del consulado chileno en Ottawa, donde fui a solicitar la ciudadanía para mi hija apátrida, la periodista Gloria Faundez Herrera, del diario La Tercera me solicitó información […]
Si tuviéramos que comparar el gobierno de Ricardo Lagos, sólo podríamos hacerlo con el gobierno de Gabriel González Videla.
El día de hoy 28 de diciembre, a mi vuelta del consulado chileno en Ottawa, donde fui a solicitar la ciudadanía para mi hija apátrida, la periodista Gloria Faundez Herrera, del diario La Tercera me solicitó información respecto a Michelle Bachelet y su relación con las clínicas clandestinas durante la dictadura de Pinochet.
Para situar y poder explicarle lo peligroso que eran las preguntas de la joven periodista, la que hablaba con un lenguaje muy ligero, pasé gran parte del tiempo persuadiéndola sobre el valor de sus preguntas y la razón por la que nadie quiere hablar. Le pedí que hiciera un paralelo o analogía entre las negaciones de Bachelet y las de Escalona. Este último, hace algún tiempo amenazó con un proceso legal a un trabajador de escasos recursos, ex militante del Lautaro, quien había declarado que Escalona había participado en las operaciones de esa organización revolucionaria.
La negación es la política del partido socialista, el mismo que inmediatamente después de la caída de Pinochet creó la Oficina: aparato ilegal que operó como los servicios de inteligencia de Pinochet (DINA-CNI ) y mediante el secuestro, tortura y el tiro a mansalva redujo al movimiento armado a las dormidas cenizas de hoy.
Hay que entender que la desmoralización política en Chile es producto del Pacto Nacional y que fue consolidado con la caída de Pinochet, el que impuso como requerimiento a la entrega del mando el rendimiento de la izquierda y por ende el desarme total. Es así como se crea la Oficina, un aparato inconstitucional, dentro de las normas constitucionales fascistas, destinado por acuerdo derecha-izquierda al desarme y eliminación física de los revolucionarios. Tal opración fue dirigida por Ricardo Lagos, actual Presidente de Chile y entre otros contó con la participación de la especialista en inteligencia del partido Socialista, doña Michelle Bachelet, candidata la presidencia de Chile y puesta en ese lugar por la oligarquía chilena.
Hoy, esa izquierda chilena, legalizada y sometida a la constitución de Pinochet no quiere hablar sobre esto, niega aquello que no se puede ocultar, de la misma manera como lo hace Michelle Bachelet; la misma que ayer, en los brazo de un militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez trabajó en las clínicas clandestinas y que hoy, de acuerdo a los tiempos, en los brazos de un activo oficial del Ejército de Chile postula a la Presidencia.
La negación de los socialistas y la amenaza para los que hablan es patéticamente visible y constituye el muro de contención instaurado por el fascismo-sonriente y el más grande a franquear.
Si los medios de comunicación como Copesa y Mercurio, dos grandes manipuladores de la conciencia nacional, quieren obtener información, otra que no sea la proveída por los ex servicios de inteligencia u obtenida por la vías de la denuncia, colaboración y la tortura, tendrán que ofrecer extremas medias de seguridad para que los revolucionarios, tanto en la clandestinidad de Chile y el exterior puedan contribuir a esclarecer la verdad amenazada por los que ostentan y los que tienen el poder.
Independientemente de lo que se diga, el pueblo tiene derecho a la verdad y el oportunismo político es el mayor desbande que se traduce en transacciones humanas que castiga al que disiente.
Los medios de comunicación si realmente quieren obtener la verdad, debieran hablar de los métodos empleados por la concertación en el asedio a la militancia revolucionaria y de cómo todavía se mantiene un gran destacamento de chilenos en el exilio forzado, en la clandestinidad, bajo arresto domiciliario, con ordenes de arraigo, etc.
Elias Letelier (No me arrepiento de nada) Muchas compañeras y compañeros nuestros murieron en busca de la justicia social, bajo el odio de clase y hasta hoy para ellos tampoco hay verdad y menos justicia. Los socialistas y su alianza con la derecha han prohibido esa posibilidad a muchos padres y madres que todavía mantienen las puertas abiertas para que entre esa hija y ese hijo que nunca volvió: Muchos de los que sobrevivieron fueron a parar a los hospitales, a las cárceles o al exilio.
Aquellos hombres y mujeres que murieron en la lucha, eran nuestros camaradas y nosotros mejores que nadie conocimos sus sueños y de pie, siempre de pie, junto a ellos seguiremos hasta lograr la verdad, la justicia y el establecimiento de una sociedad justa, basada en la verdad que hoy nos niegan y que por las vías de la amenaza y el castigo tratan de censurar.
¿Cómo es posible que todavía sigan existiendo los presos políticos y el exilio forzado y que por decreto estatal se imponga una cárcel extraterritorial a tantos chilenos que se negaron a ser cómplice?
El gobierno de turno, la ideología neoliberal imperante sólo ha ofrecido una burda compensación a algunos, para acallarlos y acallar la conciencia de aquellos que empujaron a los militares a ejecutar el crimen que cometieron y el que continúan tutelando.
Entonces, el miedo, el chantaje y el soborno se han transformado en los instrumento de condicionamiento clásico contra una sociedad sometida a la lujuria de las transnacionales, de una sociedad donde todos quieren agarrarse del Mal Menor, votando por la Bachelet.
La descomposición moral y colectiva del país ha llegado a tal extremo, que la única solución posible es poner al enemigo al frente para deshacernos de esta ralea de socialista que sólo ha perfeccionado el entreguismo de Pinochet a las trasnacionales y son responsables de un continuismo del fascismo chileno.
Cuando creamos los comités antifascistas con Manuel Almeida y otros; donde los socialistas se caracterizaban por la utilización de apodos mapuches. Hoy sin embargo, de eso sólo prevalece un racismo ideológico de una izquierda que persigue a los indígenas cuyos nombres se auto signaban en las reuniones clandestinas y a los cuales hoy persiguen, a la sombra de una izquierda cómplice que permanece en silencio. ¡Qué eufemismo! Prevalece la moral del embudo y como en toda transacción deshonesta, la mentira es el primer instrumento de sometimiento.
¿Cuál es la verdad? La verdad es la que ellos niegan, pese a que todo el país sabe, conoce y entiende que nos ocultan la verdad, de la misma forma como han negociado la ley de punto final y han contribuido a otorgarle a las Fuerzas Armadas la tregua necesaria para que construyan la falacia que sostenga la negación de la verdad que nos quieren imponer.
La verdad es que los socialistas seguirán mintiendo y cuentan para ellos con una excelente infraestructura. No es extraña que hace algún tiempo el estado mayor, cuando la actual candidata a la presidencia fue Ministro de Defensa y se habló sobre su rol en la lucha militar contra el gobierno, específicamente las clínica clandestinas, las que formaron parte de la infraestructura logística de la lucha armada contra la dictadura, el Estado Mayor, en otro contubernio con los socialista decidió silenciar el tema. Punto.