Muchos coinciden en que este 21 de mayo la Presidenta Michelle Bachelet en su cuenta anual ante el Congreso Nacional, delineó un claro giro en su agenda gubernamental, tratando de esta forma retomar un liderazgo político que necesita con urgencia. El giro de Bachelet, no sólo es producto de una oposición que ha denunciado una […]
Muchos coinciden en que este 21 de mayo la Presidenta Michelle Bachelet en su cuenta anual ante el Congreso Nacional, delineó un claro giro en su agenda gubernamental, tratando de esta forma retomar un liderazgo político que necesita con urgencia.
El giro de Bachelet, no sólo es producto de una oposición que ha denunciado una especie de desgobierno, sino porque el país en el corto plazo se puede ver afectado en su «modelo/ejemplo» en el continente.
Ante este cuadro y, de no mediar nuevos rumbos gubernamentales -como por ejemplo tener un gobierno realmente ciudadano, participativo e inclusivo- la ciudadanía participará de nuevas y espontáneas jornadas de demostración del cansancio y de rechazo a su conducción por las medidas no cumplidas, donde se sumaría la irrupción de una clase media que ve con angustia como se deteriora su calidad de vida.
Propuesta Frei y economía
El mea culpa y disculpas por el descalabro del Transantiago que hizo la Presidenta no son suficientes ni tranquilizadoras. Al contrario, ni una palabra sobre las variadas propuestas realizadas por Presidente del Senado, Eduardo Frei, que son serias y fundadas, a las que se suman las opiniones cuatro expertos universitarios que recomendaban medidas urgentes, eficaces y realistas para desarrollar un nuevo plan de transportes de la capital
Más allá del inminente colapso del plan estrella de la administración anterior y la crítica situación operatoria que ya se percibe en el otrora eficiente y cómodo Metro capitalino. Esta era una de las pruebas mayores que la propia Mandataria supuso como prioritaria y obvia hace algunos días.
En otro aspecto, Bachelet, hizo bien en detallar los logros económicos de los últimos 12 meses. En este sentido realizó uno de sus más importantes anuncios: reducir de 1 a 0,5% del PIB el superávit fiscal a partir del 2008 para asegurar el financiamiento de nuevos programas sociales y cumplir con los grandes anuncios realizados en educación.
Según la gobernante la medida es posible, gracias a las nuevas condiciones de la economía en donde se han mitigado los riesgos fiscales, en particular por el fortalecimiento patrimonial del Banco Central, la reducción de la deuda pública y el mayor acceso del Fisco al crédito nacional e internacional en diversas monedas. En esta misma línea, anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley que aumenta el límite de inversión en el extranjero para las Admistradoras de Fondos de Pensiones (AFP) al 45 por ciento, para contribuir a crear un crecimiento económico equilibrado y permanente.
En este plano, quedó demostrado que el Ejecutivo sigue levantando las banderas neoliberales. Si realmente se quiere construir un país con crecimiento económico equilibrado y permanente, habría sido mucho mejor plantear que el 45 por ciento de los fondos de las AFPs, fueran invertidos en el país y no en el extranjero, desarrollando con ello la industria nacional, y de paso, disminuyendo el desempleo.
Democracia, participación y DD.HH.
Aunque Michelle Bachelet defendió en su discurso su concepto de «democracia transparente» reafirmando su compromiso contra la corrupción y en donde todos deben dar «la prueba de la blancura». No quedó claro la autocrática a su gestión.
Recordó que el año pasado presentó al país una completa agenda de transparencia, probidad y calidad de la política, afirmando de este modo que en su gobierno el trabajo y compromiso público debe ser ejemplar y alejado de la sospecha, el proselitismo y la duda en cualquiera de sus aspectos.
Aquí faltó una autocrítica ya que es notorio y público que la Contraloría General de la República tiene abierto dossiers sobre nuevos hechos graves de mala administración financiera en la Empresa de Ferrocarriles EFE y otras instancias.
A todo lo anterior, debemos sumar el «desorden» que se observa en las filas de la propia Concertación en temas que van más allá de la mera votación en bloque en el Congreso Nacional como quedó demostrado dramáticamente con el tema «depreciación acelerada» del ministro Velasco.
Es bueno para el país y el avance democrático que la Presidenta insistiera en la necesidad de una reforma electoral para terminar con la oprobiosa exclusión de importantes sectores políticos y sociales. En ese sentido dijo que aquí el camino es claro o «se está por la inclusión o por la exclusión» de los partidos políticos, haciendo una alusión directa a la oposición de la derecha que hasta ahora no tiene una posición definitiva de apoyar realmente dicha moción gubernamental.
En plano de los derechos humanos, más allá de proponer el 30 de agosto como el Día en recuerdo de los Detenidos Desaparecidos, queda una estela de incredulidad en las organizaciones humanitarias sobre las propuestas realizadas por la mandataria en este ámbito, ya que durante los gobiernos de la Concertación siempre se ha prometido, pero muy poco se ha cumplido.
Las organizaciones humanitarias sostienen que de ser realidad los anuncios relacionados sobre la inaplicabilidad del Decreto Ley de Amnistía y la prescripción para los crímenes de lesa humanidad, «sería un gran avance de las organizaciones de derechos humanos para terminar con la impunidad que existe hoy en Chile».
Finalmente, y reconociendo el sentido profundo de su intervención, la verdad es que para los momentos que vive la Nación en variadas áreas del acontecer cotidiano, se esperaba más de sus palabras y líneas de acción. Por ejemplo, no propuso un pacto social para de una vez y dadas las condiciones de bonanza económica, terminar con el desempleo que afecta a miles de jóvenes y la pobreza dura que dista mucho de ser desalojada definitivamente.
Es lamentable que no hiciera una propuesta maciza, tipo Acuerdo Nacional, para asegurar el término de la exclusión política que corre el serio riesgo de seguir así por varios años más. Al tenor de esta realidad, tampoco anunció la realización de un Plebiscito-petición que le realizaron la Central Unitaria de Trabajadores y el Parlamento Político y Social-, para que sea la sociedad organizada quién saque a la derecha chilena de su intolerancia y oscurantismo que una abrumadora mayoría rechaza.
Lamentablemente Bachelet no se acordó de la conversación realizada en La Moneda el miércoles pasado con los máximos dirigentes de la CUT, donde les pidió el apoyo de los trabajadores y del mundo social. Cabe recordar que la participación ciudadana, no excluyente en lo político y social, son los aspectos esenciales para seguir profundizando nuestra democracia y alcanzar el bien común que Chile necesita hoy y para las nuevas generaciones.