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Trabajo abstracto: abstracción real y relación de validez

La nueva lectura de Marx de Michael Heinrich (XIII)

Fuentes: Rebelión

Seguimos en el capítulo III -«Valor, trabajo y dinero»- del libro de MH. En el tercero de sus ocho apartados: «Trabajo abstracto: abstracción real y relación de validez». Las cosas se complican un poco pero podemos seguir la exposición y argumentación del filósofo y profesor alemán sin dejarnos muchas cosas en el tintero y señalando […]

Seguimos en el capítulo III -«Valor, trabajo y dinero»- del libro de MH. En el tercero de sus ocho apartados: «Trabajo abstracto: abstracción real y relación de validez». Las cosas se complican un poco pero podemos seguir la exposición y argumentación del filósofo y profesor alemán sin dejarnos muchas cosas en el tintero y señalando de paso algunas dudas.

 

 

Tres observaciones iniciales:

1. Si tienen tiempo, pueden completar estas aproximaciones a la teoría marxiana del valor-trabajo con el segundo libro de MH traducido al castellano (y con los primeros capítulos de EC por supuesto): ¿Cómo leer El Capital de Marx? Indicaciones de lectura y comentario del comienzo de El Capital, Guillermo Escolar editor, Madrid, 2018 (2ª edición), traducción de César Ruiz Sanjuán. En lo que concierne al apartado de hoy, el apartado «Dualidad del trabajo representado en las mercancías», pp. 92-107, y también el segundo apéndice: «La generalidad del trabajo como carácter social del ‘trabajo que pone valor de cambio», pp. 259-264.

2. En todo caso, no hay que desalentarse -recuerden a Howard Zinn: «Contra el desaliento» https://www.elviejotopo.com/topoexpress/contra-el-desaliento/- si algunas cosas nos parecen complicadas. Paciencia y tenacidad. Yo mismo, a pesar de haber leído y releído, no penetro bien en algunas tesis y categorías. Recordemos el último poemario de Jorge Riechmann, Ars nesciendi (Amargord Ediciones, Madrid, 2018). El poema de la contraportada: «Apasionadamente/ reconozco: no sabemos/ no sé/ pero una chispa de comprensión/ un instante de despertar/ lo cambia todo» (Gregorio Ludi: «Atreverse a saber es, en primer lugar, atreverse a afrontar lo que el gran Luis Vives llamaba ars nesciendi, el arte de conocer la propia ignorancia»).

3. Aviso (para estas nota y para las próximas): cuidado con mis (pobrísimas) traducciones del alemán. No está garantizada su corrección.

El apartado de hoy:

Para entender qué tiene que ver el trabajo que produce mercancías (bienes, servicios que se intercambian) con el carácter específicamente social tenemos que ocuparnos de la distinción entre trabajo concreto [TRACO a partir de ahora] y trabajo abstracto [TRABS]. MH sostiene que en la mayoría de las exposiciones sobre Marx esta distinción se nombra solo de pasada y con frecuencia «no se comprende su alcance». Desconozco la corrección y alcance de su afirmación crítica. Sin embargo, señala, el propio Marx había advertido de su carácter fundamental. MH cita a continuación este pasaje del primer libro de EC:

He sido el primero en demostrar críticamente esta naturaleza doble del trabajo contenido en la mercancía. Dado que este punto es el eje alrededor del que gira la comprensión de la economía política, tenemos que analizarlo aquí más detalladamente [la cursiva es mía]

El asunto: si la mercancía es algo doble, valor de uso y valor, el trabajo que produce mercancías (y solo él, no otro tipo de trabajo) tiene que poseer también, señala MH con una inferencia nada evidente para mí, carácter doble. El trabajo, repito de nuevo, no produce solo valor de uso sino, recordemos, también valor de cambio.

Los trabajos concretos (el de un carpintero, el de un tejedor, por ejemplo; podemos buscar ejemplos más actuales) producen valores de uso cualitativamente distintos (una silla en el primer caso, por ejemplo; una tela en el segundo). Al aprender un trabajo, aprendemos las particularidades de una actividad concreta; todos hemos pasado por ello. Cuando vemos trabajar a una persona, le vemos realizar un trabajo concreto.

Pero, sostiene MH, el valor no se constituye por medio de un determinado TRACO o, con más precisión, a través de un determinados aspecto de un determinado trabajo. Ahora bien: 1. Cualquier trabajo cuyo producto (o servicio) se intercambia produce valor. 2. Como valores las mercancías son cualitativamente iguales. 3. Luego los distintos trabajos que producen valores, apunta MH, tienen que valer como trabajo humano cualitativamente igual.

La ilustración: el trabajo del carpintero no produce valor como trabajo de carpintero (como tal trabajo produce, por ejemplo, una silla) sino que produce valor como trabajo humano cuyo producto se intercambia (al ser mercancía) por el producto de otro trabajo humano. Por consiguiente, concluye nuestro autor, «el trabajo del carpintero produce valor precisamente en la abstracción de su forma concreta como trabajo del carpintero». De ahí, prosigue MH, que Marx designe el trabajo que produce valor (valor de cambio) como TRABS. Este trabajo abstracto no es un tipo particular de gasto de trabajo como puede ser el trabajo en cadena a diferencia del trabajo artesanal del carpintero.

[Aquí abre MH una nota a pie de página en la que habla críticamente de la comprensión del TRABS por parte de de Robert Kurz. Es el siguiente paso:

Tal comprensión del TRABS es sugerida por RK cuando señala, en referencia al concepto de trabajo abstracto, que los hombres gastan «fuerza de trabajo abstracta» (un concepto que no explica después) y cooperan «en un grado sumo de indiferencia recíproca y enajenación» (Kurz 1991, p. 273). Pero en el TRABS no se trata en ningún caso del modo en que los hombres cooperan, sino del modo que vale socialmente su trabajo: como constituyente del valor[el énfasis es mío]

MH señala a continuación que una breve introducción al concepto de TRABS, que se confronta críticamente con las simplificaciones que, en su opinión, se encuentran frecuentemente, puede verse en Reitter (2002). Se refiere a este artículo: «Der Begriff der abstrakten Arbeit, en Grundrisse» [El concepto de trabajo abstracto en los Grundrisse]. Publicado en Zeitschrift für linke Theorie und Debatte (Revista para la teoría y debate de la izquierda) 1, 2002, 5-18. La obra citada de Kurz es Der Kollaps der Modernisierung (El colapso de la modernización)].

Prosigamos con la exposición.

Como trabajos que generan valor, ambos (el trabajo monótono en cadena, el trabajo artesanal) son trabajos concretos. El trabajo en cadena genera valor -como el trabajo del carpintero- solo como trabajo humano igual, haciendo abstracción de su trabajo concreto. O dicho de otro modo: el trabajo en cadena (que es un TRACO) genera valor -al igual que el trabajo del carpintero- solo como TRABS. Las mercancías serían entonces, como valores, cristalizaciones -el término usado por Marx- del TRABS (MH nos recuerda que Marx designa también el trabajo abstracto como «sustancia generadora del valor», como «sustancia del valor»).

MH nos advierte de nuevo que la expresión sustancia del valor se ha entendido frecuentemente de manera sustancialista, cuasi-material: el trabajador ha gastado una determinada cantidad de TRABS y esta cantidad gastada se introduce en la mercancía como sustancia del valor y hace de la cosa singular un objeto de valor. Pero, para nuestro filósofo alemán, el hecho de que Marx designara la objetividad del valor como una «objetividad espectral» debería poner de manifiesto que «esto no sucede en absoluto de manera tan simple». De hecho, comenta, en el manuscrito de revisión a la primera edición de El Capital se habla incluso de una «objetividad puramente fantástica». Si fuese correcta la concepción sustancialista, argumenta MH, no resulta posible comprender por qué Marx habría calificado la objetividad del valor como «espectral» o «fantástica». Abro otro paréntesis.

[El traductor, César Ruiz Sanjuán, apunta una nota a pie de página que, a propósito de ese manuscrito de revisión, vale la pena recoger aquí:

Se trata de un manuscrito en el que Marx estuvo trabajando para preparar la segunda edición de EC, y que contiene las modificaciones al primer capítulo de la primera edición, que fue reelaborada de manera considerable. En este manuscrito, en el que Marx comenta detalladamente su propia exposición de la teoría del valor se encuentran importantes reflexiones que no fueron recogidas después en la segunda edición de EC.

Desconozco las razones de esta no inclusión. El Manuscrito al que se alude Ruiz Sanjuán se conoce como Ergänzungen und Veränderungen zum ersten Band des «Kapital» (Adiciones y modificaciones al primer libro de El Capital). Ignoro la importancia de este manuscrito y si alguna argumentación marxiana cuelga específicamente de él].

Tenemos, pues, que analizar el TRABS abstracto de manera más precisa prosigue MH. Veamos: 1. El TRABS no es visible, solo lo es en un determinado trabajo concreto (su analogía: no es visible un árbol, lo que podemos ver es una planta concreta). 2. El TRABS es una abstracción, como árbol, si bien de naturaleza distinta. 3. ¿En qué sentido distinta? Normalmente abstraemos, es MH quien habla, del modo siguiente: tomamos los caracteres comunes de ejemplares individuales y formamos un concepto genérico abstracto (árbol); en cambio, en la generación de TRABS no se trata de ese tipo de abstracción mental sino de una abstracción que llama (confusamente en mi opinión) «real»: una abstracción que se realiza «en el comportamiento efectivo de las personas, independientemente de que lo sepan o no». El pasaje y la distinción no son evidentes. Tal vez: como de hecho hay intercambio de mercancías fruto de trabajos concretos determinados necesitamos abstraer una noción, la del TRABS, que permita explicar el intercambio (la homogeneidad que se presupone en él) de trabajos heterogéneos.

[Dicho sea entre paréntesis y por si fuera de ayuda para la distinción entre ambos tipos de abstracciones y suponiendo que no sea yo quien introduce formulaciones erróneas y confusas.

Podríamos pensar un lenguaje en que no existiera el concepto árbol. Supongamos que no nos fuera útil esa abstracción y nos organizáramos con las abstracciones olmo, peral, pino, abeto, etc. Podríamos organizar nuestra concepción del mundo y tal vez nuestra conocimiento sin el uso de esa otra abstracción, árbol. O también, el ejemplo no es bueno del todo, podríamos pensar en abstracciones alternativas tipo árbol menos=1, árbolmenos5(+1), árbolmenos10 (+5), árboles resto, para clasificar los árboles por tu altura. No diríamos o escribiríamos: «esto es un árbol» sino «esto es un árbolmenos5(+1)».

Sin embargo, no podríamos eludir, lo quisiéramos o no, este el punto, el concepto de trabajo abstracto para explicar el intercambio de mercancías en un modo de producción e intercambio como el capitalista o afín. Al intercambiar productos o servicios, frutos todos ellos de diferentes trabajos concretos (no introducimos la complicación-posibilidad del trabajo completamente mecanizado), nos vemos obligados para dar cuenta de ese intercambio a introducir la noción de trabajo abstracto. No hay otra, no tenemos otro camino. No podemos obviar ese concepto, no podemos sustituirlo por otro (aunque, por supuesto, podemos llamarlo de otra forma). Sería, por así decir, una abstracción real, inevitable, condición necesaria (aunque toda abstracción, por otra parte, es mental por supuesto)

Un comentario crítico del profesor Miguel Candel sobre este paso:

Como tú mismo dices, toda abstracción es también mental. Pero a la vez, añado yo, todas corresponden a algún aspecto real de las cosas a no ser que generalicen sobre seres inexistentes. Por tanto, si te he de ser sincero, no veo necesaria la distinción. Lo de los árboles me parece que no clarifica nada, si más no, porque en todos los términos aparece el elemento común «árbol», con lo cual el paso a la abstracción árbol es casi inmediato. No veo, pues, la diferencia de tipo de abstracción en el caso del trabajo. Porque empíricamente nadie hace trabajo abstracto, sino siempre tal o cual trabajo concreto. El trabajo abstracto es un artificio conceptual para poner de relieve lo que todo trabajo tiene en común (digamos, por ejemplo, «gasto de energía humana que produce objetos con valor de uso potencial») y establecer equivalencias entre los distintos trabajos (es decir, determinar los valores de cambio de sus productos). Eso es lo que me parece.

Hasta aquí este largo paréntesis] .

Sigamos, volvamos a la argumentación de MH.

En el cambio se hace abstracción del valor de uso de las mercancías. Estas se igualan como valores: el comprador individual compra si está interesado en el valor de uso de la mercancía, o bien se abstiene del cambio si no quiere ese valor de uso. Pero, si realiza el cambio, entonces se igualan las mercancías como valores.

En tanto que se igualan las mercancías como valores, se abstrae fácticamente de la particularidad del trabajo concreto que las produce y este tan sólo vale ahora como trabajo abstracto que genera valor. Por lo tanto, señala MH, la abstracción tiene lugar realmente (de ahí su «abstracción real»), con independencia de lo que piensen al respecto (si piensan sobre ello) los poseedores de mercancías implicados. Este punto, admite críticamente MH, «no siempre fue explicado por Marx con suficiente claridad». De hecho, señala, nuestro clásico habla también en ocasiones del TRABS como «gasto de fuerza de trabajo humano en sentido fisiológico».

Pero no es eso, no es eso.

La reducción de los distintos trabajos humanos a trabajo en sentido fisiológico, señala MH, es precisamente una abstracción mental (tipo árbol) en la que podemos subsumir cualquier trabajo, independientemente de que produzca o no mercancías. Con esta formulación, apunta críticamente nuestro autor, se sugiere que el trabajo abstracto tiene un fundamento completamente independiente de lo social, un fundamento, por así decir, natural. Pero no es el caso. Ello provoca, precisamente, las correspondientes interpretaciones naturalistas del TRABS al que nos hemos referido y que MH critica abiertamente.

En otros pasajes, nos recuerda MH, Marx se expresó de manera totalmente inequívoca sobre el fundamento no-naturalista del trabajo abstracto. En el manuscrito de revisión citado anteriormente (importante, acaso decisivo, en la interpretación de MH, no puedo asegurarlo), Marx señala:

La reducción de los distintos trabajos privados concretos a esta abstracción del trabajo humano igual se realiza solo a través del intercambio que iguala, de hecho, los productos de los distintos trabajos.

Por ende, prosigue MH, es solo en el cambio, con independencia de que las personas que intercambian sean conscientes de la abstracción o no lo sean, donde se realiza la abstracción que está en la base del trabajo abstracto. Por ello, el TRABS no puede medirse a través de las horas de trabajo, «pues cada una de las horas de trabajo medida con el reloj es una hora de un trabajo concreto determinado gastado por un individuo determinado (e independientemente de que el producto del trabajo se cambie o no)».

El TRABS no puede ser gastado, no es una ente de esa naturaleza, es una relación de validez constitutiva en el cambio: «el trabajo concreto gastado vale en el cambio como una determinada cantidad de trabajo abstracto y por eso vale también como parte integrante del trabajo social global».

MH señala a continuación (conviene retenerlo) que para que el trabajo privado concreto (el de la carpintera, el de la trabajador del textil) que se ha gastado tenga validez como una determinada cantidad de TRABS que genera valor (en el intercambio) tienen que darse tres condiciones:

1ª. El tiempo de trabajo gastado individualmente se reduce a tiempo de trabajo socialmente necesario. Solo cuenta como trabajo generador de valor el trabajo que es necesario para la producción de un valor de uso (que puede ser un servicio como se ha dicho) en condiciones medias.

La magnitud de la productividad media no depende de los productores individuales sino de la totalidad de los productores de un valor de uso. El promedio se modifica constantemente y solo se manifiesta en el cambio: «solo en ese momento llega a saber el productor individual en qué medida su tiempo de trabajo gastado individualmente corresponde al tiempo de trabajo socialmente necesario».

2ª. En el marxismo tradicional (que, como hemos visto, MH no mira con simpatía sino más bien con mucha distancia político-intelectual, agrupando casi todo lo que no es su línea interpretativa: demasiadas, muchísimas y diversas patatas, en un único cesto en mi opinión) se interpretaba por lo general el «tiempo de trabajo socialmente necesario» como el único factor determinante del trabajo que genera valor. El hecho de que los valores de uso producidos encontrasen también una demanda solvente parecía no desempeñar ningún papel para la determinación del valor. Empero, apunta MH, Marx señalaba que para producir mercancías no hay que producir solamente valor de uso sino valor de uso para otros, esto es, valor de uso social.

Si un determinado valor de uso (de tela por ejemplo) se produjera por encima de la demanda existente solvente en la sociedad, esto significa (MH cita a Marx) «que una parte demasiado grande del tiempo total de trabajo de la sociedad se ha gastado en forma de fabricación de tela. El efecto -prosigue Marx- es el mismo que «si cada uno de los tejedores hubiese empleado en su producto individual más tiempo de trabajo del socialmente necesario».

Por lo tanto, concluye MH en este punto, solo produce valor aquel tiempo de trabajo que no solo se ha gastado en condiciones medias de producción, sino que también es necesario para la satisfacción de la demanda social solvente (se suman, por tanto, las dos condiciones).

En qué medida el trabajo gastado ha sido realmente necesario para cubrir la demanda depende de la magnitud de esta demanda y del volumen de producción de los otros productores. Ambas condiciones solo se hacen visibles en el cambio. No son previas a él, no hay seguridad sobre ellas antes de.

3ª. Los distintos gastos de trabajo no solo se diferencian en su carácter concreto (carpintería, sastrería, enseñanza, salud, etc). Se diferencian también en la cualificación de la fuerza de trabajo necesaria para realizarlos. El trabajo medio simple es «el gasto de fuerza de trabajo simple que posee, por término medio, todo hombre corriente» (nueva cita de Marx).

Lo que se considera como cualificación de la fuerza del trabajo simple cambia según el país y la época pero, señala MH, está fijado para un país determinado en un período determinado (¿Representa lo señalado un problema teniendo en cuenta las dimensiones internacionales de algunos procesos de producción en el capitalismo actual?)

El trabajo de elevada cualificación es trabajo complejo. Vale como trabajo que produce valor en más alta medida que el trabajo medio simple. En qué proporción, señala MH, una determinada cantidad de trabajo complejo produce más valor que la misma cantidad de trabajo simple también es algo que solo se pondrá de manifiesto en el cambio.

Para la relación cuantitativa no solo tiene un papel la cualificación de la fuerza del trabajo. También los procesos de jerarquización social pueden tener aquí un efecto decisivo. El ejemplo dado por MH: «el hecho de que las «profesiones de mujeres» tengan un status más bajo que las «profesiones de hombres» influye en la determinación de las actividades consideradas como «simples» o como «complejas»».

En qué medida, concluye el autor este apartado, el trabajo individual gastado privadamente vale como trabajo abstracto que produce valor es el resultado de estas tres condiciones señaladas que, insiste, tienen lugar simultáneamente en el cambio.

Descansemos. El apartado siguiente, más breve, el IV, lleva por título: «Objetividad espectral’. ¿Teoría de la producción o de la circulación del valor». En la próxima entrega.  

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.