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La «Nueva Mayoría» y las tensiones que la cruzan

Fuentes: Rebelión

Con la avalancha de escándalos de fraudes al Fisco, sobornos y corrupción en que ha visto envuelta la casta política, y que las investigaciones en curso han ido poniendo de manifiesto, ha quedado ya meridianamente clara, aun para los más escépticos, la vergonzosa venalidad que ha caracterizado su accionar. Aprovechando prestamente en su propio beneficio […]

Con la avalancha de escándalos de fraudes al Fisco, sobornos y corrupción en que ha visto envuelta la casta política, y que las investigaciones en curso han ido poniendo de manifiesto, ha quedado ya meridianamente clara, aun para los más escépticos, la vergonzosa venalidad que ha caracterizado su accionar. Aprovechando prestamente en su propio beneficio todas las oportunidades que le brinda el actual sistema político-institucional, se ha tomado por asalto los cargos públicos, repartiéndolos a destajo entre sus familiares y amigos, con el único fin de profitar descaradamente de las múltiples ventajas que ellos les ofrecen.

Sin embargo, lo políticamente más grave y relevante que ha quedado al descubierto es el deliberado engaño de que ha sido sistemáticamente víctima el pueblo trabajador. En efecto, a través de operadores como Martelli, la ex Concertación, hoy «Nueva Mayoría», al tiempo que posa de defensora de los pobres, le ofrece y le vende subrepticiamente protección política al gran empresariado. Siendo esta una clave para comprender la naturaleza de su comportamiento político en defensa del modelo económico imperante, implantado por la dictadura en exclusivo beneficio del gran capital, nadie podrá hacerse ahora alguna ilusión acerca del propósito supuestamente transformador que animaría al Gobierno de Bachelet.

El verdadero rol del conglomerado político que lo apoya, y que lo había tornado hasta ahora de particular interés para los poderes fácticos empresariales, es que, tanto bajo su antigua denominación de Concertación como su actual de «Nueva Mayoría», ha podido operar como un efectivo dique de contención de las demandas populares. Y ello, principalmente a partir de la retórica engañosa que utiliza, concebida para hacerse reconocer en el escenario político por la ciudadanía como una fuerza «progresista», de «centro-izquierda», o aun de «izquierda», presumiendo representar los sentimientos y aspiraciones de las grandes mayorías.

Por lo tanto, la principal «tensión» que cabe suponer hoy en bloque gobernante, una vez que este comportamiento ostensiblemente hipócrita ha quedado claramente de manifiesto, no concierne tanto a las eventuales discrepancias que a nivel cupular puedan darse entre sus miembros. Estas ya han existido en el pasado sin que por ello hayan logrado representar algo de real interés para el desarrollo de la lucha democrática en el país. A su vez, esta última es algo que solo está llamada a potenciar, y por esa vía beneficiar, al pueblo trabajador, es decir a los explotados, a los marginados, a los discriminados, a los ninguneados. En consecuencia, es algo que solo a ellos puede efectivamente interesar.

Por lo tanto, las «tensiones» realmente significativas que, desde la perspectiva de un genuino proceso democratizador, se dan al interior de la «Nueva Mayoría» han sido y son, ante todo, las que cabe constatar entre sus cúpulas políticas, hoy completamente desacreditadas, y una gran parte de quienes hasta ahora han confiado en ellas concurriendo, una elección tras otra, a darle su apoyo en las urnas. Y en un plano más general, las «tensiones» más importantes y explosivas son las que actualmente se dan entre las largamente postergadas aspiraciones de justicia que anidan en el seno de las amplias masas populares y el fraude político que representa la deplorable actuación de la cúpula gobernante.

La abrupta y masiva pérdida de confianza ciudadana en el gobierno y en las fuerzas políticas que lo respaldan está modificando así, en términos reales, aunque aun de una manera incierta en cuanto al perfil político que en definitiva adoptará el descontento, la correlación de fuerzas sobre el escenario político del país. Esto abre la posibilidad real, a la vez que plantea con urgencia la necesidad, de levantar una nueva alternativa política que, a través de sus planteamientos y su accionar, represente de manera clara, directa y efectiva la lucha por los intereses, derechos y aspiraciones del pueblo trabajador.

Lo que hoy las demandas ciudadanas ponen en el centro del debate político es la cuestión del régimen político, vale decir del marco constitucional que de mejor manera represente el sentir y la voluntad popular, permitiendo abordar luego sin cortapisas de ninguna naturaleza las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales que una convivencia civilizada y solidaria reclaman en el mundo de hoy. Y, por su propia naturaleza, ese debate no puede ser impedido ni restringido por ningún tipo de acuerdo espurio que, a espaldas de la ciudadanía, pudiese ser fraguado y cocinado por la desprestigiada casta política. A ese debate se halla convocado, por propio derecho, el conjunto del pueblo, único poder constituyente en una sociedad verdaderamente democrática.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.