Recomiendo:
0

Entrevista con Francisco Corral, editor de sus obras completas y autor de un libro indispensable sobre el escritor hispano-paraguayo

«La obra de Rafael Barrett es de una calidad extrema y de una notable modernidad»

Fuentes: Rebelión

Agregado Cultural de la Embajada de España en Asunción del Paraguay, ex-director del instituto Cervantes en Túnez, actual Director del citado Instituto de Argel, Francisco Corral es un profundo conocedor de la obra de Rafael Barrett. Editor de sus Obras Completas, autor de antologías y de numerosos artículos sobre la obra del escritor anarquista, publicó […]


Agregado Cultural de la Embajada de España en Asunción del Paraguay, ex-director del instituto Cervantes en Túnez, actual Director del citado Instituto de Argel, Francisco Corral es un profundo conocedor de la obra de Rafael Barrett. Editor de sus Obras Completas, autor de antologías y de numerosos artículos sobre la obra del escritor anarquista, publicó El pensamiento cautivo de Rafael Barrett. Crisis de fin de siglo, juventud del 98 y anarquismo, un magnífico ensayo sobre su obra publicado por Siglo XXI en 1994.

Hace poco has editado y presentado una breve antología con escritos de Barrett. Se vuelve a reeditar la magnífica antología que publicó Santiago Alba Rico hace unos años. Gregorio Morán publicó en 2007 Asombro y búsqueda de Rafael Barrett . ¿Se ha puesto de moda Barrett? ¿Por qué de nuevo tanto interés por su obra?

Así es. Y no son sólo las publicaciones, como este último libro de Periférica, «Hacia el porvenir», sino otras coincidencias notables. Por ejemplo, ese sorprendente obispo (sorprendente por comparación con los obispos de por aquí) que se llama Fernando Lugo, hizo referencia expresa a Barrett en su discurso de investidura como presidente de Paraguay; algo insólito e inimaginable hasta ayer mismo. ¡Cómo han cambiado las cosas en ese querido país! Esperemos que sea el comienzo de un camino de redención para ese sufrido pueblo, cuyo dolor Barrett supo compartir y expresar como pocos.

También hace muy poco sus descendientes crearon la Fundación Rafael Barrett que ya tiene una página en Internet http://www.rafaelbarrett.org/ y que será un fuente fundamental de información y consulta.

El por qué de todo esto no es fácil de precisar, pues obedece seguramente a causas complejas o a una sutil confluencia de circunstancias. Yo diría que hay una razón de fondo y es que la obra de Barrett es de una calidad extrema y de una notable modernidad. Como ha escrito Santi Alba: Unamuno y Baroja eran hombres de su tiempo, mientras que Barrett lo es del nuestro.

Por otra parte, Barrett es un exponente notabilísimo de la llamada «crisis de fin de siglo» que agitó el final del siglo XIX y principios del XX. Barrett vivió intensamente esa crisis y profundizó en sus conflictos desde un pensamiento penetrante y radicalmente crítico que no ha perdido vigencia. Hoy vivimos un principio de siglo no menos crítico y convulso que aquél; existen semejanzas, cuestiones no resueltas y tal vez por eso sus escritos nos resulten tan próximos.

Podemos empezar, si te parece, por unas pinceladas biográficas. ¿Por qué se marchó Barrett de España cuando era muy joven?

Se marchó tras ser expulsado del grupo social al que pertenecía. Su carácter rebelde le llevó a ser descalificado por un Tribunal de Honor y su reacción fue apalear en público al presidente de ese Tribunal, el Duque de Arión.

En noviembre de 1902 aparece en la prensa madrileña la sorprendente noticia (falsa e infundada) de su suicidio, en lo que tiene todo el aspecto de una eliminación social en clave. Pocos meses después, viaja a Buenos Aires.

¿Qué estudios había realizado hasta entonces?

En Madrid seguía estudios de ingeniería, que no llegó a concluir. De hecho, los dos únicos artículos que publicó en España son de divulgación científica.

Desconocemos si siguió también algún tipo de estudios humanísticos, pero demuestra un profundo conocimiento de toda la literatura y el pensamiento europeos.

Hijo de madre española y de padre inglés, Barrett dominaba varios idiomas y tenía una formación plenamente europea, lo que constituía un cierto «modelo» para los jóvenes del 98, que siempre tuvieron la aspiración de europeizarse. Una tradición familiar no documentada dice que tanto Valle-Inclán como Maeztu consideraban a Barrett «el joven más brillante de su generación».

¿Cómo llegó a Paraguay? ¿Por qué Paraguay?

Eduardo Galeano ha escrito que llegó allí «por casualidad o por necesidad». Y, efectivamente, algo hubo de ambas cosas. A Barrett le persigue hasta Buenos Aires la lacra de haber sido descalificado por el Tribunal de Honor madrileño. De nuevo su carácter rebelde le lleva a chocar frontalmente con su entorno y de nuevo decide poner tierra de por medio. Y toma lo primero que se le ofrece: la oferta del diario El Tiempo para informar de la revolución liberal que se estaba produciendo en Paraguay. Viaja así a ese país a finales de 1904 harto ya y bastante desesperado; «buscando la bala que me mate», diría después. Y en Paraguay encuentra por fin su lugar en el mundo y se convierte en un hombre nuevo.

¿Qué le hizo caer el caballo? ¿Desde cuando empezó a tener interés Barrett por la situación de las clases desposeídas y empobrecidas? ¿Por qué su apuesta por ellas?

La imagen de la caída del caballo es exacta siempre que entendamos que no se cayó de un golpe, como San Pablo, sino que él ya venía medio descabalgado. La evolución de Barrett es exactamente el camino que media entre un rebelde y un revolucionario.

Ese cambio se percibe muy bien en sus escritos y se produce a partir de 1906, aproximadamente un año después de instalarse en Paraguay. Hasta entonces, Barrett era un rebelde enfrentado a la sociedad por razones personales y egocéntricas. Según va conociendo la explotación y la miseria terribles en que viven los campesinos y la gente pobre del Paraguay, esa rebeldía se va convirtiendo en preocupación social y en lucha altruista.

Al leerle uno se queda impresionado por su estilo, muy singular por lo demás. Tú mismo hablas de él como escritor excepcional. ¿Qué destacarías de su faceta de escritor social?

Barrett consigue conjugar un fuerte contenido social con una gran calidad literaria y con un profundo calado humanístico; en sus escritos, crítica social y vanguardismo literario se conjugan y se enriquecen. Puede denunciar el más candente y puntual incidente gremial y elevarnos sin sentir hacia los grandes problemas del pensamiento; como puede contemplar un hormiguero y enlazar de una forma magistral con el problema de Dios y de la existencia.

Roa Bastos ha escrito que Barrett «nos introdujo vertiginosamente en la luz rasante y el mismo tiempo nebulosa, casi fantasmagórica, de la «realidad que delira» de sus mitos y contramitos históricos, sociales y culturales», y todo eso al tiempo que denuncia violentamente las injusticias sociales.

Otro gran conocedor y admirador de Barrett, el uruguayo Rafael Spósito, ha resaltado que Barrett logra en su escritura «una síntesis primorosa de ternura y de rabia pocas veces igualada».

Falleció joven de tuberculosis, con 34 años. Escribió su obra en apenas 4 o 5 años. ¿Qué artículos, que libros te parecen más relevantes?

Todos sus escritos son de una extraordinaria intensidad y muy uniformes, prácticamente sin altibajos. En el reciente libro de Periférica se recogen los textos más extensos y que más se aproximan al género ensayo, pues la gran mayoría de sus publicaciones fueron artículos.

Para citar algunos de mis preferidos: «Buenos Aires», una violenta denuncia de la desigualdad y la miseria en medio de la gran urbe, «Las máquinas de matar», que comenta la presencia de buques ingleses en el puerto de Montevideo, «No mintáis» que lleva sus ideas al ámbito más personal… y seguiría con una larguísima lista. Un clásico de la literatura social americana es «Lo que son los yerbales» que denuncia la esclavitud en los obrajes yerbateros.

También destacaría «Moralidades actuales», una selección de artículos realizada por el propio Barrett en un libro que fue el primero y el único que Barrett llegó a ver publicado. Todos los artículos de ese libro figuran en sus Obras Completas (Asunción 1998-90) aunque no como texto independiente. Como libro independiente se encuentra ya en acceso libre en Internet, junto con otros textos, en http://85.52.193.109/barrett/ También hay textos de Barrett en: http://www.ensayistas.org/filosofos/paraguay/barrett/

Llegó a cartearse con Henri Poincaré que en aquellos momentos era, sin duda, uno de los matemáticos más importantes del mundo. ¿Cuál fue el tema de su relación epistolar?

Barrett presentó a Henri Poincaré la fórmula que él había desarrollado para solucionar un problema matemático complejo consistente en hallar el número de números primos menores que un número dado. Poincaré le respondió felicitándole por el hallazgo. El prestigioso ingeniero uruguayo Ernesto García de Zúñiga publicó en 1935 el artículo «Rafael Barrett, matemático» en el Boletín de la Facultad de Ingeniería de Montevideo. García de Zúñiga analiza la fórmula de Barrett y opina que «si la brevedad de su vida, sus enfermedades, su pobreza y la intensa producción literaria de sus últimos años le hubieran permitido consagrar más tiempo a la investigación matemática, Rafael Barrett hubiera ilustrado también su nombre en esta ciencia, que amaba tanto, con valiosos descubrimientos».

Barrett fue un escritor anarquista. ¿Qué anarquismo defendió? ¿Fue militante de algún movimiento social que tuviera esta orientación ideológica?

Dentro de la gran variedad de enfoques existentes en el anarquismo (que precisamente se define como un pensamiento antidogmático y enfrentado a cualquier idea de «escuela») el de Barrett destaca por su carácter amplio y abierto. Es todo lo contrario a un anarquismo doctrinario, de vía estrecha, que también lo hubo.

Como escritor que es, puede parecer próximo al llamado «anarquismo literario» de fin de siglo, pero su compromiso y su acción personal nos hacen ver que fue mucho más allá, hasta sufrir la cárcel y el destierro.

Barrett se implicó activamente en la lucha social junto a la anarquista Federación Obrera Regional Paraguay (FORP). Intervino en los mítines de las sucesivas celebraciones del primero de mayo de esa agremiación, pronunció «conferencias populares» para los obreros, y lo hizo en la calle cuando le cerraron las salas. La revista que creo y dirigió es de marcado y expreso carácter anarquista desde el nombre: «Germinal». En el primer número de esa revista, Barrett presenta su programa y propone: «Destruid el principio de autoridad donde lo halléis» y «combatamos al jefe, a todos los jefes».

¿Qué opinión tenía de otros movimientos emancipatorios? ¿Formuló críticas al marxismo?

Barrett consideraba el movimiento anarquista como «la extrema izquierda del alud emancipador» y, en consecuencia, siempre expresó una actitud positiva hacia las otras corrientes revolucionarias. Barrett lamenta, por ejemplo, los enfrentamientos que se produjeron entre anarquistas y marxistas tras la primera internacional y dice que esos desentendimientos son «la última baza de la burguesía».

En «La cuestión social» hace un análisis crítico muy equilibrado del marxismo, al que considera una gran aportación a las ciencias sociales y a la emancipación de las clases oprimidas. Pero expresa también sus desacuerdos con aspectos concretos en los que «los hechos contradicen a Marx que se contradice a sí propio». Por ejemplo, Barrett no ve el progresivo empobrecimiento de los obreros en el sistema capitalista y, ya en 1910, observa que, en ese punto, el diagnóstico de Marx «no lleva trazas de realizarse».

¿Por qué se opuso ya en su tiempo a la idea de progreso? ¿En qué argumentos basaba su posición crítica?

No es que Barrett se opusiera a la idea de Progreso, que constituyó casi un artículo de fe en su época (y que, por cierto, sigue gravitando hoy día cuando se habla de «progresista» como opuesto a conservador) sino que expresa sus recelos y lanza certeras advertencias sobre los riesgos de un progreso descontrolado, con reflexiones que resultan plenamente actuales.

Una de las principales diferencias (si no la principal) entre aquel inicio de siglo y éste, en lo que hace a las percepciones colectivas de la realidad, radica en que de un optimismo confiado en que los grandes avances de la ciencia y la técnica supondrían una mejora constante de la sociedad, hemos pasado a la conciencia clara de los graves riesgos que el avance técnico ocasiona. La degradación del entorno natural, el riesgo cierto y creciente de catástrofe ambiental, la conciencia ecológica, en suma, es una percepción reciente que Barrett supo intuir claramente ya en su tiempo. Y escribió sobre el riesgo de catástrofe científica, hace más de 100 años, advertencias tan estremecedoras como éstas:

En la máquina chocarán, quizás mañana, dentro de mil siglos, nuestro verdadero espíritu y el verdadero espíritu de la naturaleza», «Y de ahí el terror metafísico que nos sobrecoge a la idea de los siniestros venideros, a la amenaza de los monstruos que nacerán de nuestros talleres (…) acaso en vez de liberarnos, hemos liberado el negro oleaje de las cosas, y por la estrecha puerta de nuestras máquinas el caos entrará y nos estrangulará.

Y observaciones tan descriptivas del futuro deterioro ambiental y del desastre ecológico como éstas:

El mar envejece…Su agua, cristalina limpieza entregada a los cielos, le es devuelta avaramente por los ríos, turbia y sucia, cargada de todos los despojos y secreciones y deyecciones de la tierra. Y con el transcurso de los tiempos, el mar se torna más acre, más espeso, más bajo, más árido.

Cuando los últimos safaris no hayan dejado vivas más que las especies domesticadas (…) cuando el aire y el suelo estén saturadas de cultura positiva y mientras abajo se respire a máquina arriba se circule geométricamente, cuando en el planeta-ciudad haya fallecido el misterio ¿qué será de nosotros?

¿En qué autores ha influido posteriormente? Roa Bastos ha hablado del carácter precursor de su obra. ¿Qué ha querido apuntar con ello?

Los escritores probablemente más grandes de cada uno de los países en los que vivió, Borges en Argentina, Roa Bastos en Paraguay y Rodó en Uruguay, los tres expresaron su profunda admiración hacia Barrett.

De entre ellos, el que más rotundamente ha reconocido esa influencia ha sido Roa Bastos que afirmó que Barrett «enseñó a escribir» a los escritores paraguayos modernos.

Para Roa, Barrett anticipa la modernidad de la literatura paraguaya porque se adelantó a su tiempo tanto en sus ideas como en su manera de escribir.

Es notable observar unos cuantos escritos de Barrett que podrían confundirse perfectamente con textos existencialistas, corriente que sólo aparecería unos 30 años después. Y es curioso señalar que Inman Fox ha escrito que la Generación del 98 (a cuyo amplio entorno juvenil perteneció Barrett) trazo un puente «entre el romanticismo del siglo XIX y el existencialismo del XX».

Borges, como acabas de recordar, muy poco dado al elogio y poco entusiasta con la literatura social, habló bien de él. ¿Qué le interesó de su obra?

Efectivamente, no creo que fuera precisamente la crítica social lo que a Borges más le interesara de Barrett, sino, sin duda, la calidad literaria y la profundidad argumental. La referencia de Borges es breve y no comenta la obra de Barrett, pero es evidente que le impresionó profundamente cuando recomienda «con lagrimas en los ojos y de rodillas» la lectura de «Moralidades Actuales» a su amigo Roberto Godel, asegurándole que es un libro «genial».

Aparte de El pensamiento cautivo de Rafael Barrett , tu magnífico ensayo publicado por Siglo XXI en 1994, ¿qué estudiosos de la obra de Barrett destacarías?

En mi opinión, el mejor estudio sobre Barrett es el prólogo de Augusto Roa Bastos a la edición venezolana de «El dolor paraguayo», un texto de gran rigor y profundidad, pleno de sugerencias y que además deslumbra con la escritura incomparable del autor de «Yo el Supremo». En ese prólogo de 1978 Roa dice que hace falta un estudio en profundidad sobre el pensamiento de Barrett. Fue esa opinión la que me incitó a emprender el trabajo de mi libro, luego de largas conversaciones con el propio Roa, con quien me unió una gran amistad.

A continuación figura en mi preferencia la magnífica antología y prólogo de Santi Alba «A partir de ahora el combate será libre» de 2004.

Muy recomendable es también la antología de Carlos Meneses «Mirando vivir» publicada en 1976. Y un excelente librito «Barrett, un anarquista de leyenda» editado en 2007 en Buenos Aires por Catriel Etcheverri con prólogo de Abelardo Castillo.

Tampoco puedo dejar de citar el muy meritorio trabajo del hispanouruguayo Vladimiro Muñoz, cuyos estudios y publicaciones han sido la base fundamental para todos los que nos hemos adentrado en la biografía de Barrett.

El reciente libro de Gregorio Morán, en cambio, me ha decepcionado. Es un refrito que no añade casi nada a lo que ya estaba publicado y que, con la moda del «quest», habla de sí mismo tanto o más que de la obra de Barrett.

¿Es su obra suficientemente conocida en España?

En España se han publicado suficiente número de libros como para que quien se haya interesado haya podido conocerla. En 1919 se publican ya dos primeros libros. Luego hay un largo paréntesis que termina en 1976 con la antología de Carlos Meneses. Y a partir de esa fecha han ido apareciendo publicaciones con mayor frecuencia.

A mí, puesto que me apasiona, me gustaría que la obra de Barrett se conociera más, y trato de difundirla entre quienes creo que la van a apreciar y valorar. Pero no me siento capaz de decir cuánto de conocida es, y mucho menos cuánto debería serlo.

Es verdad que no ha entrado en los grandes circuitos comerciales de difusión, pero no veo que eso sea nada malo, tal vez al contrario. Por otra parte, yo no creo que Barrett pueda llegar a ser un escritor «popular», como ha propuesto algún comentarista tardío. La escritura de Barrett es densa, cargada de ideas, y además, su obra es fragmentaria e inconclusa. Será siempre una obra para un cierto tipo de lectores interesados en la crítica rigurosa y radical, o bien en la historia social y cultural de Latinoamérica.

Lo esencial es que la obra de Barrett, los textos que él escribió, resulten accesibles para quien quiera leerlos; y creo que hoy día, entre las publicaciones existentes y las disponibles en Internet, lo están. Luego dependerá de los lectores y del interés y las preferencias que cada uno tenga

¿Ha influido Barrett en el anarquismo español? ¿Qué autores lo han cultivado y difundido?

La influencia de Barrett en la literatura y en el pensamiento español ha sido muy escasa, por no decir nula. Tan sólo Maeztu y Baroja escriben algo sobre él cuando se publican en Madrid esos primeros libros de 1923; Valle-Inclán pregunta por él cuando llega a Montevideo en 1910. Todos ellos le habían conocido en Madrid hacia 1902, antes de que viajara a América.

Hay, sí, una interesante influencia de Barrett en León Felipe, que además fue una de esas satisfacciones que a veces proporciona la investigación. Yo había señalado en mi libro la fuerte correspondencia entre algunas expresiones de Barrett y de León Felipe sin saber si lo conocía o lo había leído, y más tarde Líber Forti me lo confirmó al decirme que él personalmente había regalado las obras de Barrett a León Felipe.

Su influencia, en cambio, ha sido muy fructífera para el pensamiento y para la literatura social americana, como hemos dicho, particularmente en el ámbito del Cono Sur; cosa lógica, por otra parte, pues allí escribió la totalidad de su obra.

Se habla a veces de la muerte de una nieta suya, Soledad. Las narraciones no siempre coinciden. ¿Qué pasó exactamente?

Como una marca de identidad familiar, los descendentes de Barrett se han caracterizado por una sólida conciencia social y por una existencia llena de luchas y de dificultades. Su nieta Soledad fue una mujer extraordinaria, tanto por su personalidad como por su activismo, que tuvo un trágico e injusto final. A su muerte, Mario Benedetti escribió en su homenaje el poema «Muerte de Soledad Barrett» y Daniel Viglietti compuso la canción «Soledad».

Lo terrible y cruel es que fue detenida y asesinada por la policía brasileña (en 1973, cerca de Recife) tras ser denunciada por su compañero, un antiguo y destacado militante de la izquierda que se había cambiado de bando y colaboraba con la policía. Conocido como «Cabo Anselmo», aquel traidor vive desde entonces escondido y oculto bajo una falsa identidad y protegido por policías que formaron parte de los cuerpos represivos brasileños. Incluso hace pocos meses tuvo la desfachatez de solicitar una indemnización como víctima de la represión (alegando que lo fue en los primeros años, antes de convertirse en infiltrado para denunciar a muchos de sus antiguos compañeros); solicitud que cursó, claro está, a través de sus protectores y sin salir a la luz.

Dejémoslo en este punto, con esta denuncia, si te parece. Muchas gracias por tu generosidad.